SÁBALO, en portugués sável, en cat. y arag. saboga, -oca, parecen ser nombres de origen céltico, derivados de SAMOS ‘verano’, porque en mayo y junio es cuando este pez aparece en los ríos; pueden suponerse unas bases célticas *SAB֊LOS y *SABAUCA (documentada ésta en la forma SAMAUCA), con el cambio de -M- en -B- que es típico de varios idiomas célticos.

1.ª doc.: sábalo y saboga ambos h. 1335; savalus en bajo latín, Córdoba, a. 961.

Juan Manuel cita el sábalo en su lista de peces del Libro del Cavallero (Rivad. LI, 251b36); Juan Ruiz en su descripción del combate entre los peces y los animales terrestres describe como «a las torcazas matan las sabogas valyentes, / el dolfyn al buey viejo derríbole los dientes; / ssávalos e albures e la noble lanprea / de Sevilla e de Alcántara venian a levar prea» (1113c, 1114a). Sávalo figura también en el Glosario de Palacio (h. 1400) y en Fz. de Oviedo (XIII, cap. 66), y esta grafía (que es ya la que hallamos en el citado texto latín de Rabí Ben Zaid) es ciertamente la única buena. Covarr.: «saboga, pez de la mar muy semejante al sábalo, muere [¿l. mora?] ordinariamente en Tortosa, subiendo por el río al agua dulce; en Roma se llama lacha y en latín alosa; pudo averse dicho, quasi sanloga [l. savloga] de sábalo, por ser muy semejante a él aunque más pequeño»; Aut. da ej. de sábalo en Fr. L. de Granada, y de saboga en el aragonés B. Argensola y en las Actas de Cortes de Aragón, donde figura la variante saboca. Como puede verse, la mayor parte de los testimonios de saboga, -oca, se refieren al Ebro; sin embargo, el malagueño Medina Conde (1789) dice que al sábalo «muchos llaman saboga o saboca», cita también «sablas, pez colorado y escamoso, el lomo algo azul: es parecido al pargo y a la zama» (p. 255), y hay un gall. sambòrca «especie de sábalo pequeño; en algunas partes la hembra del mismo sábalo (Clupea alosa seu Alosa communis)» (Vall.), y en el Sur de Galicia ‘sábalo’ (Irm. da Fala, Voc.). Sarm. comprueba la definición de Vall. en el sentido de que es «como un sábalo», pero no en la pequeñez. Dice que es pez grande y malo, que pasa por dañoso y cita la frase popular «si queres ver tua muller morta, dalle de comer sambórca» (CaG. 83r, 214r, A17r).

Sea como quiera, en catalán sólo existe saboga, que he oído nombrar en el Ebro (Rasquera, Benifallet) y en el Bajo Segre (Aitona); se pronuncia con o abierta, y en lo antiguo aparece constantemente escrito con -v-1: «llampreses qui encalçaven / savogues per a xuclar» Turmeda (S. XIV, Div. de Mallorques, N. Cl., 104); «una gerra de savoges salades» tres veces en doc. de Xerta (Tortosa), a. 1495 (N. Cl. IX, 63.26); savogues en Bernat de So, algo anterior (Rom. LIV, 38). Fuera de la Península Ibérica los dos vocablos sólo aparecen en forma de préstamos hispánicos: fr. savalle (Ant. Tlomas, Mél. 178)2, serviocroato simbâlj m. ‘especie de Octopus vulgaris3. En árabe hispánico y magrebí es también préstamo hispánico indudable (Dozy, Gloss., 386), como ya muestra la š, pero es préstamo muy antiguo: šâbal y šâbil (que pueden entenderse uniformemente šâbel) se encuentran en una serie de autores españoles, desde 961 hasta el S. XV (Rabí ben Zaid, El Xecurí, El Arbolí), y marroquíes del XII al XIV (Idrisí, Abenalhaxxá, Abenabizar), y hoy se documentan sobre todo en Marruecos, pero también en Egipto y en algunas fuentes africanas en general (Simonet, s. v. xábal; Dozy, Suppl. I, 724b); de ahí el tort. aixàvol (BDC III, 83). Por otra parte el logud. saboga (RFE XII, 236) es catalanismo indudable, como suelen serlo los nombres de peces en esta isla, y también es de procedencia hispánica el árabe šabûq, documentado en el almeriense Arbolí (S. XV), hoy šabûq o šebûqa en Argelia y Marruecos, šbôq(a) en Rabat, en el Norte del país y en Mostagánem (Brunot, Vocab. Marit.), Ɋabûġa, pez pescado en el Nilo «petite alose»4.

