SAVIA, del lat. SAPA ‘vino cocido’, pero en castellano es palabra de fecha reciente, tomada del cat. saba, o quizá más bien del fr. sève por conducto del gall.-port. seiva, sálvia, que es también palabra moderna en este idioma y debida a una adaptación de la voz francesa bajo la influencia de saiva ‘saliva’; este complicado proceso migratorio explica la i castellana, que de otro modo sería incomprensible.
1.ª doc.: saba y sabia, Terr.
El vocablo que nos interesa es muy tardío en español, pues tenemos que llegar hasta med. S. XIX para dar con ejs. literarios (los da Pagés de Oliván y de Echegaray, pero ni siquiera figura en el vocabulario de L. Fz. de Moratín). En efecto savia hasta hoy en castellano es palabra de naturalistas, agricultores y a lo sumo madereros, ajena todavía a la fraseología popular y literaria, como puede apreciarse comparando con la rica variedad de frases formadas con el fr. sève, el alem. saft o el ingl. sap; en este contraste el cast. savia aparece como una voz carente, valga aquí la palabra, de todo jugo vital. Nuestra primera autoridad, Terr., ya subraya que es «término de Agricultura y Jardinería»; Terr. toma como básica en castellano la forma, hoy sólo catalana, saba, y se apresura a agregar que también se llama suco o jugo nutricio o jurgo (al que califica de bárbaro); por otra parte da más lejos la forma sabia como igual a saba, explicando que los «árboles que se cortan cuando están en sabia, se hacen inútiles para madera» (como si hubiese oído esta forma a un maderero y aquélla a agricultores).
M-L. en su artículo SAPA (REW 7585) da una impresión falsa de voz panrománica al citar a continuación, y casi sin aclaración alguna, el it. sapa, fr. sève, logud., oc., cat. saba, cast. saba y savia. Para el caso sólo interesaban las formas galorrománicas y catalana, pues el it. sapa es palabra culta sólo empleada con el significado latino de ‘vino o mosto cocido’ y éste es también el sentido del sardo saba. En efecto, ‘savia de los árboles’ se dice succhio en italiano (o en términos cultos linfa), Ɋüi o schaf en engadino, schit en sobreselvano, de suerte que el empleo de SAPA en este sentido es puramente galorrománico, si ampliamos el sentido del término hasta incluir en él el catalán. En estos idiomas sí es palabra antigua y hondamente arraigada; a pesar de la poca atención que prestan los lexicógrafos medievalistas a las palabras vivas hasta hoy, heredadas del latín y que siempre han integrado el fondo básico del idioma, nos consta que el fr. sève ya se encuentra en el S. XIII (Rutebeuf) y el oc. saba desde fines del XII (Raimbaut d’Aurenga, Guilhem de Tudela); y en cuanto al cat. saba, aunque Ag. no le prestó atención en su estudio de la lengua medieval (y yo tampoco), no hay por qué creer que sea menos antiguo, pues además de que ya figura en el dicc. de rimas de Jaume Marc (1371)1, su evolución fonética no presenta la menor anomalía, y tiene gran empleo fraseológico (escriptor ple de saba popular, la saba de la joventut, etc., son frases que se oyen y leen a cada paso).
En cambio el cast. savia presenta un problema fonético insoluble si queremos mirarlo como continuación del lat. SAPA ‘mosto o vino cocido’, y lo mismo cabe decir del port. seiva; GdDD 5889 cita un ast. saipa, de cuya existencia dudo (falta en R, V, Canellada, Rodríguez Cast., Acevedo-F. y aun G. Oliveros). A ninguna parte conduce querer suponer un lat. vulgar *SAPĔA o *SAPէA (como hizo C. Michaëlis, Misc. Caix, 126, seguida por Ad. Coelho, CortesƟo, Fig., Brüch, Idg. F. XIV, 47 y GdDD 5859), pues el resultado sólo podía ser *sepa o a lo sumo *sapia (comp. SAPIAT > sepa, CAPIO > quepo, APIUM > apio). ¿Imaginaremos que SAPA se cambiara en *SAPէDA en el latín vulgar hispánico? Sería bien difícil de explicar esta confusión con el adjetivo sapidus, aunque ahí lo tomáramos en el sentido latino de ‘sabroso’ y no en el de ‘sabio’, único conservado en romance; y además así tampoco explicaríamos la e ni la v del port. seiva ni menos su variante seve. Tampoco nos bastaría decir que saba es la continuación regular de SAPA en castellano, y savia una variante leonesa que por notable caso se hubiera extendido a todo el español, pues siempre nos quedaría el port. seiva y seve por explicar2. Por encima de todo es reveladora la fecha tardía del vocablo, así en cast. como en portugués. Si admitimos que las únicas expresiones hereditarias fueron jugo y zumo, y que savia, seiva y seve son préstamos de otros romances, todas las anomalías fonéticas se hacen explicables, y la propia vacilación de los dos idiomas en la forma que adoptan (saba o savia en cast., seve o seiva en portugués) se hace comprensible.
