MAJO, -JA, ‘tipo popular español achulado, que afecta elegancia y valentía’, adj. ‘ataviado, lujoso’, ‘lindo, hermoso’, voz popular de origen incierto; quizá sea derivado de majar ‘golpear’ y majo ‘mazo’, empleados en un sentido erótico, pasando éste a designar a un amante achulado y luego al chulo en general.

1.ª doc.: Aut.

Define este diccionario, como sustantivo masculino, «el hombre que afecta guapeza y valentía en las acciones o palabras; comúnmente llaman assí a los que viven en los arrabales de esta corte». No trae ejemplos. Escribía el P. Martín Sarmiento que majo era «voz introducida de pocos años a esta parte en Madrid. Oíla la primera vez el año de 1725, y entonces oí pronunciar majar, lo cual paró en majo». Lo empleó D. Ramón de la Cruz (h. 1764-5)1; Moratín: «Algeciras... todo es casillas pobres, cuestas, lodo, muladares y gorrinos, y majos con sus capotes», «Es bata / y con su cola y sus vuelos / largos y sus cintas... ¡Anda / majo! Y cómo cruje», pasajes citados por Ruiz Morcuende, quien agrega, del gaditano González del Castillo (1763-1800), «sale Retaco, con jorobas, vestido de majo». Está también en Iriarte y Jovellanos. Sabido es que como sustantivo masculino y femenino es palabra muy viva en el S. XIX, y muy de la época, sobre todo en Madrid y en Andalucía.

De la ac. adjetiva ‘ataviado, compuesto, lujoso’ da ejs. Pagés de Hartzenbusch, Pérez Galdós y Pardo Bazán; en el sentido de ‘lindo, bonito’ es propio sobre todo de Asturias, Santander y Vizcaya (ejs. en Vigón y en García Lomas, s. v. majueto; otro de Pereda en Pagés); en Aragón, donde es sumamente popular, se oye mucho en este sentido, además del de «lujoso, elegante, bien puesto de traje», único que registra Borao. De ahí el cat. popular maco, -a, ‘bonito, lindo, hermoso’, castellanismo reciente y unánimemente rechazado por los escritores, pero bastante arraigado en el habla del vulgo y aun en el lenguaje familiar (también ‘valiente, matón’, sobre todo en la frase fer el maco). En español es generalmente voz afectiva, ausente de la prosa seria, aunque se podría hallar algún ej. de lo contrario2.

Spitzer, al reseñar el DCEC, lo explica a base de MALLEUS en el sentido de su diminutivo MAULEOLUS ‘vid nueva’ (de donde ‘retoño’, y de ahí ‘muchacho’ y luego ‘chulo’), lo cual además de harto hipotético en cuanto a la historia semántica de la voz castellana, peca decisivamente por el hecho de que MALLEUS no ha tenido nunca, ni es posible que haya tenido tal sentido.

Por lo demás, los romanistas se han abstenido casi completamente de estudiar este vocablo. Diez, Wörterbuch, p. 465, se limita a llamar sobre él la atención de sus lectores, sin decir una palabra de su origen; nada hay tampoco en el diccionario de M-L. Hugo Schuchardt, ZRPh. XXVIII, 135, observa atinadamente que la historia semántica de majo parece ser la misma que la de guapo, e insinúa paralelismos semánticos con gandul y faraute.

Todo ello es justo, pero no revela ideas definidas acerca del origen. Un hecho importante es la fecha moderna de majo: no sólo falta en Covarr., Oudin y diccionarios anteriores, sino que parece ser palabra totalmente ajena a la germanía de los SS. XVI y XVII (nada en Hill, Voces Germanescas). Los romances vecinos nada seguro nos ofrecen: pues es muy dudoso que el port. malho «pessoa hábil, fina; coisa certa, infalível» (Fig., falta en dicc. anteriores), aplicación figurada de malho ‘mazo’ ―probablemente por el tino con que debe manejarlo el herrero, so pena de lastimarse gravemente― tenga algo que ver con nuestro majo; ningún indicio útil podemos tampoco derivar del ast. central maxu «mozu, currutacu, pasiador: el que maxu busca, maxu mantién», «maxiar: facer el maxu; facer el visu [‘lanzar miradas dulces’]; dir a vistes; facer el sor [‘hacer el señor’?]» (Rato): esta forma no prueba que la j de majo venga de una x antigua, pues no son raros los casos de una antigua h aspirada dialectalizada en x en el asturiano moderno3.

