ENDRIAGO, ‘monstruo fabuloso combatido por los caballeros andantes’, parece resultar de un más antiguo *hidriago, cruce de hidria ‘hidra, serpiente de muchas cabezas’ con drago ‘dragón’.

1.ª doc.: S. XIV o XV, Amadís, libro III, cap. xi (ed. Rivad., 228-9).

En el Quijote es nombre genérico: «matar endriagos», «peleando con algún endriago» (I, xxv, fº 108; xxxi, fº 153). La fuente del Quijote es el Amadís de Gaula, según el cual nació el Endriago de la unión del gigante Bandaguido con su hija, y le describe como un monstruo de rostro y cuerpo cubiertos de pelo y protegidos por conchas, con brazos de león, manos de águila y grandes alas. Según Spitzer, ZRPh. LV, 172, resultaría endriago de un cruce de drago con diablo. Pero, aunque en el Amadís se emplean las expresiones este diablo y esta endiablada bestia hablando del Endriago, el hecho es que es un monstruo y no un diablo, y además de que tal cruce habría debido producirse mediante un complicado proceso1, la combinación ideada no nos explica la sílaba en-, cuya adición es difícil de explicar no tratándose de un término verbal ni relacionado con verbos. Por otra parte, la relación con drago, forma antigua de DRAGÓN (véase), es evidente, y la confirma todavía la variante portuguesa endriaco, citada por Fig. Pero tratándose de un monstruo es más probable que el cruce se produjera con el nombre de otro monstruo, la HIDRA, cruce tanto más fácil cuanto que los dos animales fabulosos solían identificarse («hydra, draco fuit multorum capitum» en las glosas de Plácido, CGL V, 26.4, 74.5, 109.34). Ahora bien, hidria se empleó como variante de hidra: «tal fayçó ha lo coratge com la serp que appellen ídria, que havia moltes testes», en una hoja catalana del S. XV (Ag.); variante que resulta de la confusión de hidra con hidria ‘jarro’2. De la combinación de ambos vocablos salió primero *hidriago, *hedriago, y después el vocablo fué incorporado a las palabras de en- inicial (como embriago por ebriago, o enmienda por emienda, p. ej.).

1 Los cruces se producen injertando los elementos iniciales o finales de un vocablo en el cuerpo de otro, de suerte que la nueva forma termina como el uno y principia como el otro, pero no se injertan los elementos mediales. Diablo × drago sólo podía dar *diago o *dr(i)ablo; sólo un segundo cruce de *diago con drago habría podido dar *driago.―

2 La confusión es recíproca, pues San Pedro Pascual empleó ydra en el sentido de ‘jarro’ en el Llibre de Gamaliel (S. XIII), Misc. Fabra, 173.