CALAÑA, ‘índole’, del antiguo calaño ‘semejante’, que venía de *cualaño, relacionado con CUAL y quizá mero derivado de esta palabra.

1.ª doc.: princ. S. XV, Canc. de Baena.

Calaño es frecuente en textos del S. XIII (Berceo, Mil. 159, 609, 700; S. Dom. 56, 273; Alex., p 903d; Apol. 259d; Coplas de Yoçef, ed. Gz. Llubera, 285). El paso al sustantivo era fácil en frases como la del Apolonio: «Diole muchas parteras, mas una mejorada, / que en el reyno todo non avié su calanya». Consideran derivado de QUALIS, M. P., Manual de Gram. Hist., § 39.4 (*QUALANIA), y M-L., REW 6927. No sería éste el único caso español de un derivado en -ANEUS o -año procedente de otro adjetivo: travesaño, ermitaño (peldaño no viene de PEDȢLIS), aunque ninguno de estos casos es bien igual1. Cornu, Rom. XIII, 298, piensa que se trata del adjetivo TAMAÑO cruzado con CUAL; sería concebible, en efecto, que se creara un correlativo a tamaño, y también al antiguo cuamaño (port. camanho), con el radical de cual, en frases como cuamaño lo quiere, *cualaño lo tendrá, o que en una frase del tipo de no es tamaño cual lo quiere, se cambiara cual en *cualaño como eco de tamaño. Pero lo más probable es que se derivara *cualaño de cual como pareja de cuamaño, interpretado popularmente como un mero derivado de QUAM, cast. cuan (grande) con un sufijo -año; posteriormente se reduciría *cualaño a calaño como cualidad a calidad.

Hoy en día se emplea calaña sobre todo con valor desfavorable («de las maximotas de... Fray Prudencio, ni de las de otros de su calaña» P. Isla; «dónde has visto pasiones de esa calaña» Moratín; «muchos electores hay de esta calaña» Bretón de los Herreros), se comprende por consiguiente que se llamara abanico de calaña al ordinario [González del Castillo, † 1800]; es inexacto, a juzgar por los ejs. del DHist., que calaña por sí solo signifique ‘abanico’, según dice la Acad.

1 Y. Malkiel, Philol. Q. XXVII, 112-122, introduce una variante en esta etimología suponiendo que en lugar de QUALIS sería derivado de AEQUALIS. No veo ventaja semántica en el cambio, pues en una frase como la de Mil. 159b era fácil pasar de una construcción «las mañas de la Madre son bien quales (o calañas) las del que parió» a la construcción existente «calañas con las del que parió». Desde el momento en que, perdida fonéticamente la u, quedaba calaño desconectado del relativo, se sentiría la necesidad de unirlo por medio de una preposición. En cambio, la conservación de la sorda c obligaría a suponer que *AEQUALANEUS se redujo a *QUALANEUS ya en la época romana, y a atribuir, por lo tanto, a una palabra documentada en un solo romance una antigüedad inverosímil.