GALERÍA, tomado del b. lat. galilaea ‘atrio o claustro de una iglesia’, que a su vez procede del nombre de Galilea, región de Palestina.

1.ª doc.: 1566 (‘espacio para presenciar un espectáculo’) en el navarro culterano Arbolanche, 122r26; h. 1580, doc.: de Simancas.

En este documento se habla de los estuques de una galería, tasados en muy poco; se trata también de galerías de arte en los otros dos documentos que cita Terlingen, p. 132, ambos de h. 1600 o primer tercio del S. XVII; Aut. dice que es «la pieza larga y espaciosa, adornada de muchas ventanas, o sostenida de colunas o pilares, que hai en los palacios o casas magníficas, para tomar el sol u otras diversiones» y cita, en efecto, un pasaje de Cervantes y otro de Pellicer (1626) donde se habla de galerías de palacios reales; y si Covarr. limita la definición al «ventanaje de lo alto de las casas principales» lo hace sugestionado por su imposible derivación etimológica de galera «por la semejança del ventanaje a la empavesada de la galera». Por lo demás es también antigua la ac. militar ‘camino subterráneo, o en la superficie del terreno, pero protegido por maderos, para facilitar el ataque de una fortaleza’, que ya se halla en Saavedra Fajardo (1640) y en Varén de Soto (1643).

Al parecer, por lo tanto, el vocablo no aparece en español hasta fines del S. XVI, y, en efecto, falta todavía en Nebr., C. de las Casas (1570), APal. y en varias fuentes medievales consultadas. Pero de ninguna manera puede asegurarse que no se empleara antes de esta época, aunque quizá no se había vulgarizado, pues en el Concilio Compostelano de 1031 ya figura el b. lat. galeria1. Entre las lenguas vulgares interesa especialmente la antigüedad del vocablo en francés y en italiano.

En aquel idioma, además de guerrerie en 1328 (que parece alterado por influjo de guerre, y aunque ignoro en qué sentido aparece, puede sospecharse que sea el militar, por esta razón)2, tenemos galerie de la court y galeries du temple en Bersuire (S. XIV, vid. Littré), les galeries du moustier en 1374, y Christine de Pisan (S. XV) habla de la galería de una casa particular, encima de «une place fleurie» (God. IX, 680c); los testimonios del b. lat. galeria en Francia en los SS. XIV y XV son muy abundantes (Du C.).

En italiano, no trae Tommaseo ejs. de galleria anteriores a la Vita de B. Cellini († 1571), quien emplea el vocablo hablando del lugar donde había una colección real de pinturas, y se apresura a explicar su sentido: «questo si era, come noi diremmo in Toscana, una loggia, o si veramente un androne: più presto androne si potria chiamare perchè loggia noi chiamiamo quelle stanze che sono aperte da una parte». Parece, pues, que fuese entonces palabra nueva en Toscana, y lo confirman varios testimonios citados por Tommaseo, donde se califica a galleria de voz francesa: «una loggia... che in Francia si chiamano galerie» en el arquitecto Serlio (1619), «cosi in voce straniera chiamiamo alcune stanze piene e adornate di galanterie» (Minuccio, a. 1788), «così con voce francese si chiamano oggi certe terrazzi...» en otro autor que no puedo identificar; es verdad que en esto puede influir la idea de que deriva del galicismo gala, idea ya insinuada por Minuccio y expresada claramente por otro autor de abreviatura también indescifrable. Pero de todos modos son muchos testimonios concordes en el sentido del origen francés, apoyado también por la documentación francesa medieval. Sea de ello lo que se quiera, tampoco podemos estar seguros de que en Italia el vocablo apareciera por primera vez en el S. XVI; por el contrario, nos consta que allí se empleaba ya en bajo latín desde los SS. IX y XI.

Diez, Wb., 153, cita un ej. del bibliotecario papal romano Anastasio (comp. Du C.), que vivía en 876, donde galeria aparece varias veces, al parecer en el sentido de ‘construcción graciosa, elegante’, y otros dos testimonios italianos del S. XI, donde se trata del patio interior de un castillo o del solar donde se edifica una iglesia. Se nota en todos los ejs. antiguos la aplicación repetida, en España, en Francia y en Italia, a lugares de iglesias o conventos. Es probable, por lo tanto, que el vocablo se empleara primero en el bajo latín monacal, y sólo después se secularizara en su aplicación, pasando al mismo tiempo a los idiomas vulgares; esto último al parecer ocurriría primero en Francia, de ahí pasaría esta ac. del vocablo a Italia, y de ahí quizá a España, según parece indicarlo su aplicación primeriza a lugares de colecciones artísticas; pero también es posible que pasara a España desde Francia directamente.

Pasemos a la etimología. Descartada la relación con galera, como hace M-L. (REW, 3643), por falta de apoyo semántico, se puede también rechazar sumariamente la derivación propuesta por Diez, de un gr. ƔάλƓ ‘especie de pórtico’ (sólo documentado en glosa de Hesiquio), porque este vocablo no ha dejado descendencia romance ni latina, lo cual sería indispensable para admitir un derivado romance en -ería. Más infundado es todavía partir del hápax bajo-latino calaria ‘nave que transporta madera’, sólo documentado en el glosador italiano Juan de Janua (S. XIII), derivado artificial del gr. κĘλον ‘madera de construcción’ (vocablo, asimismo, carente de descendencia romance), etimología propuesta por Canello en los albores de la filología romance (AGI III, 301), y extrañamente resucitada por Götze en la última edición del diccionario de Kluge.

