BARANDA, voz de origen incierto, común al portugués, el castellano, el catalán y la lengua de Oc, probablemente procedente de una palabra sorotáptica hermana del lituano varanda ‘ruedo o lazada que encuadra una rueda o unos animales’ y del sánscrito varanda ‘barrera, tabique, mota divisoria’.

1.ª doc.: h. 1460, Crón. de Álvaro de Luna1.

Nebr. define «varandas: menianum, tabulatum», es decir, ‘muro’ y ‘piso’. Significados divergentes presentan además F. de Monzón (1544) ‘corredor o terraza’2, arg. baranda ‘cerca de maderos para cerrar una propiedad’, alto arag. baranda, barana, barandao ‘redil para ovejas’ (Krüger, VKR VIII, 51; Die Hochpyr. A, II, 364; Kuhn, ZRPh. LVII, 343)3, Canarias barandillas ‘jamugas’ (BRAE VII, 333). Port. varanda [1498, Gil Vicente ya lo usa en una comparación popular] ‘balcón (esp. el corrido a lo largo de un edificio)’, ‘terraza’, en el Minho ‘recinto adjunto a la vivienda, donde duermen criados y huéspedes’ (RL XIV, 168); gall. baranda ‘tenderete para colgar ropa, hecho con un varal’ (cf. para distinciones tarandeira y solleira) Sarm. CaG. 205v; cat. barana ‘barandilla’, Andorra ‘puerta de cercado’, val., tort. barandat ‘tabique’ [1457 y en otro texto medieval], tort. barandià íd. [1342] (las dos últimas formas, con su -nd- conservado, deben de ser reliquias mozárabes4); oc. ant. baranda ‘defensa, barricada’ [S. XII], ‘barandilla’ [Magalona, 1331: ARom. III, 369], gasc. barana ‘cerca, redil’, barann ‘halo (del sol o de la luna)’ (Rohlfs, BhZRPh. LXXXV, § 153; Schmitt, La Vie Pastorale dans les Pyr. Centrales, 19; VRom. II, 162)5; en fin no es palabra ajena al vasco, donde baranda en la ac. «balcón, balaustrada» es común a todos los dialectos salvo el labortano y el bajo-navarro, pero en éste vale «arrêt, lieu d’attente» y el labortano Haraneder lo empleó para designar los pórticos que rodeaban la piscina de Jerusalén de que habla el Evang. Joannis6.

Todas las formas citadas hasta aquí son homogéneas, pero el arag. de Broto y Torla baraña ‘cerca para encerrar el ganado’, ‘puerta de esta cerca’ (Krüger y Kuhn, l. c.), salm. baraño ‘fila de heno recién guadañado y tendido en tierra’, prov. baragno ‘seto, cerca’, Delfinado baràgni íd. (Mistral), su. fr. baragne ‘barandilla’, «rampe d’appui» (Wissler, RF XXVII, 690n. 8; Fankhauser, RDR III, 45), piam. baragna ‘cerca’, representan una terminación -ANIA o -ANDIA. Semánticamente llegamos ya más lejos y salimos de lo seguro, al tratar de enlazar con el fr. dial. bragne ‘campo estéril’, fr. bréhaigne ‘estéril’, alban. beroྜη íd., que a su vez pueden tener relación con los cast. BREÑA y MARAÑA, y con otras palabras de la Alta Italia citadas por Jud, BDR III, 13n. (comp. Bertoni, ARom. V, 97). Estos enlaces sólo serían posibles si baranda fuese voz prerromana, con diversos tipos etimológicos de forma algo distinta, mera posibilidad que debe admitirse aun no siendo clara, pero que también puede resultar de una fácil coincidencia7.

Por otra parte se ha pensado en un derivado del lat. VARA con referencia a los balaustres y travesaños de las barandillas (como admite M-L., REW 9150), pero el sufijo -ANDA sólo se explicaría a base de un verbo *VARAREcerrar con varas’, mera suposición, de donde *VARANDA(cosas) que deben cercarse’, y de ahí ‘cercado’, lo cual además de hipotético es improbable.

La documentación más antigua del vocablo romance la encuentro en Cataluña, en el sentido de ‘baranda o cerca de una terraza (solarium)’: «solarium ibi faciatis ex petra et calce prope ipsam turrem, cum ipsa baranna», doc. original de 1082, publ. en el Cartul. de Sant Cugat II, 368 (ya con nn catalana < ND).

