FILATERÍA, ‘palabrería’, ‘tropel de palabras que un embaucador ensarta para engañar’, antes filatéria, tomado del lat. phylactērĭa, plural de phylacterium ‘pedazo de pergamino con versículos de la Biblia, que los fariseos y judíos medievales llevaban como amuleto o como atributo religioso’ (V. FILACTERIA). Observa Spitzer que esto no es sólo de los judíos medievales, pues siguen haciéndolo los de ahora en sus plegarias cotidianas de la mañana.

1.ª doc.: 1525-47, Sánchez de Badajoz.

En una farsa de este autor, el teólogo, ante las argucias del pastor, replica: «Deja ya tu filateria; / volvamos a mi proceso», y el vocablo rima con materia (Recopil., ed. 1882, I, 108). Así acentúa también el Canc. Satírico Valenciano de fines del S. XV (Ag.). En el Viejo Zeloso de Cervantes afirma el protagonista que donde las mujeres «se mancan, donde se estropean, y adonde ellas se dañan, es en casa de las vezinas y de las amigas. Más maldades encubre una mala amiga, que la capa de la noche; más conciertos se hacen en su casa y más se concluyen, que en una semblea». Por eso él tiene encerrada a la suya «porque es más simple Lorenzica que una paloma, y hasta agora no entiende nada dessas filaterias», ed. Schevill-B., IV, 153. Estos editores citan el pasaje de Castillo Solórzano (ed. 1632): «leyó el papel, no menos enamorado que sucinto, que, como el galán tenía más vivo el ingenio a puras dietas, excedió en la prosa al galeno, que sólo tiraba a las sustancias, sin andarse por los arrequives de la filatería». Véanse más citas en Fcha. (B. de Villalba y Espinel) y en Aut. (Ambr. de Morales). Ignoramos cómo acentuaban estos autores, pero Aut. acentúa gráficamente la i, y Covarr. advierte, en el mismo sentido, «el acento en la penúltima». Éste describe: «el tropel de palabras que un hablador embaucador ensarta, y enhila, para engañarnos y persuadirnos lo que quiere», «el que nos viene con muchos enredos de palabras y cuentos» (de ahí pasó a Oudin, 1616, falta en 1607).

Moraes cita como portugués phylactérías, empleado en esta forma o en la variante estropeada filastérias, por Paiva de Andrade (h. 1600) en el sentido etimológico; en el de ‘sutilezas’ «usar das phylacterias da industria» en el Conde da Ericeira; en el de ‘amuletos o remedios supersticiosos’ en dos textos en bajo latín; «minucias e sutilezas misteriosas e supersticiosas» en Ferreira de Vasconcellos (1547), vid. Moraes, s. v. fi- y phy-. En italiano se empleó filatèra (o filattèria) en el sentido de ‘retahila, cantidad de cosas’ desde Fr. da Barberino († 1348) hasta Buonarroti (princ. S. XVII). Es evidente que del sentido de ‘amuletos, remedios supersticiosos’, ‘inscripciones de palabras mágicas’ se pasó a ‘retahila de palabras del embaucador’ (comp. el sentido peyorativo tomado por otros términos mágicos en castellano, como CARANTOÑA o EMBUSTE). Así REW, 6473a. Aunque Covarr. admitió la relación con phylacterium, yerra al partir del sentido de ‘cenefa’, y rechazar una interpretación análoga a la que doy, aunque la apoya él mismo con citas de San Jerónimo y Nicolás de Lira. Para el uso en francés antiguo, vid. DGén., s. v. (nada en Blondheim). Inútil decir que nada tiene que ver con hilo, a pesar de Covarr., Aut. y la Acad. El sentido abstracto que había tomado el vocablo hizo que pasara a las palabras en -ería trasladando el acento. De ahí que se creara luego un secundario filatero ‘el que usa de filaterías’ [Aut.], que ya existiría antes, pues en la jerga germanesca, según ya observó J. Hidalgo en 1609, se interpretó popularmente en el sentido de ‘ladrón que hurta cortando alguna cosa’ (por la cuerda o hilo que cortaba), y de ahí se sacó un verbo filar «cortar sutilmente».

DERIV.

Filatero y filar, vid. arriba.