AGRIO, del antiguo agro, alterado por influjo de agriar; agro procede del lat. vg. ACER, ACRA, ACRUM, ‘agudo, penetrante’ (clás. acer, acris, acre).

1.ª doc.: S. XVI; agro 1251.

Todas las formas romances (rum. acru, it. agro, fr. aigre, cat. agre agra, port. agro, etc.) proceden del vulgar acer, acra, acrum, documentado en la baja época (CGL III, 467.3 etc)1. La forma antigua agro fué normal hasta el S. XVII (Lope, Tirso, Quevedo, Rojas Zorrilla), y si bien el DHist. y Cuervo, Dicc. I, 263-5, ya dan ejemplos de agrio en la Celestina y en varios textos del S. XVI, como en los mismos textos aparece agro, es posible que la primera forma no sea auténtica; el primer caso que puedo señalar en una edición cuidada es de 1604 (Pérez de Hita, ed. Blanchard, II, 98). Nebr. y APal. (270b, 489b) sólo traen agro. Esta es la forma que sigue empleándose en Albacete (RFE XXVII, 242n.) y en otras hablas vulgares; un literato granadino del año 1601 considera agro forma propia de Andalucía frente a agrio, de Castilla, BRAE XXXIV, 370. Para ejemplos de la ac. figurada ‘escarpado’, vid. Cuervo (agro: RFE X, 401) y en Pérez de Hita (agro II, 69; agrio, l. c.).

DERIV.

Agriar [h. 1730], en vista de la fecha tardía podría creerse que deriva de la forma agrio; sin embargo es probable que el uso del vocablo sea muy anterior a su aparición documentada, pues el cast. agriar y el fr. ant. aigrïer (Tobler) parecen representar un lat. vg. *ACRIARE, formado como ampliare, bassiare, altiare, etc.; agrio debe ser un adjetivo adaptado a la forma del verbo, como ocurrió en el caso de amargo, bajo y, más modernamente, en el de amplio; el mismo radical verbal dejó huellas en otros romances (oc. agriota), y en el cast. ant. agrión ‘berro’ [Gr. Conq. de Ultr., IV, 157va4, Cooper; agrïon en G. de Segovia, p. 64], mozár. aqriyûn (o aqriyûl, uqurión; desde Abenalɏazzar, † 1004: Simonet, 3; marroq. gerwenneš, gernûneš: Colin, Hesperis VI, 80). Es probable que, por lo menos en estas formas marroquíes, y quizá en todas, haya cruce o contaminación de un sinónimo transfretano que debe de tener otro origen, no sé si semítico o africano: qurrat alain ―y más brevemente qurra en Argelia― es ‘berro de los prados, cardamina’ en el diccionario árabe-egipcio de BoqȚor y en el argelino de Humbert; y ya en malagueño Abenalbéitar, S. XIII, registra este nombre para la Verónica Anagallis. Al parecer se trataría de un uso figurado de qurra ain ‘niña del ojo’. En Argelia, y en apariencia, esto es de la raíz arábiga qrr muy desarrollada y con muchas acepciones, pues un sinónimo qārûra ‘niña del ojo’ aparece ya en alguna fuente árabe clásica. Como no queda claro, dado el sentido de esta raíz, hay que contar también con un posible origen africano, conforme al área geográfica, tanto más cuanto que una variante qarra designa la Eruca Silvestris Alba en tierras de Túnez, y qârra es la stachys ya en Abenalbéitar [Dozy II, 318, 319]. Port. agrião, así llamado por su gusto picante2, gall. agró(n)s ‘berros’ (Sarm. CaG. 92r, A167v). Agrión significa además ‘tumor nervioso que padecen las caballerías en la punta del corvejón’ [S. XIII, Libro de los Cavallos, 51.6; 1551, F. Chacón, T. de la Jineta, cap. 14; 1629], denominación que se explica por lo doloroso de este tumor. Agrura [a. 1526, Cortés, Cartas, p. 65b (Nougué, BHisp. LXVI)]. Agriaz o agrión, and. ‘cinamomo’ [h. 1810, Rojas Clemente], derivado moderno de agrio, por lo amargo de la corteza de este árbol (llamado amargoseira en portugués según Colmeiro, I, 545), empleada en medicina. Agrieta ast. ‘acedera’ (V). Agrín ast. ‘acidez’ (V). Agraz [Alex.; agraç en los Refranes Aragoneses del S. XIV, RFE XIII, 366; -z, Rob. de Nola, 96; agrae, -aes con z sonora en Cáceres: Espinosa, Arc. Dial. 65], junto con el gall. ant. agraz (Ctgs. «denteira come con agraz» 68.52, 105.24), port. agraço, cat. agràs, vco. vizc. agarratz, arakatz (cruce con araga ‘fresa’) ‘groselle grande’, también ag(a)ratz (DEVco. de Tovar) y aragarratz ‘agraz’ (Supl. a Azkue2) y varias formas galorrománicas (REW3, 92; FEW I, 18a) parece suponer un lat. vg. *ACRACEUM, derivado de ACER, mientras que el it. agresto, cat. ant. agresta, agrasta, íd. (junto con el judesp. agristada ‘especie de mayonesa agria’, RFE XXXIV, 24), fr. aigrest [empleado por Rabelais (Pantagruel, cap. 16, ed. Plattard, p. 85)], están en relación con el lat. tardío agresta (en Celio Aureliano, S. V), que parece ser la misma palabra con influjo del lat. agrestis ‘salvaje’; -az es variante castellana del sufijo -azo. Agracejo ‘bérbero (arbusto)’ [1527], en Córdoba agraz, así llamado por sus bayas agrias; el bereber y ár. magrebí Ȑarġîs, que designa el mismo arbusto (Dozy, Gloss., p. 57), me parece ser la misma palabra de origen romance, aunque de aquí volvió luego el cast. alarguez [primera mitad S. XIV], port. (a)larg(u)iz (para variantes vid. Colmeiro, I, 91). Agrazón. Acre [1555; Cuervo, Dicc. I, 158-9], forma culta del mismo origen que agrio; los siguientes son también cultismos, procedentes de derivados de la misma palabra latina: Acérrimo, de acerrĭmus, superlativo del anterior. Acrimonia [1555], del lat. acrimonia íd. Acritud [1555], del lat. acritūdo íd.

CPT.

Agridulce [1605, López de Úbeda, p. 113a «agridulce de bobos» (Nougué, BHisp. LXVI)]. Agripalma [1557: Jarava, citado por Colmeiro, IV, 415], parece tratarse de una planta punzante, comp. el nombre hortiga borde que le da Palmireno (1569).

1 Alguna huella del clásico ACREM parece haberse conservado en el Oeste hispánico, pues en portugués y gallego existió agre junto a agro, y aquélla es la forma empleada en el leonés de la Sierra de Francia; la empleó Baltasar Pacheco (1605), que era de Ledesma. En el navarro Azpilcueta (1542), en cambio, puede ser forma semi-catalana o gascona.―

2 Menos probable que sea abreviación del gr. ęƔριοκάρƌαμον ‘mastuerzo salvaje’, como supone Simonet.