URRACA, igual que muchas denominaciones de este pájaro, tales como el cast. marica, lat. gaja, fr. margot, ingl. mag, se trata en el caso de urraca del antiguo nombre propio femenino
1.ª doc.: med. S. XVI, Lope de Rueda.
Liebrecht (en el Jahrbuch de Ebert XIII, 232), Mahn (Etym. Untersuch., 38-39), implícitamente M-L. (REW 9088), y todavía, aunque con dudas, G. de Diego (RFE XII, 4n.), suponen que el nombre del pájaro se aplicara a la mujer, a manera de apodo, y luego se convirtiera en nombre propio; mientras que Diez (Wb., 495), C. Michaëlis (ZRPh. XVI, 68), Rohlfs (ASNSL CLXX, 157) y sobre todo Aebischer, en su excelente y fundamental artículo de 1935 (Rom. LXI, 351-60), están de acuerdo en que ocurrió lo contrario. En realidad esta opinión puede mirarse como segura y ya indiscutible, tanto más cuanto que Urraca nombre propio es frecuentísimo desde el S. X hasta el XIV2, y aun más tarde, mientras que el nombre de pájaro no puede documentarse hasta el XVI. Se trata de un nombre muy usual en Castilla y León, y llevado, como probó documentalmente Aebischer, por mujeres de todas las clases sociales; raro por demás en Portugal3 (y seguramente de importación castellana), e inexistente en Cataluña y demás tierras romances4. Esto coincide con la extensión geográfica de urraca ‘picaza’, voz peculiar al cast., aunque según Fig. se emplea «popularmente» en portugués, pero falta en los dicc. clásicos de este idioma, donde el vocablo corriente hasta la actualidad es pega. En el nombre de persona es constante la grafía Urraca, o sus variantes Orraca o Burraca5, pero siempre sin H-, a no ser en algún caso muy tardío6.
En consecuencia, no debemos dudar de que urraca no tiene nada que ver con FURAX o FURARE, pero tampoco tiene fundamento la opinión de Larramendi, adoptada por Mahn, Cillero, Cej. y M-L., de que urraca se tomó del vasco. En realidad no parece que urraca se emplee como nombre de este pájaro en ningún dialecto vasco7, en los cuales se usa corrientemente el latinismo pika (mika, pita) o los compuestos autzara-txori y suge-txori. Tampoco es probable que fuese una antigua palabra perdida en el vasco actual y trasmitida por el vasco antiguo al castellano, pues no se le encuentra explicación razonable dentro del vocabulario vasco: es abusiva la de Cej. urra-ka «coger, robar», pues el verbo urratu no significa esto, sino ‘rasgar, desgarrar’; tampoco es aceptable ni fundada la de Cillero (BRAE IV, 538) de interpretar urra-ka como ‘la que se mueve mucho’, entre otras razones porque no parece haber tal raíz vasca urra- ‘movimiento’8; y la de Mahn, que derivaba de urra ‘avellana’, tiene el defecto, según mostró Aebischer, de que la urraca sólo raramente se alimenta de avellanas. En cambio es un hecho repetido y muy generalizado el de dar a este pájaro, como nombre común, un antiguo nombre propio de mujer; así ha ocurrido en cast. con Marica, en el Centro de Francia con Margot, en el SE. de este país se ha dicho Jaquette, en inglés Mag (o Mag-pye), y antiguamente py-Annet, en el Norte de Italia Berta, y en el Sur de este país el cuervo y la urraca reciben el nombre de cola (abreviado de Nicola); en el propio latín, gajus y gaja, nombres del arrendajo y la urraca, no parecen ser otra cosa que el nombre de persona Caius, -a (G-). Un hecho tan repetido tiene su explicación natural y obvia en el vocingleo de la urraca parlera, que la gente se complace en comparar con el charlar voluble de las mujeres del pueblo. Tampoco tiene fundamento la sospecha de C. Michaëlis de que este nombre derivara individualmente del de doña Urraca Fernández, la princesa castellana que fué compañera de infancia del Cid: ni sería entonces verosímil que esta denominación no apareciera hasta después de la Edad Media, ni puede separarse el cast. urraca de los nombres análogos que acabo de citar en otros romances. En conclusión, así como no es prudente buscar una explicación vasca directa al apelativo urraca, en cuanto al nombre propio de mujer, éste sí parece ser de origen prerromano, quizá ibérico y aun acaso emparentado con el vasco.
DERIV.
Hurraco «adorno que llevaban las mujeres en la cabeza» ant. [Acad. ya 1843]. Urraquear arg. ‘hacerle ver las estrellas a uno’ (Cej.).
1 Cid, Berceo, Apol., J. Ruiz, Conde Luc., Calila y versiones bíblicas estudiadas por Solalinde: y por Oroz.― ↩
2 A los datos de Aebischer podrían agregarse muchos, p. ej. Urraka cometissa en doc. de Valpuesta de 1011 (M. P., Oríg., 36). En el vco. de Pamplona aparece un Sanso Urraquarena, que quiere decir ‘hijo de Urraca’, ya en un doc. del S. XIII (Michelena, FoLiVa I, 41), también un Urracha (de Donamaría, 32 km. al N. de Pamplona) en el mismo documento (ibid. 43) y una domna Eurraca en otro doc. navarro de 1120 (ibid., p. 24: supone que Eurraka sea ultracorrección de Eutropius > Utropi-); Urraka aparece como nombre propio f. en doc. riojano de 1076 (ibid. 47 n. 43).― ↩
3 A los dos casos citados por Aebischer, en que se trata de princesas castellanas o leonesas, aunque su nombre figure en textos portugueses, el Onomástico de CortesƟo sólo permite agregar una Orracca de Coímbra, en doc. de 1094, y una Orraquina en las Inquiriç?es de 1258, pero ignoramos si se trata realmente de portugueses.― ↩
4 Alguna vez figura en poemas franceses, como la Urraque o Urracle del Parthénopeus de Blois (Úrakia, -ka, -ke, en las versiones escandinavas e inglesa), MLN XXI, 235, pero ahí se trata de un nombre castellano empleado para dar color local; lo propio cabe decir del caso que cito más abajo.― ↩
5 Llamo la atención sobre esta forma, que puede ser importante para el origen: Vurraca aparece tres veces en doc. de Castilla del Norte fechado en 1285 (M. P., D. L., 67.18, 23, 24), Burraca una vez en el mismo (lín. 16). Igual pudo perderse una V-originaria que agregarse esta consonante con carácter protético: comp. orujo de vorujo VOLUCLUM.― ↩
6 Aebischer cita solamente uno de 1339. Ebert cita una Furaque en un poema de Turpín (G. Paris, Hist. Poét. de Charlemagne, p. 262, n.° 2), que es falsa adaptación a la fonética francesa, inspirada en la pronunciación burgalesa uso = huso = fr. fuseau.― ↩
7 Falta del todo en los dicc. de Azkue, Van Eys y Larrasquet. Sólo traen hurraka Larramendi y el labortano Hiribarren, a. 1862, citado por Lhande, pero es sabida la pésima reputación de estos lexicógrafos, que engrosaron sin escrúpulo sus diccionarios con las voces castellanas que según las teorías vascómanas de Larramendi procederían del vasco.― ↩
8 No puede deducirse de urrats ‘paso’ (con su derivado urraska ‘al paso’) ni de la interjección urra para llamar a gallinas y palomas. ↩