CAPRICHO, del it. capriccio ant. ‘horripilación, escalofrío’, mod. ‘idea nueva y extraña en una obra de arte’, ‘antojo, capricho’, y éste del antiguo caporiccio contracción de capo ‘cabeza’ y el adjetivo riccio (del mismo origen y significado que el cast. erizado).
Comp. Terlingen, 103, 346-7. Probablemente entró con la ac. artística [1633]; en el primer ej. significa ya ‘idea fantástica’; desde el mundo de las artes el nuevo vocablo se extendería acabando por imponerse en el terreno general y hacerse más frecuente que el antiguo
antojo. Del origen de la voz italiana trataron J. Pascal,
Studi Romanzi VII, 210 ss., y Salvioni,
Giorn.
Stor.
della Lett.
It. XXVII, 207, sosteniendo que se trataba de un derivado de
capo ‘cabeza’, o de su plural dialectal
capora, por un fenómeno morfológico semejante al estudiado en
CAPORAL, y al que presentan los derivados italianos
caporione ‘jefe’,
caporiello,
caperozzolo ‘tetilla’; admitieron esta idea M-L. (
KJRPh. IV, 155, y
REW 1669), Wartburg (
FEW II, 344) y otros. Pero justamente estos otros ejs. muestran que
caporiccio no se hubiera sincopado en
capriccio, a no ser que hubiera causas especiales. Por lo tanto Salvioni rectificó posteriormente (
Arch.
Stor.
Sardo, V, n.° 78 de su artículo) admitiendo que
capriccio era derivado de
capra ‘cabra’, por el carácter antojadizo de este animal, y comparando con los derivados de
VERRES ‘verraco’ que cito en
BIRRIA. Bloch
1 y Migliorini, recogiendo una idea de Tommaseo, parten de
capo riccio ‘cabeza erizada’, cambiado más tarde en
capriccio por influjo de
capra. En vista de la documentación aducida por este diccionario italiano, la idea me parece asegurada. En el sentido de ‘antojo’ o matices análogos,
capriccio aparece en la segunda mitad del S. XVI (Cellini, Cecchi), mientras que la ac. anticuada ‘horripilación causada por el miedo, escalofrío de horror’ aparece ya en el S. XIII (Bono Giamboni, trad. de Orosio), en Firenzuola, principio del S. XVI, y en textos intermedios. Es más, el comentador de Dante Francesco da Buti (Pisa, 1385) emplea la forma
caporiccio en el mismo sentido y
caporicciare en el de ‘horrorizarse’,
capuriccio sigue empleándose en Perusa (
REW), y en el propio Dante hallamos
raccapricciare en el sentido, hoy todavía conservado, de ‘horrorizar’ (
Inferno XIV, 78).
Riccio, adj., significa hoy sobre todo ‘rizado, crespo’, pero
arricciarsi tiene bien vivo el sentido de ‘erizarse’. La evolución semántica seria ‘horripilación’ > ‘impresión súbita’, ‘ocurrencia extraña de un artista’ (ya en el Vasari, † 1574) > ‘antojo’.