HORROR, tomado del lat. horror, -ōris, ‘erizamiento’, ‘estremecimiento’, ‘pavor’, derivado de horrēre ‘erizarse’, ‘temblar’.

1.ª doc.: 1574, A. de Morales.

También en otros autores del Siglo de Oro, en Covarr., Aut., etc. Frecuente desde esta época, con tendencia reciente a popularizarse. Antiguamente se empleó una variante vulgar, con cambio de sufijo, horrura [Berceo, Mil., 283; S. Mill., 183], que más tarde se especializa en el sentido de ‘suciedad, impureza, escoria’ (APal. 81b, 249b, 415d, todavía en D. Gracián, 1543, y empleado en verso por Quevedo, después queda anticuado, aunque todavía corre en Salamanca y como término de minería en otras partes; Cej. V, § 135); comp. los descendientes de HORRIDUS: it. ordo, fr. ant. ord, oc. ant. orre, cat. ant. hòrreu ‘sucio’, fr. ordure ‘basura’, cat. ant. horresa, oc. ant. orrezeza1.

DERIV.

Horroroso [1702, Cienfuegos; Moratín, h. 1800, se burla de su empleo por Meléndez Valdés, ed. Acad. IV, 167]. Horrorizar [ya Acad. 1817]. Horrendo [h. 1525, Alvar Gómez (C. C. Smith, BHisp. LXI); princ. S. XVII, Lope, Argensola], tomado de horrĕndus ‘que hace erizar los cabellos’. Horrible [Santa M. Egipciaca; Corbacho, p. 12; Santillana, Obras, p. 216; 1438, Juan de Mena, Coron., copla 20; APal. 516b; Garcilaso, Égl. 2; pero Gregorio Hernández todavía lo considera neologismo en su traducción de la Eneida; hoy popular], tomado de horrĭbĭlis íd.; horribilidad, horribilísimo. Hórrido [1499, Comendador Griego], de horrĭdus íd.; horridez.

CPT.

Horrífico. Horripilar [Acad. ya 1869; en 1817 y 1843 sólo admite los derivados -ativo y -ación]2, tomado del lat. tardío horrĭpĭlare ‘hacer erizar los cabellos’, compuesto con pilus ‘pelo’; horripilación, horripilante, horripilativo. En gallegoportugués HORRէPէLARE ha dejado descendencia semipopular: port. arripiar ‘encrespar el cabello’, ‘erguirse y caer muerta una ave’; gall. arrepiar3 (Castelao 55.20, 171.17, 172.6), arrepiante (íd. 203.8) y arrepío ‘horror’ (íd. 194.15); gall. arrupiarse ‘ponerse la piel de gallina’, arrupiado ‘cabello o pelo erizado’ (Sarm. CaG. 228v). El paso de arrepiar a arrupiar ha de deberse a la acostumbrada labialización -ep- > -up del gallegoportugués. De las variantes arripiar ~ arrupiar vendrá el postverbal gall.-port. corripio ~ corrupio, nombre de varios juegos infantiles, y gall. corrupio ‘juguetillo de chicos: pieza de talavera redonda que se le hacen dos agujeros, por los cuales entran encontrados dos hilos en uno y tirando por los hilos, reciprocando, se pone en movimiento la pieza redonda’ (Sarm. CaG. 118r y p. 160): no aseguraré si este co- es prefijo o procede más bien de cruce con un derivado de correr o lo explicado aquí s. v. GRUPA.

Horrísono [h. 1580, Fdo. de Herrera, Canción a don Juan de Austria vencedor de las Alpujarras], tomado de horrisŏnus, compuesto con sonare ‘sonar’; horrisonante.

1 Orredeça ‘vicio repugnante’ en Alex. R, 2361d; la forma orresca de O quizá esté por orresça u orreeça. La misma palabra, con alusión al culto idolátrico, está también en el Cronicón Villarense, donde Serrano lee un imposible ovederça (V. la tesis de Louis Cooper, Universidad de Chicago).―

2 Con carácter popular debió de vivir en todo el lat. vg. de Occidente, pues es también sardo urpilare, arpilare. Y señalo otros representantes que han quedado hasta aquí inadvertidos: el gascón piren. pilhà’s ‘enredarse’ (el pelo, una madeja, etc. V. de Arán, etc.) ―que será derivado regresivo de *arrepillà’s (donde arre- fué tomado por un caso del iterativo RE-)― (cf. además PILLAR), y sin duda el vasco común orapiotu (vizc. orapildu) ‘anudar’, ‘apelotonarse la comida en el estómago’, cuya forma más antigua es orapilatu, ya documentado en 1666 en el suletino Juan de Tartas (ed. Urquijo, 146, 149); de ahí el sustantivo vasco común oropilo, orapilo ‘nudo’. La -r- en lugar de -RR- quizá se explique, como sugiere la forma sarda, por una temprana síncopa *HORPILARE, dada la frecuencia de la anaptixis vocálica en vasco, que causaría luego la restitución de una vocal en todas partes; y la evolución semántica se explica en poblaciones de carácter pastoril, para quienes el pelo de las reses y las vedijas de lana ovejuna son primordiales.―

3 De ahí el extremeño repiar ‘subir, elevarse la perdiz herida’, ‘sacudir las ramas de los olivos para que caigan aceitunas’ (BRAE IV, 101).