VEDEGAMBRE, ‘heléboro’, antiguamente ‘veneno’, ‘cualquier sustancia venenosa’, del lat. MEDէCMEN, -էNIS, ‘medicamento, droga’; el cambio de la M- en v- se debe a la disimilación; por lo demás, la forma megambre se encuentra todavía en el S. XIII, y está también en la traducción cast. de Abenbasal, h. 1300, Al-And. XIII, 399.

1.ª doc.: megambre y vegambre en los mss. del Fuero Juzgo, a. 1240.

Donde dice un título: «de los magos et de los que piden consejo a los astrólogos e de los que tiempran las megambres», con variante la vegambre en otro ms. (Esc. I, 104, var. 9; Malp., 2). «Más trae una abiespa de crúa bedegame / que non faze de moscas una luenga exame» Alex., 747a (con variantes vedegame y bedegambre en los mss.), «muchas malas serpientes /.../ nunca fartar se pueden, están muertas de fame, / están todas cargadas de mala vedegambre» Alex., 2179b; «tomó ella veganbre que avía puesto en una caña por lo echar al ome por las narizes, e puso la boca enla caña por soplar; et... dió un estornudo ante que huyase a soplar, et cayó a ella la veganbre en la garganta, e cayó muerta» Calila (ed. Allen, 28.364; la viganbre 17.3, vidiganbre 22.167, la vedeganbre 30.421 y 105.251); «el cuerdo, de la víbora faz triaca; et el de mal seso, de las gallinas faz vegambre» Conde Luc. (ed. Hz. Ureña, 251; ed. Knust, 259.21); Juan Ruiz lo emplea refiriéndose a los desastres causados por el amor: «asy faze a los locos tu falsa vedeganbre» (414b); «la miel se faze amarga e la leche vedeganbre» en un poeta del S. XV citado por Cej. (Voc.) y Aguado (s. v.).

Hasta aquí el vocablo, como puede verse, significa siempre ‘veneno’ de manera general y en abstracto. Por primera vez lo encontramos en Nebr. aplicado a una planta, el eléboro o la adelfa, que es el veneno más conocido de la gente del campo: «vedegambre: helleborus». No sé si en la Albeitería de Arredondo (ed. 1658) tiene todavía el sentido antiguo, o ya es el eléboro, en cuyo caso habría que agregar una coma tras el vocablo en la cita del DHist.: «una onza de eléboro negro y de euforvio, que es bedegambre en polvos». En todo caso ésta es ya la única ac. que conoce Aut.: «lo mismo que eléboro: llámase más regularmente assí el blanco» y aduce dos ejs. del S. XVI. Dalo también como masculino, mientras que los autores medievales lo hacen femenino, en lo cual pudo influir el sinónimo ponzoña. Colmeiro (Enum. V, 160-1; I, 66-68) lo cita de muchos botánicos como nombre vulgar del Veratrum album, V. nigrum, Helleborus viridis y Helleborus foetidus.

Indicó la etimología correcta M. P. ya en su artículo juvenil de Rom. XXIX, 374-5, y aunque dudaron los críticos de entonces, los etimologistas modernos consagran como indudable la idea del maestro. Éste presentaba la sustitución de M- por v- como un cambio excepcional y esporádico, y por esto rechazó Baist (KJRPh. VI, 397) su etimología; en realidad se trata de una disimilación de tipo normal, como p. ej. la de MERENDARE en el cat. berenar ‘merendar’ o la de MEMORARE en el gasc. bembrà, brembà. M-L. (REW 5456) ya no se atreve a negar la posibilidad fonética y sus dudas se fundan en una mala comprensión: cree M-L. que sólo el cast. ant. megambre tiene el sentido general (él dice inexactamente meegambre ‘medicamento’), mientras que vedegambre sólo tendría el sentido de ‘eléboro’, de ahí que declare «dudosa semánticamente» la etimología; aun si así fuese, el obstáculo semántico no sería grave, pero ya he indicado que no es así; que una palabra que significa ‘medicamento’ pase a designar el veneno es un hecho trivial, recuérdense el cast. ponzoña y el fr. poison procedentes de POTIONEM, y el cat. metzina ‘veneno’ MEDICINA. En cuanto a la conservación de la -D- intervocálica, ya hemos visto que no es constante en la Edad Media, y la forma begambre sale todavía en un Arancel de 1782 (DHist.)1; probablemente es éste el tratamiento rigurosamente popular en sílaba pretónica, aunque es difícil asegurarlo dada la complejidad del tratamiento de la -D- intervocálica en cast.; entonces habremos de mirar vedegambre como una forma levemente influida por la pronunciación culta (hecho sumamente natural en un vocablo de médicos, boticarios y hechiceros), más bien que por el influjo de la etimología popular vedar (por haberse prohibido el uso del vedegambre en las flechas de los cazadores, como decía F. del Rosal). En cuanto a la forma aragonesa y gallega verdegambre (que ya figura en Franciosini), claro está que es una deformación por etimología popular. La vieja etimología de Pabst, recogida por C. Michaëlis, VEGETAMEN ‘principio vital’, es imposible semántica y fonéticamente.

1 Hay también una forma vengambre (con propagación de la nasal; o *vedg- > veng- con el cambio comentado en HINCAR ad.) en las Mitteilungen aus der Escorial Bibliothek de Knust (Bibl. des Lit. Vereins, Stuttgart, vol. CXLI).