GANCHO, palabra antigua en castellano (y portugués), que de aquí se extendió al árabe hispánico y magrebí, al turco y a los varios idiomas balcánicos, por otra parte al catalán, al galorrománico y al italiano; origen incierto, probablemente prerromano: como el significado primitivo parece haber sido ‘rama punzante o ganchuda’, ‘palito’, puede venir del céltico *GANSK?O- ‘rama’ (de donde procede el irl. ant. gésca y, como forma emparentada, el galés cainc ‘rama’ y otras palabras indoeuropeas).

1.ª doc.: qanǤûllu ‘abrojo’ figura ya en el glosario botánico mozárabe de h. 1100, como propio de la Frontera Superior (Aragón y Cataluña), n.° 115; gancho, a. 1331.

Aquí, como en el caso de gaita, tenemos un vocablo, antiquísimo en la Península Ibérica, que se ha creído de origen turco. Otra vez se ha tomado por su lugar de origen lo que no era más que la última escala en la expansión mediterránea de una palabra hispánica, y se ha atribuído al último llegado de los pueblos europeos la paternidad de una palabra que ya había echado raíces en nuestro suelo antes de la conquista romana. Tan fuerte fué entre algunos romanistas la tendencia a buscar fuera de sus límites el origen del vocabulario español. ¡Nada menos que M-L. y Rohlfs afirmaron que viene del turco una palabra como maguer, que ya se lee en textos castellanos del S. X!

En España es donde aparece por primera vez el vocablo que encabeza estas líneas. Hay, por lo pronto, varios ejs. claros en el S. XIV. En un invent. arag. de 1331 leemos «dos passaderas de fierro; un gancho de fierro con mango de fust» (BRAE II, 552), y se mencionan «unos ganchos viellos» en otro de la misma procedencia fechado en 1369 (ibid., p. 709); en poesía de Juan Alfonso de Baena figura la locución remirar de gancho ‘mirar de reojo’ (en rima con garrancho; Canc. de Baena, n.° 452, v. 48); Nebr. registró «gancho de pastor: pedum» (es decir, ‘cayado’) desde la primera edición de su dicc. (1495, f° g6r°), y sería fácil reunir muchos ejs. desde el S. XVI.

Pero si tenemos en cuenta la proximidad de las ideas de ‘espina’ y ‘gancho’, no vacilaremos en reconocer el testimonio más antiguo que hasta ahora se ha hallado en el nombre de planta qánǤûllu (= kanƇúo) ‘abrojo’, que trae el botánico anónimo de h. 1100 como término propio de la «Frontera Superior», es decir, Aragón y Cataluña. Así lo vió correctamente Asín en su edición (n.° 115). La seguridad se hace completa al advertir, como veremos abajo, que la acepción ‘garrancho’, ‘ramito agudo o ganchudo’, parece haber sido el significado primitivo de la palabra gancho.

Aunque del port. gancho no tengo documentación temprana, y sólo puedo indicar que sus derivados ya figuran en textos del S. XVI (Naufragio de Sepúlveda; Diogo do Couto; vid. Moraes), no tenemos por qué dudar que sea tan antiguo como en español. En cambio, el cat. ganxo ha de ser castellanismo por su -o, pero su antigüedad refuerza indirectamente la de la palabra castellana: se documenta no sólo en un invent. de 1467 y en otro texto medieval sin fecha, ya citado por Ag. y Balari, sino además en la Historia del Cavaller Tuglat, publicada según un ms. de fines del S. XIV1, en la Farmacología de Klagenfurt, que es del mismo siglo o quizá del XV2, en el Viatge d’Owein al Purgatori3 y en varios invent. desde 13364. Fijémonos desde ahora en la temprana aplicación a cosas de mar, que nos explicará la expansión oriental del vocablo. Actualmente es palabra muy popular, enteramente arraigada e irreemplazable, después de la muerte del único sinónimo que conozco, croc, olvidado desde hace muchos siglos; el derivado enganxar se ha hecho también palabra esencial, más que en castellano, pues es la única expresión de la idea de ‘pegar, adherir’.

El fr. ganche, sólo aplicado a cosas de mar, se documenta desde el S. XVI, y el occitano gànchou, aunque tiene aplicación más amplia, muestra también su procedencia forastera, sin duda española, con su -ou átona final (vid. FEW IV, 50b).

