DANZAR, del fr. ant. dancier íd. (hoy danser ‘bailar’), de origen desconocido, posiblemente hispano-árabe.
1.ª doc.: dançar, h. 1280, Gral. Est. 295a27; J. Ruiz, 471b (G)1; h. 1475, G. de Segovia (p. 82); dança gall. ya h. 1250, Ctgs.
Diez partía del a. alem. ant. dansôn ‘tirar (de algo), sacar’, con referencia a la danza en círculo en que los danzantes se cogían por la mano, idea que debió abandonarse en vista de que la c del francés antiguo no podía venir de una s germánica; Gamillscheg, EWFS y R. G. I, 218, trató de rehabilitarla partiendo de la forma fráncica correspondiente y admitiendo que al romanizarse esta palabra en el S. V, cuando el romance no poseía el grupo -NS- (reducido a -S- en latín vulgar) se intercaló una T como consonante dental de transición, pero esto no es verosímil, pues no hay otros ejs. aceptables del mismo fenómeno (comp. s. v. CONSERJE) y los de penser, conseil, etc. ―formas cuyo grupo ns ha de ser antiquísimo en vista de su unanimidad en romance― prueban que no ocurría tal fenómeno.
Kluge pensó en un a. alem. ant. tardío *danetzan ‘apisonar’, derivado del verbo que hoy es tennen ‘convertir en era (alem. tenne), aplanar’; a pesar del paralelo semántico que puede verse en oc. ant. trescar ‘bailar’ < germ. THRISKAN ‘trillar’, esta etimología es improbable en vista de la poca frecuencia del sufijo germánico y de la contradicción cronológica entre la d- inicial, sin mutación consonántica, y los fonemas tardíos de la e y de la tz del sufijo (gót. -atjan).
Brüch, WS IX, 125, y ZRPh. XLIX, 522-4, partiendo del frisón moderno dintje ‘temblar levemente’, isl. dynta ‘mover el cuerpo arriba y abajo’ y del neerl. med. dei(n)zen ‘echarse atrás’, b. alem. dei(n)sen ‘echarse atrás, escabullirse’, postuló un fráncico *DINTJAN con el sentido de ‘moverse de un lado para otro’; V., en apoyo de esta etimología, Wartburg, FEW III, 82 (y ahora también REW3 2644b); pero hay graves objeciones: la unanimidad de los antiguos textos franceses (incluyendo algunos donde dance rima, por ej., con concordance), aunque no se ha estudiado en detalle, como convendría hacerlo, parece indicar que dance tenía a y no e originaria2; desde el punto de vista germánico la hipótesis *DINTJAN está mal apoyada, pues las varias formas citadas discrepan gravemente en su significado (todavía más el escand. ant. detta «aufschlagen, niederfallen», datta ‘golpear rápidamente’, con el cual suele relacionárseles), y aún más por la forma, pues sólo el frisón moderno dintje corresponde a *DINTJAN (deinzen, -sen, viene quizá de un *DANTISÔN, como notan Falk y Thorp, en Fick III, 200, y el propio Wartburg).
En definitiva, la diferencia cronológica entre España (S. XIII) y Francia (S. XII) en escasa y además de que está algo compensada por la calidad popular y arcaizante de fuentes como J. Ruiz, la Gral. Est. y las Ctgs., nunca hay que perder de vista que la frecuencia incomparablemente mayor de las fuentes y datos de la filología francesa en comparación de las hispánicas debe siempre conducirnos a atribuir una presunción de antigüedad mayor para la lengua real, en el caso del castellano, frente al francés. En definitiva, después de un par de siglos de investigaciones, puede considerarse fracasada la pertinaz búsqueda de etimologías que partan de Francia; luego hay que pensar si al fin y al cabo no debemos ensayar las posibilidades de una etimología española con la gran base de probabilidad semántica que nos da la antiquísima fama de que han gozado las bailadoras andaluzas, judías, romanas de Gades, vascas, gallegas y catalanas en todos los tiempos y la firme base del arraigo ya antiguo y unánime del vasco dantza, cast. dança, gall.-port. dança, cat. dansa y el prestigio antiguo que acusan las bailadoras mozárabes de las ȟarǤas y la «canson qu’es be la en tresca [en danza] que fo de razon espanesca» de la Canson de Santa Fe d’Agen (año 1000). Ahora bien, nos consta también el viejo arraigo mozárabe por la danza aš-sigit (= šiġat «dança de espadas» atestiguada por PAlc. 189b10 y por la frase ȓarab ad-dánsa del árabe argelino, propiamente «frapper la danse», que según el testimonio del Gral. Daumas se ha empleado tanto y tan popularmente allí que ha tomado el sentido de «se promener sans motif». Ahora bien, el árabe nos da una raíz antiquísima y perfectamente satisfactoria como base de esta palabra (Vid. Dozy, Suppl. I, 464b, etc.): danas es ya clásica en el sentido de «être sale» «être souillé», «se salir, se souiller» y de ahí vulgarmente dánnas «profaner, traiter avec irrévérance les choses sacrées» (Bocthor), «deturpare» (R. Martí 342.7f.); de ahí muchos sustantivos, como danâsa «impudicité, crapule, impureté» «manigance, intrigue» en el árabe y «manigancer, tramer des intrigues» como nombre de acción ya en las Mil y una Noches, madânis «mauvais lieux» (ya clásico), dánis «sale» (en Shaw, Viajes por Berbería, 1773). En una palabra, todo da a entender que en el mundo andalusí dansa ―otra