TANDA, voz peculiar del castellano y el catalán, de origen incierto; como ya aparece en Cataluña en el S. XIII, y en Aragón en el S. XIV, es imposible que sea voz de etimología quichua, como creyeron algunos; probablemente del ár. tanǷîm ‘disposición en orden, en serie’, ‘arreglo, regulación’, que en el árabe vulgar de España se pronunció tánden.
1.ª doc.: 1323; 1414.
En efecto, esta voz, ajena al portugués y a los dos romances de Francia, donde aparece primero es en el idioma vecino del Levante. Aquí lo encontramos ya en el dicc. de rimas de Jaume Marc (1371) (lín. 194), en un doc. mallorquín de 1386 («de les tandes del aigua per molre forment», Antonio Pons, Libre del Mostassaf de Mallorca, p. 318), y ya figura en una obra de Eiximenis de los últimos años del S. XIV: «en convit o en noces... guarda-hi aquests nodriments... que prengues per tandes les partides de la vianda ab covinentea de temps e de tempre, e no cuitadament ne soberga»3; está luego en la traducción de Alain Chartier por Francesc Oliver (med. S. XV): «cert a(s)segar-ho [‘arreglar, preparar, disponer’] cové una volta, / a tots los bons lur tande ho endret, / e al degut d’amor fer paga solta, / qui sus franch cor ha de pendre algun dret» (Canc. Cat. de la Univ. de Zaragoza, p. 288). Y después es frecuente en las primeras partes de Tirant lo Blanc (h. 1470): «puix a mi toca la tanda...», «puix vosaltres haveu parlat, la tanda ve a mi», «e com a aquest Albanès venia la tanda de la sua guayta a menjar e beure...» (y otros ejs. antiguos en Ag.). Pero todavía es más antiguo, puesto que ya aparece en el Blanquerna de Lulio, que es de 1285, y precisamente en el ms. coetáneo: «que cascuna dona legís alcun libre... segons que cascuna dona venria per tanda e per orde» (cap. 26, N. Cl. I, 154.1), y sin duda hay que leer tanda en lugar de tarda en la glosa con que R. Martí, siglo XIII (p. 453), explica el ár. dáȬla ‘turno, tanda de riego, lección que le toca dar a un maestro, etc.’; en efecto, la lectura ta=da (= tanda) está clara en el ms. de R. Martí, me dice el Prof. David Griffin.
Desde el catalán más bien que del castellano, debió de pasar el vocablo a Sicilia y Cerdeña; aparece en textos sicilianos de 1570 y del S. XVIII, con el sentido de ‘cantidad que se paga de una vez’, ‘contribución impuesta a un lugar en dinero o en soldados’, y con este sentido perdura hoy tanna en Sicilia (Zaccaria, p. 506; Bertoni, ARom. II, 93n., 214; Traina)4, y tanda corre en Cerdeña con el valor de ‘participación o cupo’, ‘tarea fijada para un día’ (M. L. Wagner, ASNSL CXL, 240).
