BRONCE, tomado del it. brónżo íd., por vía de otro romance, seguramente el catalán; el origen de esta voz italiana es incierto, probablemente del lat. AES BRŬNDŬSIbronce de Bríndisi’, famoso por el que se hacía en esta ciudad de Italia.

1.ª doc.: 1522, bronce; 1534, 1566 en el tudelano Arbolanche, 83v6, bronzo.

En Italia ya aparece en el S. XIV (b. lat. brondum en Verona: Mem. della R. Accad. delle Sci. di Torino, 2.ª s., t. LI, comp. AGI XVI, 290-1). La -e indica que el castellano debió tomar el vocablo del catalán (documentado aquí desde 1543), teniendo en cuenta que el primero que lo emplea es Boscán, o bien del francés [1511]. En cuanto al origen remoto, deberá seguramente abandonarse la derivación del persa birinǤ ‘cobre’, en vista de la dificultad fonética1. Berthelot, Journ. des Savants, 1888, 675-8 (comp. Rom. XVIII, 190), llamó la atención sobre el b. gr. βροντƲσιον, que en un manuscrito alquímico del S. XI aparece inequívoca y repetidamente como nombre del bronce (según Berthelot el original pertenecía quizá al S. VIII o IX); y fundándose en él propaso derivar del lat. aes Brŭndŭsī ‘bronce o cobre de Bríndisi’, ciudad que ya era famosa por este metal en tiempo de Plinio (aes Brundusinum o Brundisiacum); comp. aes Cyprium ‘cobre de Chipre’, que ha dado nuestro COBRE. Hay cierta dificultad por el hecho de que ninguno de los nombres medievales de la ciudad en cuestión representa el vocalismo Brundusium, sino sólo Brindisium (it. Brìndisi, cast. ant. Bríndez, fr. ant. Brendis, b. gr. βρεντƲσιον, βρενƌέσιον). Sin embargo no veo gran dificultad en admitir que en este caso se conservó tradicionalmente la forma clásica. Por otra parte merece atención la sugestión de Spitzer (BDC XI, 119; ZRPh. XLVIII, 95), que cree se trata de una denominación onomatopéyica, fundada en el sonido que el «sonoroso bronce» produce al golpearlo: entonces el prov. brounzi «zumbar como una piedra lanzada con honda», cat. brunzir ‘zumbar’ (cuya antigüedad se ve por la forma del presente fuerte brunz), balear bronzo ‘honda’ (nótese la identidad con bronce), en lugar de venir de bronce por comparación con dicho sonido (como admite el FEW I, 373b, en cuanto al primero), serían onomatopeyas paralelas2; comp. el ingl. brass ‘bronce’, que creo derivado de la raíz del b. alem. med. brassen ‘hacer ruido’ (vid. BRASA). Sin embargo, en el caso de bronce esta conjetura debe dejarse en segundo lugar teniendo en cuenta que Berthelot documentó perfectamente el empleo de (aes) Brundusi en Plinio, y el del b. gr. βροντƲσιον en el S. IX, o a lo más tarde en el S. XI.

1 El argumento de que el bronce llegó del Asia al terminar la Edad de Piedra no parece pertinente aplicado al origen del nombre medieval. En vano trata Steiger (VRom. X, 38-40) de reivindicar la etimología persa. Que el ár. fulúzz (o filízz) pueda venir del persa piring (más tarde birinǤ) no quiero negarlo, pero de dicha forma arábiga inducir un persa *purung es imprudente (pues el propio Steiger reconoce que la alternancia i ~ u se explica por el árabe), y de ahí deducir a su vez un ár. *burunz (de donde la voz romance) es enteramente arbitrario.―

2 No sé si Carrara brónża ‘rosca del barreno para trabajar el mármol’ (WS VI, 109) se explica por la materia de que se haya hecho este objeto, o como voz imitativa.