VIHUELA, voz común a todos los romances, de origen incierto, quizá onomatopéyico; es probable que en todas partes se tomara del oc. ant. viula (a veces viola), derivado de viular ‘tocar la vihuela o instrumento de viento’, cuyo valor imitativo es claro; el germ. fiula ‘violín’ puede ser onomatopeya independiente del romance.
1.ª doc.: med. S. XIII, Apol.
Con carácter más o menos autóctono y con antigüedad más o menos grande, se encuentra en todos los romances: port. viola (como nombre de persona, quizá apodo, ya en el S. XIII, CortesƟo), cuya -l- conservada revela claramente el carácter advenedizo; cat. viola [1517], cat. ant. viula [1371, Jaume Marc]1; fr. viole, que ya se encuentra en el S. XIII y quizá en el XII (Foulques de Candie, Aucassin y en una demanda de 1318: Rom. LVIII, 471) se denuncia claramente como préstamo a causa de su o, y en lo antiguo es tanto o más común la forma vielle [S. XII], más autóctona o mejor adaptada; it. viola [princ. S. XIII, Fioretti de S. Francisco]; rum. vioară.
La etimología constituye un viejo y oscuro problema. Diez (Wb., 341-2) quería partir del lat. VզTŬLARI ‘dar muestras de júbilo’; aunque no puede rechazarse del todo su argumento de que el violín se ha empleado como acompañamiento de las diversiones, no es muy convincente, pues este instrumento y la vihuela son tanto o más los acompañantes de la expresión meramente lírica y aun plañidera, pero sobre todo esta etimología (todavía aceptada por Kluge) no es practicable fonéticamente para ninguna de las formas romances. Así lo reconoce M-L. (REW 9419), quien se limita a suponer una base *VզVŬLA ‘violín’, de origen desconocido. Con ello alude M-L. a una antigua idea que él mismo comunicó a Pu?cariu y que éste publicó en Convorbiri Literare (XXXIX, 325-6) y en Etym. Wb. d. rum. Spr. (n.º 1903), según la cual se trataría de un diminutivo de VIVUS ‘vivo’ por la vivacidad de la música de violín, destinada a acompañar la danza; no es esto absurdo, pero sí algo pueril como base etimológica de este vocablo, y por otra parte cuesta creer que la semejanza entre la voz romance y la germánica (a. alem. ant. fidula, etc.) sea debida a una pura casualidad, por lo cual el propio M-L. no se atrevió a aceptar esta idea en su diccionario; también la rechazó Zauher (Litbl. XXVIII, 74, comp. 164), logrando el asentimiento de Jud (Rom. XLV, 155). Gamillscheg (EWFS, s. v.; menos decididamente en R. G. I, 218) y aun Bloch se inclinan a creer que las palabras romances se tomaran del germánico, lo mismo que ocurrió con otro instrumento musical como el arpa; pero el caso es muy distinto, pues aquí estamos ante un instrumento típicamente nórdico. Las formas germánicas desde luego son muy antiguas: ags. fiele, a. alem. ant. fidula, neerl. med. vedele, escand. ant. fila (hoy alem. fiedel, ingl. fiddle ‘violin’), pero no tienen etimología indoeuropea, y así Kluge afirma que se tomaron del romance arcaico, cuando el fr. ant. vielle se pronunciaría todavía *viele, y éste vendría de VITULARI. Ya he dicho que esta etimología no es convincente, y suponer que después de pasar del romance al germánico volviera a propagarse en sentido contrario (como quisiera Gamillscheg) es muy inverosímil, y por lo demás no sirve de nada, pues así no se haría más practicable fonéticamente.
La más razonable me parece la opinión de Spitzer (Archivum Romanicum X, 291-3), a la cual se inclina también M-L. en la última ed. de su dicc. de partir del oc. ant. viular ‘tocar la vihuela’, como voz onomatopéyica, comparable al cat. dial. fiular ‘silbar’, piular ‘piar’, ingl. whew ‘silbar’ y al cat. ant. biula ‘pedo’, en el Llibre de Tres, Rom. XII, 230 ss., n.º 115 (comp. hoy piula ‘petardo’). Efectivamente, en ningún romance se muestra viula tan arraigado antiguamente como en lengua de Oc, donde sustantivo y verbo ya están abundantemente documentados en el S. XII y son frecuentísimos. La patria de la lírica romance sería también la patria del vocablo, que desde el sur de Francia se propagaría a todas las lenguas hermanas. Ya en lengua de Oc se encuentra, (aunque menos frecuente) una variante violar, viola, fácilmente explicable por la mayor frecuencia de la terminación -olar y -ola; esta variante es la que fácilmente encontró adaptación en cast. vihuela, port. e it. viola, fr. viole; aun el fr. vielle se explica como un intento de adaptación a la fonética francesa de la terminación extranjera -íȮla, impronunciable para un francés del Norte: de víula se pasó a víele y luego viéle. No hay que dar demasiada importancia al rum. vioară: se trata de una adaptación del it. viola, según el modelo del popular y preexistente vioară ‘violeta’, por tener el it. viola ambos significados.
