JERGA II, ‘lenguaje especial, difícil de comprender, jerigonza’, derivado retrógrado de oc. ant. gergon, que a su vez se tomó del fr. ant. jargon o gergon, íd., dialectalmente gargon, primitivamente ‘gorjeo de los pájaros’, derivado de la raíz onomatopéyica GARG- que expresa las ideas de ‘tragar’, ‘hablar confusamente’, y otras relacionadas con la GARGANTA; en cuanto al sinónimo castellano jerigonza, antiguamente girgonz, parece ser el mismo oc. ant. gergons (caso recto de gergon), confundido en España con otra palabra de origen y significado distintos, girgonça ‘jacinto, piedra preciosa’: éste procede del fr. ant. jargonce íd., el cual a su vez resulta de la alteración que, por influjo del fr. antic. jargon ‘piedra preciosa de un amarillo rojizo’ (tomado del ár. zarqûn , vid. AZARCÓN), sufrió el fr. ant. jagonce ‘jacinto’, procedente en última instancia del gr. ȗάκινȎος íd.

1.ª doc.: xerga, Aut.: «lo mismo que xerigonza, y assí se dice habla en xerga»; girgonz, Alex., 1350c; girigonça, 1492 (Nebrija, Gram. Cast. IV, 6, ed. Galindo 96.15).

Jerga en esta ac. parece ser palabra tardía en castellano: falta en el vocabulario de Juan Hidalgo (1609), en los lexicógrafos del Siglo de Oro y en los anteriores, y Aut. no cita testimonios de autores. Mucho más antiguo, con este significado, es jerigonza, que además del Lazarillo (cita de Cuervo, Obr. Inéd., 208, n. 22; Ap., § 807)1, figura ya en C. de las Casas (1570), Covarr. y Oudin, así como en varios autores de princ. S. XVII (Cervantes, Quevedo, Espinel, Quiñones de B.; Vélez de Guevara, El Rey en su Imaginación, v. 1247)2. Del mismo origen es el port. gerigonça, hoy más comúnmente geringonça3, que se halla ya en la Eufrosina de F. de Vasconcelos (1536). Alteraciones locales modernas son jerigoncia en Cespedosa, cirigoncia en localidades vecinas (RFE XV, 136, 139), sirigonza en el caló mejicano (ZRPh. XXXIX, 518, 547), y la forma regresiva xíriga o xériga, nombre de la jerga de los tejeros, canteros y cesteros asturianos (ZRPh. L, 738), procedente de *gíriga, del cual salió por otra parte el port. gíria (también gira en Moraes)4. Mucho más antigua que estas formas es la aparición aislada del vocablo en el Alexandre, donde hablando de la Torre de Babel se lee: «setenta e dos maestros fueron los; maorales, / tantos son por el mundo los lenguajes cabdales, / este girgonz que traen por (las) tierras e por (las) cal(l)es / son se controbadiços entre los menest(e)rales»5.

Para explicar la -z del cast. ant. girgonz insinúa Spitzer, con mucha reserva (MLN LXXI, 385), imaginar un lat. vg. o romance arcaico *GARGONէCE, remedo de adverbios como VASCONICE > vascuence, ROMANICE > romance. Es ingenioso pero rebuscado y demasiado hipotético; además el hecho de que en francés, donde (a juzgar por la j-) habría debido originarse esta forma, precisamente ella no existe, obliga a descartar del todo la idea.

