CIERNE, ‘el fruto en formación, principalmente en la vid y en los cereales’, origen incierto, probablemente de cerner en el sentido de ‘lanzar las plantas el polen fecundante’, por comparación del polen con el polvillo que cae del cedazo al cerner; se emplea hoy sobre todo en la locución figurada en cierne o en ciernes ‘en formación, en embrión’.
1.ª doc.: 1513, G. A. de Herrera.
Bien deslindados así los hechos, no hay inconvenientes insuperables en mantener la etimología tradicional, mirando cierne como postverbal de cerner, en el sentido indicado, tal como lo hallamos documentado en Fz. de Oviedo («de la manera como la viña produce la uva, es a saber en el principio quando çierne, assí en estas ostias... comiençan las perlas») y corroborado por G. A. de Herrera y Covarrubias (DHist., 8)2; este uso intransitivo se explica fácilmente, a partir del transitivo de cerner ‘separar el grano de su polvillo dejando caer éste a través del cedazo’: se dijo también en el sentido de ‘espolvorear, cubrir (algo) de polvillo’ [DHist. 4: 1599], y así como desde aquí pasó el verbo a aplicarse a la idea de ‘llover suave y menudo’ [Acad., 1783; cernidillo ‘llovizna’], también se extendió al polen fecundante que se esparce desde las flores. La mejor prueba de este origen, es que en gallego se dice farnar por ‘fecundarse los cereales y las uvas por medio de los estambres’ y farna es la época y acto de esta fecundación, palabras que G. de Diego derivó oportuna e indiscutiblemente de FARզNA, por medio de un verbo far(i)nar ‘volar por el aire como harina’ (RFE VII, 143)3. Que cerner pudo formar un derivado, el cierne o la cierne, está claro, a pesar de las dudas del Sr. Casares, si tenemos en cuenta las creces4; y la variante cierna comprueba el carácter postverbal del vocablo.
J. Casares creyó que cierne viene del alem. kern ‘núcleo’, de donde A. Thomas derivaba el fr. cerneau ‘nuez con su cascara’, ‘el núcleo de la nuez’. Para ello se fundaba en dos premisas, cuya inexactitud he indicado: la inexistencia de postverbales femeninos en -e de la segunda conjugación, y el significado del vocablo, que según él no se referiría nunca a la flor y sí sólo al grano o fruto en embrión. M. P. y A. Castro pusieron grave reparo a su etimología germánica, observando el primero que el verbo cerner, por su terminación, no puede derivar de un sustantivo; mientras que el segundo, después de recordar que es improbable la etimología de A. Thomas (en el FEW II, 699b, se parte del fr. cerner ‘sacar a las nueces su cascara verde’ CIRCINARE), opinaba que no hay forma germánica que pueda explicar fonéticamente cierne. En verdad, al a. alem. ant. kërno, escand. ant. kjarni, germ. común *kërnan-, correspondería en gótico *KAÍRNA m. ‘grano’ (genitivo *kaírnins, pron. kĕrna, kĕrnins), cuya existencia junto a kaúrn ‘grano’, no es imposible, puesto que también en alemán alternan las dos formas kern y korn con los mismos significados distintos y con vocalismo apofónico heredado del indoeuropeo; no habría dificultad en que el KĔ gótico diera cie castellano, y tampoco el verbo cerner constituiría obstáculo insuperable, pues un germ. *KIRNJAN está documentado por el ingl. churn, alem. kernen5, y una forma gótica correspondiente *KAÍRNJAN habría dado cernir ‘granar’, junto al cual pudo crearse cerner, gracias a la coexistencia de estas dos formas cuando el verbo significa ‘pasar por un cedazo’ (< CĔRNĔRE)6. Pero siempre queda el obstáculo de que la terminación de cierne no corresponde a la del supuesto *KAÍRNA, y la etimología romance es decididamente preferible a este inseguro andamiaje germánico.
Don Julio Casares, sin entrar en estas cuestiones que suscita la exacta formulación de su étimo, trató, sin embargo, de darle un apoyo romance cuya fuerza no quiero negar. Se trata del port. cerne ‘corazón del árbol’, es decir la parte dura e interior del leño en oposición a la albura [Lopes de Castanheda, † 1558; también en Garcia da Orta, 1563, en JoƟo dos Santos, 1609, etc.]7. Es argumento aparentemente muy fuerte para probar que el significado fundamental de cierne y del port. cerne es ‘núcleo’, pero existen varias posibilidades para explicar la voz portuguesa, sea como palabra del todo independiente de la castellana, de cuyo significado difiere considerablemente8 sea como desarrollo semántico secundario de la misma9.
