FRAZADA, ‘manta de cama’, del cat. flassada íd., vocablo común con la lengua de Oc, que desde estos dos romances se extendió a muchos dialectos del Norte de Francia y de Italia, y a Grecia; origen desconocido.
1.ª doc.: fraçada, 1541, Antonio de Guevara (Cuervo, Obr. Inéd., 290).
La escasa antigüedad del vocablo en castellano, el cambio de fl- en fr-, y la ausencia total en portugués, comprueban que frazada es voz advenediza, como ya reconocieron Cuervo y los Sres. A. Castro y A. Steiger en su nota de la RFE VII, 371-2. Pero en lugar de partir del occitano, es preferible admitir un origen catalán, en vista de la antigua fama de las frazadas catalanas, que fué causa de la difusión de Catalogne o catalana como nombre de la ‘frazada’ por los dialectos de toda Francia [1468] y del Norte de Italia (FEW III, 488), y de valensana con el mismo valor en Venecia, de donde el turco velenƇe y el rum. velinţă (ARom. X, 477); para otros tejidos cuyo nombre es de origen catalán, vid. FAJA. A la misma razón obedece el que el nombre cat. flassada se propagara no sólo al logud. y campid. frassada, fressada (RFE IX, 233), sino al sic. frazzata (Wagner, Arch. Stor. Sardo III, 386), Catanzaro fersata (Rohlfs), florentino ant. Farsata2, venec. filzada, Comelico filθáda (ARom. X, 114), istr. sfilsada, y finalmente al ngr. ưελτσάƌα ‘manta de lana para cama’ en Zante y Cerigo (G. Meyer, Roman. Lehnw. im Ngr., 95), probablemente de importación veneciana. El extranjerismo del grupo inicial fl- fué causa, en italiano como en español, del cambio de fl- en fr- y, ocasionalmente, de una trasposición de la líquida. Por otra parte es más probable que procedan de la lengua de Oc el bergamasco ant. fresada (S. XV), frasata en antiguos textos de Como y de Bellinzona (Bertoni, ARom. II, 215), el suizo alem. flasaden, y las varias formas flassade, flassarde, flossoie, que circulan por el Norte de Francia en los SS. XIV-XVII (FEW III, 589).
En cambio no cabe duda de que flassada es autóctono en tierras catalanas y occitanas, dada su completa popularidad y la extensión a todo el dominio lingüístico catalán y a todo el Este, Nordeste, Centro y Sur de las tierras de Oc, desde los Alpes hasta el Velay (Vinols), el Tarn-et-Garonne (Meyer, VKR VI, 54) y Toulouse (Doujat-Visner)3. Aunque predomina flassada, la variante oc. flessada (comp. el vulgarismo americano)4 no es tan «lokal beschränkt» como afirma Wartburg, pues se extiende al Bearne, Toulouse, Haute-Garonne, Tarn-et-Garonne5, Castres (Couzinié), Tarn (Gary), Aveyron (Vayssier, Peyrot) y Cantal (Lhermet), aunque en algún punto de éstos coexiste con fla-. La antigüedad en los dos idiomas es grande: desde med. S. XII, por lo menos, en ambos6.
Dejando aparte las fantasías de Covarr., se han propuesto algunas etimologías más o menos discutibles, pero sin solidez. La de Enno Littmann y Rohlfs (EWUG, n.° 2306)7, a pesar de la aprobación de M-L. (ASNSL CLXV, 111; REW3, 9659) y de M. L. Wagner (Byzant.-Neugriech. Jahrbücher VIII, 208), debe rechazarse como inadecuada, sobre todo en lo fonético: el ár. fárša, aunque sea de uso vulgar y de raíz indiscutiblemente arábiga (verbo fáraš ‘extender por el suelo’, ‘alfombrar’, ‘amueblar’), y aunque su significado se acerque bastante (‘cama para dormir, cama rica’ PAlc.; ‘alfombra’, R. Martí; ‘estrato, capa de una sustancia’, Abenalauam; ‘colchón’, Bocthor; el derivado farašíya llega a designar las ‘mantas’ en un texto moderno: Dozy, Suppl. II, 253), de ninguna manera podía dar flassada, pues no se explica la ç (= ss) como representación de una š, ni la trasposición constante de la líquida y su cambio en l, ni tampoco la terminación8. Hay que abandonar la idea.
Tampoco se puede derivar de FILUM ‘hilo’, según ya propuso Du C., aunque fuese posible justificar una derivación FզL-ISS-ATA, con síncopa de la I inicial ante vocal igual, como en QUզRզTARE > gritar9 (Castro-Steiger), que no es el caso, pues no existe tal sufijo.
El serviocroato de Ragusa flèkta «coperta da letto con lenzuolo», de probable origen romance, parece derivado de FLECTĔRE ‘doblar’ o del gr. πλέκτƓ ‘cuerda trenzada’ con influjo de FLECTERE (Skok, ZRPh. L, 500; LIV, 482); esto nos podría sugerir una base *FLECTIATA ‘doblada’ para nuestro vocablo, la cual convendría fonéticamente, puesto que las formas en e son numerosas y antiguas, y las en a podrían comprenderse como casos de dilación vocálica; pero tal hipótesis sería difícil de justificar desde el punto de vista morfológico (los derivados vulgares en -IARE suelen partir de adjetivos o participios y no del radical del infinitivo; comp. sin embargo BOSTEZAR y RPhCal. I, 38) y no es evidente desde el punto de vista semántico.
