SEMILLA, palabra tardía, que no sustituye a simiente hasta el siglo XVII; teniendo en cuenta que los pocos ejemplos medievales se encuentran en fueros de lugares de repoblación leonesa, y que en el dialecto mozárabe se decía xemínio, es probable que se tomara de este dialecto y que ahí viniese del lat. SEMէNէA, plural de SEMէNէUM ‘simiente’.

1.ª doc.: semilias, S. XIII, Fuero de Usagre; semilla, 1534.

Bien puede decirse que nadie ha estudiado el origen de semilla, palabra sin igual en las demás lenguas romances. Diez, Körting, M-L., M. P., Hanssen, G. de Diego y demás romanistas se abstuvieron de emitir opinión alguna. Desde luego es claro que el vocablo pertenece a la familia del lat. SMEN, -էNIS, ‘semilla’, pero salta a la vista que este vocablo no puede ser el étimo, pues su resultado habría sido *sembre; a que sea un diminutivo del mismo se oponen obstáculos fonéticos y morfológicos, lo mismo si lo suponemos diminutivo de formación romance, que si partimos de un diminutivo latino: Monlau imagina un *SEMէNULA, la Acad. un *SEMէNILLA, ambos inaceptables fonéticamente, y además imposibles según la morfología latina, que en una palabra terminada como SEMEN sólo habría permitido un diminutivo en -INCULUM, -UNCULUM, o a lo sumo un *SEMĔLLUM; del plural de éste podría salir semilla sin dificultad fonética, es cierto, pero formaciones latinas del tipo de asellus (dim. de asinus) o agellus (de ager) pertenecen al latín arcaico, y en la baja época habían dejado de ser productivas; siendo así sería inconcebible que existiendo un *SEMELLUM en latín vulgar no hubiese dejado huellas en la transmisión escrita ni en otro romance alguno salvo el castellano del S. XVI. Imposible un *SEMINILIA (GdDD 6040a), que habría dado *sembrija; precisamente el vocablo tiene poco arraigo en Aragón, de donde él lo supone autóctono, pues allí lo popular es simiente. El obstáculo que se opone a partir de SMEN o de un derivado romance del mismo es de los que no tienen escape; sin duda es cierto que esta palabra latina se perpetuó en el it. seme, el sardo sémene, y más cerca de nosotros, el port. ant. semel ‘descendencia’ y se ha pensado también en el vasco seme ‘hijo’ (Schuchardt ZRPh. XXIX, 452; BhZRPh. VI, 9), lo cual es muy dudoso (Michelena BSVAP XII, 372, que cree viene del aquitano Sembe-). Pero si esta palabra se hubiese conservado en el castellano preliterario, habría dado indudablemente *semne, luego *sembre, y un diminutivo del mismo presentaría indefectiblemente en castellano el grupo -mbr-. ¿Existió SEMEN en leonés? ¿algo como *la siembre? J. Ruiz 1297c tiene en G y T «enbía derramar la semiente (si-) al ero», pero S trae «la siempre al ero», que por cierto, es inaceptable métricamente (y aun S trae semiente en 747c y 748c).

El portugués antiguo semel se asemeja notablemente a la voz castellana que nos interesa, pero puede ser semejanza falaz; frases como non houverom semel ‘no tuvieron posteridad’ se encuentran con frecuencia en los Livros de Linhagens del S. XIV, p. ej. PMH Script. I, 174; por lo común es femenino: semel lídima, ibid. p. 260. Falta saber dónde se acentuaba: Leite de V. (RL XXXVII, 18) y CortesƟo (Subsidios, s. v. lídimo) creen que en la primera sílaba, Fig. da a entender la segunda; sólo en este caso se acercaría el vocablo a nuestro semilla, pero es más sencillo admitir que viene de SEMEN, con disimilación de la segunda nasal, como creen dichos autores y M-L., REW, lo cual exige la acentuación inicial; aun admitiendo que esta opinión fuese errónea y que se tratara de semél, tampoco constituiría esta forma un buen apoyo para el supuesto e inverosímil *SEMELLUM, pues habría dado -elo en portugués; la pérdida de la -o sería inexplicable, a no ser que supusiéramos un origen mozárabe, hipótesis sin apoyo objetivo en este caso1, que es preferible abandonar en vista de lo improbable de la existencia de *SEMELLUM. Hemos de creer que se acentuaba sêmel y que viene de SEMEN, idea más probable aún si atendemos al constante significado traslaticio ‘posteridad’, y al estilo genealógico a que pertenece el vocablo, circunstancias que sugieren una trasmisión semiculta del lat. semen.

