VERDOLAGA, tomado del mozárabe *berdolaca (se encuentran bardilâqa y barduqâla), que procede a su vez del lat. PORTŬLCA íd., derivado de PORTULA ‘puertecita’, por el opérculo de la semilla, en forma de puerta.

1.ª doc.: bardilâqa, h. 1100, anónimo sevillano (Asín, p. 225); verdolaga, APal.

Quien explica: «porcilla es yerva que dezimos verdolaga, la qual fresca resfría et calentada escalienta; et machucada con pan, pónese para quitar la hinchazón de los ojos y para remediar a la gota de los pies» (372b); Nebr.: «v., ierva: portulaca». Aut. la describe, y la cita en Laguna (1555). Muy conocida popularmente, así en España como en la Arg. (Draghi, Canc., p. 142) y creo en toda América; en Cuba ‘billete de banco de un peso, que era de color verde en tiempos coloniales’ (Ca., 187, 258). Mirandés buldraga (Leite de V., Philol. Mirand. I, 249); gall. beldroega, que ha sufrido el influjo de beldro ‘bledo’, hierba muy distinta, como acabó por ver Sarm. (CaG. A100v, A151v, 94r); port. beldroéga, verdoéga; cat. verdolaga [S. XIV, Bol. Soc. Castellon. Cult. XVI, 171]; oc. bortolaiga; alban. vuruák (ZRPh. XXX, 89; que no sé si viene del iberorromance, o del árabe por el turco).

Las demás formas romances (it. y fr.) vienen de una variante lat. vg. PORCLACA > PORCACLA (REW 6679); el a. alem. ant. burzel procede directamente de PORTULACA, y su b- se debe a un fenómeno de fonética germánica sin relación con la b- iberorromance, como indica Brüch, VKR VII, 248-9, rectificando un error de Gamillscheg (R. G. I, pp. 13-14).

Con mayor antigüedad que en las fuentes cristianas encontramos nuestro vocablo en autores de la España musulmana: bardilâqaš, plural traducido por la palabra arábiga que significa ‘verdolaga’, en el botánico anónimo descubierto por Asín (sin relación con esto son las palabras bartalâqaš y bartiqaš que el mismo autor traduce por ‘varas o palos’, y que Asín relaciona erróneamente con la nuestra: la última viene de PERTICA, y para la otra vid. VERDE); hoy el vocablo se conserva en los dialectos del Norte de África: barduqâla en Abderrazzac de Argel, bontlága en el dicc. argelino de Beaussier, bordlâqa en Túnez, vid. Simonet, pp. 45-461. Esta aparición tan temprana en autores mozárabes no es casual: el gran prestigio de la botánica hispanoárabe hizo que la forma mozárabe se propagara a las lenguas iberorromances y al occitano, lo cual explica el cambio anómalo de P- en b- (v-), a causa de la falta de la consonante P en árabe; quizá también se explique así la -d- anómala, pues el ƫ árabe sonaba casi como una sonora para los oídos romances; o bien este cambio se debería al influjo del adjetivo verde, que de todos modos acabó por actuar, por lo menos en la ortografía. Pero no hay que exagerar la importancia de esta contaminación, como hace G. de Diego (RFE IX, 148-9), atribuyéndole la responsabilidad de todo el cambio de PORTULACA en verdolaga, como tampoco se debe al influjo de BLITUM ‘bledo’ el port. beldroega (o verdoega), que resulta del mozárabe berdolâqa con pérdida portuguesa de la -l- intervocálica y paso de â a é por el fenómeno árabe de la imela (así lo ve ya correctamente M-L., RFE XI, 18-19).

1 La forma buluǤâq(a) que se encuentra en Abenbeclarix y Abenalbéitar ha sufrido una alteración de causa oscura. Quizá PORTULACA, por su empleo medicinal (cita de Laguna en Aut.), se alteraría en *PŬSTULACA bajo la influencia de PŬSTULA; después el paso a *buƇulâqa sería regular, y de ahí buluƇâqa.