CIENO, del lat. CAENUMfango, cieno’.

1.ª doc.: 1490, Celestina, ed. 1902, 170.12; APal. 70b; Nebr.

Conservado únicamente en castellano (el port. ceno es cultismo)1. La voz latina tenía diptongo AE y no OE o , como a menudo se escribe, pues el tribuno Druso jugaba con esta palabra y caelum, y así escriben los mejores manuscritos (p. ej. el Ambrosiano de Plauto: ALLG XIII, 168n.).

DERIV.

Cenoso ant. (SS. XV-XVI: DHist.) o cienoso; la forma común es cenagoso. Esta palabra se halla ya en APal. (15b, 15d; «alluvies es logar cenagoso», «alutes son logares cenagosos»; también en G. A. de Herrera, A. de Guevara, etc.); como el verbo encenagar [encenegar, 1417, E. de Villena, según ed. de 1499; encenagar, h. 1440, A. de la Torre; íd., h. 1460, Crón. de Á. de Luna, según ediciones de 1526 y 1546; en 1601 un literato granadino considera ençenegar como propio de Castilla frente a encenagar de Andalucía, BRAE XXXIV, 370] es de fecha aún más antigua, no es inverosímil la conjetura de Storm y Cuervo (Ap., § 803; Obr. Inéd., 184-5), de que de este verbo, y, al mismo tiempo de aquel adjetivo, salieran por derivación regresiva ciénaga [ciénega, 15252; ciénaga, 1578, Ercilla; pero según indicó Cuervo, las ediciones cambian muchas veces la e postónica en a] y ciénago [S. XVII: Colmenares; hoy usual en Salamanca, Ciudad Rodrigo ―M. P., Festgabe Mussafia, 390―, en Mendoza, Arg., etc.], pues las formaciones *CAENէCĶSUS, *INCAENէCARE, aunque no documentadas en latín, cuentan con muchas analogías en latín vulgar (PETRICOSUS, ALBICARE, etc.); por otra parte, también es posible un derivado directo de cieno con el sufijo átono ?aga, ?ega, según prefiere M. P., comp. luciérnaga (~ luciérnega), y téngase en cuenta que las formas cenadal (empleada ésta por Gordonio ―h. 1500― y Laguna, y registrada junto con cenedal en C. de las Casas, 1570) y encenadar («oblimare», en Nebr., pero encenagamiento), parecen indicar la existencia previa de un *ciénada, con la alternancia entre sufijos átonos de consonantes diferentes, que he anotado s. v. CÁRCAVA. En definitiva, el problema queda indeciso mientras no se logre nivelar la diferencia cronológica de un siglo entre los primeros testimonios de ciénega, -aga, y los de encenagar, que aboga en favor de la tesis de Cuervo, muy verosímil; por lo demás, conviene no exagerar la importancia de estas fechas, pues la de cieno, no anterior a 1490, a pesar de ser palabra que debió emplearse ininterrumpidamente desde el latín, es buena prueba de lo incompleto de las fuentes a nuestro alcance; y tampoco podemos contentarnos a ciegas con la fórmula del sufijo átono, cuando se hallan cada vez más casos en que está probado el carácter secundario de la a de estos sufijos (V. CARÁMBANO, AMIÉSGADO, CÁRCAVA, CERNÍCALO). Del mismo radical, además, cenagal [1529; cenegal, 1589: DHist.; y en Oudin y Franciosini], y el diminutivo cenegueta en el Inca Garcilaso3.

1 En el Alto Aragón cien significa ‘retrete’ (Ansó: RLiR XI, 86), pero no creo que venga de CAENUM, sino de la costumbre de pintar el número 100 en los retretes, practicada asimismo en Cataluña, donde también se ha dicho anar al n.º 100, anar al cent.―

2 Hoy ciénega es la forma vulgar en toda América: BDHA I, 86-87n.―

3 Acerca de ciénaga y afines V. el reciente acopio de materiales por Malkiel, Language XXV, 156-9, que no altera los términos del problema. No apareciendo documentación que altere sustancialmente los datos del problema, al pasar los años, la tesis de Cuervo parece en conjunto algo más probable.