En conclusión, hay que separar el port. sêmel de semilla, y buscar indicios guiadores en la historia de esta voz castellana. Llama la atención en primer lugar la fecha sumamente tardía en que aparece en la lengua literaria. Es bien sabido que en la Edad Media y en el Siglo de Oro lo que se encuentra es simiente. Ya en Berceo (Oelschl. cita docs. de 1192 y 1220): «fazié buena semiença, buena semient senbrava, / la tierra era buena, buen fructo esperava» S. Mill., 37a; esto o simiente es lo que se lee en el Conde Luc. y en Juan Ruiz, simiente en el glos. de Toledo, con e en APal., ambas formas en Nebr., con i en muchos clásicos (vid. Aut. y Cej. VIII, pp. 387-8); es la continuación regular del lat. SEMĔNTIS ‘siembra’, ‘época de la siembra’, que en Columela ya aparece con el sentido de ‘semilla’, y con éste sigue siendo usual en portugués y gallego2 hasta hoy, y ha existido en it., oc. y cat. (ahí sustituído luego por llavor, para el cual vid. LABOR). En cast. es simiente la única denominación registrada por los dicc. clásicos de Nebr., PAlc., C. de las Casas, Percivale y Covarr., y es la única que aparece en el Quijote; en la actualidad sigue siendo la denominación popular en Aragón (oído en Sariñena), semente en el Occidente de Asturias (Acevedo-F.) y ciertamente en otras partes.

Para empezar a encontrar ejemplos de semilla hemos de llegar hasta textos de fecha sumamente tardía: en 1607 registra Oudin «semilla: sémence, pépin, graine» (y le imitan lexicógrafos posteriores, como Minsheu, en 1623); lo emplean el andaluz Góngora en 1614 («de la semilla caída / no entre espinas y entre piedras...», ed. Foulché II, 198) y el mejicano Ruiz de Alarcón algo más tarde (vid. el dicc. de Denis); Aut. y Cej. dan ejs. de muy entrado el S. XVII; los más antiguos son de B. L. de Argensola («las semillas crecientes, los frutales...») y de dos escritores eclesiásticos, Fonseca en 1596 («en la Parábola passada, dixo Christo Señor nuestro, que la semilla era su palabra») y Fuenmayor, quien en 1595 le da el valor figurado de ‘causa de discordia’: «Assí Pío asseguró al Emperador, que no convenía, y que no con zelo de reducción se lo pedían y aconsejaban, sino con deseo de semillas y de discordias entre los Cathólicos»; comp. el uso de simiente en el mismo autor: «como sabio acudió a cortar en hierba lo que fuera simiente de mayores males»; aunque es anterior en varios años la Conq. Perú, del sevillano F. Jerez, en donde se lee: «siembran de regadío en las vegas de los ríos, repartiendo las aguas en acequias: cogen mucho mayz y otras semillas y rayzes que comen» (B, III d).

Ahora bien, y en conclusión, esta aparición tan tardía de un vocablo esencial, que ya llamó la atención a R. Lapesa (citaba sólo un ej. del S. XVIII, Hist. de la L. Esp., 1.ª ed., p. 206), es realmente notable, y nos puede dar la clave del problema, pues sólo se explica si el vocablo se propagó desde un dialecto. Creo se trata de un mozarabismo, teniendo en cuenta su aparición, completamente aislada, en un texto del S. XIII escrito en la provincia de Badajoz, el Fuero de Usagre: «tod omne que metier ortolano en so orto, déle asno e serón et açada pora estercolar; et el ortolano, de quantas semilias metiere, tome la meatad; et de aquelas que so sennor metiere, tome ende el quarto» (ed. Ureña, p. 122). No es ésta la única singularidad lingüística de este fuero, escrito en una zona recién reconquistada, pues en él abundan sumamente los arabismos, escasea la diptongación (orto, posta, boy, fore) y hay muchas formas dialectales coinciden con el leonés. Además del Fuero de Usagre figura también semilias (quizá plurale tantum) en el de Béjar, fin S. XIII y en las tres versiones básicas del Fuero de Cuenca (Gutiérrez Cuadrado, Fuero de Béjar, 1975, p. 428). En cuanto a semilia, el grupo lȳ lo denuncia ya como mozarabismo.