El carácter onomatopéyico está fuertemente apoyado por una observación de Diez: el oc. ant. viular también significa ‘tocar un instrumento de viento’, como se ve por uno de los marciales serventesios de Bertran de Born: «il sonet que fan li joglar / que viulan, de trap en tenta, / trompas e corns e grailles clar» (Raynouard, Choix IV, 167). Es oportuno recordar a este propósito, como hace Gysling (ARom. XIII, 151), que Val Anzasca viulà, Antrona vivlà, Rouergue ioula, langued. vijoulà designan «lo sgambettare d’un neonato» e «il saltellare delle vacche, punte dalle mosche»; y agregaré que el carácter imitativo salta a la vista en el caso de Pierrecourt vyōnè «faire entendre un bruit sifflant», Chameroy vyōné «faire une musique désagréable», Voisey vyōnè, Menoux vyōnā «faire de la mauvaise musique», Rougemont vyūnā, Dole vionner «bruire (la toupie qui tourne)» (Juret, ZRPh. XXXVIII, 179). El verbo no fué del todo ajeno a España, aunque probablemente se percibía como aprovenzalado: «un jograr que mui ben cantar sabia e mui mellor violar», Ctgs. 8.37.
La etimología onomatopéyica no me dejaría dudas si no quedara el grupo de formas germánicas, bajo-latinas y sardas con una dental entre la i y la u. Sin embargo, me inclino a creer que en germano es también onomatopeya, aunque independiente de la romance y de estructura algo distinta, con los elementos f- y , que expresan admirablemente el sonido del violín. En latín medieval el vocablo, cuando no tiene la forma viola, manifiestamente tomada del romance, es más bien raro. Sin embargo, está vidula ‘violín’ en Constantino el Africano (nacido en Cartago en el S. XI, y que vivió en el Sur de Italia) y vitula en Joffroi de Vinsauf (fin S. XII), forma recogida después por los lexicógrafos Ugutio y Juan de Janua. No podemos descartar estas formas como latinizaciones caprichosas de la palabra occitana (como quisiera Spitzer), pues están apoyadas en el campid. bídulas, vídulas, Fonni y Barbagia vídulas «zampogne» (M. L. Wagner, Litbl. XL, 327)2. A pesar de todo, estas formas no pueden obligarnos a volver a VITULARI, que realmente no es posible en el aspecto fonético, y no sería lícito recurrir a combinaciones forzadas para cohonestarlo3. Lo más probable es que en algunos puntos de la Romania existiera una variante del tipo onomatopéyico intermedia entre el propio del germánico y el general en romance.
DERIV.
Vihuelista. Violero [Berceo]; vigolero ‘ayudante del verdugo en el tormento’ gnía. (porque «toca la cuerda»). Violín [Covarr.], del it. violino; violinista. Violón [Covarr.], del it. violone; violoncelo o violonchelo [Acad. 1843, no 1832], del it. violoncello; violonchelista.
1 «Maria... / fon figurada... / scal’al cel, / del temple vel... / e de Daviu / torre, corona, / viula, clau, fona» Jaume Roig, n. 11276. Ejs. del S. XV en Ag.― ↩
2 Wagner, RF LXIX, 254-5, sin pronunciarse sobre el problema de vihuela insiste en que el sdo. vídulas es antiguo y se adhiere a la opinión de Fryklund de que sería VITULA ‘diosa de la Victoria’, aplicado secundariamente al instrumento [?].― ↩
3 -T’L- se cambia en -Ȯl- en francés (pasando por -ll-): SPATULA > épaule. Pero justamente la forma en -Ȯl- es occitana (donde este cambio fonético no sería posible) y no es francesa. No hay que pensar en un préstamo del fr. al oc, entre otras razones porque el francés más antiguo todavía dice espalle o espadle. ↩