El paso al árabe occidental, además del testimonio mozárabe de h. 1100, puede documentarse gracias a PAlc., donde gancho traduce el cast. cayado de pastor, y su plural árabe agnách revela asimilación ya antigua en el idioma. Hoy tenemos ġânɁo o ġânƇo «gaffe, harpon pour le poisson», «crochet», en Marruecos, Argel y Túnez (Steiger, Contr., p. 238).

En cuanto al it. gancio, tiene antigüedad considerable, pues ya aparece en la segunda mitad del S. XV, en Luca Pulci († 1470), en B. Giambullari († 1525), etc. Sin embargo, mis esfuerzos por documentarlo anteriormente han sido vanos5. Los diccionarios italianos tratan del vocablo brevemente, y Zaccaria no vacila en calificarlo de hispanismo. Aplazando esta cuestión, me limito a observar que de Italia debió pasar el vocablo a la otra orilla del Adriático, de donde el serbiocroato gánaƇ, magiar gants y griego moderno Ɣάντσος6.

El turco kandɁa podría venir también de Italia, por el griego, o directamente de Venecia; pero su sonora dɁ, tan comprensible con un intermedio arábigo, me hace pensar más bien que se tomaría del árabe tunecí o argelino. De Turquía pasó luego kandɁa al búlgaro y al serbio, así como al magiar káncsa y al rum. cange.

Pero ciertos diccionarios etimológicos resuelven que el turco es, por el contrario, la fuente del vocablo en todos los demás idiomas. Es idea extraña e indefendible, puesto que se trata de una palabra ya documentada en el extremo Oeste de Europa en el S. XIV y aun en el XI, cuando los turcos no eran todavía pueblo mediterráneo. Por lo demás, la idea parte de un orientalista tan poco experto como M-L.7, aunque la prohijaron Lokotsch y Wartburg (FEW IV, 51). Éste protesta porque Sainéan, buen conocedor del turco, afirma el origen romance sin aducir pruebas, pero él las alega en contra de su propia afirmación, al reconocer que en Occidente ya corre gancho en el S. XIV. Se trata del caso viejo del etimologista que antes de reconocer que se ignora el origen prefiere achacárselo a una lengua remota y poco estudiada8.

En definitiva, quedan como posibles patrias del vocablo Italia y España. Si Zaccaria se inclinaba por ésta, no era sólo por razones cronológicas, sino porque en España tiene más derivados (gancha, ganchudo, enganchar, enganche, sin equivalencia italiana) y aplicación más amplia, pues en italiano es casi sólo de aplicación marítima: en una palabra, allí tiene menor vitalidad. Además, observemos que en este idioma hay bastantes sinónimos: crocco, graffio, raffio, uncino, por lo menos el último mucho más antiguo y usado que gancio9; en español apenas hay sinónimo alguno. Y el vocablo pertenece aquí a una esfera más rústica y elemental: gancho era el cayado del pastor en Nebr. y PAlc., y esto sigue siendo en el catalán arcaico del Pallars. Permanecemos en el mismo terreno agrícola o campesino con el gancho ‘guadaña de hierro’ del trasmontano de Mogadouro (RL V, 91), y con las acs. ‘gancho para sacar paja del henil’ y ‘bichero para gobernar los troncos que se transportan río abajo’, que anoté en el Alto Pallars. Atendiendo a estas consideraciones, no debemos dudar más en mirar el it. gando como un hispanismo temprano recibido por conducto del catalán y por vía marítima. En cuanto al español, creo que la acepción más antigua es la que se centra en torno a la idea de ‘rama’. ‘Rama de árbol’ significa gancho en Lope, en el P. Ribadeneira (citas de Aut.) y en el Quijote10. Gancha es ‘gajo’ en Albacete y León (Acad.), ‘racimo pequeño de uva’ en Astorga (A. Garrote) y en Mérida (A. Zamora, RFE, XXVII, 248). Y hay otra variante en este sentido, de forma arcaica e independiente: ganzo ‘palito seco de urce para alumbrarse’, en el Bierzo (Fernández Morales) y en Galicia; ganzu íd., en el Oeste de Asturias; ganciu en Sanabria y en La Cabrera (vid. Krüger, Gegenstandsk., 101); ast. ganciu ‘zarzaparrilla’ (V).