Llamó la atención Schuchardt (ZRPh. XXX, 728) hacia el gran parecido de saboga con SAMAUCA, que aparece en la lista de nombres de peces recopilada por el galorromano Polemio Silvio en el año 449, sugiriendo Schuchardt un origen céltico, idea tanto más verosímil cuanto que Polemio parece corresponder a una zona tan fiel al céltico como el SE. de su país, y que las voces célticas no son raras en esta lista (ancorago, darpus, alausa, ausaca, samosa): el nombre latino del sábalo, alausa, es también un préstamo gálico; así nos encuentra dispuestos en su favor cuando, fundándose en el nombre alemán del sábalo, maifisch ‘pez de mayo’, en el dicho it. a prima laccia ‘en primavera’, y más que nada en el hecho bien conocido de que el sábalo remonta los ríos en mayo y junio, propone partir de un adjetivo celta *SAMKOS ‘estival’ (de donde el bretón haȧvek íd.), derivado de SAMOSverano’ (Pedersen, Vgl. Gramm. I, 71), y cuyo femenino SAMAUCA presentaría en Polemio Silvio las primeras muestras de la tendencia a cambiar ā en o, propia de los dialectos britónicos del celta. En efecto, la coincidencia de una o abierta catalana con una o cast.-arag. sin diptongar, difícilmente puede explicarse de otro modo que partiendo del diptongo AU5, y aunque el resultado de -AUCA debiera ser -oca en todas partes, la forma saboca la he oído también en el catalán de Aitona, y era muy fácil que se alterara saboca en saboga bajo la influencia de boga, otro pez harto diferente, pero más conocido6. En cuanto a la -b- del saboga romance se inclina Schuchardt a explicarla por influjo de sábalo, dando a entender así que el origen de éste era para él completamente diverso; en efecto, en una nota rápida publicada algo antes en ZRPh. XXXVI, 423, había expresado el propio Schuchardt cierta tendencia a creer que sábalo y saboga no eran célticos, por ser palabras sólo conocidas en Iberia y Cerdeña7. Descartemos por lo pronto Cerdeña (donde sólo hay saboga y es catalanismo) y aun prescindiendo de que el segundo y más detenido estudio de Schuchardt constituye una rectificación parcial, reconozcamos que este argumento geográfico no tiene valor, pues se refiere a la palabra, y no al pez, general en las costas de toda Europa (Carus, II, 552): pues si el sábalo es frecuente en tierras célticas su nombre pudo propagarse desde ahí a la costa mediterránea de España, y si en cambio no nos consta la existencia de ese nombre en las Islas Británicas, ni en la Galia después del S. V, será porque Iberia es país más conservador lingüísticamente.