Lo que puede asegurarse, por la fecha medieval en que aparece el vocablo en catalán y en lengua de Oc, y aun en portugués y castellano, es que baranda es de origen europeo y no asiático, por más que varanda exista en sánscrito.

Si queremos precisar la forma inicial del vocablo, pensaremos que su primera consonante debió de ser V- más bien que B-, en vista del port. varanda (el portugués es, entre las lenguas afectadas, la que ha mantenido siempre la distinción entre V- y B- con mayor fijeza), pues ésta es también la grafía usual en castellano antiguo, como atestigua Nebrija, mientras que la b- de la variante catalana, provenzal y francoprovenzal se puede explicar de varias maneras, probablemente por influjo de los tipos sinónimos barrera, oc. barralho ‘valla’, ‘barrera’ y demás derivados de *BARRAbarra’. Por otra parte, también hay v- en el otro extremo del área del vocablo, según muestran el forezien devaragnâ ‘arrancar un seto’ y el saboyano, Les Varandes (Lebel, Rom. LXIII, 144 ss., n.° 121), cuyo carácter apelativo ya lo demuestra el artículo.

Ante este conjunto de hechos, he aquí cómo enfoqué el problema etimológico en mi artículo de la ZCPh. XXV (1955), 30-58: «La idea general de ‘valla’, ‘barandilla’, ‘tabique’, está tan cerca de la de ‘límite’, ‘frontera’, con la cual parece haber existido un célt. antiguo *RAND, que cuesta de creer en una separación completa entre los étimos de las dos palabras. Es sabido que ésta es una palabra general en las lenguas germánicas: alem. rand, escand. ant. r྿nd, y véase aquí RANDA. Si, como han admitido varios celtistas a partir de J. Loth (RCelt. XLI, 400-3), este vocablo fué común al celta antiguo con el germánico, es muy convincente suponer que nuestro vocablo romance substrático *VARANDA deriva de *RANDA con el prefijo céltico UO- (= gr. ȗπò sánscr. y avést. upa, etc.), cuyas vocales, en britónico y en celta continental, sufren muchas veces una diferenciación en VA: VASSOS < UPO-STHO-, VARETOS < VORETOS, VALABRIGA < VOLOBRIGA, VATEGIAS < VOTEGIAS (Pokorny, VRom. X, 253), VABERO < VOBERO- (< UPO-BHERO-). Un derivado VO-RANDA sería comparable no sólo a esas formas gálicas, sino a muchas formaciones del céltico insular, donde presenta significado diminutivo o postverbal (Pedersen, Vgl. Gramm. II, 10, 295; I, 438), como en el ky. go-fron ‘colina pequeña’ (de bron ‘mama, teta’), ky. go-bant ‘vallecito’, irl. fo-ruadh ‘rojizo’, ky. medio gwaddol ‘dote’ = irl. ant. fo-dail «to shave». Y así el significado de *VARAND habría sido ‘subdivisión’ o ‘pequeño linde, límite subalterno’. Casi podríamos afirmar que *VORAND está documentado, puesto que existe un ky. ant. guo-renn ‘fracción, subdivisión’ (J. Loth, Vocab. Vieux-Breton), que supone *VORENDA. Y por otra parte el tipo toponímico *EK?ORANDA ~ EK?ARANDA del que hablo más abajo, nos daría otro testimonio del mismo, extendido éste por todos los ámbitos de Francia».

He reproducido mis palabras de 19558 porque esta hipótesis sigue pareciéndome sostenible, y no quisiera sustraerla a la atención de futuros investigadores. Pero ya entonces llamé la atención hacia su lado débil. Por más que el germ. RANDA sea una realidad indiscutible, la existencia de su homónimo en céltico antiguo es un hecho controvertido entre los celtistas. Las palabras irl. ant. rannaim, ky. rhannu, bret. ranna ‘yo rajo, hiendo, divido’, irl. y bret. rann f. ‘parte, porción’, son desde luego antiguas, y de abolengo indoeuropeo tanto más claro cuanto que el irl. y bret. renn f. ‘fracción, partición’ muestra con ellas la apofonía normal an ~ en. Pero se duda sobre si en ellas nn procede de ND primitiva o de otro nexo consonántico. Y lingüistas en parte antiguos, pero tan sabios y especializados como J. Loth, en parte más modernos, y aún más numerosos que sus contradictores ―Pedersen, Pokorny, V. Henry, A. Walde―9 prefieren por esta razón separar este grupo céltico del vocablo germánico y explicarlo por un indoeur. PR?SN de la raíz del lat. pars y del gr. πέπρωται ‘está repartido o asignado por el destino’. Y tienen éstos un argumento muy fuerte: aunque las demás formas célticas son equívocas en este sentido, el irl. rann ‘parte’ aparece con frecuencia en glosas del período irlandés antiguo, en el que ND todavía no se había cambiado en nn (V. entre otras la nota que agregó Pokorny a mi artículo). A los especialistas corresponderá acabar de decidir esta cuestión (averiguando entre otras cosas cómo se explican viejos nombres continentales como Aranda, Les Arandes, Miranda, -de, Peñaranda), pero debo reconocer que nuestro baranda no debe invocarse para resolver su problema porque tiene seguramente un étimo más claro, simple e indiscutible que la combinación céltica ideada ex profeso.

