TRAFALMEJO o TRAFALMEJAS, ‘persona audaz y de poco seso’, origen incierto; probablemente alteración del ár. Ȑaƫrâf an-nâs ‘hombres de baja condición’.

1.ª doc.: trafalnejas, 1587, Sz. de la Ballesta; 1607, Oudin.

En esta ed. y en la de 1616 da este dicc. la forma trafalnejas, definida «homme remuant, entreprenant». Sz. de la Ballesta: «trafalnejas: término con que a los hombres entremetidos y bulliciosos llamamos; vitilitigatores, id est litium avidi et alienorum operum calumniatores, sicut Homeromastigas appellamus illos, quibus nihil satisfacit, vel eos qui nihil non carpunt». La misma forma repetidamente en el Maestro Correas (1623): «trafalnejas: el que es muy bullicioso» (527, 612). Falta en los demás dicc. de la época, pero Aut. trae «trafalmejo, -ja, adj.: intrépido, atrevido y osado», con un ej. del Viaje del Parnaso de Cervantes (1614), donde vemos muy claramente el matiz especial del vocablo, que ya viene a ser el moderno: «nunca se inclina o sirve a la canalla, / trobadora, maligna y trafalmeja, / que en lo que más ignora menos calla». No tengo otros ejs. literarios. Terr. y la Acad. mantuvieron sin cambio la forma y la definición de Aut., por lo menos hasta la ed. de 1884; en 1925 ya aparece ésta cambiada en «se aplica a la persona bulliciosa y de poco seso» y al mismo tiempo se reemplaza trafalmejo por trafalmejas adj. (con variante trafalmeja). En Méjico se altera en tlapalmeja ‘mequetrefe’ (Cuervo, Disq., 1950, p. 386) y en Costa Rica trapalmejas «inútil, para poco, palangana» (Gagini).

En todo esto ha estado en juego una etimología popular, que ha interpretado el vocablo como designación del que se dedica a atrapar o coger almejas, infeliz que no tiene otro medio de sustentarse. Pero desde luego no es ésta la etimología real, como lo prueba la -f-, y también la antigua forma en -ejo; poco a poco se insinuó la falsa interpretación popular, causante primero de la terminación -ejas, y luego triunfante en América con la forma en -p-. Cuál sea el verdadero origen es arriesgado decirlo, y por ahora nadie ha publicado la menor conjetura. Siendo así que el sinónimo mequetrefe es un compuesto del antiguo TREFE ‘ligero, flojo, falso’ nos sentimos predispuestos a suponer que trafalmejo contenga la misma raíz, pero hay dificultades morfológicas. Si una forma como la oc. ant. trefan ‘pérfido’, seguramente emparentada con TREFE, existió en España, y sobre todo si tuvo un sentido más semejante al de TREFE, podríamos admitir que de ahí se formó un diminutivo *trefanejo, que en virtud de la expresada etimología popular se convertiría en trafalmejo (comp. port. trafulha «trapaceiro, aldrabƟo», and. tranfulla ‘fullería’ AV). Pero el hecho es que no hay huellas de tal trefan en la Península Ibérica, y así toda esta suposición queda en vago. Spitzer, MLN LXXIV, 133, propone ver ahí un compuesto con los mismos dos elementos que mequetrefe, aunque en orden contrario. Pero la -j- y sobre todo la -l- constituyen graves dificultades fonéticas.

La estructura general del vocablo tiene un aire moruno (comp. Trafalgar < ƫarf al-Ȑaġar), lo cual me lleva a pensar que pueda ser alteración del ár. Ȑaƫrâf an-nâs «des hommes de condition inférieure, de la plus basse classe, des hommes vils», expresión de uso clásico en árabe (Dozy, Suppl. II, 38); se trata de un plural, cuyo singular ƫarf an-nâs pudo emplearse para designar a cada una de las personas de esta ralea, y que igualmente pudo servir de base para trafalmejo (comp. altranuz < turmûs y Trafalgar); es compuesto de ƫarf ‘cabo, extremo’ y nâs ‘gente’, que en su conjunto significa propiamente ‘lo más bajo de la gente’. Téngase en cuenta que nâs se pronunciaba nes en hispanoárabe, y que en los arabismos romances muchas veces reaparece la l del artículo, asimilada en árabe a la consonante siguiente, de suerte que una pronunciación vulgar hispana ƫarf al-nés es verosímil, y de ahí a trafalmejo no era difícil el cambio, ayudando la etimología popular; la forma antigua trafalnejas está aún más próxima al origen. En el aspecto semántico es probable el paso de ‘persona vil’ a ‘mequetrefe, entrometido’. La expresión clásica en cuestión no podía ser ajena al habla vulgar de Occidente y de España, pues hoy en Argelia se dice, invirtiendo los términos, nâs min ƫarf «des gens de bas étage, du commun, des petites gens, le commun des mortels», y es viva la locución min ƫarf an-nâs «le premier venu, un homme du commun» (Beaussier, comp. min ƫarf «commun, de peu de valeur», ƫarf «débris»), recuérdese la canalla trafalmeja de Cervantes, que refleja la misma actitud aristocrática.

Es posible que el original arábigo sea algo distinto en la segunda parte, pues autores egipcios y sirios de los SS. XIV y XV, entre otros, abrevian la expresión Ȑaƫrâf an-nâs, dando el mismo valor al simple Ȑaƫrâf (Dozy, l. c.), de suerte que también podría ser otro el segundo miembro del compuesto. P. ej., podría tratarse de Ȑaƫrâf al-mâši ‘lo más bajo de la gente de a pie, de la infantería’, puesto que los caballeros han mirado siempre a los peatones con cierto menosprecio (recuérdese el cast. pedestre, y el fr. piètre ‘infeliz’). ši ‘infante, soldado de a pie’, voz generalmente conocida (Dozy, Suppl.; Probst; Tedjini, s. v. infanterie), se pronunciaba vulgarmente ši, de suerte que no quedaría entonces la menor dificultad fonética; es verdad que ši (o su equivalente ššâ)) es un singular, cuyo plural mušâ ya presentaría inconvenientes, y por otra parte el sentido exigiría más bien un plural, pero no olvidemos la facilidad con que el árabe emplea singulares con valor colectivo, y habría todavía otras posibilidades1. De todos modos Ȑaƫrâf an-nâs tiene sobre esta variante la ventaja de ser locución bien conocida, y no hipotética (aunque imaginable) como lo es Ȑaƫrâf al-mâši.

1 Hay otro plural māšûn (que por lo demás sólo encuentro en fuentes clásicas, y desde luego es más raro) que en vulgar pudo acentuarse šun. El femenino de ši, a saber šiya, no sólo significa ‘cuadrúpedo’, sino también ‘ganado’ y ‘rebaño’, otra comprobación de que un empleo colectivo del masculino ši es concebible. Por lo demás también se podría partir de Ȑaƫrâf al-mâšiya, como si dijéramos ‘los últimos del rebaño’.