MESTO, especie de encina andaluza; origen incierto, probablemente del lat. MէXTUS ‘mezclado’, por ser semejante a un mismo tiempo a la encina y al alcornoque.

1.ª doc.: «mesto, árbol de bellotas: cerrus», Nebr.

C. de las Casas, Covarr., Oudin y Aut, repiten la noticia de Nebr. sin dar muestras de conocimiento directo1. Terr. distingue entre mesto macho y mesto hembra y agrega «las hojas de este árbol son algo más largas que las de la encina común, punteadas muy delicadamente, las bellotas mui amargas, casi todas metidas en el capucho: úsase de ellas para tinta, y de la corteza para los tintes; pero la tintura es mala». La Acad. en sus ediciones del S. XIX admitía solamente dos acs., como equivalente de rebollo, y como otro nombre de la aladierna, Rhamnus alaternos (con descripción detallada en la ed. de 1817); a lo cual en 1899 se agregó, junto con la etimología MIXTUS, la definición actual «vegetal mestizo, producto del alcornoque y la encina, parecido al primero en la corteza y a la segunda en el aspecto». Los naturalistas, según los datos de Colmeiro (IV, 6778), no prestaron atención a un vegetal de este nombre hasta el S. XVIII; Suárez de Ribera (1733), Quer (1762) y otros posteriores, siguiendo la indicación de Nebr., lo clasificaron como Quercus Cerrus L.; se ha señalado esta especie más o menos en toda España, pero Colmeiro pone un interrogante a todo el artículo y explica «es dudoso que todas estas indicaciones sean exactas y de todos modos podrían corresponder a individuos aislados y cultivados», a él mismo, en colaboración con E. Boutelou, le publicó la Acad. Sevillana de Buenas Artes en 1854 un Examen (16 pp.) de las encinas y demás árboles de la Península que producen bellotas, con la designación de los que se llaman mestos. El primero en oponerse a la identificación de Nebr. fué el Padre Sarmiento, por la mitad del S. XVIII, quien indicó que el mesto era intermedio entre la encina y el alcornoque.

De Sarmiento, muy preocupado por etimologías, cabría sospechar que su juicio botánico esté ahí influído por un prejuicio lingüístico, pero su noticia ha sido repetida con pormenores por otros que no eran más que naturalistas: F. Fernández Maldonado Villalobos, que describió las plantas de Oliva y Alconchel en Extremadura en 1784, propuso un nuevo nombre científico Quercus Mixta (aceptado por Colmeiro, aunque éste y otros usaron también el de Quercus Hispanica), y explicó «natura Quercus et Suberis participat», y el segorbino Rojas Clemente poco después «ex Ilice et Subere hybrida et quasi mixta creditur»; el propio Colmeiro concluye «la sinonimia de esta especie y su existencia en la Península ha suscitado dudas; pero es lo cierto que el vulgo distingue con el nombre de mesto un tipo cuyo aspecto induce a colocarlo entre el alcornoque y la encina, pudiendo por lo menos considerarse como forma híbrida, o bien como una de las más notables variedades de la encina común. Ahora bien, este tipo de mesto ha sido identificado muchas veces en las provincias de Granada, Córdoba, Badajoz y sobre todo Cádiz y Málaga, también en los Algarbes; una indicación suelta de Burgos es dudosa, y aún más la correspondencia con el ast. sapiego, indicada por Sarmiento. Por otra parte, la equivalencia con la aladierna la confirman el aragonés Asso (Palo-mesto, a. 1779), el valenciano Cavanilles (1795) y el segorbino Rojas Clemente (Colmeiro II, 9). En 1962 he visto el m?sto semejante a una aladierna, en las sierras de Portaceli (Serra, prov. de Valencia), donde le dan ese mismo nombre en valenciano; meses más tarde me lo enseñaron al Sur del Júcar, en Barxeta, y ahí pronunciaban mksto, con consonantismo evidentemente semiculto, lo cual se explica porque la decocción de su corteza ―me explicaron en ambos lugares― la emplean boticarios y curanderos para «rebajar» la sangre.