El florent. ant. farsata ‘forro’, ‘almohadilla’, ‘colchón’, ngr. ưάρσος ‘vestido’ (> it. farso ‘jubón’; Kahane, Byzant.-Ngr. Jahrbücher XV, 98, 103), sugieren la posibilidad de que a pesar de las apariencias tenga que ver flassada con FARCզRE ‘rellenar’ (de donde ‘colchón’ > ‘manta’), pero las formas antiguas con ç exigen en nuestro caso una base con C?, y aunque supusiéramos un *FARTIATA (del participio FARTUS) sería extraña la unanimidad de las formas occitanas y catalanas con l y con metátesis de la líquida, desde las primeras apariciones de la palabra.
Desde luego el vocablo no tiene que ver con el verbo frisar, a pesar de la Acad.
La base de Wartburg, *FLACCIATA, derivado de FLACCUS, satisface fonética y morfológicamente, pero mucho menos en lo semántico (puesto que FLACCUS es ‘fláccido, dejado caer’ o bien ‘débil, magro’, y no ‘blando, dobladizo’) y además extraña la falta de huellas del verbo *FLACCIARE en romance10.
Lo prudente, en conclusión, es declarar por ahora el fracaso de nuestros esfuerzos, y contentarnos con notar que sólo *FLECTIATA o *FLACCIATA se acercan de lejos a lo posible, pero de ninguna manera a lo demostrado.
DERIV.
Frazadero.
1 «Sirba lo que he bebido de frezada, / y la señora bota de almohada (tiéndese sobre la ierba)», Vélez de Guevara, La Serrana de la Vera, v. 2626.― ↩
2 Definido «coltrone» (‘colcha’) en las fuentes que cita M. L. Wagner [Studi Dant. IX, 98ss.; Schiaffini, Testi Fior., 314); por lo tanto no cabe duda en la identidad del vocablo. En cuanto al it. antic. farsata que Tommaseo y Petrocchi definen ‘forro del jubón’ y que en la otra ac. ‘almohadilla que se pone dentro del casco para proteger la cabeza’ ya figuraría en Sacchetti (S. XIV) y Berni (principio del XV), habría que analizar bien los textos y acs. para ver si es el mismo vocablo, o viene realmente de FARSUS ‘relleno’, como parece a primera vista. Las demás formas que cito arriba significan todas ‘manta de cama’.― ↩
3 Me faltan testimonios del Lemosín, y el bearn. flassade (Palay) no tiene forma autóctona, comp. la variante alterada flechade en Lespy y en Palay, muy propia de un vocablo importado. Pero flaçada está en escritura landesa de 1268 [Rom. III, 441; Luchaire, Recueil, p. 87), y flessada en un ms. del S. XIII que parece corresponder al Norte del Quercy (ARom. XIII, 447).― ↩
4 En catalán la forma con a parece ser general antigua y modernamente. Es la que he oído en el Pallars y la que Griera (BDC XX, 305) da como general en catalán occidental y valenciano. Sabido es que los demás dialectos no distinguen a de e en esta posición. Atendiendo a este pormenor es lícito sospechar que parte de las formas castellanas venga de la lengua de Oc, pero no debe olvidarse que el efecto acústico de una a pretónica catalana es tan próximo o más a una e que a una a.― ↩
5 Sólo en una de tres localidades de esta zona oyó Meyer una forma fressado con r, rarísima en occitano y catalán. La primera mano que escribió el manuscrito del Llibre de Tres catalán del S. XIV o XV, había escrito frassada, forma luego enmendada en la normal (Rom. XII, 233).― ↩
6 Además de la documentación que traen Du C. (s. v. flaciata, flansada, flassada, flassana, flassargia, flassata, fleciata, flessiata), Raynouard, Levy y Ag. (flessiata en el Languedoc ya h. 1150), leo en documentos latinos de Cataluña de 1175, flazada, flas- (Cartulario St. Cugat III, 259), flazata y flaciata en 1179 y 1292 (Miret, El més antic text literari català, p. 21; RH XLVI, 251), flassada en la Lleuda de Cotlliure de 1249 (RLR IV, 248), en Muntaner (cap. 171) y en el Llibre de Tres citado arriba; oc. ant. flezada en doc. del Aveyron de h. 1160 (donde z representa la africada sorda), Brunel, Les Plus Anciennes Chartes en langue provençale, 94.18, en los dos textos del S. XIII citados arriba, etc. Bambeck, BhZRPh. CXV, 157-8, agrega además flessada en el Albigés en 1269, fleciata en 1314 y flecia desde princ. S. XIII, ambos en el Forez, flazaa en la Vaucluse 1157, etc.― ↩
7 É1 mismo la da como segura en Litbl. LVI, 250, y ASNSL CLXIV, 157.― ↩
8 M-L., como de costumbre, trascribe inexactamente (con s), y así él como Rohlfs y Wagner citan el vocablo como si fuese faršat, pero se trata del «ta marbuta», que no se pronunciaba nunca, a no ser cuando había enlace íntimo con un sustantivo inmediatamente unido, y aun esto se perdió en el árabe vulgar tardío de España. Ni siquiera nos queda el recurso de partir de un plural *faršât, pues nuestro vocablo no lo formaba en esta forma: el plural fracto firâš era constante, según el testimonio de PAlc. y Dozy.― ↩
9 La segunda I en nuestro caso no sería igual a la primera, sino breve, puesto que se supone que diera e.― ↩
10 En apoyo de *FLACCIARE podría citarse el detalle de que un documento de Alba de Tormes, escrito en 1595, trae tres veces mantas fraçadas como adjetivo (RFE XXV, 501), y también Covarr. se expresa así a propósito de cachera. Pero ya se ve que son testimonios muy tardíos, que deben mirarse como secundarios, en vista de la falta de antecedentes de tal uso en los idiomas originarios, catalán y occitano. ↩