HOPA, ‘vestidura talar a modo de túnica o sotana cerrada’, palabra propia de los tres romances hispánicos, de origen incierto; parece haber relación con hopalanda y con loba, que designan vestiduras semejantes, y es probable que la primera y la última de estas tres palabras procedan del gr. λǠπƓ ‘manto de piel’, y que hopalanda resulte de un cruce de hopa con una variante de BALANDRÁN (it. palandra, pelanda, pellarda), pero quedan varios puntos oscuros por dilucidar.

1.ª doc.: hopa, doc. zaragozano de med. S. XIV1.

Más documentación: «Un tavardo e hopa de hombre, de panyo de Londres vermellyo», invent. arag. de 1380, BRAE II, 556; «Don Juan, Infante leal, /... con el alto Infante Enrrique, /... den al novyo alguna ropa, / sea balandrán o hopa / o fruta pecunyal», memorial de 1420, RFE VI, 393; «otra hopa de brujas, enforrada en bocarán prieto», invent. toledano de 1434, RFE VIII, 28; «Señor, lo que vos demando / es alguna gentil ropa, / balandrán, galdrapa, opa, / con que me vaya preciando», petición de Villasandino al Rey Enrique III (1390-1406), Canc. de Baena, n.º 59, v. 7; «dos donsellas... la otra vestía una hopa larga / de un inple rryco, con su penna vera, / broslada de plata en alta manera», versos de Páez de Ribera, ibid., n.° 288, v. 9; «dar vos he una hopa que tengo enpennada», Rim. de Palacio, 433; «opa: toga», Glos. del Escorial (h. 1400); «machil es hopa o saya fasta los pies», APal. 258b» (también 117b). Falta en Nebr., C. de las Casas, Percivale, Oudin, Covarr.; Aut. cita ej. de un documento no fechable referente a los caballeros de Santiago («el hábito que han de llevar de camino será una hopa negra, que llegue al tobillo») y define «especie de vestidura al modo de túnica o sotana cerrada», definición que la Acad. ha conservado hasta el día, agregándole una segunda ac. «loba o saco de los ajusticiados». El vocablo existe también en portugués, donde Moraes define «opa, manto real; capa de Irmandade» y cita ej. en Mendes Pinto (1541); y en catalán, donde ya hay un ej. del S. XIV y dos del XV, que pueden verse en Ag., y cuyos contextos indican una vestidura semejante a la que nos muestra la documentación transcrita. Se podría sospechar que el vocablo procediera de un étimo con F- (ya que una etimología arábiga con aspirada no es posible habiendo -p-), en vista de que la grafía fopa de un doc. medieval de Cartagena2 indica una h aspirada, de acuerdo con la grafía de la mayor parte de los documentos; mas por otra parte hay ya dos ejs. muy antiguos de opa, y la f- falta en catalán y portugués. Luego sólo caben dos explicaciones: o que procede de una palabra francesa con h aspirada; o que esta aspiración vacilante de opa es secundaria y debida a la contaminación de HOPO.

Nadie ha opinado sobre el origen de hopa, a no ser A. Castro, que relaciona con hopalanda, lo cual parece imponerse. De este otro vocablo hallamos en castellano menos documentación medieval; sólo conozco un ej. en el Canc. de Baena: a una demanda de Villasandino, dirigida a Fernando I de Aragón, en que le pedía una opa (n.° 66, v. 4), en términos parecidos a los arriba transcritos, replica Ferrán Manuel de Lando desde Zaragoza, como si hablara en nombre del Rey, que se le dará la opalanda (n.° 67, v. 23): la poesía puede fecharse en 1412; aunque las dos palabras están en rima, y pudieron influir en su uso consideraciones puramente formales, parece de todos modos que popularmente las dos palabras se identificaban o poco menos. El vocablo figura (sin h) en Oudin, y Aut. lo define «la falda grande y pomposa, comúnmente la que traen los estudiantes arrastrando», y cita ej. de Quevedo, mientras que sus coetáneos Lope de Vega y Pantaleón de Ribera emplean la forma sopalanda, variante que se explica bien si tenemos en cuenta que los tres autores usan el vocablo en plural y tras artículo: hay, pues, aglutinación de la -s de esta partícula3. Conviene advertir que, según la definición unánime de los lexicógrafos de todos los idiomas, la hopalanda no era sólo «falda», según dice la Academia, sino: «long vêtement ouaté, sans taille, à manches et col plat, que les hommes mettaient par-dessus leurs habits et que les prêtres portent encore pardessus leur soutane», es decir, aproximadamente lo mismo que la hopa. Hopalanda existe en portugués (frecuente ya en el S. XVI: Moraes), lengua de Oc (4 ejs. de opelanda desde h. 1300, 3 de hupalanda y 2 de opalanda, todos de los SS. XIV-XV) y francés, donde houppelande es frecuente desde 1281 (variante huplande en el S. XV), vid. God. IX, 771 (y Du C., s. v. hopelanda, houppelanda, hopulanda, opelanda, opulenda, con ejs. desde 1367, los más de ellos franceses y alguno inglés o italiano). En italiano tenemos pelanda en los dos glosarios vénetos del S. XV publicados por Mussafia («weit Rock», Denkschriften d. Wiener Akad. XXII, 186), y hoy en las hablas del Friul, Cremona, Brescia y Milán, palandra en Pavía y admitido como italiano, sin ejs., por Tommaseo y Petrocchi, formas que se enlazan evidentemente con el it. palandrano [S. XVI], palandrana [S. XVII], mientras que éste es evidentemente lo mismo que BALANDRÁN, palabra de conocida creación expresiva. Jud, VRom. XI, 341 n.2, relaciona brevemente el it. palandrana con oc. palaudia («de PALLA con sufijo oscuro»).