En una nota rápida de ZRPh. XXIII, 198, indicó Schuchardt como posible que mesto sea de origen «ibérico», en relación con la palabra conservada en vasco, ametz, si bien reconociendo que este nombre vasco sólo se aplica a diversas variedades de roble o de quejigo (Colmeiro IV, 671-6; Azkue); M-L. (REW 420) acepta esta sugestión sin vacilar. La diferencia de significado no sería obstáculo insuperable, y quizá tampoco podríamos oponer decisivos reparos fonéticos, sobre todo teniendo en cuenta que existe, y es normal, un derivado colectivo amezti o ameztoi ‘lugar plantado de quejigos’, que lo mismo que ametz pertenece al vasco común; tratándose de árboles achaparrados como ciertas variedades de encina es fácil que el colectivo pase a ser nombre del ejemplar aislado (cat. garric ‘encina enana’ junto a garriga ‘campo inculto’; AULAGA era primitivarnente colectivo, y V. allí otros casos); siendo carrasca, quejigo, cardillo, coscoja, y otros nombres de cupulíferas, de indiscutible origen prerromano, bien podría serlo también mesto. De todos modos, de acuerdo con el tono cauteloso de la nota de Schuchardt2, haremos bien en no dejarnos llevar por estas apariencias favorables, y después de anotar los varios pormenores que no coinciden (ausencia de a- en todas las formas romances, y demás detalles señalados arriba), deberemos tener en cuenta que el área geográfica exclusivamente meridional (recuérdese también que Nebr. era andaluz) es desfavorable a un enlace con el vasco, y las declaraciones categóricas repetidas de los botánicos son decididamente favorables a MէXTUS, tan bien representado en iberorromance (MESTA, mestizo, cat. mestall ‘mezcla de trigo y centeno’, etc.); la combinación adjetiva palo-mesto recuerda también a MIXTUS. Ahora bien, las declaraciones de los botánicos reciben una confirmación insospechable, por la parte más inesperada, en el vocabulario hispanoárabe de PAlc., quien además de traducir mesto por las voces mozárabes chírqua y chírch, evidentes representantes de QUERCUS, le da la equivalencia xúbere, cuya procedencia de SUBERalcornoque’ no es menos evidente: está claro, pues, que el mesto se parece a un tiempo a los dos árboles3.

DERIV.

Mestal ‘erial’ [«tenía tres tierras y éstas eran de mestal», 1551, Hernán Núñez, Mal-Lara, Aut.], ac. explicable por el carácter de las tierras donde abunda la coscoja (cat. garric frente a garriga ‘erial’); hoy define la Acad. ‘sitio poblado de mestas y otros arbustos’.

1 Lo mismo creo de Percivale: «a kind of tree that beareth maste or acornes».―

2 Sugestión que parece rechazar del todo en nota posterior (RIEV VIII, 325).―

3 Otra variedad también exclusivamente andaluza, extremeña y portuguesa meridional es la que llamó Boissier (1833) Quercus Mesto, y que según Colmeiro (IV, 685) es una variedad de la coscoja o Quercus Coccifera, llamada mesto enano por Colmeiro. Parece que ya Laguna (1555) se refería a ella con el nombre de palo-mesto. Una posibilidad que se deberá tener en cuenta es la de que el vasco ametz venga de DOMESTէCUS, comp. oc. ant. mesche [1256, Luchaire, Recueil, p. 80], metche «planté, cultivé (en parlant d’un arbre)», «apprivoisé, domestique», bearn. íd. (Lespy-R.), Gers amèche íd. (Cénac), oc. ant. domèsge, -ètge «planté, greffé (en parlant d’un arbre)», «de la maison, de la famille, du pays», cat. metxot ‘alcornoque cuya corteza ya ha sido arrancada alguna vez’ (oído en el Montnegre varias veces). Comp. aquí AMIÉSGADO.