formación sustantiva del tipo más normal en la raíz dánas― tomó el sentido de ‘danza lasciva, impúdica’ ‘danza de burdel’ (bailada en los madânis), de donde luego toda danza popular, llamada así en tono severo por los alfaquíes musulmanes, y que al pasar esa dansa espanesca al Sur de Francia entre las bailadoras de Guilhelm de Poitiers, etc., se volvió ya una danza noble. Es significativo el hecho de que en la lengua de los trovadores aparecen dansa y dansar con la misma antigüedad (frente a lo que parece por el Petit Dicctionaire de Levy): dansar ya en Peire Vidal y dansa en Aimeric de Belenoi, ambos trovadores de finales del S. XII, que aparecen también en baladas de corte trasdicional y arcaico de la escuela lemosina que deben de datar de principios de siglo, por lo menos, o quizá antes, directamente relacionadas con el grupo occitano primitivo de Guilhelm de Poitiers. Luego la documentación en lengua de oc. arcaica es probablemente algo más nutrida y antigua que en francés del Norte, dato favorable a la etimología hispano-árabe. Además los interesantes usos de dança en el sentido de ‘canción’ danzable, desde luego, pero no forzosamente danzada, y la importación e innovación masculina dans se documentan desde muy antiguo, ambas ya en las Leis d’Amors (h. 1300 y sobre material tradicional ya en el S. XIII), con la interesante precisión de que dans para muchos tenía un sentido especializado «alqú fan dansa de coblas tensonadas la qual adonx sppelan dans» (Leys d’Amors I, 342-20). Jota es otra palabra de origen arábigo que demuestra la popularidad de las bailadoras moriscas. Además nadas (metátesis de danas) muestra su arraigo popular con la confusión que he documentado en TANDA.
Otras etimologías son todavía más inverosímiles.3 Indico en nota algunas que no figuran en los estudios de Aeppli. BhZRPh. LXXV, 24-36 y 75-100. y Watburg, FEW III, 82, básicos para toda la cuestión. Hay también artículo de Migliorini, del cual se anuncia reedición en sus Scritti Linguistici (1956).
DERIV.
Danza [J. Ruiz, ms. S, h. 1400, Glos. del Escorial; V. arriba]; gall. ant. dança [ya en las Ctgs. 409.2, 62.43, 24.62]. Danzado. Danzador. Danzante. Danzarín [Aut.]. Danzón. Dance, arag.
CPT.
Contradanza [Aut., como neologismo], del fr. contredanse íd, y éste del ingl. country-dance, propiamente ‘baile campesino’, de country ‘el campo, las tierras rurales’.
1 En lugar de dançar el ms. S trae el sustantivo dança.― ↩
2 Según notó Jud y reconoció posteriormente el mismo Brüch (ZRPh. LVI, 51-52) las formas tipo dẽsé de algunos dialectos franceses modernos pertenecen a un género de ultracorreción dialectal muy extendida en palabras de la misma estructura, y por lo tanto no tienen valor alguno como prueba de una e antigua.― ↩
3 G. Baist, ZRPh. XXXII, p. 35, y siguiendo sus huellas, M-L., REW1 2562, fijándose en el vocablo heráldico danse ‘adorno en zig-zag, en un escudo’, dancier, danchier, ‘adornar un escudo en esta forma’, sugirieron un derivado de DENS ‘diente’, *DENTIARE, como denominación de un nuevo paso de danza, seguramente en zig-zag, de donde luego ‘danzar en general’, hipótesis que cuenta con muy poco apoyo semántico y documental, y que también tropieza con la antigua a francesa; la Sra. Lindfors-Nordin, ZFSL. LXIII (1940), 65-70, parece querer salir en defensa de esta idea con cita de varios testimonios heráldicos y caballerescos; de esta nota, redactada confusamente, parece desprenderse la idea de un movimiento de la danza de salón imitado de ciertas maniobras en los torneos, que a su vez simbolizarían el el mencionado zig-zag heráldico: pero sería más natural, en caso de que haya relación verdadera, pensar en una génesis en sentido opuesto. Rohlfs, ZRPh. XLIX, 116, sugiere brevemente una creación expresiva como la que vemos en el fr. se dandiner ‘contonearse’, it. dondolarsi, saboy. dandalà ‘oscilar’, Champaña dandoler ‘mecerse’; pero en todos estos casos es esencial la duplicación de la d-d, símbolo del movimiento de acá para allá. Spitzer, ZRPh. LVI, 643-4 (cf. Bruno Migliorini, Cultura V, 1926, p. 333), se figura dance como representante de un *DANTIA derivado de DARE ‘mover’, en casos como lat. dare calculum ‘mover un peón’, oc. dar dels genolhs en terra, fr. ne savoir où donner de la tête, Bigorra nou sabé oun da ‘no saber adónde ir’; pero claro que semejante derivado es inverosímil desde el momento que DARE no existe con tal valor, independientemente de ciertas frases fijas, y de ciertos complementos invariables, y el propio Spitzer ya se da cuenta de que es difícil admitir su supuesto en un país como el Norte de Francia, donde las frases como dar un paso y análogos tienen menos desarrollo que en el resto de la Romania. No hay necesidad de rechazar la ocurrencia de A. Nordfelt, Studier i modern Språkvetenskap XI (1931), 71-78: dance como abreviación de cadence (*chedance) ‘cadencia’, ya que su idea de que danzar procede del lenguaje infantil no se apoya en nada. ↩