Todos los estudios que se han escrito hasta ahora acerca del origen de palabra tan importante, anduvieron radicalmente desorientados por haber partido del uso en América o en Italia, creyendo que era originaria de estos países, cuando la cronología demuestra que a ellos llegó importada. Lenz creyó resolver terminantemente la cuestión partiendo del quichua, a pesar del reparo de Cuervo en vista del uso por Fz. de Oviedo, quien escribía muy lejos del Perú en los mismos años en que se iniciaba el descubrimiento y conquista de aquel país; sin embargo, Lenz, obcecado por el uso tardío del vocablo en las «mitas» indianas, siguió asegurando que la etimología quichua «no deja la menor duda», y esto siguen diciendo hasta ahora los americanistas (Hz. Ureña, RFE XXII, 175; Friederici, Am. Wb., 589) desoyendo la voz de Hanssen (AUCh. 1911, pp. 11-12 de la tir. aparte) quien les señaló la aparición del vocablo en los textos aragoneses de 1414. ¿Hará falta seguir clamando en vano, ahora que sabemos que en Cataluña ya era corriente en el S. XIII? Podría ser, y así no estará de más observar que el quich. tanta ‘cosas juntas, apeñuscadas’, tantani ‘juntar, congregar’, aun admitiendo que sea voz realmente indígena, en los diccionarios del S. XVI que cita el propio Lenz (aunque los hispanismos penetraron pronto en este idioma), está bastante alejado del sentido de la voz hispana, y sólo en los dicc. del S. XIX se registra la ac. ‘reunión de hombres, tropel de animales’, probablemente debida al influjo del cast. tanda por el empleo de éste en las mitas de indios; en cuanto a las otras acs., dados los varios derivados quichuas de esta raíz que ya se encuentran en el dicc. de Santo Tomás (1560), es probable que correspondan a una palabra aborigen, sin que tenga nada de sorprendente la vaga coincidencia fonética con el cast. tanda, palabra de estructura poco complicada. Con esto espero que quede enterrada esta etimología americana.
Suponiendo que tanda fuese voz siciliana se podría admitir fonéticamente que viniera de TANTUM (como ya dijo Covarr.), según afirmaron Nigra, Wagner y M-L. (REW1 8562), pero ya De Gregorio y Bertoni, vieron que era préstamo español, y entonces esta evolución fonética es imposible. Sin embargo, como la etimología de nuestro vocablo presenta considerable oscuridad, cabe que alguien se pregunte si, contra las apariencias cronológicas, no pudo el catalán tomar el vocablo de Sicilia o Cerdeña, durante la dominación catalana en estas islas desde los SS. XIII y XIV: desde el punto de vista semántico la etimología TANTUM es tentadora, y en el Sur de Italia es normal el cambio de NT en nd; pero aun desde el punto de vista siciliano esto no es posible, pues si NT pasa a nd, no llega en cambio a nn, y tanna es como hoy se pronuncia en Sicilia, lo cual prueba que ND es primario y no secundario en este vocablo. ¿Se podrá imaginar que tanda derive del logud., sic., it. merid. y dalm. tando ‘entonces’, rum. ant. tînd... tînd ‘ora... ora’? Ésta es palabra ya antigua, pues aparece en textos sardos del S. XII, y debió de crearse a base de QUANDO según el modelo de la pareja TANTUM-QUANTUM Y se impone buscar alguna etimología iberorromance. No es tan disparatado como creía Lenz partir, según sugirió Larramendi, del vasco txanda, que en efecto significa ‘turno’ en Guipúzcoa y quizá en Vizcaya (Azkue), y el adverbio txandaka ‘a turnos, por veces’ revela cierto arraigo en el idioma: está claro que txanda es diminutivo o hipocorístico de tanda, que con el mismo sentido, corre en el valle de Roncal. Pero la verdad es que apenas cabe dudar que esta palabra no es indígena en vasco: ya su escasa extensión geográfica lo sugiere, y además se ha observado con razón que no hay nombres de lugar que empiecen por T- en Navarra (B. Pottier, en Actas de la 1.ª Reunión de Toponimia Pirenaica en Jaca), así que probablemente el protovasco debía de carecer de palabras con esta inicial (en efecto llama la atención la cantidad muy preponderante de los extranjerismos en la letra T de Azkue). No creo, pues, que se trate de una palabra aborigen vasca relacionada con tanta ‘gota’ (a base de ‘un poquito’, pero quizá tanta viene, en sentido contrario, de tanda), mas quizá sí se podría suponer que el vasco tanda venga del lat. TANTUM, con la evolución de NT en nd, que es regular en vasco. La primera aparición de tanda en aragonés apoyaría incluso este punto de vista; pero no creo en él: sorprendería la muy antigua propagación a Cataluña, y el terreno de los conceptos jurídicos y abstractos no es el más apropiado para los vasquismos: es, pues, de creer que el vasco tanda sea castellanismo, aunque ya algo arraigado.
