CUENDA, ‘cordoncillo de hilos que recoge y divide la madeja para que no se enmarañe’, parece ser derivado de *condar, variante fonética de CONTAR, porque era costumbre poner una cuenda después de contar cien hilos.

1.ª doc.: princ. S. XV, Canc. de Baena, p. 79.

Gall. conda1. También en Nebr. («cuenda para atar: loramentum [=correa], fidicula [cuerda de tormento]»), en Sebastián de Horozco, med. S. XVI («hay hombres... que los vereis tan floxos ser, / como madexa sin cuenda»: BRAE III, 102), en Oudin, 1607 («cuenda para atar: la sentine [léase centaine] d’un escheveau»), en Covarr., etc. Éste (s. v. madexa) ya indica que es variante de cuenta, sin explicar por qué; igualmente Simonet, s. v. conchal. Creo que todo se explica tomando en consideración la denominación de la cuenda en otros idiomas: fr. centaine, cat. centener. Como explica Alcover, el centener o cuenda era un atado que se daba al final de la madeja de cien vueltas para evitar que se enredara, y para no tener que volver a empezar la cuenta; y modernamente se ha trasmitido este nombre al cordoncillo que se pasa entre los hilos de una madeja o de un urdimbre, con el mismo objeto. De una forma romance hermana del cat. centener viene el vasco ronc. txentxairu «cuenda, hilo con que se sostiene la madeja» (*txentiairu, con caída de la -N- intervocálica); para la tx-, comp. chistera y los ejs. reunidos por Michelena en BSVAP XII, 370-1. No sé que pueda documentarse la forma verbal *condar en cast., pero sí en dialectos tan afines como el gascón, donde se puede localizar en el Valle de Arán, en Dax y en las Landas (FEW II, 992a); Luchaire, Recueil (Glos.), da ejs. en documentos del siglo XIII, de Tarbes, Landas y St. Gaudens, y entre los trovadores no sólo hallamos recondar = fr. raconter en el gascón Marcabrú, h. 1150 (ZRPh. XXXVII, 451), sino también comde ‘cuenta, cálculo, apreciación’ en el auvernés Peire Cardenal, h. 1250 (Appel, Chrest., 76.63); comde en doc. real catalán de 1293 o 1294, Finke A. A. III, 20 (variante muy frecuente en rosellonés antiguo); hoy counde es bearnés, y desde ahí puede haber penetrado el vocablo en vasco: b. nav. khondu ‘cuenta’, b. nav. y labort. kondatu ‘contar’, vasco literario kondaira ‘historia’; del cast. *condar será derivado el ast. acondar «obrar con acierto, atinar; contestar a una tonada alusiva con otra» (V, G. Oliveros < *‘dar en la cuenta’, acondiar (que Rato, p. 143, relaciona con acordar [‘atinar’] y con afondar «dir al fondu col’idea»), aunque caben otras interpretaciones (cruce de estos dos verbos; hermandad con el oc. ant. aconhdar; no de ACCOMMODARE, como GdDD 67a). Comp. santand. cuentos ‘copos de lino ordinarios dispuestos para hilar’ (G. Lomas). Que tales formas pudieron existir en español se prueba por el hecho de que la síncopa de la U de COMPUTARE debió ser muy tardía, puesto que todavía hallamos cuémpetet en las Glosas de San Millán y cómpetent en un doc. aragonés de 1059. En cuanto al mozár. conchál ‘cuenda para atar’ (PAlc.), hoy qonƇal ‘madejita de hilo o seda’ en Marruecos (Lerchundi), hay dificultad fonética en explicarlo por COMPUTARE, según quiere Simonet; quizá se trate más bien de un congénere del it. acconciare, cat. ant. acunçar ‘arreglar, adornar’, lat. *COMPTIARE (REW 2107).

DERIV.

Condal ‘cuenda’ (Canc. de Baena, p. 288). Cuendos ‘bastas en colchones’ en el judeoespañol de Marruecos (BRAE XV, 52).

1 Sarm. lo da como empleado en Pontevedra en su infancia. En 1745 oye más el sinónimo costal (CaG. 103r), que no tiene etimología clara, mas parece ser debido a un cruce, quizá con un derivado del lat. COSTA o de su dimin. COSTULA, ya que éste dió costrán (vid. CUESTA), que es el nombre de un vencejo o atadijo; ese cruce de dos cuasi-sinónimos era natural, tanto más si se hubiese pasado por un intermedio *costlal. También se podría pensar en la familia de CUSTODIA (cast. dial. custiero, oc.-cat. dial. costoir, -eir ‘guardar’, FEW, s. v. Custos, etc.).