TAMO, ‘paja menuda’, origen incierto, probablemente prerromano.
1.ª doc.: J. Ruiz.
Hay acs. secundarias, como «a los fluecos de la ropa llamamos pelillos; quando es más menudo y espeso se llama tamo» (Covarr., s. v. flueco), «pelusilla que se cría del polvo debajo de las camas y cofres», «pelusa que sale en el telar al tejer el lino o lana» (Aut.), ‘heces de vino, aceite o vinagre, que quedan en depósito’ (así en el Minho, l. c.), ‘cizaña’ en el judeoespañol de Constantinopla (Subak, ZRPh. XXX, 177). Cabe preguntarse si la forma primitiva de este vocablo fué tamo o tambo, pues con ambas formas aparece en el portugués del Minho (l. c.; y tambariço «quantitade de tambo»), y más abajo veremos la forma támbara; no es posible resolver la cuestión decididamente, pero el gall. tamizo «polvo o paja muy menuda del trigo, etc.», ‘pelusilla debajo de las camas’, ‘la que sale del telar’ (Vall.), parece indicar que la -b- sea secundaria, como la del port. tambo o tamo ‘casamiento’, ‘mesa baja’, procedente de THALହMUS.
En un vocablo así, de cuerpo tan reducido, lo difícil no es encontrar pistas etimológicas, sino huir del peligro de la confusión con homónimos. Este peligro es tan grande en nuestro caso que casi condena nuestra búsqueda a la esterilidad. Los diccionarios etimológicos se abstienen de toda conjetura. Y, sin embargo, se pueden hacer muchas. Ya M. P. (Festgabe Mussafia, p. 388) anotó haber oído támara una vez en Castilla la Nueva con el sentido de ‘tamo, paja trillada’, mientras que la Acad. trae el vocablo en la ac. ‘leña muy delgada, despojos de la gruesa, o astillas que resultan de labrar la madera’, en Guadalajara ‘carga de ramaje de roble, encina o pino, que pesa de 8 a 10 arrobas’1 y en Cuéllar (Segovia) es «rama de árbol que sirve para leña», tamarujas «agujas de pino» (BRAE XXXI, 510); ahora bien, M. P. oyó con el primero de estos sentidos la forma támbara en un pueblo de Soria; esta ac. o una muy análoga ‘ramaje’ debió de ser conocida del cordobés Barahona de Soto (1586), quien escribió «se hallarán las liebres bajo de algún cardo o tamarón» y «si estuviese la perdiz en parte tamarosa», y Rodríguez Marín recogió un cantar andaluz donde tamaraso parece tener el sentido de ‘golpe (¿con una rama?)’ (citas de Toro G., BRAE X, 543-4); «hornija, támara o retama para encender hornos» está en el Vocab. en lengua mexicana de Molina (1571) fº 87, rº 2. Más variantes dialectales, necesitadas de comprobación, en GdDD 6651, que quiere desatinadamente derivar todo esto de un lat. *TERMէNA «ramas cortadas» (de obvia imposibilidad fonética aun admitiendo su improbable existencia).
Conviene no perder de vista que un vocablo muy semejante a támara es antiguo y arraigado en árabe: ȶámara es ‘fruto’ en los dicc. clásicos y en PAlc., pero nuestro R. Ma. lo traduce además como «arbor», PAlc. tiene ȶimára ‘árbol’ y ‘árbol frutal’, aȶmar ‘arbolecer’ y Dozy I, 164, trae más documentación de este vocablo y sus derivados en autores de lenguaje vivo.
Últimamente ha tratado de la familia de vocablos que interesa, Johannes Hubschmid, con su enorme erudición (ZRPh. LXVI, 22-23), señalando un tamarae «ƽρπƓƔες» (‘brotes, retoños, ramitas’) en unos Hermeneumata Vaticana trasmitidos en ms. del S. X (CGL III, 427.48), y agregando testimonios de támbara en Salamanca, Burgos y la Rioja, y el nombre de lugar Támara o Tamaral en Galicia, León, la Mancha y Jaén2; además encuentra un it. dial. tamaro, acentuado ora en la primera, ora en la segunda sílaba, como nombre de varios arbustos específicos, bastante heterogéneos, documentado en varias hablas de la Alta Italia, y también en Toscana y en la Pulla: ¿tiene esto algo que ver con la támara castellana? Quizá sí, pero ya no es claro, y el escepticismo se convierte en incredulidad cuando agrega palabras semejantes de Eslovaquia, Banato, Carintia, Alpes Dolomíticos, de sentidos ya bastante distintos, y más cuando quiere formar una familia única con un TAMO- nombre del ‘Tamnus communis’ en varios dialectos alto-italianos, con un TAMNO- del cual vendría el cat. tany ‘brote, retoño’ y su familia3 y luego el lat. TAMARIX y otros derivados de sentido heterogéneo4. Es evidente que de este modo se puede probar todo, o más bien no se prueba nada: es demasiado fácil y por lo tanto carece de fuerza convincente. Sólo las semejanzas muy específicas son probantes.