Que este sentido de ramo o garrancho más o menos punzante o ganchudo puede ser el primitivo, nos lo indica no sólo su mismo carácter rústico y el testimonio antiquísimo de los años 1100, sino también el caso paralelo de garabato ‘gancho’ junto al port. miñoto grabato ‘palito’, «mòlhinho de lenha» (Leite de V., Opúsc., II, 166, 492); Bierzo garabullo ‘palito’ (Fernández Morales), y los primitivos santand. garabas ‘leña de monte’ (Alcalde del Río), astur. occid. gárabu ‘trozo de leña delgado para atizar el fuego’11, que a su vez enlazan con la familia prerromana del ast. garbu ‘leña menuda’, santand. garabita, salm. carbizo ‘roble basto’, carba ‘matorral’ (ya documentado en 1243), port.-leon. carvalho ‘roble’, sardo carva ‘rama’; vid. CARBA.

Y que la variante ganzo, con -z-, es antigua y muy digna de mención, nos lo prueba ganzúa ‘llave falsa de gancho’, que según vió Schuchardt con su autoridad de vascólogo12, ha de ser variante vasca de gancho, con adición del artículo -a propio de este idioma; vasquismo que se generalizó en fecha temprana en la jerga de los ladrones españoles, pues ya lo hallamos en la Gaya de Segovia (1475), en APal.13, en Nebr. («clavis adulterina»), en el G. de Alfarache, etc.14

Todo eso demuestra la posibilidad de partir de una vieja palabra céltica. Al irl. ant. gésca ‘ramo pequeño’, ‘rama o gajo de árbol’, corresponde como base primitiva *GANSK?O-, vid. Pedersen, Vgl. Kelt. Grammatik, I, 151, 494. Se trata de un derivado de la raíz KAN- o GAN-, cuyo otro derivado KAN-K- tiene gran extensión con este significado en céltico y en muchos idiomas indoeuropeos: irl. med. géc, irl. mod. géag ‘rama’, galés cainc íd., eslavón skŭ ‘ramito’ («surculus»), sánscr. çankúɅ ‘clavo de madera, taco’, ‘palo’, ‘estaca’, etc. (Pedersen, I, 126; Walde-Pokorny, Vergl. Wörterbuch, I, 235). De un derivado galo *GANSKARIA derivan Hubschmied (VRom. III, 124n.) y Wartburg (FEW IV, 53-54) el fr. jachère, b. lat. gascaria ‘barbecho’. Claro que por falta de paralelos fonéticos es difícil asegurar cuál sería el tratamiento normal del grupo -NSK?- en español, pero me parece legítimo admitir que así gancho como ganz(i)o, por lo menos dialectalmente, pueden mirarse como resultados posibles. Piénsese en SANCTIUS > cast. Sancho, cat. Sanç; téngase en cuenta que -SC?- cuando está entre vocales da ç en Castilla y x en los demás romances hispánicos, que la N oclusiva precedente debía modificar el resultado, y que si lo hizo cambiando la fricativa x en la africada ch nada tiene ello de sorprendente. Por lo demás, gancho podría también mirarse como forma del mozárabe, dialecto que tiene normalmente ch frente a la ç castellana15.