En fin téngase en cuenta el cast. loba «vestidura talar, que oy usan los Eclesiásticos y Estudiantes: la qual empieza por un alzacuello que ciñe el pescuezo, y ensanchándose después hasta lo último de los hombros, cae perpendicularmente hasta los pies; tiene una abertura por delante y dos a los lados para sacar los brazos» (Aut.); en términos parecidos la describe Covarr., y abundan los ejs. desde la primera mitad del S. XVI, en C. de Castillejo († 1550), Pedro de Medina (1548), Concilio Mejicano de 1585, Guillén de Castro, Mateo Alemán, Cervantes, Castillo Solórzano y Pragmática de 1680 (vid. Aut., Fcha. y Du C.); es también portugués (con ej. de Mendes Pinto, en Vieira) y el cat. lloba ya aparece en 1472, abunda en inventarios del S. XVI, y todavía lo registra como vivo el valenciano Sanelo a fines del XVIII: de los ejs. citados por Ag. se deduce que era vestido de eclesiásticos y que también lo llevaban las mujeres cuando iban de luto; en una palabra, casi lo mismo que hopa y que hopalanda.

Puede rechazarse sin vacilar la explicación de Diez, que para explicar el cast. loba parte del fr. aube ‘alba, túnica de lienzo blanco, ceñida en la cintura, que los sacerdotes se ponen sobre la sotana para celebrar misa’, con aglutinación del artículo; pues aparte de que el vocablo hubiera debido tomarse por lo menos en la primera mitad del S. XV, fecha muy temprana para que no hubiera huellas del antiguo diptongo au, salta a la vista la extrema disparidad semántica de los dos vocablos: la lloba catalana era negra, como vestido de luto, según los docs. de Aguiló, y Cervantes habla de la negríssima loba (Quij. II, xxxvi, 142). Más razonable parece Sainéan, BhZRPh. X, 64, al relacionar con un fr. ant. louvière «robe» y un alem. wolf «redingote de gros drap gris»4 y derivarlos de LUPUS, pero ni convence él al decir que se comparó la loba por su forma con la piel del lobo, ni tampoco persuade del todo Covarr. al sugerir una comparación con este animal por la muchísima tela que se consume o devora en la elaboración de esta ropa.

