MATIZAR, ‘graduar un color con delicadeza’, ‘combinar con hermosa proporción diversos colores’, vocablo propio de las lenguas iberorromances, de origen incierto; probablemente el b. lat. (a)matizare, conocido desde el S. XII, se tomó del b. gr. λαμματίζειν íd., derivado del b. gr. λάμμα ‘matiz’, y antes ‘cinta’ y ‘franja de color diferente’, que quizá esté emparentado con el gr. λNjμα ‘cinta’.

1.ª doc.: h. 1400, Villasandino.

Aut. sólo recoge la ac. «unir y mezclar, con hermosa proporción, los colores diversos entre sí, entretexiéndolos, y enlazándolos de suerte que sean agradables a la vista», o con leves modificaciones «manchar con algun color alguna cosa a trechos salpicándola» (matizar con sangre) y «adornar, vestir y engalanar alguna cosa no material: como una oración, discurso, etc.», y da ejs. del primer matiz en Argensola y en Góngora, y del tercero en Mateo Alemán; Cabrera agrega otros en Fr. Luis de León y en Saavedra Fajardo (Empresa 72). En efecto el primero es significado frecuente y muy clásico: «ya el alba blanca matiza / el manto blanco del zielo», Lope (El Cuerdo Loco, v. 383), «alfombras de mil colores matizadas», Quijote (II, lxvii, 257), «por dalle color de verdad la quiso matizar con su misma sangre» (ibid. I, xxxiv, 181); Covarr. define «mezclar con discreción unas colores con otras». De ahí podía generalizarse a ‘pintar de cualquier color’, como en el refrán glosado de S. de Horozco: «con el rey mismo me eché, / pero puta me hallé, / por mucho que me matice» (BRAE III, 603); en La Vida es Sueño, los matices son sencillamente ‘el colorido (de un retrato)’: «Soltad, Astolfo, el retrato (quítasele de la mano). ―Señora... ―No son crueles, / a la verdad, los matices» (II, xviii, ed. Losada, p. 61). Todavía seguimos dentro de la misma idea general cuando matizar llega a valer ‘bordar en colores’: «era tan diestra en labor, así blanca como bordados, matizaba con tanta perfección y curiosidad, que por toda la ciudad corría su nombre», G. de Alfarache (Cl. C. IV, 144.14), y matices son ‘bordado’ en el mismo texto (Cl. C. IV, 150). Hoy ha predominado en matizar y sobre todo en matiz la otra ac. ‘graduar delicadamente los colores’, y matiz es el equivalente del fr. nuance, ingl. shading, alem. schattierung, it. sfumatura, ‘cada una de las gradaciones que puede recibir un color sin perder el nombre que lo distingue de los demás’; y aunque este significado está ausente del dicc. de Aut., no es menos antiguo que la otra ac. fundamental.

No sólo está registrado en Oudin, «ombre, ombrage en peinture, enrichissement de diverses couleurs, esmail, lueur et esclat de couleurs, nuance en tapisserie», matizar «ombrager une peinture, l’enrichir de plusieurs couleurs, diaprer, esmailler, nuer en tapisserie», y ya en Percivale (1591) «matiz: the shadow of a picture, the glasse or glistering shew of colours», matizar «to shadow in painting», matizado «painted, shadowed in painting»1; pero acs. semejantes no son raras en los clásicos: «los cabellos / eran de oro y sol de Oriente, /... /la frente, debajo dellos, / era de un blanco matiz» Lope (El mejor mozo de España, Rivad. XLI, 621a), «cuando les pedís... os digan la verdad y sustancia de una cosa... cada uno le da sus matices y sentidos, ya para exagerar, incitar, aniquilar o divertir, según su pasión le dita», Guzmán de Alfarache (Cl. C. I, 52.24), «muchas cosas hallarás de rasguño y bosquejadas, que dejé de matizar por causas que lo impidieron; otras están algo más retocadas...» (ibid. I, 34.11, aunque ahí podría ser en rigor ‘colorir’). Nebr. expresa la idea con toda claridad: «matiz en la pintura: umbra, tonus, amorge», «matizar en la p.: illustro». Ambos significados fundamentales parecen hallarse ya en el Canc. de Baena, donde leemos los primeros ejs. que conozco del vocablo en estudio: Villasandino le da el valor aproximado de ‘pintar de un color delicado’ cuando escribe «fyso vos Dios delycada, / onesta, bien enseñada: / vuestra color matysada / mas que rrosa del rrosal, / me tormenta e desordena» (n.º 8, v. 11); en un adversario de Juan A. de Baena, seguramente algo posterior, hay el sentido de ‘pintar de colores’: «aun me rrefase / la vuestra letrilla por quanto desdise, / por ende conviene yo la matise / e ponga colores, pues que se desfase» (n.º 445, v. 3); y matiz aparece en el propio Baena, más o menos con la ac. moderna: «que tal ora ssea / por vos açeptado aquesto que ffys, / con gesto muy ledo, ssyn saña e pelea / por non sser pintado con fyno matys» (n.º 466, v. 42). Matizar tuvo siempre z sonora en lo antiguo, como podemos advertir por la grafía imperfecta de la ed. Pidal del Canc. (s correspondiente, como es sabido, a una σ del ms.), e inequívocamente en la Gaya de G. de Segovia (a. 1475; p. 84), en Nebr. y PAlc.