Limitándonos al tipo cast. támara: ¿tiene esto que ver con tamo, como podría indicarlo la coincidencia semántica señalada por M. P.? Entonces el sentido primitivo de tamo podría haber sido ‘tallitos, ramuja’, y podríamos pensar en un parentesco con el irl. med. tamon ‘tronco’ (Windisch, s. v.), o mejor dicho con un vocablo más corto de la misma raíz5. Pero además de que esta pista céltica es vaga, la identidad de tamo con támara está lejos de ser un hecho seguro. Nada nos asegura que el sustrato semántico de tamo no sea algo muy diferente. En principio no podemos oponernos a la idea de Giese de relacionar con el galés y córn. tam, bret. tamm ‘pedazo, bocado’, pues el tamo consiste en pedacitos, aunque el sentido primitivo de esta voz céltica parece ser ‘mordiscón, mordida’. Sin embargo, empecemos por notar que a estas formas (teniendo en cuenta el plural tymmyn) correspondería TAMMEN- en galo (< célt. común TևDSMEN-)6; es verdad que el gaél. escocés teum «a sudden snatch at any thing», irl. mod. taom «a bit, a scrap», podrían interpretarse como TևDSMU- (que en galo sería *TAMMU-), pero estas formas de fecha reciente son más o menos ambiguas7. En resumen, ésta es una vaga posibilidad, que no podemos descartar y menos asegurar. Aun menos fundado sería relacionar con el irl. med. tám «rest, repose», gaél. támh «rest» (a base de la idea de ‘pósito, heces’)8. Más razonable era Simonet (s. v. tammûm) al sugerir que de la raíz de tamo derivara el bereb. atmu, atemmu, aθemmun, ár. marroq. temmûn ‘almiar’ que al fin y al cabo es un depósito de paja. Esto podría indicarnos que tamo pertenezca al substrato ibero-líbico y no al celtibérico. No ignoro que Schuchardt (Roman. Lehnv. im Berb., 52) aseguró que este vocablo bereber es préstamo del lat. TEMO, -ONIS, ‘timón de carro, de arado’ (y alguna vez ‘pértiga en general’) suponiendo que pasara a designar el palo del almiar y luego el almiar, pero esto, que no pasaría de ser una conjetura audaz si no existiera atmun y aθemun en el propio bereber con el sentido de ‘timón de arado’9, puede ser o no ser cierto, y no debemos jurar in verba magistri10. En conclusión nada sabemos seguro respecto del origen de tamo. Comp. TAMIZ.
DERIV.
Entamar.
1 De ahí vendrá el sant. tarma ‘leña seca’, Cabranes tarmo ‘caña de maíz’, Sajambre tarmear ‘podar árboles’ (Fz. Gonzz., Oseja, 356).― ↩
2 En Museum Helveticum VII, 224, da además un tarma ‘vara’ y derivados en Salamanca, Asturias y Santander [también en Extremadura, BRAE X, 543].― ↩
3 Pero una ny catalana no puede venir de MN, sino sólo de NN; V. mi estudio sobre este vocablo en mi artículo en prensa en Archivum, Oviedo 1954, IV, 56-60. Respecto del lat. tamnus piensa Schuchardt en un origen camítico, no sin cierta razón (Roman. Lehnwörter im Berb., 16).― ↩
4 Entre éstos el cast. tamujo, arbusto euforbiáceo según la Acad. [1582, Aut.], cuyo origen en realidad se ignora. También tamojo, y derivado tamujal.― ↩
5 Pedersen, Vgl. Gramm. I, 79, iguala al scr. sthāman- ‘lugar donde se está’ y al a. alem. ant. stamm ‘tronco’; Walde-P. I, 719, parte de la raíz del gr. τέμνειν ‘cortar’.― ↩
6 V. Henry, s. v.; Walde-P. I, 720; Stokes-Bezz. 129; Pedersen, Vgl. Gramm. II, 112, 60.― ↩
7 Stokes y MacBain parten en este caso de la misma base en -MEN.― ↩
8 MacBain y Walde-P. (I, 701) discrepan en cuanto a su origen, pero no vale la pena insistir, pues el parentesco ya es muy dudoso desde el punto de vista semántico romance.― ↩
9 ¿Coincide la misma forma en unos mismos dialectos? Esto es lo que no resulta claro de los datos de Schuchardt.― ↩
10 Como hace M-L., RFE XI, 5: deduce de ahí este lingüista que lo único admisible sería que tamo venga del bereber atemmu ‘almiar’, procedente de TEMO. Desde luego esto es inconcebible. ↩