Antes de cerrar el artículo recojamos otras etimologías poco verosímiles e indiquemos otras posibilidades más complicadas. La menos arriesgada sería la idea de Diez, gr. καμπǯλος ‘curvo, encorvado’, καμπύλƓ ‘cayado’. Suponiendo una latinización *CAMPŬLUS, ninguna dificultad fonética habría (contra la opinión de M-L.) en llegar a gancho. No vacilo en reconocer que esta etimología sería, a priori, perfectamente aceptable. Pero, por muy frecuente y popular que fuese el vocablo en griego, el caso es que no tenemos en textos ni en glosarios el menor indicio de que pasara a usarse en latín. El gr. Ɣαμψóς ‘curvo’, por más que satisfaga a Schuchardt (ZRPh. XXVIII, 42) y a Wartburg (1. c.), no explica la ch, y tampoco se sabe que pasara jamás al latín. Y tampoco el vasco kako ‘gancho’ o el hipotético *ANCŬLUS, derivado de ıƔκος ‘curvo, retorcido’ supuesto por Cornu (GGr. I, 252), ofrecen base fonética adecuada, pues el paso de o *ancho a o gancho, tras el artículo portugués, no podría hacerse extensivo al castellano. En rigor se podría imaginar que junto al leon. y gall. angazo, engazo ‘rastrillo’, ‘instrumento para pescar mariscos’, port. engaço ‘rastrillo’, en Castro Laboreiro ‘gancho’ (Leite de V., Opusc., II, 347), en la Beira ‘racimo de uvas’ (RL II, 248-9), existiese una variante *enganço (inganço se dice en Paços de Ferreira, Leite, p. 494), y de ahí *engancho y gancho, lo cual nos proporcionaría un étimo germánico, puesto que angazo sale de anga, gót. *ANGÔ (comp. alem. angel ‘anzuelo, gancho’), pero hay que reconocer que es una combinación muy compleja y arriesgada para que diera en todas partes la forma gancho, con n constante y ch predominante. La etimología céltica es más sencilla16. Imposible fonéticamente partir de un *CAMBEUS relacionado con el célt. CAMBOS ‘curvo’, como quiere GdDD 1307a (por lo demás, aunque algún derivado de éste, como cambeiro, designe localmente algún objeto ganchudo, no hay testimonio de la existencia de tal *CAMBIOS o -EUS en céltico ni en romance). De un cruce de gancho con pincho resulta guincho ‘pincho de palo’ [Acad. ya 1843], ‘gancho puntiagudo’, ‘ave de rapiña de grandes uñas’ [1606, Argensola].

DERIV.

Gancha ‘gajo’, ‘racimo’, V. arriba. Ganchero. Ganchete. Ganchillo. Ganchoso. Ganchudo. Ganchuelo. Enganchar [Palomino, h. 1708]; enganchador; enganche o enganchamiento. Reenganchar; reenganche, reenganchamiento. Esganchar o eschangar ‘abrir, hender’, ‘descomponer’ en Cespedosa, escanchar en Zamora (RFE XV, 155, 170). Guinchar ‘picar con la punta de un palo’, gnía. ‘perseguir’ [1609, Hidalgo]; guinchón. Deriv. de ganzo: gall. esgazar ‘despedazar’ («cayó y esgazou a cara», Sarm. CaG. 205v), por cruce de *esganzar con despedazar, destrozar; por cruce con gadoupa y gadaña (vid. GUADAÑA): gall. gadancho ‘rueda o círculo de madera con muchos garfios para colgar carnes o tocinos’, Sarm. ib. 205v. Del célt. GANSK- ‘rama’, el gall. gasgallo ‘ramo o vástago de leña baja del monte’, gasgalleira ‘matorral, campo inculto lleno de maleza’ (Vall.; pero no figura en Lugrís ni Carré ni en el Apéndice a Eladio Rdz., ni Fig., ni lo encuentro en Irm. Fal).

1 «Ganxos enforcats axí com a ham de pescar», Col. de Docs. Inéd. del Arch. de la Cor. de Aragon, XIII, 98.―

2 «Un ganxet de ferre», AORBB III, 258.―

3 «Guanxos de ferre», Misc. Fabra, 156. Desde luego es medieval.―

4 Alcover. «Ab ses poliges e dos perns de tres ulls e un ganxo de ferro», en uno barcelonés del año 1489 en Moliné, Consolat de Mar, pág. 370.―

5 Datos que he tomado de la Crusca, Tommaseo y Zaccaria. No hallo nada en el glosario de Monaci, en los altoitalianos de Mussafia, en Edler, Jal ni el Diz. di Mar. de la Academia de Italia.―

6 Que éste sea continuación del gr. clás. Ɣαμψóς ‘curvo’, como quiere Schuchardt en vista de la coincidencia de ƔαντσǠνυχος ‘de uñas ganchudas’ con el antiguo ƔαμψǠνυχος, es inverosímil por la diferencia de acentuación y de sentido. El especialista Gustav Meyer (Rom. Lehnworte im Neugriech., 22) afirma, por el contrario, que es italianismo.―

7 REW, 4673. Cita a Miklosich, Denkschriften der Wiener Akad. XXXIV, 325, pero este eslavista sólo trata de los turquismos de las lenguas balcánicas, y, aunque menciona el italiano entre los idiomas que pudieron tomarlo del turco, lo dice accidentalmente y como una vaga posibilidad. Gustav Meyer, el mejor especialista, aun reconociendo que se ignora la procedencia de la voz romance, afirma, por el contrario y sin vacilación, que en turco es italianismo (Neutürkische Studien, en Sitzungsberichte d. Wiener Akad. CXXVIII, 48).―