Mucho más valioso, si estuviéramos seguros de que es la misma palabra, sería el testimonio del judeoespañol maho. El diccionario del judeoespañol de Oriente por Cherezli lo transcribe con ? y traduce «calme»; Foulché-Delbosc (RH I, 28), con la misma transcripción, dice que es «mou»; en un proverbio de Rodas tiene el valor de ‘tranquilo’: «espántate del río maho, que del fuerte poedes salvar» (RH IX, 445); Baruch (RFE XVII, 132) dice que en Bosnia es «suave, manso» y agrega el verbo amahar ‘aliviarse’: me amahó el dolor de diente ‘me pasó’; efectivamente hallamos este verbo intransitivo en el sentido de ‘curarse’ en un texto de Monastir (Luria, RH LXXIX, 556) y en otro de Skoplje, donde se trata de la cicatriz dejada por una marca o sello aplicado con hierro candente (Crews, Recherches, p. 173, 271); agrega este autor que el vocablo se emplea en Salónica y en Sarajevo. Podría sospecharse que el verbo sea anterior al adjetivo, en vista de que éste no parece ser conocido en el judeoespañol de Marruecos (por lo menos falta en el vocabulario de Benoliel), mientras que lo es «amahar acariciar» (BRAE XIV, 571). La identidad de estos vocablos sefardíes y el cast. majo está lejos de ser evidente, pero cabría pasar de ‘suave’, ‘muelle’, a ‘elegante’ y luego ‘chulo’. Ahora bien, la h aspirada del judeoespañol nunca corresponde a una antigua j o x medieval; cuando es h ? algunas veces viene de la antigua h aspirada procedente de F, pero este fonema suele conservarse como f, por lo menos en la mayoría de los casos, de suerte que casi siempre una h sefardí corresponde a una aspirada o velar semítica, y es indicio por lo tanto de origen árabe o hebreo del vocablo; ello es seguro cuando se trata, como en nuestro caso, de la aspiración fuerte Ʌ ? 4. Crews sugiere procedencia del ár. «maɅɅa être usé (habit), être effacé (trace, écriture)». Así define, en efecto, Belot, y por lo menos en la primera ac. el vocablo está apoyado en la autoridad del Qamûs y del ?auharí (Freytag, IV, 153a)5; junto a este verbo los mismos diccionarios dan el adjetivo maɅɅ ‘viejo (traje)’ («tritus»). Efectivamente sería posible el paso de ‘gastado’ a ‘liso’, ‘pulido’, ‘suave’, etc.; por desgracia no estamos seguros de que tal palabra, ajena al Corán, se emplee en el árabe vulgar (falta en Dozy, Beaussier, Bocthor, Lerchundi, Ben Sedira, Dieterici, etc.)6.

Es muy dudoso que tenga algo que ver con majo o con el judesp. maho, el papiamento mahos ‘feo’ (Hoyer, p. 51), que Lenz acentúa mahós y declara de origen desconocido (en su libro sobre este dialecto, p. 250).