Puesto que en Cataluña es donde aparece nuestro vocablo por primera vez, hay que mirar si la fonética catalana nos señala alguna pista; ahora bien, -nd- no representa en catalán el grupo primitivo -ND- (que en catalán se reduce a -n-), y sólo puede resultar de la síncopa de una vocal entre las dos consonantes, como en venda VENDէTA, renda RENDէTA, adondar AD-DOMITARE, condor *COMITORUM, etc. Sin embargo de esta manera no se ve étimo alguno, por lo menos en latín; podríase a lo sumo imaginar un *TANTէTAS paralelo de QUANTէTAS, con el sentido de ‘una cantidad, un tanto’ (comp. la ac. de los docs. aragoneses, y la tanda de azotes), teniendo en cuenta que en bajo latín se encuentra alguna vez tantillitas en sentido análogo (S. IX, Baxter-Johnson), y el resultado fonético sería ciertamente tandes en catalán, mas para ello habría que suponer un cultismo (jurídico), de otro modo no se explicaría la conservación del nominativo, cultismo tratado según la fonética popular, lo cual constituye una contradicción flagrante. También hay que renunciar a esta idea. Y ante la dificultad de dar con un étimo latino o germánico, el grupo -nd-, que en catalán es por lo general un signo de extranjerismo, nos lleva naturalmente a sospechar una etimología arábiga.
Ahí es difícil hallar algo satisfactorio: el sistema morfológico y fonético del árabe dificulta enormemente la búsqueda etimológica en una palabra en t-. Quizá habrá que esperar a que en lo venidero a un arabista especializado se le depare la solución por una afortunada casualidad. Mientras tanto hay en este sentido algo que no carece de probabilidades. TanǷîm es el nombre de acción y abstracto correspondiente al frecuentísimo y popular verbo náǷǷam que R. Martí traduce «ordinare», que el egipcio Bocthor explica en sus varios matices por «disposer», «distribuer», «établir, régler», «ordonner», «mettre en ordre», «organiser», «rajuster», «ranger», «réformer», «régler», «régulariser», «accommoder», etc. (Dozy, Suppl. II, 688), y Beaussier dice que es en Argelia «disposer en un certain ordre, en série; composer, bien proportionner; organiser; dresser, rédiger une pièce officielle»; bastaría saber que existe este verbo para tener la seguridad de que se empleó el abstracto correspondiente tanǷîm, pero esto además nos consta especialmente, pues Beaussier lo registra con el sentido «disposition en ordre, en série; organisation», y Bocthor en el de «compassement, régularité froide et affectée». Ahora bien, la consonante Ƿ; en el vulgar de España se confundía con la d, como sabemos por lo sistemático de esta transcripción en PAlc. y en los textos astronómicos alfonsíes, así como en los arabismos hispánicos (Steiger, Contrib., 169-173), y de hecho el propio PAlc. transcribe andámt el ár. ȐanǷámt, que es otra forma del verbo en cuestión («notar en metro»). Por otra parte cuando la sílaba anterior es cerrada o larga el hispanoárabe solía trasladar a ésta el acento de la sílaba última, según es bien conocido, de suerte que es de creer que tanǷîm se pronunciara tándim en España, y puesto que este vocablo significaba ‘disposición en serie’, ‘arreglo, regulación’, era natural que el romance lo cambiara en tanda eliminando una terminación extranjera. Nótese además que la ī se pronunciaba como e en contacto con las enfáticas (V. BARRENA), y la -m final sonaba -n en el árabe de España (BDC XXIV, 28); ahora bien, el cambio del plural *tàndens en tandes era muy fácil en catalán, lengua que desde el S. XIII había empezado a vacilar entre los plurales como vèrgens, hòmens, fréixens y las formas modernas verges, homes, freixes (AILC III, 164). Según el modelo del sinónimo orde, plural órdens (con el cual se aparejaría últimamente tanda, según ocurre en el pasaje citado de Lulio), del plural *tàndens se sacaría un singular tande, femenino lo mismo que orde. Es sabido que en la mitad del territorio catalán -e y -a suenan igual, y en todo el territorio los singulares en -a hacen el plural en -es. De ahí el paso de tande a tanda, excelente comprobación de la procedencia catalana; y ahora tenemos la forma tande bien documentada en los citados documentos judeo-aragoneses del S. XIV (además de Francesc Oliver).
