SAYÓN, ‘ministro de justicia’, procedente de un vocablo gótico *SAGJIS íd., derivado del germ. SAGJANdecir’, ‘notificar, intimar’; en el Oriente ibérico el vocablo gótico fué latinizado en *SAGIUS dando regularmente el cat. saig ‘sayón’, mientras que en el resto de la Península, bajo la influencia del sinónimo latino PRAECO, -ĶNIS, se convirtió en SAGIO, -ĶNIS, de donde el cast. sayón y el port. saião.

1.ª doc.: saione, doc. burgalés de 964 (Oelschl.).

En este libro hay otros 13 ejs. de los SS. X-XII, procedentes de León, Aragón y Castilla. Me limito a citar: «accepimus... ipsas villas cum foro ex lecto que non pro omezidio, non pro annudebera, neque fossateira, que sajone de comite non pertimescat» doc. de Valpuesta de 1011 (M. P., Oríg., 38), «noditia de ganato de Sancta Maria de Veçdemarván que levarunt inde sajones» doc. de Toro de h. 1050 (íd. 28), por donde se ve que el sayón primitivo muchas veces no era un verdugo, sino más bien un cobrador de tributos y en general un agente del fisco o de la justicia condal y estatal. En efecto San Isidoro, en cuyo bajo latín arcaico está ya atestiguado el vocablo, lo define: «saio, ab exigendo dictus» (Etym. X, 263), o sea que en él ve primordialmente la función de cobrador. Sin embargo, es verdad que como agente de la justicia se le encomendarían pronto funciones más odiosas, pues ya en el glosario de Leyden, escrito en Portugal en el S. XI se define al saio como «poenator, tortor» (p. 451). Éste es el sentido que predomina en textos castellanos más tardíos, como el Libro de Buen Amor (1126d), el dicc. de Nebr. («saión o Verdugo: carnifex») o el Diálogo de la Lengua de J. de Valdés, quien nos revela que el vocablo empezaba a anticuarse en ciertos ambientes: «sayón por verdugo se usa mucho, pero es mejor vocablo verdugo» (118.6). En portugués (o bajo latín de Portugal) se documenta saion ya en seis docs. de los años 999 hasta 1179 (CortesƟo, Subs.); pero es abusivo introducir un supuesto *saian rimando con can, pan, acharan, en una ctga. de escarnio muy poco posterior a 1250 del magnate portugués Afonso Lopez de BaiƟo, donde los dos mss. traen jaian, como vienen haciendo filólogos portugueses seducidos por el ejemplo de T. Braga (R. Lapa, CEsc. 57.22), ni habría modo de explicar etimológica o morfológicamente tal forma, ni el contexto lo pide (pues siendo un jayán un ser monstruoso, es natural que se compare una catadura fea a la de un jayán)1.

La etimología en lo esencial ya la dió Diez en su Wörterbuch, quien observando que el vocablo aparece en la forma sagio en la Lex Romana Wisigothorum y en otros textos medievales, propuso considerarlo un germanismo derivado de la familia del alem. sagen ‘decir’; desde el punto de vista semántico precisa atinadamente Gamillscheg (R. G. I, pp. 162 y 358) que debe partirse del sentido legal que es propio del derivado ansagen ‘notificar, intimar’. Pero en cuanto a la forma y nacionalidad exacta del étimo no se ha adelantado hasta ahora desde el tiempo de Diez. Desde luego no es correcto partir, como hace M-L. (REW 7507), de un «gót. SAGIO», pues además de que tal palabra no está documentada en textos escritos en idioma gótico, la terminación del vocablo no corresponde de ninguna manera a la morfología de esta lengua, donde no hay masculinos en -O. Señaló la dificultad Brüch (RLiR II, 33-34), proponiendo en consecuencia postular un lat. vg. *SAGIO, -ĶNIS, derivado del lat. SAGIREseguir una pista, ser buen sabueso’, partiendo de la idea de que el *SAGIO había de buscar a los deudores. Pero esto no era admisible, pues el vocablo romance y bajo latino sólo se encuentra en territorios ocupados por los godos (así aparece por primera vez en Casiodoro, princ. S. VI, historiador de los ostrogodos) y en relación con instituciones jurídicas, que en esta época estaban completamente germanizadas; no es aceptable, por lo tanto, un derivado de SAGIRE, voz latina que además es muy rara, arcaica y sin descendencia romance: sería incomprensible que en el S. VI se hubiese formado un derivado de este arcaísmo latino sin duda olvidado desde mucho antes. Por ello insistió acertadamente Gamillscheg (l. c., y RFE XIX, 141) en la etimología germánica, pero tropezó de nuevo con el hecho de que los masculinos en nasal tienen en gótico la terminación -A, -AN, que de ninguna manera podría dar el cast. sayón, port. saião; en consecuencia suponía Gamillscheg que el vocablo sería de origen fráncico. Sin embargo, esto no es menos inadmisible: los francos nada tuvieron que ver con parte alguna de España antes del S. VIII, y saio ya aparece en España en San Isidoro, que es del VII, y en la Lex Wisigothorum todavía anterior, mientras que no hay huella alguna del vocablo en Francia y demás territorios colonizados por francos y otras tribus germánicas occidentales, y, sin embargo, sólo el germánico occidental tiene sustantivos masculinos en -O, -ON. En España no hubo otros germanos occidentales que los suebos, confinados al extremo Noroeste, pero sayón y saig son vocablos generales en toda la Península Ibérica, incluyendo el catalán.