Sólo si la palabra española no tuviera nada que ver con el judesp. maho podríamos pensar en relacionarla con el sayagués majote (pron. maȤóte?),que aparece como voz insultante en Rodrigo de Reinosa («pues yo os certifico, villano majote... don necio virote», Cej., Voc.) y ya en Lucas Fernández, h. 1500, dirigida por un palurdo a su igual («don majote, ño pensés / de habrar tanto por desprecio, / aunque presumás de ñecio», ed. Acad., p. 20); todavía Pedro Espinosa, en 1625, cita majote (entre retartalillas, harbullista y transido, entumido) entre las voces vulgares y malsonantes (compárense estos ejs. con la frase hecha la maja y la mona en el Dicc. de Sánchez de la Ballesta: «usamos de esta manera de dezir, cuando queremos significar alguna compañía no muy dichosa»). C. Michaëlis (Canc., da Ajuda II, 831) expuso otra idea hablando de la fiesta del primero de mayo en Portugal: «sai um rapazinho, engalanado e coroado de flores―o Maio, o Mainho, o Maio-Moço, o Maio pequenino, el Mayito. Em algumas terras, nƟo ha Maios mas antes Maias, ricamente vestidas com enfeites, joias e flores. As garridas majas de Andaluzia, qué sƟo senƟo Maias? Em Portugal pelo menos diz-se das moças bem postas que andam garridas como unta maia.» Realmente estas mayas han existido (Gillet, Propal. III, 810). Por razones fonéticas maja entonces tendría que ser mozarabismo, pero es etimología inverosímil a todas luces, y más aún en vista de la fecha moderna del vocablo. Puede ser un derivado del arcaico majo7 ‘mazo de herrero’ (MALLEUS), paralelo a majadero, por lo pesado y porfiado. Lo mismo podría ser el majo moderno. He aquí el parecer que, con la natural circunspección, tiene la bondad de comunicarme el Prof. Max L. Wagner, autoridad, si las hay, en esta materia: «El verbo majar significa 1.° ‘machacar, moler’, 2.° (fig.) ‘molestar, fastidiar’; no me parece en manera alguna inconcebible que partiendo de la ac. ‘pesado’, ‘impertinente’, se formara un derivado aplicable a los chulos, que son molestos y cargantes, pero también hacen alarde de cierta elegancia de oropel. Es de creer, por lo tanto, que majo sería primitivamente una palabra de germanía, lo mismo que chulo».

En apoyo de su idea citaré sobre todo el sayagués majóte8 arriba anotado, cast. porro ‘torpe, necio’ (Quijote), porrón ‘pelmazo’, porrada ‘necedad’; V. el artículo LATA; y porra que en Juan Ruiz y en Jaume Roig se aplica a personas de mala vida, derivados todos ellos de PORRA (véase).

Me inclinaba, pues, hasta ahora, desechando las demás etimologías, a retener la posibilidad de la apoyada por Wagner, y de la etimología arábiga sugerida en la nota 6: en este caso podría ser vocablo de los moriscos, que de ellos pasara a los judíos y por otra parte a la germanía popular andaluza, desde donde pudo fácilmente trascender al uso general, en el S. XVIII.

Una idea que necesitaría estudio más serio es si puede venir del ár. maǤûš ‘pagano’, ya usual en España en el S. XIII, puesto que su derivado maǤūšîya ‘paganismo’ está ya en R. Martí y maǤūšî es el nombre de una variedad del cambronero o espino albar («églantier») en Abenalauam (Dozy Suppl. II, 569b). Son préstamos del iranio: persa ant. maguš, nominativo de magu- ‘sacerdote, mago’ (cf. Nyberg, Manual of Pahlavi, 122, s. v. magū, magūk). Claro que puede ser casual, pero junto a majo está majuelo, que puede ser la traducción exacta (por lo menos lo es aproximada) del mencionado maǤūšî.

Pero ahora (1974) examinando de nuevo el problema, creo que se impone ver en majo una creación del lenguaje erótico, que partiendo de los metafóricos majar ‘coire’ y majo ‘miembro viril’, conduciría a la idea de ‘amante arrufianado’ (cf. nota 1): desde el sentido provincial ‘mano de almirez’ (nota 7), o ‘mazo’, se pasa en muchas partes a designar el miembro ―basta recordar porra―; desde sentidos de majar como ‘batir, machacar’, y verbos de sentido análogo, el tránsito a ‘coire’ no es menos común (cast. follar, cat. cardar, etc.), y es sabido que majar valía ‘machacar’, ast. mayar ‘desgranar las vainas con un majo, gall. mallai ‘apalear’9. Ahora bien, que majo significó primero ‘amante rufianesco’ o ‘querindango’ lo prueban muchos datos de fuentes ya antiguas y de provincias conservadoras. González del Castillo escribía «pues sepa V. que [él] es el majo de una amiga [mía]»10; la acepción de majo como «querido» la dan el vocabulario churro del Villar del Arzobispo por V. Llatas, y un cuidadoso glosario murciano escrito por D. Eulogio Saavedra en 1888; es seguro que se podría localizar en otros sitios. Al mismo medio erótico nos trasportan frases como éstas de Pérez de Ayala: «a ver quién es el majo que se pone al alcance de mis divinos cuernos» «¿quién es ese amador tan majo?», y aun este caso del femenino en Jovellanos: [va hacia el Prado] «una maja con trueno y rascamoño, / alta la ropa, erguida la caramba...» (Rivad. I, 33).

