CORAZÓN, derivado del lat. COR íd.: sería primitivamente un aumentativo que aludía al gran corazón del hombre valiente y de la mujer amante.

1.ª doc.: 1100 (BHisp. LVIII, 358); Cid; el mozár. quraƇûn en un poeta † 1145, Al-And XVII, 99.

La mejor exposición del problema es todavía la que se halla en M. P., Cid, 593-4. Tenía ç sorda en la Edad Media: Cid, J. Ruiz, G. de Segovia (p. 81), APal. (596 y passim), Nebr., etc.1; y hoy en judeoespañol y en los pueblos de Salamanca y Cáceres que distinguen los dos matices consonánticos (Espinosa, Arc. Dial. 31). En mozárabe hallamos qūruǤûn como nombre de la ‘hierba del corazón’ en el anónimo de h. 1100 (Asín, p. 345), y el derivado yérba quraǤunáȳra o quraǤunêla, desde Abenɏólɏol (982) y Abenalɏazzar († 1004) (Simonet, s. v. yerba): indudablemente la Ǥ deberá entenderse como mera grafía de Ƈ = ç castellana. Por lo demás una forma semejante a la española sólo la conoce el portugués (coração); los demás romances han conservado el lat. C֊R sin otras alteraciones que las puramente fonéticas2. Pero ya en latín vulgar se hallan derivados diminutivos de COR, lo mismo que corrían AURICULA, GENUCULUM, en vez de AURIS, GENU. Así CORCŬLUMcorazoncito’ se lee en varios autores, y Petronio pone CORICILLUM en boca de Trimalción: «coricillum3 est quod hommes facit, cetera quisquilla omnia» (LXXV, 8) ‘el corazón es lo que hace los hombres: lo demás son pataratas’, contexto que nos muestra cómo el vocablo era simplemente afectivo sin matiz alguno diminutivo. No sería imposible que de aquí hubiera salido un lat. vg. *CORէCէO, -ĶNIS―por un cambio de sufijo como el que vemos en *PEDICIO, -ONIS (> pezón), en lugar de PEDICULUS o del romance *PEDICELLUS―y que de ahí procediera corazón, pues el cambio de է en a quizá no sería obstáculo insuperable4. Sin embargo es menos aventurado suponer que el vocablo recibió los dos sufijos aumentativos -ACEUM y -ONEM, por efecto del concepto medieval del corazón como sede de la valentía: recuérdese la frecuencia de locuciones como un gran corazón, una corazonada, y análogas, y piénsese bien en las frases del Poema del Cid ferir de fuertes coraçones, 718, 2508, créçem el coraçon porque estades delant, 1655 (dirigida a su mujer e hijas, al aproximarse el combate), esta última frecuente en textos de la época, según observó el maestro.