Nuestros dos vocablos, matizar y matiz, son también portugueses, y tienen ahí la ac. transcrita arriba de Aut.: «variar com cores a pintura, bordado; illuminar, colorir a pintura», con muchos ejs. clásicos en Moraes, desde h. 1540, en el Palmeirim (a praia se matiza de seixinhos variados, o sangue matiza as armas, o Sol para ti as conchas matizou, as flores matizão o prado, etc.), «matiz: a côr diversa da tela da pintura, ou da em que se borda, ou dos fios do chƟo da que se tece»; suele ser masculino en este idioma, como en castellano, aunque alguna vez tomó el género de côr, femenino: «donde do grande Nuno mais vitórias / leras no mundo livro dos Tapizes / que as que Musa de Homero nas memórias / retratou com fantásticas matizes» (Manuel de Galhegos, en Moraes). El vocablo no es ajeno al catalán, donde Ag. ya anotó «matizar: pintar» en un inventario de 1430; como se ve es antiguo en este idioma, y la lengua literaria actual admite matís ‘nuance’ (pl. matisos, con sonora) y matisar ‘nuancer’, pero conviene advertir que además de no ser vocablo popular (que tampoco lo es mucho en el castellano actual), el lenguaje hablado vacila entre matisos y matissos (no tanto en el verbo matisar, quizá por influjo del sufijo -i(t)zar), de suerte que no es imposible que en el catalán actual sea vocablo advenedizo.

