TRAPICHE, alteración mozárabe del lat. TRAPTUS ‘molino de aceite’, voz de origen griego.

1.ª doc.: 1535, Fz. de Oviedo, Hist. de Indias III, 11; IV, 8; X, 2.

Ahí significa ‘molino de aceite’, igual que en el ej. de Mariana citado por Aut., y en éste de las Geórgicas de Juan de Guzmán (1587): «después viene el invierno y él comienza / a moler su aceytuna en sus trapiches» (cita de Cabrera, quien observa que sólo se encuentra así en la Historia de Gómara). Los dicc. clásicos sólo atienden al trapiche de azúcar: «la façon de faire le sucre, aussi le lieu où on le fait, et l’engin avec lequel on le fait» Oudin, «el ingenio del açúcar» Covarr., «el ingenio pequeño donde se fabrica el azúcar» Aut., que cita el ej. de Góngora «a enjaular flores convidan / las damas del zacatín, / en cañas quantas refinan / los trapiches de Motril». Con este valor tiene gran extensión en América: en Cuba (Pichardo, Suárez), América Central (Fz. Ferraz, Barberena), Colombia (Cuervo, Ap.7 p. 434), Venezuela1, Perú (citas en Arona, s. v. esclavatura, y Zorobabel Rodríguez), Bolivia (C. Bayo), Paraguay (grabado en Morínigo, Hispanismos en el Guaraní, p. 207), el Litoral argentino (Segovia) y Tucumán (grabado en La Nación, 9-VII-1940). En Chile y en Cuyo se trata de una especie de molinos para pulverizar metales2.

En portugués trapiche parece ser palabra tomada del castellano, pues varios autores citados por Moraes coinciden en considerarlo vocablo brasileño, y así lo dice ya Bluteau (1715): «para os engenhos de açúcar no Brasil, he a casa em que se recolhem as caixas de açúcar, e he almazem de outros tratos»; acerca del trapiche brasileño V. más información en Teschauer y en Raymundo Moraes, Diccionário de cousas da Amazônia, s. v. No encontrándose el vocablo en Portugal ni en Galicia, parece seguro que debió de tomarse del castellano.

El origen de trapiche es claro en conjunto, aunque no en los pormenores fonéticos. Se trata del lat. TRAPTUS, empleado como nombre del molino de aceite por Catón, Virgilio y Plinio; no es rara la variante TRAPTUM, que aparece en Columela, Ulpiano, inscripciones y en San Isidoro («trapetum: mola olivarum», Etym. XX, xiv, 12); también se halla otra forma, en plural, trapētes en Varrón y Catón; Marcial (VII, 28.3) alude a las prensas de vino (trapetis) de la vieja Tartéside.

Fuera de España no se ha conservado más que en Italia, donde trappitu es vivo especialmente en el Sur, como nombre del molino de azúcar en Sicilia (según Du C., quien ya cita ej. medieval de la forma trappitum), para el «frantoiu di olive» en Calabria (Rohlfs); también Pulla trappitu, Nápoles, Alatri trappit (REW 8862). La i de estas formas es correspondencia regular de la latina, que en Sicilia, Pulla y Calabria se convierte en i en cualquier posición, y en la zona de Nápoles ocurre lo mismo a condición de que siga una -U final (M-L., R. G. I, § 81). Más al Norte se encuentra una forma trappeto, no sólo en el sentido de ‘prensa’, sino también en el de ‘lagar’ (AIS, mapa 1349; Jaberg, VRom. IV, 138, y bibliografía allí citada).

En cuanto al castellano, son más sorprendentes el cambio de en i y sobre todo la terminación -che. El vocablo latino parece ser adaptación de un gr. dial. (¿Magna Grecia?) *τράπƓτρον, nombre de instrumento derivado de τραπεƗν ‘pisar la uva’, disimilado en *τράπƓτον (vid. Niedermann, VRom. V, 187-8); luego podría sospecharse que la Ɠ griega pasara al latín vulgar convertida en i, de acuerdo con la pronunciación del griego tardío. Pero como no se encuentra una forma *trapitum en los numerosos testimonios que traen las glosas latinas (CGL VII) ni en otras fuentes, es más probable que debamos cargar este cambio fonético en la cuenta del dialecto mozárabe, que en efecto cambiaba muchas veces la E. en i, vid. RPhCal. I, 89n.23. La ch es también típicamente mozárabe, y no es de extrañar que un nombre del molino de azúcar o de aceitunas procediera del Sur de España, que es donde estos cultivos prosperan (recuérdense los trapiches de Motril cantados por Góngora). De cualquier manera la ch no es clara; para que lo fuera deberíamos partir de una forma *TRAPTէUM (o TRAPTĔUM), y aunque tal forma no está documentada, bien pudo existir, sea que se trate de un diminutivo griego en -ιον, o de una antigua forma adjetiva latina.