No cabe duda, me parece claro, que así este girgonz como la jerga del S. XVIII proceden del oc. ant. gergon, que ya aparece en el sentido de ‘lenguaje de malhechores’ o ‘lenguaje incomprensible’ en un texto del S. XIII (gergons, caso sujeto o recto, en el Donatz Proensals) y en otro de la primera mitad del XIV (gergó, en el Libre de Vicis e Vertutz). Aunque tan antigua, esta forma ha de ser a su vez tomada del fr. jargon; en este idioma el vocablo aparece ya en el S. XII con los sentidos de ‘gorjeo de las aves’, ‘voz de los animales’, ‘chisme, charloteo’, ‘rumor que se hace correr’, todavía vivos a princ. S. XVI, pero pronto se especializa en la ac. ‘lenguaje incomprensible del hampa’, en el cual lo hallamos ya en el Norte de Francia en el S. XIII y con gran frecuencia desde principios del XV; la variante gergon, propia del occitano y el español, se documenta allí en los SS. XV y XVI, y hoy en muchísimos dialectos, y además encontramos gargon en los SS. XIII y XIV, variante confirmada por gargonner (SS. XIII y XV) que aparece junto a jargonner [S. XII] ‘charlar, parlotear’, ‘gorjear’, y después ‘hablar en jerga’: está claro que las formas en ga-, propias de autores picardos6, presentan el consonantismo etimológico del vocablo, y que el sentido etimológico es el general ‘gorjear, parlotear’, expresado mediante la raíz onomatopéyica GARG-, como en gargoter y gargouiller (o jargouiller) ‘borbotear (un líquido)’, ‘hablar indistintamente’; para esta documentación y para la interpretación etimológica, vid. Sainéan, L’Argot Ancien, 30-31; Les Sources de l’Argot Ancien I, 1-2; II, 377-9; Sources Indig. I, 232; Autour des Sources Indig., 559; Ant. Thomas, Rom. XLVII, 389; FEW IV, 59, 62a (el punto de vista del REW 3685 ha sido refutado definitivamente por estos autores)7; el paso de jar- a ger- se debe a un fenómeno de la fonética francesa de la época, y la variante girgon, que también se halla en lengua de Oc, se explica por influjo de la palatal precedente.

El vocablo en cuestión pasaría a España y a Italia desde Francia, pues también el it. gergo es voz tardía, aunque ya se halla como nombre de la jerga de los ladrones, en Roma, en 1598 (Löpelmann, RF XXXIV, 663). En cuanto a España, entró en dos formas diferentes: gergon, de donde el regresivo cast. jerga, y por otra parte la variante oc. girgons, en caso sujeto; ésta se confundió, según ocurre tantas veces con los extranjerismos, con un término de forma semejante y ya arraigado previamente: jargonça se halla desde 1250 en el Lapidario de Alfonso el Sabio como nombre de la piedra preciosa llamada jacinto, y el vocablo reaparece con diversas variantes en numerosos textos medievales: girgonça en Calila (ed. Allen, 24.218), jagonze en la Gr. Conq. de Ultr. (302), gir goma h. 1326 en Juan Manuel, girgonça en Juan Ruiz y en el Arte Cisoria de E. de Villena, girconça en el Arte de Trovar del mismo autor (RFE VI, 175). Fácilmente se comprende que el girgons occitano en el sentido de ‘jerga’ se confundiera con este vocablo, tanto más cuanto que así esta piedra preciosa como el habla jergal eran cosas rebuscadas y fuera del alcance del vulgo, y por consiguiente al designarlas con un mismo vocablo se podía tener la impresión de estar empleando una misma palabra en su sentido propio y en el metafórico: de ahí también la metamorfosis de girgons en girgonz y luego girgonça; de ahí se pasó, por una anaptixis de tipo común, a girigonça (así en C. de las Casas) y por disimilación gerigonça.

Por su parte el nombre de piedra girgonça, con sus variantes jargonça y jagonze, es también de importación galorrománica: en este sentido hallamos en occitano antiguo jargonsa, gergonsa, gergonci, jergons y jargonci8, y en el Norte de Francia jagunce [S. XII, Marie de France], jagonse, jacunce, jargunce, etc.; para las denominaciones francesas y españolas de esta piedra, vid. Nykl, Mod. Philol. XVIII, 597-600. Como probó Schuchardt (ZRPh. XXVI, 398, 589, y XXVIII, 146-156) la forma primitiva es jagonse, jacunce, que procede en última instancia del gr. ȗάκινȎος íd., del cual debe admitirse una variante *ȗάκυνȎος ο *ȗάκυνȎος (sea por metátesis vocálica o por cambio de sufijo), comprobada indirectamente por la grafía Hyacunthus de una inscripción latina, algo tardía, del Norte de Italia; el vocablo pudo llegar a Francia directamente, con el cambio de -THUS en -ça, sea por una derivación adjetiva en -IA, o por la pronunciación fricativa de la Ȏ del griego tardío, pero también existe la posibilidad de que se trasmitiera por conducto del siríaco (arameo) yāquntā, forma que cuenta con numerosa representación en lenguas semíticas y del Asia Menor, y que procede a su vez del griego; el tau arameo se transcribiría por ts en romance gracias a su pronunciación interdental y con tendencia a la asibilación, y el vocablo arraigaría en Francia, sea por el influjo de las Cruzadas, sea por obra de los numerosos comerciantes siríacos que en la época merovingia frecuentaban los mercados franceses, según testimonios coetáneos: la -g- francesa, difícil de conciliar con un helenismo heredado del latín vulgar, es favorable a esta procedencia siríaca. En Francia, sin embargo, el vocablo sufrió cruce con el nombre de otra piedra preciosa de forma parecida, tanto en la realidad como en su expresión lingüística, a saber jargon, especie de piedra preciosa, procedente del ár. zarqûn (V. AZARCÓN): de ahí la r de las formas jargunce, jargonsa, gergonsa, etc.