En fin, es decisivo el ambiente erótico, que nos revelan ya en el S. XIV Juan Ruiz, y los satíricos portugueses, para un compuesto de MALLEUM (> majo). Las desenvueltas e impúdicas serranas del Arcipreste emplean el vocablo repetidamente, y todo prueba que ya con alusión sexual: «salteóme una serrana / al assomante del rostro: / "fademaja", diz, "¿donde andas? / ¿qué buscas o qué demandas?"»; ya se sabe cómo termina esto: cuando la «traviessa» le dice «luchemos un rato... / desbuélvete de aqués hato», el pobre hubo de «fazer quanto quiso»; y antes es otra serrana desvergonzada la que se aplica el vocablo ella misma: «respondióme: ―La chata ! / yo so la fademaja que a los omnes ata»11.

Ahora bien, el libro del Prof. Manuel Rodrigues Lapa nos proporciona ahora en sus Cantigas de Escarnio nuevos datos sobre este vocablo, que me conducen a enmendar la interpretación imperfecta que di en mi edición del Arcipreste. Se trata de sendas canciones eróticas del segrel gallego, de h. 1250, Pero da Ponte, y del Conde Pedro de Portugal, princ. del S. XIV; aquél se refiere al «ataque» de un pederasta que se alaba de haber rechazado «eu digo, com’ome fadimalho / ¡quanto mais posso d’aquestes fodidos!, / e trob’a eles e a seus... maridos», el otro nos habla de que la naturaleza obliga a todas las criaturas a «fazeren criança», «des que son fadimalhas», o sea desde que son capaces de practicar el coito; el segrel gallego, aludiendo a hechos más brutales, le da valor más erótico ‘aficionado al coito heterosexual’, con sugerencia de su fuerte potencia («quanto mais posso»). Ésta es la lección de los dos mss. en ambos pasajes (340.1, 325.4). Como ya vio Teófilo Braga, el vocablo en su forma propia sería fodi-malko (como sería en latín «futue, mentula!»), hasta el punto de que Braga enmendó el vocablo en esta forma; pero atina el Prof. Lapa al repugnarle cambiar la lección constante de los códices, y el vocablo empleado por Juan Ruiz o sus copistas confirma que fa- era la forma en que corría el vocablo.

Pero es que, sin embargo, ambos tienen razón a la vez: primero se diría fodemaja o fodimalho pero luego se cambió en fad-. Quizá la iniciativa partió de la combinación paralela, empleada entonces en Castilla, fadeduro (967e, 969e, 969eG) o sea fode-duro, con duro adverbial, ‘duramente, reciamente’. Una disimilación provocaba aquí el paso de fode-, ante la labial tónica, a fade-; y el eufemismo aprovechó este accidente para disimular el compuesto de foder, disfrazándolo de compuesto de FATUM (apoyándolo en malhadado, fadamaliento ‘desgraciado’ Berceo S. Dom. 274, y demás). Siguiendo el ejemplo de este sinónimo el eufemismo cambió también fode-maja (-malho) en fademaja, fodimalho. En fademaja, más que de majo ‘pene’ se trata de majar ‘coire’, combinación de dos imperativos, como se ve por el hecho de que esta forma en -a viene aplicado a un hombre.

No es imposible que hubiese continuidad cronológica desde el S. XIV hasta Ramón de la Cruz, pues la corriente subterránea del lenguaje erótico, aun sin aparecer en literatura, es probable que no se interrumpiera nunca.

DERIV.

Majeza [Terr.]. Majería ‘cualidad del que es majo o petimetre’ (sólo en Terr.). Majura ast., santand. (Vigón) ‘hermosura’.

