TRUCHIMÁN, del ár. turǤumân ‘intérprete’, derivado de tárǤam ‘traducir’.

1.ª doc.: trujamán, h. 1280, 1.ª Crón. Gral., 55b; h. 1300, Gr. Conq. de Ultr., 213.

La forma castiza en castellano es trujamán, que es también la que aparece en Nebr.1, «trujamán en arávigo: interpres»), en el Quijote y en otros autores del S. XVI citados por Aut.; es también la única registrada por Oudin y Covarr.; Aut. sólo admite ésta y trujimán; J. Ruiz empleó el derivado trujamanía. La forma hoy más conocida truchimán [Acad. ya 1817] se tomó del fr. trucheman [S. XIV]. La otra variante dragomán o drogmán se tomó del it. o de la lengua de Oc, los cuales a su vez la tomaron del gr. bizant. ƌραƔούμανος, y éste quizá del árabe (tal vez del dialecto de Egipto, que pronuncia el Ǥ como g), vid. D. Lopes, XIV Congr. Intl. des Orientalistes III, 258; Sainéan, Sources Indig. II, 412; pero más bien saldrá del persa medio turgumân (V. abajo, nota) o directamente del arameo. En árabe se vocaliza tarǤamân, tarǤumân o turǤumân, esta última forma la usual en España a juzgar por R. Martí y PAlc.; comp. Dozy, Gloss. 351; Suppl. I, 144; Eguílaz, 508; Neuvonen, p. 175.

No está la etimología arábiga de truchimán aclarada hasta los últimos detalles, y en particular es chocante la s (o ç) del cat. torsimany, torc-, forma muy frecuente, y constante desde princ. S. XIV (doc. de 1326, y ya en Muntaner, y como nombre del Dicc. de Rimas de L. de Aversó, h. 1390 etc.)2. Sin embargo no creo que haya que dudar de esta etimología arábiga. En verdad hay un curioso parecido con el nombre de los TελμƓσσέες los famosos intérpretes o exegetas (ƆξεƔŲται escribe Heródoto), de raza divina, habitantes en TελμŲσσος, ciudad de Caria o de Licia, de quienes nos habla a menudo el historiador (I, 78.5, 7 y 13, 83.11, 84.3), y Cicerón (Div. 141), y a quienes ya consultaba Creso rey de Lidia, en su guerra final contra Ciro el Grande; tanto más cuanto que existió también desde fines de la Edad Media, en francés, casteuano, etc., un talismán ‘mulá, sacerdote turco o musulmán’.

Éste, al parecer, coincide, secundariamente con TALISMÁN ‘amuleto’ (V. el artículo). Pero aunque los truchimanes ocasionalmente fueron personajes de alta dignidad diplomática y cortesana (Drogoman, Sénher, empieza un famoso sirventés), y fonéticamente el enlace por metátesis entre las tres formas sería posible, todo parece indicar que son tres palabras básicamente independientes, que sólo se acercan o coinciden por casualidad. Pese a la desconfianza que suele inspirar siempre la genuinidad de los vocablos arábigos de más de tres consonantes (cuando no hay prefijo o sufijo bien claro), turǤumân parece ser realmente autóctono, si no propiamente en árabe, al menos en semítico, y ár. tarǤam ‘traducir’ derivará de la raíz semítica que es Ǥam ‘conjeturar’ en árabe3, explicándose la ç del cat. torcimany por una etimología popular tòrcer ‘torcer’ (percibido como ‘trasformar’) ayudada por la disimilación.

DERIV.

Trujamanear [Nebr.]. Trujamanía [J. Ruiz].

1 También trujamanas y truxamanero en Juan de Mena (Lida, p. 156).―

2 Cierto es, de todos modos, que una forma más rara, trujaman ya aparece, algo antes, en la Crónica de Jaime I, y en oc. ant. es trocheman, forma común con el resto del romance; o bien drogoman.―

3 Ya empleada en el Corán; turǤumân, no, pero figura en el cuento más antiguo de las 1001 Noches (El Hombre y la Bestia) que refleja el árabe iraqí del S. X, vid. Penrice y Dieterici. En realidad los derivados tárǤam y turǤumân parecen ser préstamos del arameo al árabe (targem ‘interpretar’, hebr. rabínico Targum), desde donde turgumān ‘intérprete’ había pasado, también en calidad de préstamo, al pelví y persa maniqueo, tardíos (McKenzie, no Nyberg), pero algo anteriores a la Héjira.