Tiktin, ASNSL CXXXIII, 120-132, desarrollando una idea de Cornu (Rom. IX, 129), cree básica para la etimología de corazón la palabra corada ‘asadura’ [Berceo, Sign. 74; Mil., 467; Alex. O, 664, 962, 2199; ast. coraes ‘las entrañas del animal’, V]―también cat. corada [S. XIII: Lulio, Blanquerna, BDLC IX, 125; Senescal d’Egipte, N. Cl., 149], oc. corada, fr. antic. y dial. corée, it. corata, it. sept. y sardo corada―y se esfuerza en demostrar que lo mismo corada que corazón son derivados del verbo CURAREcuidar’ en el sentido romance de ‘limpiar, mondar, arrebañar’ (fr. curer, cat. escurar, friul. curâ, venec. curare «sventrare [i polli, un vitello, ecc.], sbuzzare»): corazón sería un abstracto CȢRATIO, -ĶNIS, ‘acto de limpiar una res’ > ‘asadura’ > ‘corazón’, y ambos habrían tomado la o secundariamente por influjo tardío de COR. Fundamentales en esta teoría son el fr. curée ‘porción del animal que se entrega a los perros de caza’, la variante italiana curata que se halla en antiguos manuscritos y ediciones de la Divina Comedia (Inf. XXVIII, 26), y la española curazón que leemos en ciertos códices del Fuero Juzgo y en un documento de Toledo, año 12155. Pero son fundamentos endebles6: hoy todo el mundo reconoce que el fr. curée no tiene que ver con corada, como ya lo indica el alejamiento semántico7, y ya M. P. observó que la u del Fuero Juzgo se debe al dialectalismo leonés, causante de formas como nusotros, pusible, connuçemos, cumunal, custumbre, cunucidamientre, que abundan en el Fuero; tampoco el documento citado está al abrigo de la sospecha de dialectalismo, siendo toledano. Por otra parte, CORATUMentraña’ se halla ya en una tabla de execración latina (Jeanneret, 101; Niedermann, Glotta II, 52)8, de suerte que la O es antiquísima, y partiendo de la base CURATIO resulta completamente imposible explicar la ç castellana, puesto que el sufijo abstracto -azón no hubiera dejado alterar su z (demos de barato el cambio de género y el paso de u a o, para los cuales es preciso poner en juego, de todos modos, el influjo de COR). Sobre todo, no se necesita estar imbuido de preocupaciones «idealísticas» para ver lo inverosímil en grado sumo de esta evolución semántica. Que en la denominación del ‘hígado’ intervinieran factores culinarios (FICATUMpreparado con higos’) es natural tratándose de una entraña que casi sólo interesa como alimento; pero el enorme peso sentimental e ideológico que arrastra la palabra corazón no podía llevárselo un nombre anclado en el bajo piélago de la alimentación canina. Cuando entra en juego la fuerza psicológica de una palabra así, es pueril alegar que corada no puede venir de COR por ser ésta la entraña más pequeña y la de menor importancia en la curée: el que tal diga nos tienta a replicar que está tomando el punto de vista del perro antes que el del hombre. Luego corada es derivado de COR y no de CURARE, y coraçón lo es también. Esta etimología «canina» (como dice Spitzer) resurge en GdDD 1881a, quien por una verdadera aberración deriva el noble vocablo del alav. corazas ‘bofes o livianos’, el cual sería un *CORATEUM extrañamente formado (en realidad se trata de una alteración local y reciente del común corada, quizá por influjo de bazo).

La ç sorda es irregular por cierto, pero aun este sonido podrá quizá explicarse por un refuerzo de la articulación debido al énfasis con que el vocablo se pronuncia tantas veces: un paralelo curioso nos lo aporta A. Rosenblat con su observación, confirmada en fuentes diversas, de que la palabra corazón es la única que se pronuncia con z interdental en varios puntos de América (RFH II, 53-54)9.

DERIV.

Corazonada ‘impulso’, ‘presentimiento’, ‘asadura’ [Aut.]; coraznada [Covarr.]. Corazoncillo ‘hipérico (hierba)’ [Nebr.]. Corazonista. Descorazonar [S. XVII, Aut.], -ado [1528, Guevara], -amiento; antes descoraznar [h. 1280, Gral. Est. 291b21], -ado, -amiento (Nebr.).

Derivados del lat. C֊R (acus. C֊R, genit. C֊RDIS, etc.): Corada (V. arriba); es singular el derivado coradela que trae Nebr.: no existiendo el vocablo en gallegoportugués ni en occitano antiguo, siendo raro en provenzal moderno, y hallándose coradella (con ) en catalán y coratella (con t) en italiano, quizá se trate de un mozarabismo andaluz.