8 Que un pirata argelino de h. 1600 llevara el nombre de Mami Gancho (RFE XIII, 182) de ninguna manera interesa para el problema, entre otras razones porque se trataba de un renegado veneciano, y el vocablo existía en Argel y en Venecia mucho antes de esta fecha. Más importante es que un personaje apodado Alí Gancho figure en escrituras árabes de Almería pertenecientes a la Edad Media, vid. Simonet, s. v. Claro que es imposible fonéticamente la etimología UNCUS, admitida por este autor.―

9 Es verdad que gancio no es ajeno a los dialectos italianos, pero se trata solamente del Sur del país (vid. I. Iordan, ZRPh. XLII, 642), la zona de influjo español.―

10 Hoy en Chile (G. Maturana, D. P. Garuya, 143), en el portugués de Tras os Montes (RL XIII, 108), etc.―

11 M. P., en Festgabe Mussafia, 400.―

12 RIEV VI, 268 y ss.―

13 «Laverna es una ferramienta de los ladrones que dezimos ganzua»., 273b.―

14 De ahí gançuar ‘abrir con ganzúa’, en La Pícara Justina, I, 127. El port. gazua (variante secundaria gazula: C. Michaëlis, RL III, 158) y los varios testimonios del S. XV concuerdan en presentar z sonora, pero esta irregularidad es comprensible tratándose de la adaptación de un fonema forastero, como la tz vasca. Según indicó Schuchardt, es imposible la etimología de Larramendi gako-itsu-a ‘llave ciega’ (trató también de la cuestión Baist, ZRPh. VII, 115ss.). Hoy en vasco conozco solamente kantxo ‘gancho para trenzar el cáñamo’ en Baja Navarra, según Azkue. Aunque realmente gantzu(a) falta en Azkue y otros diccs. vascos (que lo rechazan por ser romanismo), «gantzu, fausse clef, rossignol» figura en Lhande, quien lo saca del dicc. ms. del labortano Harriet (fin S. XIX). La forma con -z- se halla también en el it. de Venecia, Trieste e Istria (Deanovic, ARom. XXI, 278), donde se explica como dialectalización del it. gancio, por el sentimiento de la correspondencia fonética entre el toscano y el dialecto local.―

15 También cabría en rigor postular un *KANKIO- correspondiente a la forma galesa, eslava, etc. Pero no es necesario.―

16 Podría tener gran interés la forma gansia aplicada a la luna en cuarto creciente, quizá por su forma curvada, que H. A. Strong (ALLG XV, 508) quiere relacionar con gancho. Se halla dicha forma en los Hisperica Famina, el extraño texto latino que algunos fechan ya en el S. VI o VII d. C. (los mss. más antiguos son del IX), y que los eruditos están de acuerdo en localizar sea en Irlanda o en España; de todos modos, la notable mención que en él se hace del «scottigenus sermo», ‘lengua irlandesa’, permitiría relacionar con nuestro *GANSK?Ol>. Pero como apoyo de esta etimología tiene escaso valor, pues es sabido que el vocabulario de ese texto es una mezcla extravagante de palabras de procedencia desconocida, probablemente sacadas de léxicos y glosarios después perdidos, pero también podrían ser inventadas. La variante guaincho empleada en Marco de Canaveses (Minho), Leite de V., o. c., 430, se deberá a alguna contaminación. No creo que haya relación entre gancho y el oc. gansolo, ganso (fr. ganse) ‘lazo’ (según quiere el FEW IV, 50), cat. gassa ‘lazo en el extremo de un cabo de cuerda’, Val Anzasca gaša «gancio, occhiello» (ARom. XIII, 170). Tampoco creo que se pueda partir para gancho de un étimo *CAMBULUS, diminutivo del céltico CAMBO- ‘curvo’ (V. CAMBA), comp. canbito ‘gancho de madera’ en el portugués de los Padres de Mérida (h. 1400: RL XXVII, 18), pues a pesar de la similaridad de tratamiento entre CINGULA > cincha y (P)LANCULA > lancha, los casos de amblar AMBULARE y temblar TREMULARE demuestran que no había tal similaridad en el caso de las labiales.