También apoya la idea de que el ár. vg. tánde(m) entrara por el cat. de Valencia al uso general catalán (de donde luego a Aragón y en fin a Castilla) es que en catalán y especialmente en el de Valencia está muy arraigado como término de riego y de acequiaje. Así, p. ej. en la comarca de Játiva, hablando del derecho que tienen los de Novetlè a regar parte del tiempo con aguas de la Acequia de la Vila, se dice que «es tanda del desé a l’onzé dia». Usos como éste se oyen en todas partes y constituyen, ya desde antiguo, la fraseología popular más frecuente en que se emplea la palabra tanda, como lo muestra la glosa tanda en el Vocabulista del S. XIII atribuído a R. Martí, donde aparece traduciendo al ár. dáȬla ‘turno de riego’.
El andaluz dómida ‘tanda, tonga, tongada’ [Academia falta aún en 1843], no parece tener relación con nuestra palabra7. También es posible que el valenciano tanda de moltó «despojo del carnero: el vientre, asadura, cabeza y manos» [S. XVIII, Sanelo; Escrig] sea sólo un homónimo, aunque sería posible explicarlo a base de ‘arreglo’.
DERIV.
Atandador. Entandar. Tandeo.
1 «Quando va por personas que cada uno ha de cumplir la obligación y carga que se le pone, la llamamos tanda; tanda algunas vezes significa lo mesmo que tarea, y lo que se señala de labor y trabajo en un día»; Aut. confirma a Covarr. precisando «la alternativa o turno que han de tener o cumplir muchos por obligación o por empleo» y añadiendo «lo mismo que tonga o tongada».― ↩
2 Ejs. del S. XIX en Amunátegui, BRAE VIII, 383-5.― ↩
3 N. Cl., pp. 48.16 y 140. Verdad es que las palabras per tandes no figuran en el ms. A, de fines del S. XIV, pero sí en el C, que es posterior de muy poco.― ↩
4 Nada tiene que ver con el abruzo y romano tannཙ ‘tallo’, contra lo que sospecha Rohlfs (Litbl. XLIV, 124), que quizá no entendió bien el sentido de la palabra siciliana. La del Lacio y Abruzo sugiere Rohlfs que se deba a un cruce de THALLUS con THAMNUS.― ↩
5 M. L. Wagner, Wiener Sitzungsber. CXLV, v, 66; VRom. IV, 249; Jud, ASNSL CXXII, 430.― ↩
6 Conozco dos ejs. de tando por tanto en mss. hispánicos: «ca m’atrevo tando no feyto seu» en el Canc. portugués de la Vaticana (pero tanto en el ms. Colocci-Brancuti, vid. Lang, Canc. de D. Denis, v. 1690), y «nunqua en tandos días lazró más nul christiano» en Berceo, Mil., 810c (ms. I, tantos en A). Pero en el Cancionero de la Vaticana debe de ser italianismo del copista, y el ms. I de Berceo es moderno (S. XVIII), de suerte que aquí será lapsus momentáneo ocasionado por la d de días. De todos modos costaría mucho admitir que un lat. vg. *TANDO, igual a la forma suditaliana-dalmática-rumana, haya existido en la Península Ibérica sin dejar otras huellas que éstas tan débiles y problemáticas.― ↩
7 Suponer a base de éste que tanda pueda venir del gót. TAMէDĶl> participio pasivo de TAMJAN ‘domar, sujetar’, pasando por ‘cosa obligada’, sería muy audaz y poco corriente, tanto menos cuanto que la ac. de tanda más antiguamente documentada es ‘turno, porción’ y no ‘servicio o paga forzosos’. ↩