La única etimología razonable es la de Littré (aceptada por Kluge según consejo de Baist, por Gamillscheg, EWFS, y por Bloch, si bien con una inmotivada reserva semántica): galeria parece ser lo mismo que el b. lat. galilaea ‘atrio de la iglesia’ entre los Cluniacenses, más raramente ‘claustro de la iglesia’, como entre los Cartujos (V. el Diccionario Litúrgico de Braun, trad. de Griera). El vocablo aparece con frecuencia en el bajo latín de todas partes, según puede verse en el ej. francés alegado por Littré, en el port. galilé (Fig., Moraes), en los numerosos textos reunidos por Du C., y agregaré finalmente que lo he hallado también en textos latinos medievales de Cataluña, publicados por Miret i Sans en el Bol. de la Acad. de Buenas Letras de Barc., vol. VI3. Que este vocablo se vulgarizó en muchos lugares está fuera de duda, gracias a la forma portuguesa, a la inglesa galilee y a otras francesas que podrían multiplicarse: Tarn-et-Garonne galaio (haplología de galileio) «granero descubierto encima del balet (= hangard)» (VKR VI, 78), Anjou galenée «porche d’une église, auvent placé en avant de la grande porte» (Verrier-Onillon). Era muy fácil pasar de ‘claustro’ a ‘corredor’ o a ‘galería de pinturas’, de suerte que esta etimología no puede ofrecer dudas en el aspecto semántico. El cambio fonético de galilaea en galería es fácil también en un vocablo que oscilaba entre el uso culto de los conventos y el más vulgar de los palacios y castillos de señores feudales: la disimilación a que se prestaba naturalmente el vocablo dió lugar al cambio en n de la forma angevina, a la haplología del Tarn-et-Garonne y a la sustitución por r en la forma general; sin duda la disimilación regular, según las leyes de Grammont, habría sido *garelía, pero ahí intervino el influjo del sufijo -ería. Por lo demás es muy posible que ayudara el influjo del fr. ant. galerie ‘diversión, jolgorio’ (deriv. de GALA); sobre todo si, como hemos anotado arriba, el vocablo se vulgarizó primero en Francia. Pero como galería aparece ya en Italia en el S. IX, este influjo, si existió, hubo de ser secundario y confirmatorio, más que creador de una iniciativa.

En cuanto a la explicación semántica de galilaea, como aplicación del nombre de la región palestinense, será preferible dejarla en manos de los especialistas en liturgia y en historia eclesiástica. El NED (seguido por el FEW IV, 31, donde no se estudia la voz galerie) sugiere que se llamara así el atrio o parte profana y exterior de la iglesia, por alusión al pasaje de San Mateo donde se habla de Galilea como región de los gentiles. Pero hay otras posibilidades, como la equivalencia de galileos y cristianos a fines del paganismo (Julián el Apóstata); además en portugués galilé es el cementerio, y en los pasajes de Guido (Disc. Farfensis) y de Hugo Flaviniacense citados por Du C. se dice que los laicos son enterrados en la galilea; ahora bien, sabido es que Galilea es el lugar donde Jesucristo resucitado se apareció a sus discípulos (V. las citas en Du C.): ¿habrá ahí una alusión a la resurrección de la carne? La equivalencia de galilaea y galerie está también documentada por Hemereo Parisiense.

La identidad etimológica de galería y galilea está comprobada por dos documentos catalanes de 1403 y 1404, referentes ambos a la galería con ventanas del palacio real de Valldaura, llamada en éste galilia y en aquél galeria (An. de l’Inst. d’Est. Cat. V, 529, 558)4.

1 «Ita aequum est, ut omnibus intra galeriam stantibus pacis osculum sibi invicem tribuere», cita de Du C. Se trata, pues, de una ac. eclesiástica.―

2 Aparte de este caso los ejs. más antiguos de esta ac. son en el francés d’Aubigné (S. XVI), en italiano en Floriani, 1654, en alemán desde 1616 y 1617, y en castellano desde 1640.―

3 Y otros: «abbas monasterii... promissit... Barchinonensi episcopo... apud Sanctum Cucuphatum, subtus galileam, ante ianuas ipsius ecclesie», doc. de 1211, Cartul. de St. Cugat III, 399-400. Más en el Dicc. Alcover.―

4 Mgr. P. Gardette, RLiR XVIII, 1954, 112-5, explica semánticamente la aplicación de Galilaea por la identificación bíblica de esta región con la gentilidad: de ahí que se comparara con ella el pórtico-galería donde permanecía el pueblo por convertir, mientras que el coro de la iglesia donde cantaban los monjes se comparaba con Judea. Este trabajo de Mgr. Gardette supera su trabajo anterior de VRom. II, 186-7, donde queda algún dato acerca de las formas francoprovenzales. De Galilaea vienen también muchas formas dialectales del francoprovenzal: Rhône galinéya, galenière, etc., Berry guenillière «porche à l’entrée d’une église».