Que existiera ese gr. τραπƲτιον puede darse por asegurado, pues tales diminutivos se formaban a cada paso con todas las palabras y en todas las variedades de griego; y de que se trasmitió a Occidente tenemos además otro testimonio indirecto: la población renana de Trüpt (o Drüpt) entre Düsseldorf y Duisburg («kreis» Mörs) figura como Trepitia ya en el Geógrafo de Ravena h. el a. 700 (cita de Weisgerber, Rhenania Germ.-Celtica, 343, 345; Holder II, 1911); aunque hasta ahora sólo se han indicado para ella forzadas etimologías latinas o célticas, estando Trüpt a la salida de la cuenca del Ruhr, creo se puede dar por seguro que se trata del nombre del molino de metales (cf. nota 2), puesto ahí en el plural neutro τραπƲτια. Los celtas ―pronto algo helenizados como se ve por sus frecuentes inscripciones célticas en alfabeto griego por allí encontradas― que habitaban aquello en el siglo de Augusto, y que gracias a su metalurgia del hierro habían conquistado en ciertos momentos Roma, Glecia y Asia Menor, no es de creer que no erigieran fraguas en la zona que produce más hierro y carbón en todo el mundo3.

De todos modos hay que advertir que la terminación -ich era predilecta del mozárabe; no sólo la encontramos como continuación de -ICIUM o -ITIUM, lo cual es regular según la fonética general de este dialecto (panich ‘panizo’, canních ‘cañizo’, carrích ‘carrizo’, chirich ‘coscoja’ CERR-ICIUS, cortíche ‘alcornoque’ CORTէCEM, todos en Simonet; Fontitx, Castellitx, Calderitx, Felanitx, Novellitx, Pastoritx, Tortitx en Mallorca; Casteliche en Murcia), sino también en otros casos donde su explicación etimológico-fonética presenta un verdadero problema: mampích ‘rodilla de lienzo’ (¿MAPPELLA?), cannuticho ‘injerto de canutillo’, carrích ‘especie de carro’ (¿= carr-illo?), izquirfích o iskilféǤ ‘escofina’ (¿SCALPELLUM?), en todos los cuales parece corresponder a -ELLUM; çaltich ‘instrumento músico’ (PSALTERIUM), y el nombre ibicenco Macabitx y cartagenero Macabiche (G. Soriano, p. xxxvii) parecen corresponder a MACCHABEUS (varios de los nombres mallorquines en -itx, -atx, -itx, no son tampoco claros). Sea lo que fuere de los detalles de esta cuestión, parece seguro que en mozárabe -ich se introdujo en casos adonde no corrrespondía fonéticamente, y así bien puede ser que trapiche proceda del propio TRAPTUS y no de un derivado. En cuanto a la conservación de la -P- es normal en mozárabe (comp., empero, la pp de las formas italianas).

Para terminar este artículo será oportuno llamar la atención hacia la existencia del cat. trapig ‘ingenio o molino de azúcar’ ya documentado en Gandía en 1536, trapitz [¿l. trapitx?] de canyamel en un doc. mallorquín de 1466; como en otros textos antiguos aparece con el mismo sentido trapitjador (Faraudo, Bol. Acad. B. Letras, Barcelona 1946, n. 98), parece claro que el verbo cat. mod. trepitjar ‘pisotear’, ‘pisar y estrujar la uva’, val. trapijar, es derivado del mozarabismo trapig ‘trapiche’ y no relacionado -a no ser secundariamente- con petjar ‘hollar’ PEDICARE ni con el hápax occitano trepejar «caracoler (les chevaux), trépigner» (sólo en un texto languedociano del S. XIII; trepei ‘desorden, tumulto’ es algo más frecuente), derivado del germanismo trepar o trepir ‘pisar’. Nótese que trepitjar es esencialmente ajeno al catalán medieval4 y hoy todavía a la Cataluña occidental y Menorca (donde se dice calcigar) y al Rosellón y Vallespir (donde ‘pisar la uva’ se dice pilsar: ALF, Suppl., s. v. fouler), de suerte que todas las señales son de que trepitjar es un mozarabismo (con Ǥ < Ƈ por arabización) extendido desde Valencia y Baleares a parte del Principado.