Hoy ya no podemos desembarazarnos del sánscr. varanda afirmando que es una palabra tardía de origen portugués, como aseguraron Gonçalves Viana (Apostilas II, 524-6), Dalgado, s. v., y Schuchardt (ZRPh. XIII, 491); el propio Baist (RF XXXII, 624), el que más a fondo examinó el asunto, y aun viendo el vocablo en una gramática índica anterior a los descubrimientos portugueses, creyendo el vocablo índico limitado hoy a la costa occidental y a Malaya, hablaba de un hápax de autenticidad algo insegura, y seguía creyendo en el origen portugués del anglo-indio verandah y en una fechación incierta de aquella gramática o en una coincidencia casual. Pero hoy ya no cabe dudar, en vista de los testimonios reunidos por Mayrhofer (Kg. Etym. Wörterbuch d. SanskritSprache III, 149). Hay un prácrito varanda- m. ‘pared divisoria’ («wall»). Hay por otra parte actualmente baraȠȓā m. ‘terraza, veranda’ en las zonas indostánicas más alejadas del comercio y colonización portugueses: nada menos que en el Nepal y en todo el vasto dominio hindi. Y hay ya un sánscr. varaȠȓaɅ m. que, si bien es voz poco frecuente, está bien documentada, aparte de alguna fuente tardía, en un par de léxicos antiguos (Richard Schmidt, Adiciones al Diccionario de Böhtlingk, 41c) en las acs. de ‘pared’, ‘tabique’ y ‘mota de tierra divisoria’; en fin, dentro del lenguaje sánscrito estrictamente clásico aparece ya, si no varanda-, al menos su derivado varaȠȓakaɅ ‘barrera con que se separa a dos elefantes que se pelean’, y además otros derivados y otras acs. secundarias.

Y aunque Mayrhofer no se atreve a buscarles etimología ni les señala parentela en otras lenguas indoeuropeas (y aun sigue admitiendo que el anglo-indio es de procedencia «europea» sin precisar, quizá por respeto a predecesores como los que he citado), esta parentela indoeuropea existe indudablemente. Es de Pokorny el primer mérito de haber recogido en un diccionario etimológico general el lituano varanda ‘entrelazamiento de varas de mimbre’ (IEW 1150.33), pero tampoco Pokorny enlaza esta palabra con otras lenguas de la gran familia indoeuropea. Por lo demás no es palabra del lituano literario ni reciente, de suerte que no sólo falta en los diccionarios más divulgados (Nesselmann, Kurschat, Lyberis, los glosarios de Völkel, etc.) sino aun en el extensísimo de Niedermann-Senn. Y es que en efecto parece ser ajena al actual dialecto alto-lituano (aukstáitico) que ha servido de base a la lengua literaria moderna. Pero pertenece a la extensa, importante y conservadora variedad ɀemáitica, o sea los dialectos del Norte y Centro de la Baja Lituania. Empleóla el gran escritor S. Da?kantas, que tanto publicó y escribió por los años de 1820 y 1830, y ya en una de sus obras más puras y ricas en léxico (Bud Senowȇs Lëtuwiû Kalnienû ir Zuamaitjû ). La recogió el concienzudo lexicógrafo germano Leopold Geitler en sus Litauische Studien de 1875 (p. 119b), quien además se la hizo explicar por el viejo erudito popular Jawnys. De ahí resulta clara la definición ‘lazada de varitas dobladas en forma de aro’, como las de sauce o junco que en algunos lugares se emplean para rodear un grupo de corderitos, etc. («Schlinge die aus Ruten geflochten ist»). Otro ilustre baltista y eslavista, August Leskien, aportó más datos, explicando en particular que los viejos lituanos no formaban las ruedas con un aro de hierro sino por medio de una especie de llanta de varas de sauce («sówarɀo ratus [medio] kyleis arba wyczû warndomis wijtoie gelɀijs rinkiû»).

