TÍO y TÍA, del latín tardío THզUS, THզA, y éstos del gr. ȎεƗος, Ȏεία, íd.
1.ª doc.: 2.ª mitad S. X, Glosas Silenses.
Donde
abunculus está explicado por
tío y
matertera por
tía (n.º 223). Oelschl. recoge ejs. del S. XII; son voces de uso general en todas las épocas. Este helenismo es común al cast. con el port. y el it., mientras que el cat., el oc., el fr., el rét. y el rum. permanecieron fieles al lat.
AVŬNCŬLUSl>, y en sardo se encuentran uno y otro. THIUS aparece por primera vez en San Isidoro (Etym. IX, vi, 16), con la declaración «graecum est», después en una crónica de Capua del S. X, y en otros textos muy tardíos (ALLG VI, 446; Du C.). En cambio el femenino THIA ya se encuentra en 563 y h. el a. 600, en San Gregorio el Magno (Sofer, 113-4): por lo visto se trató de un extranjerismo de moda, que al principio sólo se aplicaba al sexo femenino, más accesible a esta clase de innovaciones. Es el estado de cosas conservado hasta el día por el cat. y el oc., que dicen oncle pero tia (el lat. AMITA ‘tía’ sólo perduró en fr., en rético y en algún dialecto vecino). Comp. P. Aebischer, Protohistoire de deux mots romans d’origine grecque: «thius» ‘oncle’ et «thia» ‘tante’; étude de stratigraphie linguistique, en Annali della R. Scuola Normale Sup. di Pisa, serie II, vol. V. Como otros nombres de parentesco tío y tía sufren modificaciones hipocorísticas, como tití (Tití Antonio, Tití Teresa) en Canarias, BRAE VII, 340. Conocido es el empleo popular de tío en España para llamar familiarmente a cualquier hombre del pueblo, sea en combinación con su nombre propio, sea con un demostrativo (aquel tío) para designar despectivamente a un sujeto cualquiera. La frase vulgar no hay tu tía, para decir que algo malo es inevitable o algo bueno es imposible, se emplea en Aragón (Torres Fornés; de donde pasó al cat. en forma castellana), en la Arg. (Draghi, Canc. Cuyano, p. xcix) y otras partes.
Hay, además, un oc. ant. sia (gasc. y algo lgd,); en it. el vocablo empieza en una africada sibilante, zio, zia, acaso imitación imperfecta de la fricativa Ȏ del griego tardío, o quizá más bien por una pronunciación proclítica pronto generalizada en el vocativo (T?A MARIA, etc.), cf. en las Leys d’Amors tolosanas del S. XIII el dato, bien atestiguado, de que sià debe pronunciarse como un monosílabo. Esto explica también la forma sià, ‘tía’, acentuada en la a, del bearnés, que ya se documenta en textos jurídicos medievales del Bearne y de Bayona (en éste en la forma ultracorrecta sian). Una forma semejante parece haber existido en mozárabe, según una muwáššaha de un poeta malagueño del S. XII , (cf. G.ª Gómez, Al. And. XXXVI, 1971, 66), en cuyo texto, por lo demás, se aplica a un hombre, e igual se podría leer sîyo que sîya (V. CIAR).
DERIV.
Retío, -a, venez., ‘tío, tía, de segundo grado’ (Malaret, Semánt. Amer., p. 7).
CPT.
Tiovivo [fin S. XIX, P. A. de Alarcón, en Pagés; Acad. 1925, no 1884], aludiría a la viveza del «tío» que tuvo la idea de explotar este aparato en una feria.