TABÍ, del it. tabì y éste del ár. attā íd., así llamado por fabricarse en Al-Attābîya, suburbio de Bagdad.

1.ª doc.: 1604.

Céspedes, Discursos sobre la Antigua y Moderna Pintura, de esta fecha: «el pabellón atornasolado, de una tela que los italianos llaman tabì, que casi imita nuestro gorgorán» (cita de Cabrera, p. 71). Ya está en el Quijote, en Tirso (Fcha.) y otros clásicos (Aut.); además: «¿qué será verme entrar / en la plaza a torear / con el brillante tabí, / segurísimo decoro / de todo peón gallego?» Lope (ed. nueva de la Acad. IV, 277b); «una mujer que fué toda su vida / libre, rozando telas y tabíes, / y de un galán y de otro requebrada» Quiñones de B. (NBAE XVIII, 686; otro citado s. v. ROZAR). En fr. tabis se encuentra desde el S. XV (God. VII, 615); en it. ya en la primera mitad del XVI (Varchi); en cat., desde 1652 (Ag.). Para la etimología, vid. Dozy, Gloss., 343, y la abundante bibliografía citada por Steiger, Festschrift Jud, 674.

DERIV.

Tabinete [Acad. 1925, no 1843].