GORRIÓN, origen incierto; debe tenerse en cuenta que aunque es voz ya antigua en castellano, no se generalizó en Castilla sino a expensas de la antigua denominación panhispánica pardal, y en fecha relativamente tardía, quizá a causa del mismo significado obsceno que ha tomado este último en catalán y gallegoportugués, y que ha sido el motivo de la introducción más reciente del cast. gorrión en estos otros romances: esto hace dudar de un origen prerromano, aunque el mismo vocablo parece existir en vasco en formas levemente alteradas.

1.ª doc.: Alex., 624d1.

Pardal es todavía el vocablo empleado por J. Ruiz (747a, 1208d) y por Juan Manuel, pero gorrión se halla h. 1400 en el Glosario del Escorial y en el de Toledo2, figura a mediados del S. XV en los Refranes que dizen las Viejas («cada gorrión con su espigón», RH XXV, 151), en Nebr. (g7r°), en Cieza de León (1555); y C. de las Casas, Oudin, Covarr., Huerta y Aut., aunque todavía conocen pardal, dan a gorrión la preferencia3. Gurión, al parecer con el sentido de ‘gorrión’, en un texto del S. XV (¿o XIV?), RFE XXXI, 320 (V. HUÉLFAGO). Pardal sobrevive en Asturias, junto a gurrión (Rato), habrá vivido en Salamanca (a juzgar por el significado secundario ‘baile consistente en dar tres saltitos a un lado y tres al lado opuesto’), etc. En portugués pardal es todavía la expresión común, pero gorrião, que Moraes sólo registraba como voz propia de las «indias de Castela», ya está admitido por Fig. sin calificación regional, y según Vall en Galicia se distinguiría entre pardal ‘fringilla linaria o cannabina’ y gorrión ‘fringilla domestica’, si bien reconoce que también se da este significado a aquel vocablo en algunas partes. En Cataluña, pardal es la única denominación conocida, pero en Mallorca e Ibiza predomina gorrió (sin documentación antigua), y así se dice también según creo en algunos puntos del País Valenciano; en éste, sin embargo, sigue siendo pardal la expresión más conocida, si bien fuertemente perjudicada por la otra ac. ‘miembro viril’, que ha sido causa de la invención de numerosos sustitutos recientes para denominar el pájaro (teuladí, xarau, vilero). No hay duda de que esta ac. obscena es la única causa de la introducción del castellanismo gorrió en las Baleares, y que algo parecido ocurriría en gallegoportugués, donde nos consta que pardal significa en ciertas partes ‘vulva’.

Lo mismo puede sospecharse, aunque en fecha anterior, por lo que hace a Castilla. De la gran antigüedad de pardal en el Sur de España son testimonios Rabí ben Zaid (S. XI), Abencuzmán y Abenbuclárix (S. XII), y PAlc. con su forma mozárabe parƫâl, así como los numerosos moros de España que llevaron este sobrenombre (Simonet); de ahí pasó parƫâlal árabe de Marruecos y Argelia (para el origen, V. PARDO).

Teniendo en cuenta este carácter sustitutivo que es probable tenga gorrión, conviene acoger con reserva la sugestión de un origen prerromano. No hay duda de que existe parecido notable con la denominación vasca: alto nav. gurrigoi (la segunda -g- puede ser antihiática y -oí es la forma que suele tomar en vasco el romance -ONE), guip. burrigoi, vizc. kurrioe4, kurloe, lab. karrajo, lab. garraio; el labortano Pouvreau y el español Larramendi citan kurroe como nombre vasco del gorrión. Es muy verosímil que haya parentesco entre esta denominación vasca y la castellana, pero ¿parentesco de qué antigüedad y en qué sentido? Ni siquiera podemos asegurar que la denominación vca. no sea de origen castellano, y eso parece realmente lo más probable (Michelena BSVAP XI, 293). Acogió Schuchardt (ZRPh. XXX, 213) con suma reserva la idea de derivar gorrión del vco. gorri ‘rojo’, y no hay para menos (aunque M-L., REW 3822, la reproduzca sin protesta), pues el gorrión no es rojo, sino pardo; Urtel insiste (Berliner Sitzungsber. 1917, 545n.) pretendiendo que gorri fué primitivamente ‘rojizo oscuro o parduzco’ pero en apoyo de esta afirmación sólo aduce el alto nav. y guip. gorri ‘roya de las plantas, polvo amarillento que se cría en ciertos cereales’ y el vizc. gorringo ‘yema de la castaña asada’, y claro está que estos significados se pueden interpretar de muy diversas maneras: habría que dar pruebas más sólidas de que gorri pudo significar ‘pardo’ para que podamos tomar en consideración esta etimología.

Las etimologías romances no son menos inciertas. Covarr. piensa en una onomatopeya «girri o gurri del piar del gorrión; pero sin prejuicios no es posible reconocer en gurri una imitación realista de este sonido. Aldrete (Origen y Principio de la Lengua Castellana, a. 1606, ed. 1674, f° 47v°a) supuso más sugestivamente que gorriones estuviera por *GARRIONES ‘vocingleros’, derivado de GARRIRE ‘charlar’, verbo que fué indudablemente de uso popular en España (V. GARRIDO); la dilación vocálica que esto supondría no es inconcebible, pero no es tampoco ordinaria, y en algunas partes deberíamos hallar formas con la a conservada. Luego tampoco esto satisface bien, y el apoyo que le presta el guip. garraio (lab. karrajo) es muy incierto5.

DERIV.

Gorriona. Gorrionera. Gorriato ‘gorrión’, en Andalucía, Ávila, Cáceres y Salamanca; ‘cogujada’ en Cespedosa (RFE XV, 274); gurriato ‘pollo del gorrión’, según la Acad.

1 «Quando los vió Achilles, enfestó el pendón, / Ector quand esto vió, quebról el coraçón, / pero metió en medio luego otra razón, / dixo que nol preçiava quanto un gurrión». Así O, pero gorrión en P.―

2 Verdad es que se ignora el significado de brigulus que traduce a gorrión en el primero de estos glosarios (también gorión, traducido por fulfur, quizá en relación con furfurio, nombre de cierta ave en bajo latín), y en el segundo goryon está traducido por un gurio que no es conocido y quizá sea latinización de la voz castellana.―

3 Hoy se pronuncia gurrión en muchas partes: León y Castilla la Vieja (G. de Diego, RFE III, 303), Aragón, Méjico, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Ecuador (Cuervo, Obr. Inéd., p. 194).―

4 Aquí hay contacto con el vizc. kurrio ‘grulla’, que será de otro origen.―

5 Aldrete partía de una glosa «gorriones: cum errore sonantes» trasmitida en el glosario que se atribuyó falsamente a San Isidoro, dado a conocer por Escalígero (CGL V, 614.33). Pero esta glosa no se entiende, y la enmienda que se ha propuesto «horrisonos: cum horrore sonantes» no carece de verosimilitud.