ZAHARRÓN, ‘persona disfrazada ridículamente’, origen incierto, probablemente de un derivado del ár. saȟr ‘acción de burlarse o escarnecer’.
Entre los juglares coloca el autor del
Alex. a los que divierten a la gente con monos y mamarrachos: «destos avié i muchos que fazién muchos sones, / otros que meneavan simios e
xafarrones» (1798). «Otrosí son enfamados los juglares e los remedadores e los facedores de los
zaharrones, que públicamente antel pueblo cantan o bailan o facen juego por precio que les den»
Partidas VII, vi, 4. En estos dos ejs. y en el de Diego de Valera
1 citado por M. P. como quizá copiado de las
Partidas, parece tratarse, más que del sentido posterior de ‘sujeto disfrazado’, del que todavía conoce Oudin: «
çaharrones: une sorte de danse à la Payenne, aux chansons et avec grand bruit». Es decir, una danza de máscaras ridículas, como la de los
matachines. El vocablo seguía siendo vivo, pero ya con sentido individual, en el Siglo de Oro; el cordobés Fr. del Rosal (1601) lo explica «
çagarrones, que otros dicen
çaarrones o
çaharrones y
carraones, son figuras ridículas de enmascarados que acostumbran ir detrás de las fiestas, procesiones o máscaras para detener y espantar la canalla enfadosa de muchachos que en semejantes fiestas inquietan y enfadan, y assí, para más horror de éstos, los visten en hábitos y figura de diablo, por lo qual en Zamora son llamados
diablícalos; assí se dixeron de
çaga que es
detrás»; Covarr.: «
çaharrón, el momarrache o botarga, que en tiempo de Carnabal sale con mal talle y mala figura, haciendo ademanes algunas vezes de espantarse de los que topa, y otras de espantarlos; algunos dizen ser nombre arábigo, de
çahhal, que vale ‘mendigo’... otros que está corrompido de
çamarrón, porque suelen llevar unos çamarros con unas corcobas para dar que reír a la gente» (análogamente en Oudin).
Aut. declara que ya no tiene uso. Las etimologías de Rosal y Covarr. son verdaderas etimologías populares, cuyos efectos presentan las formas locales modernas: Ciudad Rodrigo
zagarrón ‘el bobo de la danza’; Segovia
zagarrón ‘el que dirige a los botargas o danzantes que toman parte en las procesiones’ (Vergara); Lena (Asturias) y Redondo (Palencia)
zamarrón ‘máscara vestida grotescamente’; para el
zamarrón asturiano, D. G.-Nuevo,
RDTP IV, 257-65; gall.
cigarrós,
-rróns ‘los que en Carnaval se disfrazan con trajes de mojiganga’; Lena y salm.
zangarrón, Palencia
zarramón íd., Burgos
mazarrón ‘especie de Rey de Navidad que se adorna con cintas de colores vivos’, Atienza
zarrón ‘máscara que por Carnaval sale vestida de andrajos o de una piel de toro sin cuernos, manchando con ceniza o paja la gente’. He reproducido con alguna adición los datos reunidos por M. P.,
Poes.
Jugl., 26-29, que deberá verse para más aclaración. El origen es realmente incierto.
Es razonable la idea de Dozy (Gloss., 307) de derivar del ár. súȟra «homo ridiculus, qui ludibrio habetur» o súȟara «irrisor hominum, subsannator», pues se trata de voces pertenecientes a una raíz arábiga vivísima en todas partes y en todas las épocas, y la primera de estas palabras ya forma parte de la lengua coránica (Dieterici); de la misma raíz deriva másȟara, que dió, por lo menos en parte, el cast. máscara. Sin embargo, hace falta una forma con a en el radical, y así habría que partir más bien del nombre de acción saȟr del verbo sáȟar «irrisio, ludibrio habuit», nombre de acción documentado en España por R. Martí (s. v. contemnere). Eguílaz (521) supone un *saȟrûn ‘mascarón’, cuya formación sería posible en árabe, pero hay que advertir que es puramente hipotética; Baist (RF IV, 352), Steiger (Contrib., 138) y Neuvonen se adhieren a esta etimología sin precisar más. La opinión de Dozy de que el derivado en -ón se debe al castellano es perfectamente posible. Lo más sencillo sería que existiera un adjetivo árabe de acción habitual *saȟȟâr ‘burlador, mamarracho’, formación de tipo más frecuente que la supuesta por Eguílaz y que puede crearse de cualquier verbo arábigo; de ahí saldría primero el çaharra registrado por G. de Segovia (p. 88) ―que por desgracia no da el significado―, y de ahí luego çaharrón, lo cual tendría la ventaja de explicar la rr más satisfactoriamente (comp. ATAHARRE de ȶafar). De todos modos el hecho es que faltan este vocablo y otros parecidos en nuestras fuentes (Dozy, Suppl.; Beaussier; Probst; Lerchundi; R. Martí; Fagnan; glos. de Leyden; Marçais, Textes ar. de Tanger; etc.). Pero no se ve otra etimología posible: las vascas que sugiere M. P. sin aceptarlas, zagar (zaar) ‘viejo’ y zakar ‘torpe, basto’, no son plausibles en el aspecto semántico ni posibles en el fonético, pues la alternancia -h- = -f- = -g- indica inequívocamente un étimo arábigo con aspirada. Debe de tratarse de un viejo término local del árabe de España, no recogido por los glosarios que poseemos, que son, en efecto, más tardíos.