El propio Leskien (en Die Bildung der Nomina im Litauischen 588-589) señaló ya que pertenece a la raíz indoeuropea ?ER-atar, anexar, poner en serie’ e indicó algunos paralelos formativos, y más tarde se ocupó de la cuestión el sabio etimólogo sueco Per Persson, en un sentido análogo pero más extensa y detalladamente10. Pero todos (también Pokorny y Fraenkel, Lit. Etym. Wb., s. v.) están de acuerdo en derivar el lit. varanda de dicha raíz, y verle especial afinidad con el lit. vãras ‘vara para formar un seto’, vérti ‘enhebrar’, y más de lejos con el gr. ęείρω ‘yo acoplo’, lat. operire (< op-Ȯer-) ‘cubrir, cerrar’, osco ueru ‘puerta’, lit. vóras ‘araña’ (< ‘hiladora, trenzadora’), esl. ant. y rs. obórasoga, atadura’ = lit. ap-var ‘cinta, trencilla’11.

Lo que más me parece digno de atención, después de las detenidas búsquedas sufijales de Leskien y Persson, es la verdadera rareza del sufijo -anda, así en báltico como en índico y en las lenguas vecinas: se cita sólo lit. valandà ‘rato, rato libre’ (de donde el ruso valánda ‘hombre descuidado’ y provalandatĭ vrémja ‘pasar el rato’), y unas pocas palabras raras (no sin algún hápax algo dudoso): lit. rakanda ‘especie de cesta’, lit. siùpandas ‘saco de hierba’, un balanda nombre de planta («Melde», sospechoso de ser préstamo indirecto del tipo romance blette) y nganda ‘espanto’, que tal vez sea más bien derivado de raíz gand- con prefijo negativo ne-. En una palabra, todo nos induce a pensar que no estamos ante un derivado formado en báltico o en índico, sino de una reliquia decadente de un antiquísimo derivado indoeuropeo, salvada sólo en dos de las más arcaicas lenguas de la familia.

Y ya es el momento de agregar: también en una tercera, la de los primeros invasores indoeuropeos del Occidente, los sorotaptos. Si varanda significó en la India antigua ‘barrera’ ‘tabique’, ‘mota divisoria’, ‘[barandilla de] terraza’; si en boca de los viejos lituanos era un ruedo o aro que encuadra una rueda o un grupito de animales; y si el portugués, castellano, mozárabe, vasco, catalán y occitano coinciden en postular un substrático VARANDA con el sentido de ‘barandilla’, ‘cerca de madera’, ‘redil’, ‘corralito’, ‘barricada’, está claro que todo esto es uno, y que los romances de Occidente sólo pueden haberlo recibido del sorotáptico (puesto que celta no es), lengua que por tantos conceptos se ha demostrado afín, en el léxico que conservó, al propio del baltoeslavo y otras lenguas orientales del dominio indoeuropeo. Termino indicando que la etimología de VARANDA como palabra simple, y más bien sorotáptica que céltica, no obliga forzosamente a desechar la etimología del tipo toponímico francés *EKVARANDA ~ EKVORANDA que propuse en mis Top. Hesp. I, 96-98, y II, 234 (cf. 232n.28). El galo, como tan a menudo lo han subrayado Pokorny y otros, está lleno de elementos precélticos (indoeuropeos o preindoeuropeos). El derivado EK-VARANDAfuera de la barrera, lo que está fuera del linde’, lo mismo pudo formarlo el galo con un elemento heredado de los sorotaptos, que el sorotáptico mismo (pues el prefijo EK-fuera de’ es común a los dos). Que en parte de los 120 sitios donde aparece -K?A- en esta palabra se volviese ora -K?O- ora -KU- (variante Eygurande) tampoco es de extrañar. A lo que sí me inclino mucho ahora es a rechazar la conexión etimológica de EK?ARANDA (y desde luego de baranda) con el topónimo hispano Aranda. Hay fuertes razones, en cambio, para sospechar que Aranda no tenga nada de indoeuropeo sino más bien perteneciente al complejo protohispánico o vasco-ibérico. Tendría que volver más a fondo sobre el problema pero he aquí brevemente una serie de hechos elocuentes. Unos 17 km. al NE. de Aranda de Duero hay los 3 municipios llamados Arauzo (de la Miel, etc.), que están unos 6 km. al N. de Arandilla, por donde baja el río Arandilla, que uniéndose con el Aranzuela desembocan juntos, en Aranda, en el Duero; además Arandilla está 6 km. al NE. de Peñaranda de Duero (separado sólo 10 km. de Aranda), de los Arauzo, por otra parte desciende el río Aranzuela; no queda ya tan evidente que Peñaranda sea un celtibérico12 PENN-ARANDAcabeza o cabecera de Aranda’ (de hecho está encima de Aranda, y célt. PENNO- es ‘cabeza’) ni es seguro que sea tan significativa para lo etimológico la proximidad geográfica (habrá que pensarlo mejor) con los dos pueblos de Valdearados13 (Baños y Hontoria de ~), que están a medio camino de Aranda a los Arauzo.

