¡HALA!, interj., probablemente voz de creación expresiva.

1.ª doc.: ala, Cid.

En este texto figura como interjección para llamar a alguno: «¡ala!, Pero Vermúez, el myo sobrino caro» (v. 2351). Diego Gracián (1552) emplea «ala, moço; ola, moço!... ala hao», Casiodoro de Reina (1569) traduce euge por hala, y Covarr. dice que hala se emplea por hola, y éste y hao son corrupciones de heus, partícula latina para llamar (M. P., Cid, 437). También Aut. recoge únicamente hala como interjección que se emplea para llamar a alguno, uso que se conserva en Bogotá (Cuervo, Ap., § 474); aunque más que para llamar, se emplea en Bogotá como expresión familiar y sin ceremonia para ‘hola, buenos días, qué tal’; ajena ya, por lo demás, al habla del Valle del Cauca y de otras partes de Colombia. Buena confirmación de la identidad básica con HOLA y análogos. En Aragón, Asturias (Vigón), Galicia, y en general en el uso español, es actualmente exclamación para animar o dar prisa; Cej. VII, § 101; lo mismo el cat. hala y el port. ala. La grafía con h-, contradicha por la del Cid y de D. Gracián, quizá no tenga mucho más fundamento que la falsa relación que la Acad. quiso establecer en ediciones del S. XIX con el verbo halar; pudo existir, sin embargo, una variante con aspiración inicial (comp. ARRE y harre), de donde vendría el and. jalear.

M. Asín Palacios (BRAE VII, 350) quiso derivar el cast. hala del ár. halā, que en efecto se emplea para invitar a las personas a que se acerquen y para excitar a las caballerías a la marcha; además el vocablo en parte procedería, según el mismo, del ár. yállah (contracción de ya llâh ‘oh Dios’), empleado en dialectos modernos en el sentido de ‘vamos, ea’. Esto último es del todo inverosímil (entre otras razones, porque la y- arábiga no se pierde al pasar al castellano); en cuanto al étimo ár. halā, no es objetable en principio, puesto que otras interjecciones proceden del árabe (el antiguo ya del Cid, p. ej.), y sin embargo es improbable, atendiendo a la falta de aspiración; en el texto del Cid, y sobre todo a la existencia de interjecciones muy parecidas en muchos idiomas: fr. holà, para llamar la atención [S. XV], fr. ant. hare1 o hale, interjección exhortativa, ingl. halló o helló, también halloo (con el verbo halloo para excitar a los perros, ya en el S. XVI), hóllo, hólla, alem. hallo o holla (que no tendrán que ver con el verbo holen, contra lo que supone Kluge), etc. La forma con -o final y el empleo cinegético se hallan también en castellano: «El caçador al galgo firiólo con un palo, / el galgo querellándose dixo ‘¡qué mundo malo! / quando era mançebo dizian me ¡halo, halo! / agora que so viejo dizen que poco valo’» (J. Ruiz, 1360). Es probable que en todas partes, en estas lenguas, en árabe y en iberorromance, se trate de creaciones expresivas sin parentesco genético, pero de formación paralela, y no fundamentalmente distintas de HOLA.

DERIV.

Jalear ‘llamar a los perros para que sigan o ataquen a la caza’, ‘animar a los que cantan, con palmadas, etc.’, and. ‘ojear’ [Terr.; Acad. ya 1817]; jaleador; jaleo [Acad. 1843, no 1817]; indicó este origen de jalear M. P. (Rom. XXIX, 355-6; comp. Baist, KJRPh. VI, 392; Tallgren, Glanures III, 170)2.

1 Comp. ¡haro!, interjección empleada en Chile y la Argentina para interrumpir a los que bailan la cueca, invitándolos a beber. También sustantivo, un haro, para una de estas interrupciones.―

2 No habrá relación con el cat. xalar ‘recrearse’, aixalejar ‘perturbar, azorar’ (Jud, Rom. XLIV, 292; Spitzer, Litbl. XLII, 401).