DERIV.
Gall. cernello (CaG. A14r), que quizá deriva de nuestro vocablo en la ac. etim. de ‘fruto en formación’10.
1 Por lo demás, lo común desde el S. XVI, es la locución adverbial en cierne, donde el género queda sin precisar. Es inexacta la definición que da a cierna la Acad. en sus últimas ediciones, como si se tratara de palabra diferente de cierne.― ↩
2 Hoy cirnir es vivo con el mismo sentido en Salamanca (Lamano).― ↩
3 Hasta ahora se daban explicaciones menos satisfactorias. Covarr.: «cerner las vides: empeçar a mostrar el fruto en flor, y porque parece con lo blanco haber cernido sobre ellas harina, se dice estar en cierne». Cuervo: «de caer y cernerse el polen que ha de fecundar el trigo o la vid, se dice que éstos ciernen cuando están en flor».― ↩
4 En el habla rural argentina, y especialmente en San Luis, se emplea la crece en singular para la ‘crecida o avenida de un río u otra corriente’.― ↩
5 El significado es ‘hacer mantequilla’, derivado del alem. dial. kern, isl. kjarna, ‘nata de leche’. Pero como explican Kluge-Götze, esta ac. procede de la de ‘núcleo, sustancia fundamental’, de suerte que el gótico hubiera podido, en rigor, conservar el sentido etimológico en *KAÍRNJAN ‘formar el núcleo o grano’. Adviértase, con todo, lo hipotético de la combinación.― ↩
6 Cernir CERNERE existe en Salamanca, es general en la Argentina, etc.― ↩
7 También lo empleó en su castellano el portugués Cristóbal de Acosta (1578) explicando «es el ojo de dentro». Gall. cerna íd. (vid. Vall.; «la parte más dura del tronco de un árbol» Lugrís), o más bien cerne m. (‘la parte leñosa entre la corteza y la médula’ Carré), ‘el corazón, el núcleo de otras cosas’ (Castelao «o cerne mesmo desa forza creadora», «entrar no cerne do libro» 90.8, 117. 27), de donde gall. orient. cernudo «(persona o animal) recio y vigoroso, duro como la cerna» recogido en Barcia para dicho apéndice, por Otero; recuérdese el apellido Cernuda y el muy repetido nombre de aldea gallega Cernadas: una era quinta de recreo de los benedictinos a dos leguas de Santiago en 1745 (Pensado, CaG. p. 32); hay tres en torno a esa ciudad en las varias direcciones e incontables más distantes; Cernadilla de Sanabria está ya fuera del dominio gallego. Ast. occid. cerno ‘corazón de roble, madera durísima’ (Acevedo-F., 1932; en Acad. 1925 como asturiano en general, pero es muy posible que se sacara de los materiales de Acevedo-F., recogidos ya entonces desde muchos años). Terr. da como castellano cierno «lo mismo que meollo, en los árboles o madera». También en el Uruguay se usa cerno por ‘corazón, nudo de árbol’ (Malaret, Supl.). Si sólo corre allí y en la Arg. deberemos mirarlo como brasileñismo; si tiene mayor extensión (el Sr. Casares habla de un americano cerne sin citar fuente) podría ser leonesismo. Moraes explica que estar no cerne se dice «do anciƟo de velhice verde, e robusta, que está para durar». De ahí el canario zerne, adj. de una terminación, ‘sólido’, aplicado a maderas (BRAE VII, 334; de donde pasaría a la Acad., que lo da sin restricción geográfica), y el port. dial. incerne (< em cerne) ‘cuidadoso’ (muito cerne no trabalho, en Serpa, a la izquierda del Guadiana: RL II, 44).― ↩
8 Podría ser que viniera realmente del gótico o de la forma sueba correspondiente, puesto que el suebo era próximo pariente del alto alemán, donde la palabra es bien conocida. *KAÍRNA pudo latinizarse en *CĔRNUS, por ser masculino, o en *CĔRNA al predominar la terminación; entonces cerne ‘corazón’ se debería a influjo de cierne ‘embrión del fruto’, derivado de CERNERE. La etimología que han dado M-L. (REW, 1941) y otros ―lat. CէRCէNARE ‘podar’, ‘cortar en redondo’― no me satisface. Debería partirse del verbo cernar ‘cortar un árbol hasta el corazón’ (Fig., Viterbo, sin autoridades; pero