DULCE, del lat. DŬLCIS íd.

1.ª doc.: h. 950, Glosas Emilianenses, 117; también Cid1.

Cuervo, Dicc. II, 1338-40. La u frente a la o de los demás romances, port. doce, cat. dolç, oc. dous, fr. doux, it. dolce, friul. dolz, vegl. dolk2, haría pensar en un cultismo, según admite el REW, 2792; pero esto no es creíble en palabra de tal naturaleza. En realidad este caso no está aislado, antes forma parte de un tratamiento sistemático: surco SŬLCUS, cumbre CŬLMEN, azufre SŬLPHUR, buitre VŬLTUR, cuitre CŬLTRUM, y los muchos en -uch- < -ŬLT- (escucha, mucho, puches, etc)3. Véase lo dicho s. v. CUMBRE. Como indico allí, la forma duz, duce sería la originaria, con la L vocalizada en ? (o ȳ) y cierre de la Ŭ precedente por efecto de esta semivocal; duz se halla en J. Ruiz, 118b, 117d4, 1055b, por ej.; Mateo Alemán emplea aduzar ‘endulzar’ en G. de Alfarache, todavía Nebr. admite duce (ya en Calila, ed. Allen 13.284), y esta forma figura en cronistas mejicanos del S. XVI y hoy se dice en Méjico, Costa Rica, Colombia, Asturias (V) y Santander (BDHA I, 235n. 1); la l de dulce se restituyó, no por latinismo, sino por una reacción de los altos estratos idiomáticos, la misma que impuso alto, palpar, calza, etc. (en lugar de oto, popar, coz).

DERIV.

Dulcedumbre [1438, Mena; Guevara, Epístolas, I, p. 34 (Nougué, BHisp. LXVI)]. Dulcera. Dulcero, dulcería. Dulcinea [1605, Quijote]. Dulzaina [duçaina, h. 1400, Canc. de Baena, 198; dulzaina, 1607, Oudin; 1615, D. Quijote], tomado (lo mismo que el cat. dolçaina, it. ant. dolzaina) del fr. ant. y med. douçaine (S. XII-1500: Tobler II, 2048b; FEW), íd.; en J. Ruiz, 1233aS se halla dulçema5, como nombre de instrumento musical (reemplazado por gaita en G y T), que puede representar la pronunciación tardía del fr. douçaine como doucène (comp. oc. dossena en 1480: FEW III, 175a), comp. M. P., Poes. Jugl., 68; empleo figurado dulzaina ‘dulce malo’; dulzaino, dulzainero. Dulzarrón. Dulzón. Dulzura [APal. 123b], antes dulzor [Berceo, Apol., Alex. 1977, J. Ruiz; APal. 54d, 123b, 151d; ambas formas en la Celestina] y el raro dulceza (< it.?); gall. dozura ‘dulzura’ y dozur(iñ)a ‘lluvia muy blanda, suave y corta’ (Sarm. CaG. 223r); dulzurar, dulzorar. Endulzar [Nebr.], endulzadura; antes también endulcir, endulcecer, endulzorar o aduzar [G. de Alfarache]. Edulcorar, tomado del b. lat. edulcorare, derivado del lat. dulcor ‘dulzura’; edulcoración.

CPT.

Dulcamara [Acad. ya 1843; dulce-amara, Terr.; dulzamara, Acad.], contracción de los lat. dulcis y amara ‘amarga’. Dulcémele ‘salterio’ [Acad. ya 1843], parece ser el lat. dulce mel ‘miel dulce’, por lo agradable de su sonido (la Acad. propone el gr. μέλος ‘melodía’, pero así no explicamos la -e y resulta algo extraño este híbrido), comp. dulcema, variante de dulzaina. Dulcificar, dulcificante, dulcificación. Dulcísono, tomado de dulcisŏnus, compuesto con sonare ‘sonar’. Findoz, V. HENO.

1 En Berceo dulz, en Mil. 234d, I, lección asegurada por el metro, a pesar del ms. A; lo mismo puede decirse de 524b, a pesar de que ahí concuerdan los dos mss., pues Berceo no admite sinalefas.―

2 Doz se emplea en el habla sanabresa de Rionor, doce en la de Calabor (Krüger, Homen. a M. P., 134, 138), dolç se halla en aragonés antiguo (h. 1200, Cronicón Villarense, BRAE VI, 215), doce en hablas aragonesas actuales, según Espinosa, Arc. Dial., 9; dolce en Alex. O, 770c, 1331, 1970 (que P corrige en dulce).―

3 Quizá también culpa, comp. oc., it. colpa, fr. ant. coupe, pero aquí no es seguro en vista del uso religioso, que hace comprensible un cultismo, y de que el catalán tiene culpa (cat. ant. colpa, SS. XIII y XIV, pero derivados en culp- se hallan ya en textos muy puros desde h. 1400, Eiximplis, Tirant). Quizá también urce o uz ULէCEM, que pude tener Ŭ puesto que el vocablo sólo se halla en Plinio, por lo tanto la filología latina no puede informarnos de la cantidad, la Ȣ que supone M-L. se basa en el castellano y portugués (hay unas pocas formas dialectales italianas pero su tratamiento fonético me parece sospechoso), y se cree sea voz de origen ibérico (las vocales de los iberismos suelen ser breves). En BDC XXIV, 163, derivé el arag. bulco ‘antojo, lunar’ de ŬLCUS ‘úlcera, herida’. El portugués vacila: sulco (¿culto?, comp. rego más común), cume, abutre, escuita, muito, etc., pero enxofre, doce. El catalán se separa ya: solc, sofre, dolç, voltor, escolta, molt, etc.―

4 En este pasaje los comentaristas suelen entender arbitrariamente ‘guía’, derivando del lat. DŬX, pero no hay tal palabra en castellano ni la ha habido jamás. El sentido es claro: se encarga al mensajero amoroso que sea «pleytés e duz», es decir, ‘diplomático y amable (dulce)’. No hay dificultad en que el vocablo rime consigo mismo, pues J. Ruiz lo hace otras veces (angosto en 1704a y c), y aquí se trata de dos sentidos diferentes del vocablo.―

5 Comp. dulcémele, abajo.