CUÉRRAGO, santand., burg., ‘arroyo por donde corren las aguas de una balsa’, ‘acequia, cauce’, del hispano-latino C֊RRŬGUS ‘barranco por donde se echaban los detritos de las minas’, de origen prerromano.
Leite de Vasconcellos,
RL XXV, 8;
Lições de Philologia Portuguesa, 1911, 119; G. de Diego,
Contr., 54-56; M. P.,
Toponimia Prerromana Hispánica, págs. 66-67. M. P., que por primera vez llamó la atención hacia esta palabra (
Festgabe Mussafia, 390), la explicaba como derivado de
CUERNO con sufijo átono, lo cual era difícil semánticamente, pues aunque en Ribadesella (Asturias) se llame
cuerno el canal de madera que da salida al grano de la tolva sobre el agujero de la muela, esta forma es probablemente reducción fonética de
cuérna(
g)
o, con significado secundario, y en todas partes el vocablo es equivalente de ‘barranco’ o ‘acequia de molino’. El cambio de -
RR- en
-rn- es fenómeno puramente fonético del que hay bastantes ejemplos en voces prerromanas e hispanoárabes (
VRom. II, 455; también -
RR- >
-rd- o -
rl-). Sobre todo la forma etimológica con
-rr- tiene mucha mayor extensión geográfica. No sólo
cuérrago ‘arroyo por donde corren las aguas del aguatojo’ se emplea en las provincias de Burgos y Santander, y
córrigo ‘cantidad de agua que corre por las regueras en las huertas’ en Albuquerque, Extremadura (
BRAE III, 664), sino que
còrrec y
córrego son, respectivamente, las formas generales en catalán y en portugués. El primero significa ‘barranco estrecho’, por lo general sin agua, y aunque no es común en Barcelona y alrededores, se emplea en el Rosellón (Josep S. Pons,
Canta Perdiu, 56), en el Ampurdán (oído muchas veces), en Tortosa (
BDC III, 93), en la Ribera del Ebro (
BDC XIX, 121) y he notado
ascòrrec en Els Guiamets (Priorato); Verdaguer, que era de Vic, empleó el vocablo muchas veces (carece de autoridad la grafía
córrec que adoptan Moll en Alcover y Montoliu en Ag.: se pronuncia en todas partes con
o abierta). El port.
córrego es «regueiro, sulco aberto pelas águas correntes, caminho estreito entre montes ou entre muros, atalho fundo», en el Alentejo pronuncian
corgo ‘camino apartado entre montes’, Beira
corca ‘depresión natural del terreno formado por las aguas pluviales o por los carros’, ‘camino estrecho’, gall.
corgo y
corga ‘pozo o estanque para curtir lino’ (Vall., Lugris), ‘alberca, balsa, hoyo en que se recoge el agua’ (Eladio Rdz.),
corga ‘congostra, camino de carro entre muros o ribazos’ (Lugrís), ‘prado pequeño y algo pendiente’ (y otras acs. en Eladio Rdz., quien explica que en Sarria al camino por donde los peregrinos iban a Santiago dan el nombre de
corga francesa) y ya Sarm. anota
corga ‘pantano, lodazal’ (
CaG. 159
v, que no veo por qué se debería enmendar en
corgo)
; la forma más plena
córrago, con el sentido de ‘poza donde se echa el lino a curtir’ se mantiene en el NE. (Barcia, entre Lugo y Castropol, Apéndice a Eladio Rdz.); además
corguexo ‘camino estrecho’ en Láncara (Sarria) y Eladio Rdz. trae
córgamo para ‘alberca’. Se trata, pues, de un viejo vocablo común a los tres romances ibéricos, que rechazado por el latín de las ciudades hispanorromanas sobrevivió, sin embargo, en las zonas rurales de toda la faja septentrional y del Oeste. Plinio,
Nat.
Hist. XXXIII, cap. 4, advirtiendo que es término de la minería hispánica, lo define así: «flumina ad lavandum hanc ruinam...
corrugos vocant, a corrivatione credo». Claro está que no sería exclusivamente vocablo minero, sino empleado como término topográfico en general, en el sentido de ‘barranco’, ‘cauce para aguas’. Carecen de todo fundamento las etimologías hebraicas y latinas que se han buscado, pues la acentuación prueba que tenía la
U breve y por lo tanto no puede ser derivado latino de
RȢGA ‘arruga’ (de ahí la medición
CORRȢGUS que dan arbitrariamente algunos diccionarios). Será prerromano. Suele admitirse que tiene que ver con
ARRŬGIA, de sentido muy análogo (vid.
ARROYO); sin embargo, el prefijo
CO(N)- indicaría entonces un origen indoeuropeo. Ahora bien, es muy inverosímil que estos vocablos estrictamente hispánicos sean antiguas palabras latinas o itálicas emparentadas con
RȢGA (con alternancia en la vocal), como indica Walde-H.; y en el céltico tampoco parece haber algo análogo. La
A- de
ARRUGIA parece resultar de una antigua pronunciación ibérica, aunque ya figura en Plinio. ¿Serán, a pesar de todo, voces célticas o lígures, aceptadas por el ibero? Quizá, pero es dudoso, y además no es seguro que realmente exista relación entre
ARRUGIA y
CORRUGUS. De este vocablo trató últimamente V. Cocco, «Ibero-rom,
córrego,
corgo ‘vale fendido com água, regueiro, atalho fundo, etc.’» en
Biblos XXVII, 1952, 249-304 (comp. G. Bonfante,
Word IX, 184-5). Desde luego no puede ser derivado de
CURRERE, como admite Krüger,
Bibl.
RDTP IX, 1445, pues a ello se opone categóricamente la
֕ unánime del portugués, castellano y catalán (no existe un cat.
córrec, por más que lo grafíe así algún dicc.).
Corrugo [1574] es forma erudita que algunos historiadores tomaron del texto de Plinio.