Si ya todo este nudo geográfico de Aran- resulta llamativo, esta sensación se duplica al observar que junto al más famoso Peñaranda, el de Bracamonte (150 km. lejos del otro) hay también un Arauzo, aunque chico (hoy caserío agregado a Navas de Sotrobal, 5 km. O. de Peñaranda!). Pues bien, es sabido que en vasco cayó desde época preliteraria (acaso ya romana) la -N- intervocálica y que Aran- ‘valle’ (sumamente prolífico en toponimia y onomástica) alterna con Ara- antevocálico en docenas de nombres (Michelena Ap. V., § 69, 2.ª ed., p. 51.8ss.); luego Arauzo correspondería a Aran-da, tal como Ara-ondo a Aran-guren, p. ej.; y justamente -zo y -uzo (-uxo) son terminaciones copiosas en la onomástica vasca (Michel. § 622), y -TA o -DA son terminaciones también conocidas en la onomástica vasco-ibérica, cf. Michel. § 55114. Por otra parte Arauzo recuerda notablemente del apellido Araujo, que no creo sea vasco, pero sí gallego, donde es bien conocido como Araúxo; que el arraigo de éste se halla en Galicia lo comprueban las dos parroquias de Araujo (gall. Araúxo) agregadas a Lobios, y el caserío de Araujos agregado a Rairiz de Veiga en el Limia (todo en la prov. de Orense). Esto pertenecería probablemente a los elementos substráticos gallegos más remotos, pues -xu alterna con el grupo de los -zu en vasco: Artajo junto a Artazu, Urquijo (-xu) con Urquizu, e Iruxo junto a Irizu (vid. Michel. § 622 y 545)15. Mucho habrá en todo esto de mera convergencia, pero la impresionante proximidad de los Arandas, Peñarandas, etc., con los Ara-uzo, Arauxo, creo nos llevará, en adelante, a buscar a todo esto explicaciones preindoeuropeas y no célticas.

DERIV.

Barandilla. Para leon. barandal ‘cajón de la molienda’ y otros derivados de interés, vid. Krüger, AILC IV, 105-107. Para mozár. barandato, V. n. 4.

1 DHist. En las declaraciones de testigos acerca de la ejecución del Condestable, redactadas h. el a. 1500, quizá con referencia al mismo suceso, se habla también de una baranda, a la cual estaba arrimado un personaje y se derrumbó con él (León de Corral, Don Álvaro de Luna, p. 73).―

2 Quizá también en Lope, El Cuerdo Loco: «No abrá puesto el sol los pies / del oriente en las varandas, / quando tu campo [‘ejército’] albanés / despida las camas blandas», v. 315.―

3 Dominicano abarandao ‘arrinconado’ (Brito). El ast. baranzal ‘cajón que sirve en los molinos para recoger la harina que sale de las muelas y [que sirve] de baranda para no tocar con ellas’ (Rato) no es un *BARANDIALE, sino cruce de barandal con banzal (vid. BANZO, y abajo Deriv.).―

4 Más al Sur debió de existir un mozár. *barandado ‘corral’, alterado por disimilación en El Barandano, nombre de un «mas» ya antiguo entre Aielo, Rugat y Castelló de Rugat (entre Gandía y Albaida); otros pronuncian Balandano con el revelador cambio arabizante de -r- en -l-.―

