FILELÍ, tomado del ár. filā ‘perteneciente a Tafilelt (Tafilete)’, ciudad de Berbería donde se hacía esta tela fina para albornoces.

1.ª doc.: 1573, Luis del Mármol.

Vid. Dozy, Gloss., 268-9; Covarr. Figuradamente se ha empleado la variante fililí en el sentido de ‘delicadeza, sutileza, primor’, «y assí se dice que una Dama está de fililí», según explica Aut. (claro que no tiene que ver originariamente con filis, como supone este diccionario, aunque las dos locuciones se influirían recíprocamente). Es probable que de la pronunciación vulgar hispanoarábiga filêli (o del femenino correspondiente filêlia) saliera, agregándosele un cambio de terminación de carácter expresivo, *alhilelia > lilaila ‘tejido de lana muy delgado, del cual se hacen en Andalucía mantos para las mujeres pobres, y también se hacen mantos capitulares para los caballeros de las órdenes militares’, ‘impertinencia ridícula’ [Aut.], que se ha querido relacionar con LELILÍ, aunque éste nunca tuvo este sentido1.

En cuanto a lilao ‘ostentación vana en las palabras o en el porte’ [Quevedo, Aut.; Cej. VII, § 48] no es, como dije en el DCEC, una forma castellana de la familia de filelí, sino un préstamo de una palabra portuguesa muy diferente: leilão ‘venta en pública almoneda’, ‘subasta pública’ (Moraes, Fig., y un leilamento figura en Viterbo, creo ya en doc. medieval); de ahí leiloar ‘pregonar en plaza pública’, ‘vender en almoneda’, también aleiloar. De Portugal pasó a Galicia, donde ahora se registra en acepciones secundarias parecidas a la de Quevedo: andar ó leilán «de ceca en meca, sin más que entretener la vista y detenerse a hablar con el primero...», lilán ‘friolera, fruslería, nada entre dos platos’ (Vall.); pero ya hay también algún lexicógrafo que registra la ac. ‘almoneda’ (como ant. Irm. Fal.; un leiloyo en Carré; y puede que sean la misma palabra los dos leirán que registró A. Otero para el Apéndice a Eladio Rdz., con significado no bien claro).

En todo caso, el vocablo consta con sentido claro en viejos documentos transcritos por Sarm.: «quiñón... que eu comprei por pregoes e por leilaes» (Pontevedra a. 1381), CaG. 88r, 74r, 131v.

La etimología según Fig. sería un ár. al-ilon que no me es conocido, y no es vocablo de aspecto muy arábigo. Por lo demás no sé que se haya averiguado el origen del vocablo portugués. Pero la raíz que significa esto mismo en árabe es bien conocida y de ahí puede salir fonéticamente el nuestro sin dificultad grave: dāllâl ‘almonedear’, ‘publicar bienes’, PAlc. 82.10 (y Lerchundi), dellîl ‘pregonero (que vende cosas)’, PAlc. 353b36, y ya en R. Martí2.

Es la misma raíz que con el sentido de ‘probar, explorar’ ha dado ADALID. Dozy, Suppl. I, 455, señala además el verbo dallal «vendre à l’en can», ya varias veces en las Mil y una Noches, «être courtier» en un doc. árabe de Sicilia, dallâl «courtier», «crieur qui annonce et décrit les objets perdus» en el Mohit, dilâla ‘en chère, vente publique’ en Dicc. de Argelia y Egipto. Puede, en efecto, tratarse de la forma articulada al-dällâl ‘el pregonero, el subastador’: con asimilación de ld en l y disimilación de la -l final en -n se haría alelán y quizá el diptongo eil quiere imitar la ll; por lo demás, a juzgar por casos como alloza, albellón, Badajoz, etc., parece que entre los moriscos esta ll doble tomaba matiz más o menos palatal.

1 Comprueba esta etimología el cub. filaila ‘tela de estambre parecida a la cúbica, pero regularmente labrada’ (Pichardo). En Colunga lilainas ‘impertinencias, tonterías’ (Vigón) (comp. Baist, RF IV, 377).―

2 De donde, por lo demás, se dan traducciones algo vagas: dall y dilâla dall ‘tradere’, etc. (100a, 348, 579).