DERIV.

Trapichero. Trapichear ‘ingeniarse, buscar trazas no siempre lícitas para el logro de algún objeto’ [Acad. 1884, no 1843; ejs. de Juan Valera y Ant. de Valbuena en Pagés; en la Arg. «ingeniarse los medios para ganarse la vida, haciendo operaciones comerciales de muy poco valor o que proporcionan pequeñas ganancias», Garzón]; trapichar ‘comerciar en pequeño’ cub. (Pichardo); trapicheo ‘acción y ejercicio de trapichear’ [Acad.; ‘amaño, embuste, treta’ salm., Lamano]: la explicación semántica de estos derivados no es bien clara, quizá por el trabajo penoso de los que trabajan en trapiches, o bien hubo influjo semántico de trapacear5.

De la misma raíz que el gr. τραπεƗν (de donde TRAPETUS), procede el lat. trepĭdus ‘inquieto, trepidante’, trepidare ‘agitarse, temblar’, del cual se tomó el cast. trepidar [Acad. 1925, no 1843, ej. de Pérez Galdós en Pagés]; más antiguos son los derivados trepidación [1617, Suárez de Figueroa, Aut.] y trepidante [Acad. ya 1817]; trépido es latinismo raro, ya empleado por Lope; intrépido [1584, Rufo (C. C. Smith, BHisp. LXI); Quijote], intrepidez.

1 Grabado del trapiche venezolano en Rev. Nacional de Cultura, n.º 34 (1942), p. 177.―

2 «El método de que allí se valen para separar la plata de los cuerpos heterogéneos, es el siguiente: se reduce el metal a un polvo finísimo en un molino llamado trapiche, como el del oro, aunque es un poco diferente en la construcción» Compendio de la Hist. Geogr. Nat. y Civil del Reino de Chile (cita de Draghi, Fuente Amer. de la Hist. Argentina, p. lxv), Otro texto chileno antiguo en Román. A. Cuyo se refiere este pasaje de un jesuíta de fin del S. XVIII: «es... necesario observar si en sitio del mineral o en sus cercanías se halla lugar a propósito para la fábrica de molinos o sean trapiches, donde moler y reducir a polvo los metales», Draghi, o. c., p. 105. Cita del Marqués de Sobremonte referente a San Juan, en Garzón. Hay también un viejo trapiche industrial en el departamento de Pringles, prov. de San Luis (F. Velázquez, El Chorrillero, pp. 81, 139), y otros en Mendoza.―

3 Tres millones anuales de toneladas de hierro en las minas del Ruhr y de la zona Marburg-Bonn, 300 millones de toneladas de carbón en Alemania a principios de nuestro siglo, de los cuales cerca de la mitad en carbón de piedra del Ruhr, y otras muchísimas en carbón de leña de los bosques de Selva Negra, Teutoburgo, etc. No discuto que se trata de un desarrollo moderno, pero tampoco puedo creer que no hubiese empezado ya en el bajo período de La Tène, y si empezó hubo de ser ésta, la zona más favorable de Europa, y junto al Rin, la gran arteria céltica que permitía trasportar todo aquello. Que Trapetius (o -pidius) nombre de un obispo de Orange (junto al Ródano, la otra gran arteria de trasporte céltico), que figura en dos concilios galorromanos del año 585 (Holder II, 1904) derive de esto es ya menos claro, aunque bien se podría argumentar, p. ej. a base de un apodo de herreros celtas convertido después en nombre algo hereditario.―

4 Trepijar ‘patear, dar con los pies’ aparece excepcionalmente en Eiximenis, N. Cl. VI, 92. Trepigadiz y trapitg ‘pisoteo’, ‘ruido de pasos’ en dos docs. del Principado de h. 1420 y de fines del S. XV (Ag.). Por lo demás es general calcigar.―

5 No creo que haya relación con el trapiche ‘almacén’ de los brasileños (de donde podía venir ‘comerciar’), ya que parece ser ac. exclusivamente brasileña.