Sentados así los hechos filológicos, poco podríamos decir de la etimología si nos limitáramos a lo publicado hasta ahora; ni Diez ni M-L. estudiaron el vocablo; Covarr. dice que es del «gr. amanso: misceo», pero esta palabra que él cita de un diccionario publicado en 1553, no pertenece que yo sepa al griego conocido (quizá piense en ęμάȎυσα, aoristo de ęμαȎύνειν ‘pulverizar, empolvar, alisar, nivelar, pulir’, con el cual no puede tener nada que ver el cast. matizar). Tallgren, en una nota breve de Neuphil. Mitteil. XIV, 1916, 217, propuso agregar matiz a la familia del cast. MATAR, en el dicc. de M-L., sin dar explicaciones semánticas; Spitzer, en el Bull. Linguistique de Rosetti, VI (1938), 234, explica que es derivado de mate, «porque este color, ni oscuro ni brillante, admite muchos tonos diferentes»2. La idea de Spitzer y Tallgren (ya propuesta por Ad. Coelho) es natural, en efecto, pero tropieza con una grave dificultad: el adjetivo mate en iberorromance es voz advenediza, galicismo reciente, del que sólo en castellano tenemos documentación, aunque muy poco antigua, en 1680 (Aut., s. v. hyesso mate). Está claro que de ahí no puede salir el antiguo y castizo verbo matizar, puesto que el adjetivo mate es hoy todavía palabra de escasa vitalidad en la Península Ibérica, incomparablemente menos que en Francia; sólo si ya en este país se hubiera formado el derivado matiz podría sostenerse, pero entonces encontraríamos huellas de tal vocablo, ya que no en el idioma actual, por lo menos en francés antiguo y en los dialectos, que no es el caso. ¿Será, pues, derivado del verbo matar, que aunque en castellano antiguo y moderno sólo tiene las acs. ‘quitar la vida’, ‘herir, magullar’, pudo haber significado preliterariamente ‘abatir, humillar’, como en francés, italiano, etc.? Aunque en lo semántico la idea es poco animadora, se podría intentar, pero ahí chocamos con obstáculos morfológicos: -iz no es sufijo castellano (para CARIZ vid. este artículo), de suerte que matiz debería ser postverbal de matizar (como desliz de deslizar), que desde luego no podría tener el sufijo cultista procedente de -IZARE (agonizar, martirizar, dogmatizar, electrizar, vocablos recientes o latinizantes), sino un sufijo popular procedente de -ICICUS; pero éste ha dado -izo, y con carácter verbal apenas hallamos más que encarnizar, granizar, hechizar y descuartizar, que derivan de nombres en -izo, -iza (carniza, granizo, hechizo), y además no son palabras postverbales (como debiera serlo un matizar derivado de matar), sino derivados de otros nombres (carne, grano, hecho)3. En una palabra, matizar no puede ser derivado de matar o de su familia. ¿Lo será de mata? ¿Acaso en el sentido de ‘hacer compacto el color’? Idea audaz, que no encuentra apoyo en la historia arriba trazada. Es inútil discutir el MIXTICIUS de CortesƟo, y el *mantiço de Ribeiro, imposibles por la fonética.

Podría intentarse un camino nuevo. Matice es una de las formas más frecuentes que toma en francés antiguo el nombre de la amatista. Aunque falta tal artículo en God.4, el vocablo está ya en la Chanson de Roland: matices e jagonces figuran entre los presentes que Ganelon recibe por su felonía (v. 638)5; todavía emplea ametisse un par de veces Amyot en el S. XVI (V. en Huguet), esmatice figura en el ms. I de Villon (Test., v. 367), y de ahí por metátesis debe salir la variante amecite que Tobler documenta en Floire e Blancheflor, Erec, R. de Troie y Marie de France. La génesis de (a)matice no es difícil de comprender: el caso sujeto amatistz había de pasar a *amatiz y de ahí el femenino amatice (por influjo del género de pierre, comp. jagonce HYACINTHUS); la forma amatiz puede calificarse, en rigor, de documentada, puesto que tenemos aumatiz en la Mort Aymeri de Narbonne (God. VIII, 104) y la latinización amatixus en un doc. de Hécart, conde de Autun, citado por Du C. Puede creerse que este vocablo francés pasara al castellano antiguo (comp. el préstamo de jagonce, s. v. JERIGONZA), y que de ahí se derivara matizar6. Sabido es que la amatista, piedra no muy notable por su precio, lo es en cambio mucho por la variedad y delicadeza de sus colores: Tommaseo define «pietra diafana di color violetto accostante al porporino, con macchie granellose dello stesso colore ma più chiare, o bianche sùdice, sfumanti»; San Isidoro «purpureus est permixto violacio colore; et quasi rosae nitor, et leniter quasdam flammulas fundens» (Etym. XVI, ix, 1); Plinio «quod usque ad vini colorem accedens, priusquam eum degustet, in violam desinat fulgor... quiddam in purpura illa non ex toto igneum, sed in vini colorem deficiens» (Nat. Hist. XXXVII, 121); APal. «es piedra en que estan esparzidos tres principales colores, quermesí y violado y rosado» (234b); Franco Sacchetti «sono di cinque qualità: qual ha color di rosa, qual di viola e qual è porporina; le più sono di vino inacquato molto»; Amyot «une couleur vive et un feu qui estincelle du fond de la pierre»; Lapidario de Marbodo «a culur purpurin o tel cume gute de vin»; Covarr. «piedra preciosa del color claro de la violeta, con el resplandor de la púrpura no encendida». Es decir, todos se hacen eco de la variedad de colores, y muchos subrayan la suavidad de algunos de ellos, su delicado matiz, el vino inacquato molto de Sacchetti, a que ya alude Plinio, las lenes flammulas de S. Isidoro, el «rubore suffuso blando amethystos» de Avieno (v. 1325), bien comparables con el alba clara que matiza el manto blanco del cielo, en el Cuerdo Loco. Luego esta etimología nos explicaría a un tiempo los dos significados fundamentales del vocablo castellano. No habría dificultad fonética, pues es natural que al nacionalizarse el vocablo en castellano la c francesa se hiciera z sonora, puesto que sonora tenía el sufijo castellano -izo, -izar (sin contar con que la -z final del postverbal matiz había de reaccionar sobre la intervocálica, tal como acostumbra acaecer). Que el castellano lo trasmitiera al portugués no es nada extraño en palabra procedente de Francia. Por lo demás también cabría partir del mozárabe, donde el paso fonético de -ST- a ç es normal, aunque sería preferible pensar en Francia no conociendo documentación del vocablo en mozárabe.