Una brillante confirmación de la idea nos la aporta el glos. botánico del anónimo sevillano de h. 1100, publicado por Asín, donde la neguilla recibe el nombre de šemînyo Ȭro (en otro pasaje šemino Ȭro, con grafía más imperfecta o forma más arabizada), con la traducción árabe ‘semilla negra’ (p. 271). Está claro que aquí tenemos un nuevo representante del lat. arcaico SEMէNէUM, que Plauto emplea en el sentido de ‘semilla’, y Lucrecio y Varrón con el de ‘raza de animales’: hasta ahora no se le conocía otro descendiente que el campid. seminu ‘siembra, acción de sembrar’ (M. L. Wagner, Das Ländliche Leben, p. 9), pero está claro que del plural SEMէNէA sale semilia o semilla por disimilación (el influjo de sembrar, simiente, etc., impidió que se disimilara la M, ocurriendo lo mismo que en el port. sêmel)3. Según Vigón (s. v.) semenhar se dice en el portugués de Castelo Rodrigo (distr. de Leiria, al Norte de Lisboa) en el sentido de ‘sembrar’, otro derivado de la misma palabra.

De la discusión acerca de semilla puede eliminarse completamente el supuesto fr. ant. semille (con su derivado moderno sémillant ‘movedizo’), pues semille no parece tener otro sentido que el de ‘astucia’, ‘mala pasada’, ‘argucia’, semilleus ‘inquieto, caprichoso’. Hay que abandonar definitivamente la idea de relacionar el fr. semille con SEMEN; sea imaginando un *SEMINICULA (Jeanroy, Rom. XXXII, 301), o un *SEMINIARE (M-L., REW3 7089, quien rechazaba la idea en su 1.ª ed.), o partiendo del verbo, muy raro en la Edad Media, semiller, como derivado de semer ‘sembrar’ (como admiten Gamillscheg, EWFS, y Bloch). Es evidente que la combinación faire male semille, faire tel semille, merveilleuse semille, ‘hacer una mala pasada’, nos aleja completamente de la familia de SEMEN, y da la razón a Spitzer (ASNSL CXXVII, 156) al proponer como étimo SէMէLէA ‘simulaciones, apariencias’ (de donde también el bretón de Vannes semelh ‘fantasma’); esta base latina, plural del sustantivo SIMILE ‘comparación’, es irreprochable, y de hecho nos consta su empleo en el bajo latín eclesiástico, gracias a las glosas de Silos (S. X), donde similia aparece repetidamente con el sentido de ‘apariencia, vestidura’ (M. P., Oríg., pp. 23, 25, n.º, 259, 309). Del lenguaje de la predicación, faire male semille pasó a la boca del pueblo, conservando la ĭ por su carácter culto, y tomando luego acs. secundarias; el sentido de ‘raza’ que le atribuye con dudas God. no parece existir realmente; el otro es, en cambio, muy frecuente desde Gautier de Coincy hasta Froissart, y de ahí se derivó secundariamente boine semille en L’Escoufle (‘buena índole’, y no ‘buena raza’), y belle semille, aisladamente en una crónica belga, es el único caso donde llega a valer ‘buen linaje, buena especie’ (no ‘raza’ ni ‘semilla’), a lo cual, por lo demás, quizá no sea ajeno el influjo de semence. La forma semile (h. 1200, Jean Bodel), asegurada por la rima con pile y devile, forma inexplicable con toda etimología a base de un derivado de SEMEN, corrobora firmemente la etimología semiculta SIMILIA. Por otra parte, sea de ello lo que quiera, nada tiene esto que ver con el cast. semilla.

DERIV.

Semillero [Acad. ya 1817]. Asemillar chil. ‘cerner (las plantas)’. Derivados de simiente. Semental [S. XV, Refranes que dizen las Viejas, vid. Cej.]. Sementar ‘echar la simiente’ [S. XV, vid. Cej.]; gall. y trasm. sementar ‘sembrar’: «sementar a vida no mundo» (Castelao 258.11), no ajeno a Portugal, aunque anticuado y ya en gallego del S. XIV (Gral. Est. 8.7, 8.12, 277.7). Sementero [Aut.]. Sementera [APal. 312b; h. 1590, Acosta, Cej.]. Sementino; sementina ‘simiente’ ant. (1589, J. de Pineda, Cej.). Simienza [semiença, Berceo; ejs. clásicos en Cej.], del lat. vg. *SEMĔNTէA (fr. semence, cat. semença, etc.); semencera [h. 1600, J. de Torres, Cej.]; jimenzar arag. ‘quitar la simiente del lino o cáñamo’ EX-SEMENT-IARE.

1 A ello se opone además el género femenino, que se explicaría sin dificultad en un neutro en -EN pero no en -ELLUM; sería preciso recurrir a un influjo del sinónimo semente.―

2 Desde la Gral. Est. 4.34 y MirSgo. 60.19.―

3 La է pudo dar i aun en cast., comp. TէNĔA > tiña, pero en nuestro caso será rasgo mozárabe. Es probable que el uso de SEMINIA fuese ajeno al mozárabe oriental, pues en la prov. de Almería sólo semiente es popular, y tampoco hay huellas de aquella palabra en Valencia ni Baleares.