Moraes, que cita algunas, difíciles de fechar, aunque una no es posterior al S. XVII, da una definición diferente ‘cortar el corazón de los árboles’); esto podría apoyarse, hasta cierto punto, en la explicación de Acevedo «para formar el cerno se cortan todas las ramas del roble y se le desnuda totalmente, dejándole algún año en pie». Pero, ¿cómo se explicaría fonéticamente? Para traerlo del francés hay dificultades cronológicas y semánticas, pues el fr. cerne CէRCէNUS en la ac. ‘círculo concéntrico en el corte horizontal de un tronco de árbol’ sólo se halla desde 1832 (FEW II, 701a), y el fr. cerner no tiene significados correspondientes a la voz portuguesa (los más próximos son ‘hacer una incisión alrededor de un tronco para detener la savia’, S. XIII, y ‘hacer un foso alrededor de las raíces de un árbol’ [1680, FEW II, 700a]). Por el tipo general del significado, es más probable que sea palabra portuguesa autóctona, pero entonces es muy difícil explicar por CIRCINARE, que en realidad ha dado port. cercear; la síncopa en una voz de este tipo sería muy sorprendente en el idioma vecino, más conservador de las vocales internas qué el castellano, cuando se encuentran ante N: alumiar, nomear, semear, lumiar, cadeado, rédeas, lêndea, fémea, seródio, frêixeo, códea se oponen allí, respectivamente, a los cast. alumbrar, nombrar, sembrar, umbral, candado, riendas, liendre, hembra, serondo, fresno, cat. cotna; casos de síncopa portuguesa, como arneiro, graznar, rebuznar, tiznar, asno, son más raros, y aun suponiendo que todos sean autóctonos, presentan grupos consonánticos mucho más simples que el de CIRCINARE. Nos asegura A. Otero que ha oído un gall. sept. cerceno en un pueblo junto a Ortigueira (Apéndice a Eladio Rdz.) en el sentido de «flor masculina del maíz» (y Dios me libre de ponerlo en duda), pero a fuerza de probar tanto en pro de la etimología CIRCINARE de cierne, no prueba nada en gallego: ¿estamos o no en que hay leyes fonéticas? La -N- hubiera caído allí. Eso tiene que venir de una metátesis de *cerner, tal vez provocada, con su cercenar, por gallegos acastellanados. Esta etimología debe descartarse.― ↩
9 Esto parece más difícil. Y, sin embargo, en realidad lo creo muy posible. Hace tiempo que estoy convencido de que HÁMAGO, port. âmego ‘corazón de árbol’, no es otra cosa que el cat. àmec, àme(t), ‘polen que las abejas almacenan en sus colmenas’, y de que todos juntos vienen del lat. vg. AMէDUM, clás. AMYLUM, ‘almidón’; V. el artículo correspondiente. En ambos casos se pasaría del polen de las flores a otros elementos interiores del vegetal, como el corazón del tronco; ayudaría el gran número de plantas que tiene en su interior una sustancia lechosa o amilácea. De todas maneras, la equivalencia entre port. âmego y cerne está probada por dos declaraciones categóricas: «o áloes é o âmago ou cerne» (Castanheda), «nƟo cheira bem senƟo o seu âmago [del lignáloes] a que chamam os Portugueses cerne» (Garcia da Orta, vid. cita en C. Michaëlis, RL XIII, 249n.1). En vista de la terminación vacilante de la forma gallegoportuguesa y leonesa cerne ~ cerna ~ cerno para ‘corazón de árbol’, dudo mucho del origen germánico y me inclino por la formación postverbal. En cuanto a Viana-do-Castelo cernêlho ‘columna vertebral’, port. común cernelha, van más bien con CERNEJA (véase); miñoto cerno ‘espinazo’ será derivado de cernelho, cernelha.― ↩
10 Lo da Sarm. al fin de una lista de nombres de variedades de ciruela usuales en Pontevedra, con la ambigua glosa «Cernellos. Los cuernecitos» (falta en los diccionarios gallegos). Según el Apéndice a Eladio Rdz. (cuyos datos en la zona lucense suelen proceder de R. Piñeiro, sabio observador), hay gall. dial. cernar = resoplar en Láncara, = demoucar en Queiroga y ‘podar los árboles’ en Lugo y Lemos. ↩