LABOR, del lat. LABOR, -ĶRIS, ‘fatiga’, ‘trabajo’, ‘tarea’.

1.ª doc.: lavor, doc. de 1030; Cid; Berceo; etc.

Cej. VII, § 40. La extensión semántica del vocablo es amplia en los primeros siglos: se refiere a cualquier clase de trabajo u obra, tanto en lo material como en lo espiritual, en sentido propio o figuradamente. A fines de la Edad Media se muestra ya la tendencia a especializar el significado en los trabajos agrícolas («surcos para sacar el agua que estoviere recogida en las lavores del campo», APal. 130b; «labor de pan: agricultura», Nebr.) o en los ejecutados en telas («laculata vestidura... que tiene a los lados broslada con aguja alguna lavor bien pareciente», APal. 232b, «el filo con que las texederas fazen señal de partija en la lavor del día» íd. 165d), así como en sentidos figurados; anteriormente se hallan ya estas acs., pero mezcladas con otras en cantidad no menor.

Una evolución del significado agrícola, pronto fijada en catalán, alcanzó en castellano poco desarrollo; sin embargo hallamos labores en el sentido de ‘grano’ en los Fueros Aragoneses de h. 1300: «el pueblo que tú non conoces coma los frujtos e las labores de to tierra, e sostiengas siempre calumnia»; y alguna vez en Berceo: «fue en pocos de annos la casa arreada; / de lavor, de ganados, assaz bien aguisada; / ya trovavan en ella los mezquinos posada»1; posteriormente se pasó de ‘grano’ en ac. colectiva (como producto de la labor agrícola) a ‘semilla’ con valor individual, que es el sentido del cat. llavor y que se encuentra también en Berceo2; vasco labore ‘cosecha’, ‘grano’, ‘cereal’ (Azkue). Aunque esta evolución semántica no echó raíces en castellano, el vocablo es evidentemente popular en la Edad Media, y su evolución fonética es de tipo hereditario: lavor es la grafía propia de Berceo (aunque uno de los mss. escribe a veces con -b-), del Cid, de los documentos primitivos en la medida en que distinguen los dos fonemas, y todavía de APal.; posteriormente, según gana terreno la preferencia por las acs. figuradas, el influjo latino va cambiando la -v- en -b-, y así escribe ya Nebr. El vocablo ha sido siempre femenino, aunque en textos arcaicos de Burgos y sobre todo de León se halla el masculino (ejs. en Oelschl. y en MLN XXVII, 168n.5), de conformidad con el género actual del port. lavor, como en el cast. de Galicia (Alvz. Giménez); lo común fué siempre lo contrario, hasta el punto de que la -a del artículo puede aglutinarse ocasionalmente («un labrador... andando... cerca de la mar en su alabor», 1541, Pero Mejía, RFE XIV, 278). Ast. llabor m. (R; V).

DERIV.

Laborear; laboreo. Laborea. Laborío. Laborioso [APal. 148b], tomado de laboriosus íd.; laboriosidad (laboroso es raro).

Labrar [Orígenes del idioma, Cid; Cej. VII, § 40; ast. llabrar, V; general en todas las épocas y común a todos los romances salvo el francés y el rumano], de LABORARE ‘trabajar’; labra; labrada; labradero; labradío; labrado; labrador [Berceo; ast. llabrador ‘labrador’, ‘pechero’, V], labradoresco, labradoril, labradorita, así llamada por haberse hallado en el Labrador; labradura; labrandera ‘costurera, la que sabe hacer labores’ [h. 1490, Celestina, Cl. C. I, 70.7, con más ejs. en nota; -ntera en Acad. es errata]; labrante, labrantín, labrantío; labranza [laborança, doc. de 1093, Oelschl.; -brança, J. Ruiz]; labriego [Aut.]; port. y gall. labrego («a concencia lobrega e mariñeira» Castelao 151.1); labrero [Acad. ya 1817] ‘(red) de cazonal’3. El duplicado semiculto laborar se ha extendido modernamente; laborable; laborador; laborante: para el desarrollo en Cuba, donde parece haberse formado, vid. Ca., 78; un laborante en otro sentido aparece en un texto de 1515 (Fs. Wartbung 1958, 586); laborantismo. Laboratorio.

Colaborar [Acad. 1884], colaboración [Acad. 1869, no 1817], colaborador [íd.].

Elaborar [1580, F. de Herrera], tomado de elaborare íd.; elaborable, elaboración, elaborador.

1 S. Dom., 110b. Los editores no puntúan correctamente. Se trata de la conocida preferencia de Berceo por la coordinación yuxtapuesta, sin conjunciones («al posar, al mover, todas se esperavan», «oblidé toda cuita, el lazerio passado», Mil., 8c, 12c, etc.). El sentido es ‘bien provista de grano y de ganado’: no se olvide que se trata de una granja monástica, dedicada a la explotación agrícola, tanto como a fines piadosos.―

2 Hablando de la carta firmada por Teófilo, que había de llevarle al infierno, dice que Dios «non quiso que granassen essas tales lavores, / ca eran barbechadas de malos labradores», Mil., 843c (uno de los mss., no entendiéndolo, cambia granassen en ganassen); en 842c llama otra vez a la carta essa lavor.―

3 No se ve la explicación semántica. Quizá tenga que ver con el gr. λάβραξ ‘lobo de mar (pez)’, que ha dejado descendencia en hablas romances de los Balcanes, o con su primitivo λάβρος ‘voraz’.