5 Hacia el Norte y el Este el vocablo occitano se extiende no sólo hasta el Aveyron (borrondo ‘seto vivo’) y el Cantal (Amé, Dict. Topogr.: La Barande «montagne à vacherie»), sino hasta el valdense barándə ‘madero de cerca’ (ZRPh. L, 476), y de aquí saldrán también el ginebrino y saboyano balãndrí ‘barrera, barandilla’, ‘travesano de madera dentro de la chimenea’ (Duraffour, Rom. LXIV, 537).―

6 Contiene una forma vasco-romance barano ‘ruedo’ igual a esta voz gascona la frase dantzatea horren bara-noan empleada en el catecismo suletino de 1696 con el sentido de ‘danzar alrededor de ese fuego (del que se habla)’ (cita de Azkue): baranoan inesivo ‘en ruedo, alrededor’. No está clara la ac. «palo largo y delgado para extender la colada y derribar castañas» que Azkue localiza en 4 pueblos del Occidente vizcaíno. Pero también en la primitiva cultura popular de las montañas de Galicia, barandas son ‘varales largos que cuelgan de las vigas mediante cuerdas o piezas horadadas de madera’ (V. Risco, en Terra de Melide, 332 y 344). En el vasco de Salazar ‘pretil de puentes’ se dice baralda, fácil alteración de baranda.―

7 Éste es el lazo en que cae el FEW reuniendo en su artículo (I, 242-3) materiales pertenecientes a familias léxicas completamente heterogéneas y aun inconexas. Lo único posible, y aun probable, es que el grupo formado por el su. fr. baragne ‘barandilla’, «rampe d’appui», prov. y delfines baragno (-àgni) ‘seto, cerca’, piam. baragna ‘cerca’, ‘emparrado de enredaderas’, con el alto-arag. baraña ‘cerca para encerrar el ganado’, ‘puerta de esta cerca’, proceda de una forma *VARANDIA derivada de la nuestra.―

8 Casi sin más cambio que la traducción apenas retocada que se publicó en mis Topica Hespérica II, 231-234.―

9 Además de los diccionarios etimológicos indoeuropeo, bretón, latino, etc., de estos autores, V. los pasajes de la Vergleichende Grammatik de Pedersen reunidos en sus índices y además I, 34-35.―

10 Beiträge zur Idg. Wortforschung, Uppsala 1910, 543, cf. 500 y 586. No ha estado a mi alcance la nota del buen lingüista nativo Karl Bûga, en sus Aistische Studien, p. 128.―

11 Por lo demás hay alguna discrepancia de detalle entre los etimólogos, en el sentido de que los unos quieren separar las voces en ?ER- agrupadas en torno a la idea de ‘torcer, dar vuelta’ (con sus «determi nativos de raíz», tipo ER-T-, etc.), de las voces que valen ‘atar (cordel, etc.)’, formando dos raíces homónimas, mientras que otros creen que todo, en el fondo, es lo mismo. Lo cierto es que el alejamiento semántico no es muy hondo.―

12 Recuérdese que estamos junto al famoso CLUNIA (que pasa por céltico), hoy Coruña del Conde.―

13 Todavía más probable que haya mera coincidencia con Valdeande, 7 km. al N. de Valdearados, pese a que el nombre de éste termina como el de Aranda; que Valdearados sea pariente del vasco -aratz (Michel. § 71) convence menos que la simple etimología VALLES ARATOSlabrados’.―

14 Además aparece que -tza sea forma muy afín a -da, -ta, por los hechos a que alude Michel., y esto nos lleva entonces a pensar si en el vecino Aranzuela no tenemos terminación -tza prelatina; tanto más cuanto que en el cat. Arànser, de ARANTZARI, tenemos una -r que por disimilación podía convertirse por una parte en la -l- de Aranzuela y por la otra en la -d- del vasco. Dejemos esto en lo demasiado audaz, pues es más probable que se parta de arantze ‘espina’ aquí (aunque en esto no nos priva de dejar en medio Aranzuela, como entre lo dudoso).―

15 Me resisto ya a seguir más hacia el Oeste y Sur, con el port. Arouce que es Arauzi en 1151, Arouzi en 1131, probablemente idéntico a un Arauz de dos docs. de 943; luego Arouche en la parte mozárabe de Portugal [Arouchy 1254], y Arouca [1059] en el Portugal medio; tanto más cuanto que la ciudad de Aroche en la prov. de Huelva es ya ARUCCI en la época romana.