Pero mejor fundada que ésta aparece la etimología propuesta en el erudito trabajo de Eleanor W. Bulatkin, en Traditio (Fordham Univ.), X, N. York, 1954, 459-527. Según la documentación de primera mano ahí aportada, el b. lat. matizare (con variantes maptizare, amatiçare y ematiçare) aparece en varios textos técnicos de pintura medieval, desde el S. XII al XV, con el sentido de ‘graduar los tonos, realzar el color’, y con el mismo valor sale el gr. λαμματίζειν ya en un tratado de h. el año 700 y en otros varios de la Edad Moderna. Éste a su vez deriva del b. gr. λάμμα ‘matiz de color’, documentado en textos modernos, pero sin duda idéntico a λάμμα, -ατος ‘cinta, franja’, que ya aparece en un glosario latino-griego (CGL VII, 425), y que podría ser afín al gr. tardío λNjμα, -ατος, de este último significado [200 a. C.]. (Á)matizare ha de resultar de λαμματίζειν, con deglutinación de la l- tomada falsamente por el artículo romance, fenómeno que pudo tener su punto de arranque en el derivado (a)matizatura, documentado en varios de los aludidos textos pictóricos en bajo latín (matizadura como cast., en Oudin). El trabajo de la Sra. Bulatkin analiza a fondo la historia semántica del vocablo, así como su evolución fonética, en forma plenamente satisfactoria, y al mismo es preciso remitir para más pormenores.

DERIV.

Matiz [princ. S. XV, J. A. de Baena, V. arriba], probablemente postverbal de matizar. Matizadura (Oudin).

1 C. de las Casas (1570) sólo la ac. general ‘trazar, dibujar’: «tratteggiare», «matiz: tratteggio».―

2 No sé si se ha publicado el estudio sobre matiz para el cual una alumna de Spitzer, Mrs. E. W. Bulatkin, me pidió datos en 1947.―

3 La única posibilidad sería suponer que matizar se debiera a una adaptación del fr. ant. matir «mater, dompter, abattre», «flétrir» (God. V, 203a), partiendo de formas como el presente matist, el subjuntivo matisse o el imperfecto matissoit; pero además de fenómeno morfológico raro entre los galicismos castellanos, es idea de bien escasa verosimilitud semántica.―

4 Este lexicógrafo tuvo intención de redactarlo, puesto que en metiste remite a matice, pero se le olvidó. En el Complément da alguna de las formas que cito, en su artículo améthyste. Tampoco existe tal artículo en el FEW ni en el REW.―

5 Bédier no admite la enmienda que algún editor ha hecho a esta forma del ms. de Oxford.―

6 La amatista no figura en la enumeración de piedras preciosas que trae Alex., 1306-30. Sí está en el Lapidario de Alfonso X, en otra forma: «ametitez llaman en griego a la sexta piedra de la a. Bermeya es de color et cuando la fregan salle su fregamiento bermeyo que tira a color de oro» (p. 72a; 113a, lín. 16 del facsímil). Pero corrieron otras formas y hubo otros lapidarios.