El origen ha de ser forzosamente gótico, y el que nos da la clave del enigma es el catalán, en este caso completamente descuidado por los romanistas, según ocurre tantas veces. En catalán es antiguo y arraigado el vocablo, pero en una forma diferente: saig, también con el sentido de ‘alguacil’ o ‘verdugo’2. He aquí algunos textos, desde el S. XIII: «Lo veguer o el sayg, qualque manament façen de venir a Cort, deu dir e nomenar: -Aytal hom se clama de vós: siats aytal dia, a aytal hora, a la Cort», Costumbres de Tortosa (ed. Oliver, p. 21; otro p. 26), donde vemos conservada toda la fuerza etimológica del vocablo ‘el que dice o pronuncia solemnemente las palabras de la intimación’3. «Mentre estaven així vengué lo saig envers lo pagès... dient-li que comparegués davant lo jutge» Eiximenis (N. Cl. VI, 81). Además de ‘alguacil’ también puede significar ‘verdugo’, como ocurre en las poesías de los Marcs (SS. XIV-XV, ed. Pagès, 65.52) o en el Breviloqui de J. de Gal·les: «girà’s Plutarco al saig qui·ll açotave e dix-li...» (p. 141). De ahí se tomó en préstamo el cast. saje ‘verdugo’, ‘hombre cruel’, del cual he citado ejs. del S. XVII en mi artículo SAJAR. Se conserva vivo saig hasta hoy en las Baleares en el sentido de ‘alguacil de pueblo’, ‘pregonero’ (P. d’A. Penya, ed. Illes d’Or I, 2; B. Ferrà, Comèdies, ed. íd., I, 145; BDLC X, 178).

Está claro que el cat. saig presenta otra forma del vocablo, más arcaica y primitiva que la cast.-port., forma ya documentada dos veces en nuestra fuente más antigua, Casiodoro, donde se lee sajus (Variar. VII, 42; VIII, 24). Se trata por lo tanto de un más antiguo *SAGIUS, en el cual es fácil reconocer la real forma gótica, que hubo de ser *SAGJIS. Se trata de una formación perfectamente correcta en gótico, donde no sólo abundan antiguas palabras radicales como nithjis ‘pariente’, harjis ‘ejército’, sino también derivados verbales del tipo de anda-stathjis ‘adversario’ (de standan ‘estar’) o ragineis (< raginjis) ‘consejero’ (de raginôn); de la misma manera que silba-wiljis ‘voluntario’ viene de wiljan ‘querer’, se derivó *SAGJIS del verbo *sagjan ‘decir solemnemente, intimar’4. *SAGJIS fué latinizado normalmente en *SAGIUS (SAJUS), de donde el cat. saig; pero en el Interior y en el Oeste de la Península, donde vivía la palabra latina PRAECO, -ONIS, ‘pregonero’, ‘agente de la justicia’ (ajena, obsérvese bien, al catalán), *SAGJIS fué adaptado a la forma de su concurrente y latinizado en SAGIO, -ĶNIS5; pudo también contribuir LATRO, -ONIS, otra voz de sentido muy conexo, y cuyas prolongaciones romances muestran la misma dualidad; cat. lladre frente al cast. ladrón.

DERIV.

Sayonía ant. (a. 1095) y sayonicio ant. ‘oficio de sayón’ (a. 1136, Oelschl.).

1 No es cierto que el supuesto saian esté documentado: sólo en un texto único y muy tardío se imprimió saiam en los PMH; fué transcripción inexacta o grafía anacrónica: sabido es que es la usual en portugués en la Edad Moderna en lugar de -ão < -ONEM.―

2 En oc. ant. sólo conozco de saig tres testimonios, en parte inseguros, y que en realidad sólo son prueba de la existencia del vocablo en Cataluña. El seguro y de sentido claro es del trovador catalán Cerverí de Girona y se puede fechar h. 1280 (ed. Ugolini 45.1, 6 y otros versos). Levy PSW VII, 415, cita además sag cuatro veces en Bernat de Rovenac (S. XIII) y saitz (caso recto en -s) en Guiraut Riquier (también S. XIII); en ambos el sentido queda oscuro y discutible y Levy mismo declara no entenderlo; además G. Riquier era de Narbona y vivió mucho tiempo en Cataluña y Castilla; y Rovenac es un pueblo del Aude a pocos kilómetros del límite catalán y en el pasaje citado se habla de asuntos catalanes.―

3 Esta y otras razones prueban que es falsa la etimología de Kögel y Wrede (citada por Gamillscheg) quienes quisieran derivar SAGIO de un verbo descendiente del indoeur. SEKW- ‘seguir’, del cual no se conocen representantes en gótico ni apenas en germánico (sólo a. alem. ant. beinsegga = lat. pedisequa).―

4 El vocablo corriente para ‘decir’ es qithan en gótico, pero apenas cabe dudar que un *sagjan (equivalente del ags. secgean, b. alem. ant. seggian, escand. ant. segja, a. alem. ant. sagên) debió de existir en gótico, puesto que es palabra común, no sólo a todos los idiomas germánicos, sino a casi todas las lenguas indoeuropeas. La existencia en gótico del sinónimo qithan permitiría reservar *sagjan para el sentido legal, propio en alemán del derivado ansagen ‘intimar, notificar’; y este mismo carácter de tecnicismo forense explica que el vocablo no figure en los textos ulfilanos.―

5 Más bibliografía sobre la cuestión en Sofer, 153-4. Un caso aislado de cat. ant. sajons tenemos en el ms. principal de las Vidas de Santos Rosellonesas de fin S. XIII, con la grafía sayons (fº 218, n. 9, donde por lo demás el ms. B, apenas más tardío trae saigs y el texto latino de Vorágine, castaldi). La semejanza con el ár. i(y) «exprès», «facteur», «coureur», hacia la cual llama la atención Fz. Guerra en su ed. del Fuero de Avilés (p. 141), es puramente casual, pues ésta es palabra de raíz semítica, que no pudo llegar a la Península hasta mucho después del tiempo de San Isidoro.