Por lo demás, el propio Sebastián de Covarr. prefiere la etimología que también propone Aldrete (Origen, 65r°b): del gr. λǠπƓ, especie de vestido o de manto de piel, empleado desde Hornero hasta Teócrito. Es verdad que no tengo testimonios de la existencia de este vocablo en latín clásico o medieval, pero quizá no sean absolutamente precisos en palabra que pudo ser peculiar al bajo latín español, tan mal estudiado; por lo demás, si la λǠπƓ era un manto de piel, Covarr. dice que la loba era vestido honorífico y Cervantes la iguala a un manto (amantado no que vestido con una negríssima loba); por otra parte dice Moraes que opa es «manto real», Páez de Ribera y el doc. de 1434 describen hopas forradas de pieles, y el Registro de St. Flour (h. 1400) anota una opelanda de anisses, es decir, de pieles de cordero. No habría, pues, dificultad semántica. Y es concebible que el cultismo eclesiástico λǠπƓ se cambiara en opa, por deglutinación, en unas partes, o que de conservar la inicial se le identificara con LŬPA y se le cambiara la -P- en -b-5. Falta explicar hopalanda. Éste, a juzgar por la documentación, parece ser propio ante todo de Francia, pero bien pudo tener origen en el hispánico hopa, que pasara los Pirineos en el S. XIII entrando en concurrencia con BALANDRÁN y sus variantes, vocablo que parece ser oriundo de las tierras occitanas: allí pudo haber un cruce entre las dos palabras, puesto que entre estas variantes hay pelanda y palandra. Pero aquí tropezamos con algunas dificultades. Pelanda podría ser simplemente abreviación italiana del fr. houppelande, y por el encuentro de este vocablo con balandrán podríamos explicar la p- del it. palandrano y el acento radical del pavés e it. mod. palandra; entonces no nos servirían estas formas para explicar el aumento de dos sílabas que separa a houppelande de hopa. ¿Existiría *balanda junto a balandran en occitano antiguo, como variante en la base onomatopéyica (‘vestido que se balancea o bambolea’)? Quizá sí y esto lo explicaría todo6. Acaso hubo encuentro con un tercer vocablo, derivado de PELLIS, que veríamos en el alto-it. ant. pellarda ‘hopalanda’, documentado por Du C. en una crónica de Piacenza de 1388 y en otra de Bergamo7 (nótese que es «cum pulchris forraturis pellarums»).

En resumen quedan varios puntos oscuros y dudosos, pero no faltan buenas razones en favor de esta etimología. Y la mejor sería que no se ha dado hasta ahora con otra aceptable. El DGén., Gamillscheg y Bloch se limitan a declarar desconocido el origen. Los varios étimos propuestos, Upland provincia de Suecia (Huet), a. alem. ant. wallandaere ‘peregrino’ (Schmeller, Roman, Mundarten im Südtyrol, 110), lat. *OPPALLANDA (de PALLA ‘palio’: Bugge, Rom. III, 154), no merecen discusión.

1 «Enbié vos una carta... que me enbiasedes la hopa de seda e la hopa cardena porque la he mucho mester para estas bodas del Conde», BRAE IV, 341.―

2 Escrito no se sabe en qué idioma, a med. S. XIV; el texto castellano es de h. 1430. Cita de García Soriano, p. 196.―

3 Trata de esta forma Sbarbi en El Averiguador II, 68.―

4 De louvière hay dos ejs., y en ambos se trata de un vestido de pastores, luego puede tener razón God. al suponer que era de piel de lobo (¿o para defender del lobo?); en todo caso el ambiente pastoril establece con el lobo una relación de hecho que no podríamos concebir en el caso de nuestro loba. En cuanto a wolf, palabra rara y local, parece ser propiamente el nombre del paño con que se hacía esta prenda, pues según Sanders tomó nombre del lobo que pintaba en su blasón el gremio de Basilea que fabricaba este paño.―

5 Una tercera variante parece ser oba ‘traje de esclavo’, que aparece en doc. portugués de 1010, citado por Viterbo. A éste se le ocurrió extrañamente indentificarlo con una voz hoba, haba, etc., del bajo latín de otras tierras, con el sentido de ‘pequeña quinta’, que parece estar en relación con el alem. haben ‘tener’. No es posible aprobar a Steiger (Festschrift Jud, 685) cuando, dando por cierta esta identificación y basándose en haba, quiere partir del ár. abâȐa o abâȐ ‘especie de manto’ (Dozy, Suppl. II, 90).―

6 El hecho, de todos modos, es que el verbo balandrà ‘bambolearse’, del cual se deriva balandran, tiene una variante balandà, que es la preferida por Mistral (balantà en el Var), y hay balander «balancer, osciller, avoir les bras ballants» en la Hague y en el Bessin (FEW I, 219a). Al fin y al cabo pudo haber un derivado *BALLANDA del verbo BALLARE ‘bailar’, de donde el verbo derivado baland(r)à y el sustantivo balandran. M-L. (REW1, 892) cita un oc. balandra «Mantel», pero me parece dudosa tal forma, que no hallo en los diccionarios.―

7 Claro que también puede sospecharse ahí una alteración de houppelande por etimología popular.