ALMIDÓN, tomado del b. lat. amidum (lat. amǰlum) íd., y éste del gr. ıμυλον ‘no molido’, ‘almidón’ (derivado de μύλƓ ‘muela’).
No está bien explicado el cambio de
-l- en
-d-. Quizá se deba a lo raras que eran en latín las palabras en
-ĭlum frente a los numerosos casos de
ĭdum, más bien que al conocido fenómeno de fonética dialectal latina que ocasionó el cambio de
aleps (
αλείưειν) en
adeps, y los más arcaicos de
dingua en
lingua,
dacruma en
lacrima, etc., pues
amidum sólo se halla en bajo latín (Du C.; Diez,
Wb., 16). Las demás lenguas romances tienen: port.
âmido o
amído o
amidão, cat.
midó o
amidó (éste ya en 1249)
1, fr.
amidon [1302], it.
àmido. Wartburg y Bloch admiten que la terminación de la forma francesa y de las iberorrománicas se explica por la pronunciación francesa de la terminación latina
-um como
-on; pero entonces estas formas deberían ser galicismos, lo cual no es probable en vista de que en catalán el vocablo está documentado ya antes que en francés. Tratándose de un helenismo, es probable que existiera en la Edad Media una grafía
amylon, romanizada en
amilón (
amilûn en el mozárabe Abenbuclárix), como
cronicón,
lexicón y análogos; de la combinación de este
*amilón con
ámido (port.
âmido) resultaría
amidón (Nebr., y varios ejs. del S. XVI en
DHist.) y luego
almidón por influjo del artículo árabe (comp. los casos citados en
ALMENDRA)
. Una variante del supuesto
amilón es
amellón en las Actas de las Cortes aragonesas. Para un posible descendiente popular de
amĭdum, vid.
HÁMAGO.