Posteriormente Jud y Aebischer (ARom. V, 49), aceptando la etimología de Schuchardt, observaron que el cambio de -M- en -B- podía explicarse por la lenición céltica, agregando otros testimonios de este fenómeno en el celta continental; y M-L. (ZRPh. XLII, 335), aun dudando de que la lenición se extendiera al Continente, aceptó el acierto de Jud en el caso de saboga, admitiendo que se trataría de una forma propagada por el celta britónico, puesto que a éste pertenece el cambio de en AU, y aun agregando que en el gall. samborca podía notarse la etapa ãv intermedia en el cambio de am en av. En apoyo de la opinión de M-L. agregaré que el lat. esox, -ocis, ‘salmón’, es otro préstamo céltico bien conocido, y vivo hasta hoy en las lenguas britónicas, donde el celta antiguo *SKS pasó a ehoc en córnico, etc.; ahora bien, quizá tengamos aquí otro préstamo del britónico al latín, con el paso temprano de a britónico ō. Cierto es que no todos los lingüistas están de acuerdo en admitir que en ehoc la o procede de una . Cf. ahora la conjetura sobre un hispanocéltico SALAUCO- (< SALACO-) de donde el mozárabe šalaȬq en JALOQUE.

Piénsese lo que se quiera de ciertos pormenores, en conjunto todo esto es muy verosímil, pero una vez reconocida la posibilidad de explicar la -b- (o -v-) por la lenición céltica, se hace increíble la teoría de que siendo saboga céltico no lo sea su sinónimo sábalo, de radical idéntico8.

Por mi parte propongo ver en este último el céltico *SAB֊LOS, postulado por el galés hafol ‘estival’ («of summer, aestival» Anwyl-Spurrell, hafawl «appertaining to summer» Owen Pughe, 2.ª ed., sólo el verbo hafoli «to summerize» en la 1.ª ed.): se trata de otro derivado de SAMOS ‘verano’, formado normalmente con el sufijo adjetivo -LO-, muy frecuente en lenguas de esta familia9. Ahora bien, la existencia de SAM֊LOS ‘primaveral, veraniego’ parece estar atestiguada en galo, no sólo por el nombre de lugar Samolaco (en la Valtelina), sino por el de la planta samolum, dado por Plinio como nombre de una hierba empleada por los druidas para usos médicos. Bertoldi, Donum Natalicium Schrijnen, 302-5, teniendo en cuenta varios pormenores de la descripción de Plinio, la identifica con la acedera, llamada samadh en irlandés medio, samh en gaélico, porque florece alrededor de Pascua, y por ello se llama pascalo en provenzal y alleluia en varios dialectos de Francia. Sabido es que los sufijos átonos en -֊- y en -Ĕ- presentan tendencia en castellano a cambiar estas vocales en a (SUBTŬLUS > sótalo, sótano, CALAMŬLUS > carámbalo, carámbano, CAUPŬLUS > cópano, COPHէNUS > cuébano, PAMPէNUS > pámpano, etc.). Por lo demás la lenición de -M- en -B- en el caso de SAM֊LOS > sábalo tampoco puede mirarse como prueba de la existencia del fenómeno en el celta continental antiguo, ya que puede tratarse de un préstamo algo tardío del britónico: el sábalo es raro en las aguas mediterráneas y meridionales, en tanto que los sábalos del Severn (según indicó Schuchardt) siempre han sido famosos. L. Michel, Singularités de l’alose, Montpellier 1958, estudia el tipo saboga y otros nombres de este pez, entre ellos el occitano coulac, que migró del Océano al Mediterráneo «a causa de las migraciones anadrómicas» de este pez.

DERIV.

Sabalar. Sabalera. Sabalero. Sabogal. Gall. sabénla ‘especie de una mielga mala, distinta del cazón y casi como sábalo, pero más pequeño, parecido a la agulla, y de pésimo sabor y sólo comido por los pobres’ (Sarm. CaG. 81r, 85r) < *SABENELLA, disimilación de SABEL-ELLA. acrítico>

1 En Rasquera anoté saboga con -b- netamente oclusiva, lo que es común en esta zona cuando se trata de una antigua -b- y no -v-; sin embargo, Rasquera está ya en el límite extremo de la zona tarraconense de distinción de los dos fonemas, y por lo tanto no es dato de mucho peso.―

