MONIGOTE, ‘monaguillo o lego de convento’, ‘persona insignificante’, ‘niño, muchacho’, ‘muñeco’, probablemente está por *monagote, despectivo de MONAGUILLO.

1.ª doc.: 1595, Góngora.

Este poeta emplea repetidamente el vocablo en el sentido de ‘persona ignorante, insignificante’: «escuchad los desvaríos / de un poeta monigote, / en quarenta consonantes / distilados del cogote» (ed. Foulché I, 186), «¿por un monigote dexas / un tan baliente soldado?» (a. 1626, II, 410). Nuestro vocablo falta por lo demás en las fuentes medievales y clásicas (C. de las Casas, Percivale, Oudin, Covarr., Quijote, Ruiz de Alarcón), pero Aut. asegura que es propiamente el nombre que da el vulgo a «los Legos de las Religiones; y por extensión llaman assí a otro qualquiera que juzgan ignorante en su professión». No tengo otro testimonio de que monigote haya significado ‘lego de convento’, y se podría poner en duda el de Aut., sospechando que estuviera influido por una preocupación etimológica, pero en algunas partes existen acs. muy parecidas: en Bolivia, Chile y el Perú es ‘seminarista’, como expresión peyorativa (Bayo, Román1, B. Murrieta); en Canarias (Millares) y en el peruano Concolorcorvo (a. 1773) vale ‘monaguillo’: «al tiempo de darle la Santa Unción reparó que uno de aquellos monigotillos que regularmente asisten a los párrocos, miraba con asombro su pálido semblante» (Lazarillo de Ciegos Caminantes, ed. 1938, p. 337) y con este sentido oí monyigòt en catalán dial., en Cadaqués (Cabo de Creus). La ac. gongorina tuvo mucho predicamento en el S. XVIII: «donde uno ha sido personaje de suposición, no me parece que debe ir a ser un monigote», Moratín (Obr. Póst. II, 303), «guerra declaro a todo monigote, / y pues sobran justísimos pretextos, / palo habrá de los pies hasta el cogote», Jorge Pitillas († 1742; cita de Pagés). Me parece claro que en esta ac. se parte de la idea de ‘monaguillo’, personaje humilde si los hay, de donde pudo pasarse por otra parte a ‘seminarista despreciable’, y también a ‘niño, muchacho’, ac. que falta en la Acad., pero es muy usual: A. Castro la declara familiar (RFE VIII, 305n.) y la emplea el propio Moratín.

Luego monigote resulta visiblemente de cambio de sufijo de monaguillo (comp. monagón en el Alex., 1792d)2; la i quizá se explique por una variante *moniguiello (< moneguiello, semejante al vulgar monesterio), o más bien por el influjo de monicongo, que hoy se emplea en Málaga como sinónimo de monigote (RH XLIX, 510) y en toda Colombia en los sentidos de ‘mocoso, mozo inexperimentado’, ‘muñeco’, ‘mozuelo afeminado e insustancial’ y ‘grabado, estampa’ (Sundheim; Cuervo, Ap., § 520n.; Uribe; Tascón, etc.), anteriormente fué ‘negro africano’ (Torres Naharro; romance de fines del S. XVI; Quijote; citas en Cejador, s. v.) y primitivamente fué nombre propio del Congo (Ercilla, Rojas Zorrilla). En monigote la ac. ‘muñeco, fantoche’, que es hoy la más viva, pudo venir de la de ‘niño’ (comp. viceversa muñeco en el sentido de ‘niño’), espontáneamente o por influjo de muñeco; eso indica el val. monyicot ‘criatura, niño de pecho’3. Hay otras palabras de forma análoga, fáciles de explicar.

Monicaco no fué admitido por la Acad. hasta 1899 o 1914, pero lo empleó ya, fin S. XVIII, Ramón de la Cruz (cita de Pagés): se debe a un cruce de monigote con MACACO, que se documenta desde 1555, y además de ‘simio’ significa ‘feo, deforme’, ‘desgraciado’ y ‘ruin, afeminado’. La forma hominicaco ‘hombrezuelo’, aunque ya documentada en la Pícara Justina, a. 1605, lejos de ser más antigua, será alteración de monicaco por influjo del lat. homo, hominis. Monicaco es la forma popular en todas partes, con los varios significados, ‘imagen, grabado, ilustración’ en la Arg., monicuaco ‘jovenzuelo’ o ‘figurilla despreciable’ en Canarias (Pérez Vidal, p. 133; Régulo Pérez, Rev. de Hist., La Laguna, n.º 78, 258), etc. En cuanto al canar., cub., portorriq. y venez. monifato ‘jovenzuelo, chicuelo sin experiencia’ (Millares), ‘juguete, figurilla despreciable, ente ridículo’ (Lugo, Pérez Vidal), ‘figura humana o de animales ridículamente hecha’ (Pichardo), proviene seguramente del gall. monifate ‘muñeco’ («un monifate de farrapos» Castelao 234.9), ‘chisgarabís, entremetido’ (Carré; Leite, RL VII, 204), bonifate ‘mono o títere de ciego’ (anónimo de h. 1850, ibid.), port. bonifrate ‘muñeco, títere, autómata’, ‘mujer liviana, casquivana’ [1546, Ulisipo, en Moraes], que parece ser un representante culto de manu factus (o el plural manu facti) ‘hecho a mano’, con influjo popular de boneco ‘muñeco’4; como hay junto al gall. monèco ‘muñeco’ (Castelao 298.19) un monècra (Vall., Supl.), y Lugrís da monicroque ‘monigote’, no es extraño que también se haya dicho monicreque («dar empezo a isas carantoñas porcas, a ises monicreques moxentos, a ise humorismo de taberna» Castelao 28.20).

DERIV.

Monicaquerías ‘tonterías’ en la andaluza F. Caballero (RH XLIX, 510).

1 Según cita de éste, Puigblanch asegura que la ac. ‘persona ignorante y sin representación’ «ahora sólo tiene aplicación entre gente de iglesia, aunque en lo antiguo se aplicó aun a los médicos».―

2 «Los días son bien grandes, los campos reverdidos, / son los passariellos del mal pelo exidos, / los távanos que muerden non son aun venidos, / luchan los monagones en bragas, sen vestidos». P sustituye por moçuelos.―

3 «Encara li ix la llet als morros... A on volen posarse els monyicots entre’ls hòmens?», Borràs i Jarque, Bol. Soc. Castellón, de Cult. XV, 244; «les... casades en los monyicòts al còll», M. Gadea, Tèrra del I, 374, 113.―

4 Bonus frater (o un vocativo bone frater), como admiten Coelho y otros etimologistas portugueses, no es verosímil desde el punto de vista semántico. Claro que en portugués el vocablo sufrió el influjo de frade ‘fraile’.