1 En muchas de sus obras, incluso en sus títulos: La maja majada. El Careo de los majos. Los majos vencidos. Las majas de Lavapiés (1764). Las majas vengativas (1768). Las majas forasteras. El majo escrupuloso. Los majos de buen humor (1770), etc. Agradezco estos y otros informes sobre esta palabra a don J. Giner i March, a quien debo varios datos y aun ideas introducidas en la nueva edición de este artículo. Importante para todo esto es un libro reciente de Carmen Martín Gaite, Usos Amorosos del Dieciocho en España.―

2 El filólogo Montesinos escribe con carácter claramente laudatorio y sin ironía: «el Romancero podría darnos otros majos ejemplos», refiriéndose al color azul como símbolo de los celos (en su ed. de La Corona Merecida de Lope, p. 200).―

3 Xoveru ‘overo’ (FALVUS-VARIUS), xurgar ‘hurgar’, xurgón ‘hurgón’ en Rato; xoroba ‘joroba’ en Acevedo-F.―

4 El Prof. Wagner me informa de que él anotó mado ‘blando’ en Constantinopla [en cama mada), y maru ‘puro’ se emplea en Bosnia (con un peñi di oru maru, Wiener, Songs, en Mod. Philol. I. 262). Como él observa, estas formas no nos ayudan a encontrar una etimología.―

5 La segunda ac., que sería propia de la cuarta forma ȐamáɅɅ(a), sólo la veo en Belot.―

6 Fagnan señala maɅɅâȐ «qui efface, qui fait disparaître» en el comentario del Beidauí sobre el Corán, que él atribuye a la raíz m-Ʌ-w, a la cual el Qamûs y el ?auharí dan en efecto el sentido de «delevit, obliteravit». Bien mirado nada se opondría a que el cast. maja viniese de maɅɅâȐ fem. del adj. ȐamáɅɅ, que Freytag, fundado en la autoridad del Qamûs, atribuye a nuestra raíz m-Ʌ-Ʌ y define (con otro sentido) «pinguis». Por lo demás poco importaría que venga de esta o de aquella raíz, pues de todos modos al femenino clásico maɅɅâȐ correspondería en árabe hispánico la pronunciación ɅɅa. Es posible que realmente existiera algo de esto en hispanoárabe, pero sólo podríamos invocar un testimonio indirecto. PAlc. registra la cuarta forma verbal ȐámɅà (primera persona ȐamɅáȳt), con las acs. «raer del corazón», «raer de la memoria», «desfigurar lo figurado», «deslavar», «deshacer» (Dozy, Suppl. II, 571b); la conjugación corresponde a una raíz m-Ʌ-y y no m-Ʌ-w, pero es lo mismo, pues en árabe vulgar las raíces terminadas en y se confunden constantemente con las en w, y no faltan casos de confusión con las de consonante geminada. En resumen es posible que el adjetivo maɅɅ o por lo menos un femenino pronunciado maɅa existiera en hispanoárabe, pero las pruebas no son seguras. En otras raíces arábigas las pistas son todavía más vagas: maȟȟ «lenitas» (Qamûs), mahh «benigne tractavit, lenis fuit» (íd.), máhah «pulcher» (íd.); nada de esto, por lo demás, se halla en Dozy.―

7 Vivo hoy en Murcia, Andalucía y la Mancha para la ‘maza del mortero’, según comprobó Giner i March.―

8 Sin embargo, este apoyo será muy dudoso mientras no conste que majote se pronunciaba antiguamente con j sonora. Ahora bien, en el único caso en que puedo comprobarlo en una ed. coetánea (L. Fernández, ed. 1514, p. 4) hallo maxote escrito con x. A base de -x- no se columbran posibilidades etimológicas; y al fin y al cabo es inseguro que haya relación con majo.―

9 «Fea vivín, mallada e batida» exclama la muchacha moribunda, seducida por un vividor, Castelao 183.18.―

10 El Soldado fanfarrón, Cádiz 1845, I, 52.―

11 Versos 959e, 971b, 952e. Es cierto que estas lecciones de los códices leoneses S y T no son compartidas por el castellano G, que pone hadeduro. Era pues vocablo de León más que de Castilla, en consonancia con el uso gallego-portugués que ahora veremos. Pero al fin, la palabra hadeduro parece tener el mismo contenido etimológico.