LEME, ‘timón’, vocablo común con el portugués y el vasco, de origen incierto; quizá tomado del vasco lema ‘timón’ y éste procedente del lat. TEMO, -ĶNIS, íd.

1.ª doc.: lime, h. 1400, Rim. de Palacio1; leme, princ. S. XV, Villasandino2.

Leme se halla asimismo en APal. («maestro... en la navegación el que govierna el leme o timón», 269b). Falta en los diccionarios del Siglo de Oro y en Aut., pero está en Oudin («le bastón avec lequel on tourne le gouvernail du navire, et se prend aussi pour le gouvernail mesme»), y en Eugenio de Salazar (h. 1573), como nombre del timón y de su caña (Fcha.); Terr. cita ejs. de Lope y uno de Céspedes; Acad. (ya 1843) lo declara anticuado; Cej. VII, § 50. En portugués y gallego sigue siendo palabra generalmente conocida, y allí se documenta desde los Comentarios de Albuquerque († 1515), Jal, 922a (para ejs. del Siglo de Oro, vid. Bluteau y Vieira). El vasco lema es también de uso común, en Vizcaya, Guipúzcoa, Laburdi y Alta Navarra, y los numerosos derivados y compuestos denotan un vocablo de gran arraigo y popularidad: lemako, lemán o lemazain ‘piloto’, lab. lemeatu ‘guiar el timón’ y lemeada ‘trabajo del timón’, vizc. lemoro ‘limera, aro de hierro en que se mete el timón’, vizc., guip. lemorratz ‘pernio en que se fija el timón’.

Diez, Wb., 463, identificando con LIMÓN, palabra independiente en realidad, quería partir del ags. lim ‘miembro de un cuerpo’, ‘rama de un árbol’ (ingl. limb) o isl. limr íd., pero además de ser poco verosímil semánticamente, echaríamos de menos el intermediario francés que se halla siempre en los germanismos náuticos iberorromances (el vocablo es muy diferente en gótico: lithus)3; más inaceptables son todavía el étimo lat. LIMUS ‘oblicuo’ de Suchier, y gr. λέμβος, que no significa ‘timón’, sino ‘barquichuelo’, propuesto por Sarmiento (BRAE XVII, 722). El maestro de los estudios vascos, Schuchardt, vaciló considerablemente en su juicio acerca de nuestro vocablo. Primero (Litbl. XIII, 428) escribió que el vasco lema venía del castellano, y acabó por afirmar lo mismo (ZRPh. XXXVI, 40), admitiendo que el étimo era en definitiva el germ. helm ‘caña del timón’, idea ya defendida por Jal. El vocablo germánico es ya ags. helma m. (hoy ingl. helm), a. alem. med. hlm (alem. helm) ‘caña del timón’, isl. hjālm ‘timón’4: pero es visible que de ninguna de estas formas se puede llegar fonéticamente a leme (aun suponiendo una anaptixis *éleme, todavía nos hallaríamos con el obstáculo insuperable del traslado de acento); por lo demás, en un germanismo náutico sería muy extraño no hallar un intermediario francés. Es preciso, pues, abandonar la idea.

Por lo demás, el propio Schuchardt, en BhZRPh. VI, 35, había sostenido que la voz romance era de origen vasco, y que en este idioma procedía directamente del lat. TEMO, -ĶNIS, ‘timón’: en efecto, la idea es perfectamente posible, pues no escasean los ejs. de una T- o D- latina o romance convertida en l- por los vascos: vasco general leka ‘vaina de legumbre’, en Vizcaya, Baja Navarra y Sule theka, oc. teco íd. < lat. THCA ‘estuche, vaina’; laratro ‘taladro’ y leun ‘liso, suave’ (que ya aparece documentado como nombre de persona en el S. XIII), en Vizcaya ‘llano’ (Michelena, Apellidos Vascos § 409), que saldrá del oc. teune, lat. TENUIS; lardai ‘timón de carro’ (junto a guip. dardai ‘fuste de lanza’, ‘flecha’, lab. y b. nav. darda ‘flecha’) < dardo; guip. liziprina, -ifrina, ‘disciplina’; guip. listila ‘canal de tejado’, que parece representar DISTILLARE; ronc. lantza ‘danza’; guip. latil ‘especie de molusco’ < dátil; vasco-fr. liferent ‘diferente’; b. nav. lipizta ‘disputa’. Por otra parte, Schuchardt en su trabajo citado reunió casos de l- vasca adventicia en voces en que representa otra consonante inicial latina o en que se antepone a un vocablo de inicial primitivamente vocálica. Michelena, BSVAP XII, 367 señala que dicho cambio no ofrece obstáculo insuperable5. En suma, es falsa la afirmación que hace Meyer-Lübke (REW 5041), al poner en duda la etimología TEMO, de que el cambio de T- en l- vasca sólo puede apoyarse débilmente. Siendo ésta la etimología, la forma lime de López de Ayala (y bien representada en el derivado limera) podría corresponder a la variante romance *TզMO de donde procede el cast. timón6; y là forma o lema que Jal documenta en Albuquerque y que lo empleó también una vez Lope (si, como supongo, no es errata en BRAE XXVIII, 308), sería la primitiva, copiada literalmente del vasco lema, pero con género masculino según el modelo de timón, género que después habría determinado el cambio de lema en leme. La etimología vasca no podrá considerarse segura mientras no se haya investigado más a fondo la fonética de los elementos latinos de este idioma7, pero de momento presenta mucha verosimilitud, sobre todo teniendo en cuenta que en nuestro caso el cambio de t- en l- recibiría un impulso decisivo por el influjo de lemán ‘piloto’ (V. derivados), cuyas huellas se advierten en el citado vasco lemari ‘piloto’; la única causa de duda verdaderamente sólida está en la rareza de los vasquismos en materia náutica8.