Coraje [J. Ruiz, 278b: corajes, en plural, ‘accesos de enojo’], tomado del fr. ant. corages ‘valentía’ (hoy courage): la ac. clásica es ‘ira, enojo’ (Cervantes, M. Alemán, y ya en A. de Morales, 1574; también Pz. de Hita, ed. Blanchard, I, 89; Vélez de Guevara, La Serrana de la Vera, v. 2155, etc., y comp. J. Ruiz, arriba)10, la etimológica ‘valentía’ se halla en Hernán Núñez (1499), en autores del S. XVII (Aut.), y hoy sigue muy viva en América (comp. «corage: animi desponsio», es decir, ‘desesperación’, en Nebrija, y vid. Baralt, s. v.); corajoso [‘valiente’, Alex. 988b], corajudo [S. XIV, BHisp. LVII, 352; S. XVII, Aut.], encorajar, corajina, encorajinarse. Acorar ‘matar, consumir’, ‘afligir’ [ej. medieval en DHist., procedente de la Mancha, Santiago de Uclés; Aut. dice que es voz del reino de Murcia], probablemente del cat. acorar íd.; comp. it. accorare, fr. écoeurer, oc. ant. acorar ‘herir (en el corazón), matar’, ‘abatir’, gall. acorar ‘afligir, acongojar’, encorado ‘abatido’11; ast. corar ‘desangrar a los cerdos y a las reses vacunas’.

Coral, gota ~ ‘epilepsia’ [1581, Fragoso, en Aut., s. v. gota]: «porque a quien primero acomete es al coraçon, le llamamos gotacoral, y mal de coraçón, y mal caduco, porque derrueca al punto de su estado al hombre a quien da» (Covarr.), se trata, pues, del corazón como sede de la fuerza vital del hombre, anulada por el mal que le hace caer sin sentidos.

Derivados cultos. Cordial [1438, Corbacho, C. C. Smith, BHisp. LXI; 1488, invent. arag., VRom. X, 135; 1555, Laguna], de cordialis ‘relativo al corazón’; cordialidad. Concordar [1240, Fuero Juzgo], vid. Cuervo, Dicc. II, 328-31, del lat. concordare íd.; concordante [Canc. de Baena: Cuervo, Dicc. II, 328], concordancia [-ança h. 1250, Setenario, fº 10 ], concordable [Arévalo, Vergel, p. 337b (Nougué, BHisp. LXVI)], concordación, concordador, concordata, concordato, concordatario, concordativo; concorde [Canc. de Baena: Cuervo, Dicc. II, 331-2] del lat. concors, -dis, íd.; concordia [Berceo], vid. Cuervo, Dicc. II, 332-3; de concuerda.

Discordar [Vidal Mayor 2.11.15; Santillana: Cuervo, Dicc. II, 1246-7], de discordare íd.; discordante [Canc. de Baena], Cuervo, Dicc. II, 1246-7; discordancia; discorde [h. 1440, A. de la Torre], Cuervo, Dicc. II, 1247-8, del lat. discors, -dis, íd.; discordia [Berceo], del lat. discordia íd. Comp. además ACORDAR I y RECORDAR.

CPT.

Cordojo anr. ‘piedad, misericordia’ [Berceo], ‘cólera’ [J. Ruiz], del lat. C֊RD֊LIUMdolor, pena’ (comp. it. cordoglio íd.), compuesto con DOLRE ‘doler’. Cultismo: cordiforme.

1 Cuervo, Disq. Filol., pp. 115 y ss., cita además los Castigos y Doctrinas que un sabio dava a sus hijas (ms. S. XV), Cortes de Burgos de 1430, y el Cavallero Zifar (h. 1300). Corazón, con z antigua, sólo se halla en el Yúçuf, ms. B, si bien con vacilaciones; pero como notó M. P., RABM XII, 119, este manuscrito, del S. XVI, confunde ya muchas veces los dos fonemas. El vocablo, según creo, no aparece en el ms. A, más antiguo. También en judeoespañol parece ser general la sorda en nuestra palabra: Benoliel, BRAE XV, 50; Wagner, Judensp. v. Konst., 105; Luria, § 18; Crews, 304; además de las fuentes citadas por M. P. Los trabajos de Leo Wiener, que anota curazón como forma balcánica, carecen de rigor filológico, como es sabido.―

