CERNÍCALO, del lat. CERNէCŬLUMcriba, cedazo’, por comparación del ave cuando se cierne en el aire con el movimiento balanceante de un cedazo; tomado por vía culta o más bien mozárabe.

1.ª doc.: cerniclo, Valladolid, 1243 (M. P., D. L. 227.19); cernícalo, S. XIV, Castigos de D. Sancho; Nebr.; Cej. IX, § 203.

Existen todavía otras formas arcaicas: cerrenícolo1, en Elena y María: RFE I, 65-66; cernígolo, en el Espéculo atribuído a Alfonso el Sabio (RFE VIII, 350); cernícolos y cernícoles, en Juan Manuel (Libro del Caball., 504); cerrenícalo, en López de Ayala (Aves, 155); hoy dialectalmente, cerranícale en Salamanca (Lamano), cerramícalo entre los charros de los alrededores de esta ciudad (Araujo, Est. de Fon. Kast., p. 16), Mérida cerremicle, zurrumicle (Zamora V.), sorromícalo en otras partes (C. Michaëlis). Como indicaron M. P. (Festgabe Mussafia, 393-4) y M-L. (RFE X, 395-6), hay un buen número de nombres del cernícalo, y de otras aves parecidas, que las comparan con una criba o cedazo: ast. peñerín, peñerina, port. peneireiro, derivados de peneirar (ast. peñerar) ‘cerner’, mozár. ġarbâl ‘azor’ (R. Martí), Niza escriveu ‘gavilán’, it. dial. crivello ‘especie de halcón’, todos ellos procedentes de CRIBELLUMcriba’, Valtournanche kröblo ‘especie de halcón’ CRIBRUM, alem. wannenweihe íd. (compuesto de wanne ‘bieldo’), fr. vanneau ‘avefría’2 (derivado de van ‘bieldo’).

La comparación se basa en el vuelo pausado y oscilante del cernícalo cuando busca su presa. M. P. creía que cernícalo deriva de cernerse ‘balancearse’, con el elemento sufijado -ic-, como en lloriquear, y el sufijo átono romance -´alo ; pero el citado -ic- es principalmente verbal, y la variante cernígolo demuestra que aquí tenemos otra cosa; por lo tanto, debemos dar la razón, a M-L., que identifica nuestro vocablo con el lat. de glosas CERNէCŬLUMcedazo’, conservado en su sentido propio por varios dialectos italianos; aunque el citado etimologista no logre explicar satisfactoriamente el aspecto semántico3. Fonéticamente, esta etimología presenta, sin embargo, importantes dificultades por el tratamiento de la terminación, que hubiera debido dar -ejo en castellano.

Admite M-L. que es cultismo inventado por los latinistas de conventos y escuelas. Pero esto es muy extraño, tratándose de una ave que interesa a la gente del campo y no a los eruditos, y hay una flagrante contradicción entre este supuesto carácter culto y la procedencia de la voz CERNICULUM, ajena al latín clásico y propia de glosas y de los dialectos vulgares. Siendo rasgos mozárabes, tanto la conservación de las oclusivas sordas intervocálicas como la de la է breve latina (vid. RPhCal. I, 89, n. 23), y también la pérdida de la -o en la forma de Juan Manuel y de Salamanca, hay fuerte presunción en favor de un dialectalismo de esta procedencia. El cambio de -´olo en -´alo es fenómeno frecuente (vid. CARÁMBANO), y tenemos un caso enteramente paralelo en un vocablo bien conocido como mozárabe, piztícal, que según indicó Simonet procede de *PէSTէCŬLUM4. Para el origen mozárabe, la única dificultad es de poca monta: la ausencia de testimonios de esta procedencia y la antigüedad de los testimonios castellanos; pues si bien es cierto que Ce da, por lo común, ch en mozárabe, no faltan casos indudables de ç, como CENACHO.

Schuchardt, ZRPh. XXXV, 738, relacionaba con el gr. κέρχνƓ, gr. mod. κιρκινέλι. ‘especie de halcón’, que por influjo de korydălos ‘especie de alondra’, se convertiría en *cerchinălus y luego *cernichălus, proceso complicado e inverosímil.

Es curioso que el vocablo castellano reaparezca en bretón, donde por lo demás kernigel f. designa una zancuda, el «vanneau» (‘tringa vanellus’ y ‘charadrius spinosus’): así como el nombre francés es derivado de van ‘harnero, criba’ el nombre bretón ha de ser préstamo del lat. cerniculum, como el castellano; los celtistas deberán revisar la etimología de este vocablo, que Loth y V. Henry quieren derivar de un *CORNICILLAcorneja’, pero como indica M-L. (REW 1833) no es verosímil separarlo de nuestro cernícalo (aunque se cite una variante bret. kornigell, y galés cornicell «pluvier»)5.

1 Se lee solamente c y nícolo, pero queda hueco en medio para cuatro letras.―

2 Vid. Brüch en ZFSL LVI y Spitzer ibíd. LVIII.―

3 Para éste, vid. Riegler, Misc. Schuchardt, 1922, p. 3.―

4 Rosal (1601) nos informa de que los disfrazados que seguían a las procesiones, llamados zaharrones en otras partes, en Zamora se llamaban en su tiempo diablícalos (cita de M. P., Poesía Jugl., p. 27). Claro que aquí tenemos un diminutivo culto DIABOL-ICULUSdiablito’, pero el cultismo no puede extrañar tratándose de comparsas de procesiones.―

5 No sé cómo se explica la ac. jergal ‘manto’ que Juan Hidalgo (1609) da a cernícalo (RH XIII, 47). La de ‘borrachera’ (Terr.) se comprende fácilmente partiendo de ésta, o bien desde el nombre del ave, sea directamente, o por medio de la de ‘hombre ignorante y rudo’, pero si bien es frecuente llamar mantos o mantillas a las borracheras (cat. mantellina, paperina), no sería normal llegar a ‘manto’, por el camino inverso: aunque en un término jergal, todos los escamoteos semánticos son posibles. Las formas antiguas y dialectales en cerre- o cerra-, quizá se expliquen por una mera anaptixis, con refuerzo de la articulación de la r implosiva, siempre más larga que la intervocálica (comp. salm. morreciégano ‘murciélago’); pudo ayudar el jergal cerra ‘mano’ [h. 1500] < fr. serre ‘garra’. C. Michaëlis, Misc. Caix-Canello, 123-4, quería identificar con cernícalo la palabra ceñiglo empleada por Juan Ruiz, suponiéndola errata por *cerniglo, pero después se ha visto que los tres manuscritos coinciden en este punto y que hay posibilidad de explicar ceñiglo de otro modo (V. CENIZO).