ALARIDO, origen incierto, probablemente voz de creación expresiva.

1.ª doc.: Cid.

Cej. VII, § 101. Lo más probable en definitiva, acerca de esta voz tan discutida, es que sea de creación expresiva. En griego existía ęλαλƲ (dórico ęλαλά), con el mismo doble significado que la voz castellana, como grito de guerra al empezar el combate, y como grito de dolor y de alegría; lanzar estos gritos se decía ęλαλάζειν. No sería difícil hallar formaciones paralelas en otros idiomas1. En castellano mismo existe alalá, como nombre de un canto popular del Norte de España, procedente del grito con que empieza; en particular gall. alalá ‘canto popular monótono que entonan en el campo’ (DAcG.; Castelao [Escolma Don. 156]; Lugrís; a-lá-lá ‘estribillo o conclusión de las cantigas de los aldeanos’ Vall.); en cat. aliret ‘alarido (esp. de alegría)’ (Ampurdán, etc.); y el fr. hallali es el grito que da el cazador para excitar a los perros2. Bien pudo un *alalido castellano, formado paralelamente, con el sufijo -ido típico de nombres de gritos, cambiarse en alarido por disimilación3. Dudo mucho que el vasco alarau ‘alarido’ sea simplemente vco. ala ‘dolor’ + arao ‘imprecación’, como dice Azkue: a éste solo lo registra como vizcaíno (y no sé si la variante aleras con la que lo encaja tiene existencia real y antigua); ahora bien, en vizcaíno -atu (= cast. -ado) pasa regularmente a -au, y en efecto, él mismo registra alaratu como guipuzcoano, si bien en el sentido de ‘carear’; clauri ‘alarido’ en dos localidades del SO. de la provincia contradice también la etimología de Azkue y debe ser metátesis de *alariu < alarido.

Se ha insistido mucho en buscar un origen arábigo, teniendo en cuenta que el vocablo aparece a menudo como grito de guerra de los musulmanes. Es verdad que no siempre es esto así, bien lejos de ello. En el ej. del Cid, el más antiguo, aparece justamente como clamor de guerra de los cristianos, y la ac. ‘grito lastimero de una persona’ es tan frecuente como la otra y ya se halla en el S. XIII (1.ª Crón. Gral.). Sin embargo es verdad que la aplicación a los guerreros sarracenos es de notable frecuencia. Pero en árabe no se halla nada satisfactorio. Baist creyó (KJRPh. IV, 312) haber resuelto la cuestión en su nota de RF IV, 374-5, donde da como étimo el grito monoteísta de los musulmanes ilâh illā allâh (‘no hay otro dios que Alá’), empleado efectivamente como grito de guerra. Para ello es necesario suponer: 1.° que el vocablo entró en castellano con la â pronunciada como i por la imela granadina, fenómeno fonético muy tardío, de fines de la Edad Media4; pero alarido ya aparece en el Cid, en el S. XII5; 2.º que *lalalalí, reducido a *lalalí, perdería la l- por confusión con la del artículo; y 3.º que alalí tomaría luego el sufijo -ido. Son muchas hipótesis con poco apoyo, y la primera dificultad es casi dirimente.

Dozy, Gloss. 120, relacionando con algarada ‘tumulto’ (derivado evidente de ALGARA), quiso derivar del verbo ġárida que en el árabe occidental aparece una vez con el significado de ‘gritar’, ‘lanzar alaridos’; la desaparición de la g- no sería obstáculo insuperable dada la confusión de ġain con ain, posible en vulgar, pero un sustantivo *ġarîd no es conocido y podemos estar bastante seguros de que no ha existido cuando un hombre tan erudito como Dozy no pudo señalar ningún ej. en su Glosario ni en el Supplément.

Últimamente J. P. Machado, Boletim de Filol. VI, 1-3, propone derivar de arîȓ «a multidƟo das tropas e ainda o brulho que delas partia principalmente no momento do ataque», palabra de la misma familia que ALARDE, pero estas acs. árabes son puramente supuestas, pues arîȓ sólo se conoce como adjetivo, con un significado que nada tiene que ver con esto (‘ancho’, ‘abundante’).