2 Vid. además P. Barbier, RLR LXVII, 362-5, con precisiones semánticas.―

3 Skok, ZRPh. L, 526. La -m- es probable que no sea antigua (como lo será en el gall. samborca), pues Schuchardt mostró que las lenguas eslavas tienen fuerte tendencia a agregar una nasal de este tipo a los préstamos romances y de otras familias lingüísticas. Por lo demás dudo que Skok tenga razón al identificar con sábalo, pues se trata de un animal muy diferente.―

4 Aunque Dozy, Gloss., 338, y M-L. (REW 7483) crean que es arabismo en romance, tiene razón indudable Simonet (s. v. xabóc) al afirmar lo contrario: de otro modo no se explicaría la vacilación general en el consonantismo de la palabra arábiga.―

5 Es verdad que la falta de diptongo en gallego y en mozárabe parece contradecir este supuesto, pero como la forma mozárabe es muy tardía bien puede proceder del Norte, y la -r- del gall. samborca obliga de todos modos a suponer una perturbación. Por otra parte es perfectamente posible que estos dialectos partan de una base céltica donde la evolución de en o ya se encontraba más avanzada.―

6 Entre otras razones porque podía tomarse sa- por el antiguo artículo catalán aglutinado.―

7 Recogiendo esta observación, Baist (KJRPh. VIII, 203) llamó en cambio la atención hacia las formas magrebíes, en lo cual se funda M-L. para admitir origen arábigo, lo cual ya he observado que es imposible.―

8 Que haya relación entre SAMAUCA y el cast. sama, según sugirió Schuchardt como meramente posible, es concebible pero muy incierto, y desde luego se excede J. Hubschmid (Festschrift Jud, 253) al dar por seguro que es un «derivado regresivo», pues -oga o -AUCA no son sufijos castellanos ni latinos. La sama, cuyo nombre registra por primera vez el malagueño Medina Conde en 1789 (y la Acad. en 1925, no 1884), es pez completamente distinto del sábalo, pues designa el Pagrus Hurta y el Mugil Capito (Carus II, 628, 706), ambos acantopterigios, mientras que el sábalo ni siquiera pertenece a este orden; es también catalán (BDC XI, 70), y según Carus designa el Mugil Chelo en Cette; port. samo ‘capitón’ y sama, que según Fig. sería la salema o salpa; gall. zamba (Vall.) ‘sama’; lo mismo parece ser el ast. sama, puesto que Vigón lo compara con el pajel o rubiel, pez casi igual al Pagrus Hurta (al decir que es del «género alosa» muestra su poco conocimiento, pues nada en común tiene este género con el pajel). En una palabra, todos los peces designados con el nombre de sama son acantopterigios, sin analogía con el sábalo, que es teleósteo, y no habría razón para llamarles peces de verano, pues ni siquiera penetran en los ríos. Ignoro el origen. Identificar con la salema sería más razonable en el aspecto semántico, y aun lo indicaría así la definición de Fig., pero hay dificultades fonéticas; una acentuación hállema sería natural en árabe vulgar, y así podríamos llegar hasta *salma, pero difícilmente más lejos. Menos inverosímil que la etimología céltica, ésta es también difícil.―

9 Ejs. en Pedersen, Vgl. Gramm. II, 53-54. También cabría SAB-LO-, aunque los casos de -LO- son más raros que los de -֊LO-; sin embargo hay el irl. samail, galés hafal, sinónimos y hermanos del lat. sĭmĭlis, que presuponen SMLI-. El port. sável ‘sábalo’, que no será mozarabismo en vista de la s-, parece corresponder a una variante formativa *SABĔLI-, comparable justamente a este caso; lo mismo digo del gall. (Sarm. CaG. 81r) y ast. sable, citado por Schuchardt. Por lo demás quizá sea preferible considerar estas formas luso-galaico-astures como debidas al influjo del sufijo frecuente -ABILIS sobre el tipo general *SAB֊LOS. Sával y su plural sávaes ya se encuentran en documentos portugueses de 1223, 1255 y otro del S. XIII (CortesƟo).