DERIV.

Limera [lemera, 1611, Th. Cano; limera, 1696, Vocab. Marít., de Sevilla, en Aut.], ‘agujero para el paso de la cabeza del timón’ (cuya i se relaciona con la forma lime de L. de Ayala). Lemán ‘piloto práctico’ [fin S. XIV, en el Fuero de Layrón (ast. o gall.), 16 (Mtz. López); como ant., Acad. 1869], este vocablo no ha tomado de leme más que su e, pues es préstamo del fr. ant. laman [1346], que a su vez procede probablemente del ags. lâdmann ‘guía, conductor’; lemanaje. Acerca del fr. ant. laman, loman, ‘piloto marino’, P. Barbier, Studies presented to R. L. G. Ritchie, Cambridge, 1949, 9ss.

1 «Quien el lime govierna desea su vida», 22a; forma parte de una serie de coplas sólo trasmitidas en el ms. R (S. XV), que contienen una alegoría náutica.―

2 «E pues que la nave gentil ya guaresçe, / podemos dezir que es bien vasteçida / de mástel, d’entena, de velas conplida, / el leme irroguemos que Dios lo enderece», Canc. de Baena, n.° 334, v. 16.―

3 El b. lat. limo ‘clavo en el cubo de la rueda’ que Diez cita del Vocabularius optimus, parece resultar de una mera confusión en la glosa frecuente «limbus: clavus transversus in veste» (CGL VI, 646), cuyo sentido le aleja irremisiblemente de leme.―

4 Se creyó que era variante del ingl. med. halm ‘mango’, ingl. helve, a. alem. ant. halp ‘mango del hacha’, alem. dial. helm íd., pero desde que Sperber, WS III, 77-78, reprodujo algunas figuras de caña de timón en forma de sombrerito, se reconoció que debía ser idéntico al gót. hilms, escand. ant. hjalmr, ags. y a. alem. ant. hëlm, ‘yelmo, casco’.―

5 «Los casos de l- vasca procedente de una oclusiva apical latina son bastante numerosos, aunque esté lejos de ser la correspondencia normal. Hay incluso ejs. de l- procedente en último término de otra oclusiva, como letagin ‘colmillo’, de betagin, lit. ‘diente del ojo’, acaso pasando por un *detagin intermedio, resultado de una asimilación. Lo que resulta muy difícil de explicar en ese supuesto es la vocal final de la palabra vasca: sería de esperar *lemo si partimos, por raro que sea, del nominativo latino, o *lemoe, *lemoi(n) si del acusativo. Por otra parte, formas como vasc. lemeatu, lemeada, parecen indicar más bien un románico *lemear». ¿No habrá ahí algo comparable al caso Bilboa ~ Bilbao, combinado con la simplificación del grupo complejo oea en la forma articulada?―

6 Por otra parte comp. el cast. ant. rimo en lugar de REMO.―

7 En la última nota del artículo LIBÁN rechazo la imposible etimología gala propuesta por Hubschmid para el cast. leme.―

8 El vasco primitivo carecía de palabras en T- inicial: de ahí el cambio T- > d- (> 1-). Por otra parte la alternancia -a ~ -e es muy frecuente en vasco: at(h)e ~ ata ‘puerta’, artza ~ (h)artze ‘pedregal’, etxa ~ etxe ‘casa’, art(h)e ~ arta ‘encina’, and(e)re ~ andra ‘señora’, etc.