2 El Levy pequeño trae un oc. ant. corasọȠ que falta en el grande y en Raynouard. Mistral registra courassoun ‘corazón’, ‘corazoncito’, documentándolo en La Bellaudière (Alpes Marítimos, S. XVI) y en el marsellés Toussaint Gros (S. XVIII), y la variante coursou en el languedociano Floret, de Agde. Achard (1785) también trae un marsellés courassoun ‘corazoncito’. En cuanto a Rouergue courassou, significa ‘acidez de estómago’ (Vayssier) y claro que es un compuesto comparable al cat. coragror íd. (BDLC X, 367), seguramente formado con ACIDUS y -ĶREM. Como lo normal en todas las hablas de Oc es cor, y el tipo corazón es totalmente ajeno al gascón y al catalán, hemos de creer que se trata de un castellanismo afectivo entrado por el puerto de Marsella (comp. allí mismo cabesso ‘cabeza’).―

3 Todos los editores corrigen esta forma en corcillum, basándose en corculum, pero el caso es que en el único manuscrito existente de la Cena Trimalchionis se lee coricillum, y esta forma, modelada según oricilla ‘orejita’, verticillus, etc., me parece posible en latín vulgar.―

4 Al fijarse el valor aumentativo en el sufijo -ón español, este nuevo valor pudo determinar el que el sufijo aumentativo -ACEUS influyera sobre la sílaba anterior. O se podría poner en relación a la a con la sordez irregular de la ç y explicar ambos pormenores por una misma causa: sea partiendo de *corçón con síncopa ya en latín vulgar, y anaptixis en romance, sea admitiendo una contaminación, aunque no creo pudiera ser la de coraça, port. coiraça, pues esta voz no se halla antes de J. Ruiz y se ha sospechado (justamente a causa de la ç) que sea galicismo o provenzalismo.―

5 M. P., D. L. 273.2. Para la cuestión de la z o ç estas grafías, carecen de valor por demasiado arcaicas, anteriores a la fijación de una distinción gráfica entre los dos matices consonánticos. El documento toledano contiene muchas confusiones de este tipo: fuerza, rezebimos, plaçiendo; y hay más en el Fuero Juzgo. En ese mismo texto Fernández Llera pone de relieve un ej. de corazón que a su entender significaría ‘curación’, pero como él mismo nos advierte que está traduciendo el lat. occasio y que otros dos códices traen en su lugar razón o condición, su parecer no puede aceptarse: se tratará de una mezcla entre estos dos vocablos.―

6 Véanse también las reservas de A. Castro, RFE III, 89-90.―

7 Curée no aparece hasta el S. XV, mientras que cuiriee se documenta desde el XII, y los textos confirman indiscutiblemente que se le dió el nombre porque la cuiriee se entregaba a los perros sobre el cuir o piel de la res desollada; vid. Bloch, s. v. cuir.―

8 No veo necesidad de admitir que CORATUM se modelase según FICATUMhígado’. Se trata sencillamente de un colectivo, equivalente de ‘el corazón y todo lo demás análogo’, es decir, ‘las entrañas’.―

9 Diez, Wb., p. 441, veía en el deseo de evitar la homonimia con cuero ‘piel’ el motivo de la desaparición de cuer C֊R, todavía empleado, como es sabido, en el Cid, Berceo, Apol., Alex. y otros textos del S. XIII. Pero la desemejanza entre cor y coiro, demasiado grande en portugués, que también dió preferencia a coração, no confirma la idea: a esa cuenta el francés antiguo, con su cuer y cuir, hubiera debido buscar un remedio parecido.―

10 El port. coragem es sólo ‘valentía’, pero en gallego hay carraxe f. ‘ira, cólera’: «volvíame tolo de carraxe», «os ollos brilábanlle de carraxe», Castelao 197.9, 216.17, 221.2, 27.28; y Vall., Lugrís, DAcG. El cambio de cor- en carr- se debe al influjo de carregar ‘volver sombrío el rostro, torvo, triste’ (CARGAR) y de carranca ‘ceño’, carrancudo (vid. CARLANCA).―

11 Ambos en el DAcG.; el segundo como propio de Bergantiños (montes sobre la Coruña); aunque olvidado de los demás diccionarios, lo emplean muchos escritores de más al Sur, como Castelao: «fiquei un poco encorado polo medo», «fican encorados pola sorpresa», «deixoume encorado» 173.3, 71.21, 48.16, 54.24.