YEZGO, del celto-latino ĔDŬCUS, variante del galo ֊D֊COS íd.; no es seguro si la variante en cuestión existió ya en el celta peninsular o se debe a un cruce de ODOCOS con su sinónimo latino ĔBŬLUM.
1.ª doc.: yedgo, S. XIII, L. de los Cavallos, 79.15; yergo, J. Ruiz.
Es errónea la etimología ĔBŬLUS admitida por Vicente García de Diego en el trabajo citado y en Contrib. (§ 200), seguido por A. Castro (RFE V, 37) y Alonso-Rosenblat (BDHA I, 356): la evolución *yelbo > yelgo y luego yezgo por ultracorrección de un seudo-leonesismo es complicada en demasía, inverosímil en algunas de sus partes, y en su conjunto increíble del todo. Por lo demás, la etimología verdadera ya se conocía desde 1904, cuando se publicaron los Nouveaux Essais de Ant. Thomas (305-9), en que este filólogo señaló como étimo de yezgo y del port. engo el lat. vg. EDUCU, documentado en la glosa «acte id est eboli, id est educu» de las glosas botánicas Casinenses trasmitidas por un ms. S. IX (CGL III, 536.1), glosario sin duda de procedencia española, puesto que también contiene galápago; esta glosa tiene réplicas algo distintas en el glos. Vaticano de la Reina Cristina (ms. del S. X, también hispánico, pues contiene galapoco, sarracla, impedigo, mórdago, etc.), donde se lee «ebulus: ebucone» (CGL III, 561.29), que quizá deba enmendarse en educone, pues ƌουκωνέ se lee en Dioscórides y ducone en el seudo-Apuleyo, como nombres galos del ebulus (cf. Wellmann, Die Pflanzenn. d. Dioskorides, Hermes XXXIII, 1898, 360n.; J. U. Hubschmied, ZfDtMa. XIX, 1924, 170; Weisgerber Spr. d. Festlandkehen, 157).
Que el étimo de yezgo es EDUCOS y no EBULUS lo pone fuera de dudas la forma mozárabe yâȝqu, documentada en el anónimo sevillano de h. 1100 (Asín, p. 338), y yáȝqu en el mismo, en Abenalbéitar, Abenbuclárix, Abenɏólɏol, Abenalɏazzar, Abentarif y El Zahrauí (Simonet, s. v.). Como ya explicó A. Thomas, EDUCU es variante de ֊D֊COSl>, indicado explícitamente como nombre galo del yezgo por el bordelés Marcelo Empírico (S. V), y que en las variantes odecus, odicus, etc., aparece en una decena de glosas latinas (CGL VI, 371): de ahí viene el oc. ant. olegue (S. XIII), hoy conservado en la zona del Delfinado, Alpes, Ródano y Marsella, lion. ugo.
Según sugirió J. Grimm y probaron A. Cuny (1911, MSL XVI, 327-9) y Brüch (Idg. Fg. XXXIX, 122)2, ֊D֊COS o más bien ֊DŬCOS es la correspondencia fonética céltica del a. alem. ant. atuh, attah, alem. attich ‘yezgo’ (todavía mal explicado por Kluge y KIuge-Götze), mientras que el lat. EBULUS sale de una variante morfológica ĔDH-LO-Sl>, que por otra parte dió el eslavón jela, checo jedla, ruso jolka, nombre de una especie de abeto. La opinión de Ant. Thomas, adoptada por Bertoni (ZRPh. XXXVII, 738), Bertoldi (RLiR I, 244), Rohlfs (BhZRPh. LXXXV, p. 60), M-L. (REW 2821) y posteriormente por el propio G. de Diego (RFE XV, 227-8), era de que la forma hispánica EDUCU resultaría de un cruce de ODOcos con EBULUS, lo cual en efecto es posible3. Sin embargo, tan verosímil como esto, si no más, es que aquélla fuese la forma del celta hispánico, con el mismo grado Ĕ, en la raíz, que observamos no sólo en el lat. EBULUS y el eslavo jedla4, sino también en la forma edernon ‘yezgo’ (que junto a odernon5 se encuentra en glosarios botánicos medievales), y que según notó Cuny ha de ser céltica en vista del sufijo.
DERIV.
Quizá el ast. yérganu ‘enfermedad del maíz producida por un gusano que pica el tallo’ (V), comp. la variante yergo arriba citada.
1 Así en T. S da yelos. Como yergos es la «lectio difficilior», se impone leer así. Sin duda el arquetipo tenía yelgos, lo que explica el error de S, que no conocía este nombre de planta. La enmienda de M. R. Lida (RFH II, 146-7) yessos es demasiado fuerte; además se esperaría entonces yesso en singular, y las razones semánticas que da Lida tampoco convencen: lo de echar yeso al vino ya lo ha atribuído Juan Ruiz al Diciembre («enclarescía el vino con amas sus almueças»): era menester ahora una operación más especial, como la descrita por Monardes. El argumento dialectológico de Lida es precisamente contradictorio de su tesis, pues el único ms. claramente leonés es S (que es el que se habría equivocado, según ella, ante la forma leonesa yelso).― ↩
2 La relación etimológica que éste establece con la raíz indoeur. OD- ‘oler’ es imposible, pues según muestran el alem. attich y el lat. ebulus, este nombre de planta tenía DH y no D.― > 3
4 Hay también bret. med. ezlen, córn. e irl. med. aidlen, que significan ‘abeto’ como las voces eslavas, aunque no es seguro (como observa Walde-H. I, 339) que tengan la misma etimología (faltan en V. Henry y Pedersen, Vgl. Gramm.).― ↩
5 De una de estas dos formas, o de un étimo pre-indoeuropeo de ambas, puede salir el VCO. andura (guipuzcoano, labortano, a. navarro), andura (alto navarro), gandura (bajo navarro) ‘yezgo’, que ya Schuchardt, Baskisch und Romanisch, 19, quería relacionar con el port. engo y otras de las formas citadas, pero partiendo de una etimología *EBULICUM, desde luego imposible; si imagináramos que el vocablo vasco sale de un *ENDER ~ *ONDER en relación con estas formas célticas, tal vez el port. engo se podría conectar con esto y explicarlo de otro modo que el apuntado arriba. ↩