Eguílaz, 93, 118, propuso varias explicaciones, de las cuales sólo pueden tomarse en consideración harîr ‘aullido de perro’ y hadîr ‘ruido’, ‘rugido de un león’6; confundidas las dos palabras en una sola, podría admitirse que harîr se cambiara en arid por disimilación (comp. adalid de dalîl, Almonacid de Almonastir, -til), de modo que ésta sería la menos inverosímil de las etimologías arábigas. Sin embargo el hecho es que ninguna de las dos palabras consta que se empleara como grito de guerra. Un detalle que pone de relieve Malkiel, Language XXII, 309, podría citarse en apoyo del origen arábigo: la variante antigua portuguesa algarido, que aparece en el Livro de Linhagens7; la alternancia entre g y cero podría indicar la existencia de una aspirada arábiga, y hay algún ej. romance de transcripción del he árabe por g (algorín, vid. Steiger, Contr., 270-1); pero debe desecharse esta explicación habiendo otra más sencilla: que algarido, forma rara, es debido a cruce con el sinónimo algarada.

Para terminar recordaré que Cornu, ZRPh. XVI, 520-1, quiso derivar alarido de un *ULULITUS en vez de ULULATUS, idea francamente inverosímil.

Fuera del castellano sólo hay el gall-port. alarido [S. XIV, Crón. Troyana I, 293; II, 91], pues el cat. alarit [S. XIX, y un solo ej. en texto poco castizo del XVI] parece ser castellanismo. Vid. Neuvonen, 101-2, para ejs. de alarido en el S. XIII.

1 Que el it. alalà (grito fascista) es imitación del griego, es seguro: con este carácter lo introdujo D’Annunzio (vid. Panzini, Diz. Moderno).―

2 Sólo se documenta en el S. XVIII, pero Sainéan, Sources Indig. II, 3, cita alyaly como grito de guerra en un texto francés del S. XV. Véanse los testimonios de alalá y formas parecidas en pueblos orientales y africanos, citados en la nota 2 de este pasaje.―

3 La disimilación suele afectar la primera de dos l intervocálicas consecutivas, pero la extraordinaria frecuencia de la inicial al- invertiría la disimilación. Además la -l- era más expresiva que la -r- y por lo tanto había de quedar en primer lugar so pena de perder toda la fuerza del vocablo.―

4 Baist cita lelilí (o lililí) que aparece varias veces en el Quijote como grito de guerra de los moros, y no hay duda que representa el citado grito monoteísta. Pero nada tiene de extraño esta pronunciación en el S. XVII. También cita lelí en la Crón. Gral., pero se trata evidentemente de la publicada por Ocampo, de texto muy tardío, ya que el texto del S. XIII entonces aún no había sido publicado por M. P.―

5 Y no sería nuevo entonces, pues del español debe venir, como nota el FEW I, 138, el fr. aride, grito de guerra muslime en la Chanson d’Antioche, del segundo cuarto del mismo siglo. Contra lo afirmado por Wartburg y God., éste no es el único ej. del fr. ant. aride, que además aparece con idéntico valor en el Doon de Nanteuil, de principios del siglo siguiente (Rom. XIII, 24, comp. 496).―

6 El segundo, en Abencuzmán, con el sentido de ‘ruido que hace un grupo de gente’, luego se empleó en España. Según se ve por Dozy, Suppl. II, 749b y 752b, los dos se emplearon en árabe vulgar y se confunden a menudo en los manuscritos.―

7 Nunes, Chrest. Arcaica, ed. 1906, p. 141. Es texto medieval posterior a 1340, quizá de mucho. Th. Braga cree que es del S. XIV. En castellano hallamos alharido una vez en el M. de Santillana, pero alarido es ya palabra corriente en el S. XIII y escrita siempre sin h. Alteración normal, sin interés etimológico, tenemos en el ast. allaríu (V).