Réstame sólo llamar la atención sobre ciertas evoluciones semánticas secundarias del tipo jerigonza, que tendrán como base la idea de ‘cosa rebuscada’: en Espinel ya significa ‘acción ridícula y extraña’ (Aut.), y de ahí que en Canarias hacer jerigonces valga ‘hacerle gestos a alguno’ (S. de Lugo, Pérez Vidal), h. jeringonsas ‘gracias, monerías’ (Rég. Pérez, Rev. de Hist. de La Laguna, n.° 78, 258); por otra parte en catalán el vocablo cayó bajo la órbita del verbo girar, allí tan popular, convirtiéndose en giragonsa y tomando consiguientemente el sentido de ‘rodeo, vuelta cerrada en un camino’, frecuente desde el S. XIX (alguna vez en la variante gerigonsa: Ag.)9.

DERIV.

Jergal [Acad. 1936]. Jerigonzar antic. [Tirso, en Pagés].

1 Como Cuervo ahí no hace hincapié en la interdental, no podemos estar seguros, aunque cite tres ediciones de 1554, de que éstas escriben el vocablo con z y no con ç.―

2 Como indicio de que no era todavía de uso general en el S. XV puede citarse el hecho de que los judíos de Marruecos no la pronuncian con Ɂ-, sino con ȟ, prueba de que no pertenecía a su vocabulario en el momento de la expulsión. Más datos, Cej. VIII, § 30.―

3 Esta forma vulgar, debida a propagación de la nasal, falta todavía en los diccionarios del S. XVIII, Moraes y Bluteau (1715), pero figura ya en Montecarmelo (1767); en España se halla en ediciones del S. XIX, y es corriente en Colombia y Venezuela.―

4 Para otra etimología menos verosímil de gíria, V. nota en el artículo GIRO.―

5 El tercer verso es muy diferente en el ms. P, pero me parece texto mucho menos plausible. Hay, sin embargo, en la lección de O, una contradicción entre el singular este girgonz y los plurales son y controbadiços, pero podría subsanarse fácilmente, sea enmendando estos girgonz, sea admitiendo en el segundo hemistiquio la lección de P, estos lenguajes tales, conservando en el hemistiquio primero la de O. La idea del autor me parece ser que los idiomas derivaron de las jergas profesionales de los albañiles de la torre bíblica, tales como las que hoy son «controbadizas entre los menestrales». Aunque la voz girgonz no perteneciese al autor del Alex., sino al copista del ms. O, de todos modos lo tendríamos así documentado en el S. XIV.―

6 De ahí el neerl. med. gargoensch (hoy bargoens por cruce con el fr. baragouin), y ciertas antiguas formas inglesas en ga-.―

7 Tampoco es atendible el origen germánico en que piensa Th. Braune, ZRPh. XLII, 141, comp. Gamillscheg, EWFS.―

8 Estas dos variantes, en el lapidario languedociano de h. 1300 publicado por Contini, VRom. III, 263-4; las demás en Levy.―

9 No es originariamente compuesto de girar, como opina Moll (AORBB II, 55). Tampoco creo que el germen de la desviación semántica catalana se halle también en castellano, a pesar de la definición académica «lenguaje lleno de rodeos» jerigonzar «hablar con rodeos», pues esto no son más que resabios artificiales que ha dejado en el lexicógrafo la falsa etimología de Covarr., que derivaba arbitrariamente jerigonza de GYRARE.