En castellano, como el fr. sève tiene forma muy distinta, lo natural sería considerar el vocablo como préstamo catalán, y la forma saba de Terr. refuerza esta sospecha. La aparición de una i irregular, tratándose de un préstamo, puede explicarse por mil circunstancias que no importaría mucho detallar, quizá una contaminación con vocablo preexistente, en nuestro caso quizá lluvia, puesto que sin lluvias no hay savia. Pero el portugués hay que explicarlo de otro modo. Tampoco ahí se conocen (por lo menos no los conozco) testimonios medievales; el rico diccionario clásico de Moraes no reconoce otra expresión portuguesa que suco (que Fig. también define como seiva). Pero en el idioma vecino el préstamo debió producirse algo antes que en Castilla, pues ya Bluteau (1720) define seiba (nótese la vacilación en la labial) como «germinantium arborum, corticem inter et lignum, glutinosus humor» y agrega «deriva-se do francez seve», sin citar autoridad alguna; los diccionarios modernos dan seiva con v, a excepción del excelente de H. Michaëlis que además registra seve f.: ¿es preciso más para revelar el préstamo francés? En cuanto al gallego, ahí se ha implantado una forma sálbea o sálvea (Vall.), salm. salvia (Lamano)3, que nos muestra cómo el léxico advenedizo está sujeto a toda clase de confusiones harto caprichosas, en este caso con el nombre de una planta determinada, o conectado con SALIVA, como el port. saiva, seiva.
En Portugal el fr. sève se asimiló a otra palabra vieja y castiza, nombre de otro líquido vital. El lat. SALզVA dió regularmente saíva, todavía conservado en esta forma, como nombre de la humana, en Galicia (Vall., Cuveiro; seibar ‘mojar el lino al hilar’ en el Limia: VKR XI, 278), y empleado antiguamente en Portugal, según aseguran Leite de V. (Lições de Filol. Port., 294, 296) y J. J. Nunes (Gram. Hist., 106)4; en el Norte de este país saíva pasó fonéticamente a séiva, que así se llama la saliva en CinfƟes, Penafiel y Marco (Leite de V., Opúsc. II, 510), mientras que el idioma literario tomó la forma latinizante saliva y de un cruce de las dos resultó saleiva en otras localidades miñotas, como BaiƟo (Leite, o. c., p. 91). Así está claro por qué al adoptar el fr. sève se le dió en Portugal la forma seiva; de ahí gall. deseibar ‘lavar por primera vez la ropa blanca sucia’ (Sarm. CaG. 186r, 195r), cf. arriba SALIVA. En cuanto al castellano, teniendo esto en cuenta, y en conclusión, podemos admitir que el vocablo entraría a un tiempo por el Este y por el Oeste: desde allí la forma catalana saba, desde aquí el port. galicado seiva adaptado en savia según el modelo de ruivo ~ rubio, saibo ~ (re)sabio y otras correspondencias regulares; la a de savia se debería al influjo de la forma acatalanada saba o quizá a un gall. *saiva. En el fondo de todo estaría el deseo de los jardineros y naturalistas de encontrar un término más inequívoco que los tradicionales jugo y zumo, de connotación más amplia5.
1 Como no hay homónimos difícilmente cabría dudar de que es esta palabra. Que no esté en el dicc. de Torra (1650) nada significa, pues es obra muy incompleta; lo mismo cabe decir del valenciano de Escrig. Se pronuncia con -b- bilabial (no -v-) en Mallorca (Amengual). En el Pallars corre la arcaica variante sapa y se ha formado un verbo sapar ‘subir la savia a los árboles’.― ↩
2 El dicc. cat.-cast. de Roca y Cerdà (1822) traduce el cat. saba por resabio; según el DAlcM vale por ‘sabor y olor que dan al vino ciertos toneles’ (Panadés, Gandesa), ‘gusto especial del aceite de oliva poco madura’ (Mallorca) y ‘resabio que dan ciertos recipientes a la comida’ (sin localizar); lo cual vendría de la ac. de sapa ‘vino cocido’. ¿Pasaría también el cat. saba al cast. en este sentido? Si así fuese se explicaría que influyera en el sinónimo autóctono resabio. Pero no sé que savia tenga en cast. el sentido de resabio; tampoco se encuentra en diccionarios castellanos ni vocabularios dialectales que resabio signifique ‘savia’.― ↩
3 Habría que suponer que una forma como ésta (que es también asturiana, seg. Canellada) tuvo bastante extensión en el dominio castellano, llegando hasta Aragón, pues sàubia se emplea en la Baja Ribagorza (en el catalán de L’Estall [término de Viacamp] anoté en 1957 «l’arbre ja estava en sàubia».― ↩
4 Saíva ya se documenta ahí en la Crón. de 1344 (III, 371), vid. Colón, ZRPh. LXXVIII, 88. En efecto JoƟo de Barros (med. S. XVI) emplea en este sentido la forma seiba: «h? vaso de prata, para lançar a seiba que fazem do betel, que andƟo remoendo na boca». Bien entendido por Moraes, mientras que Bluteau comprendió mal «o çumo de hervas mascadas».― ↩
5 No es admisible la interpretación de M-L. (REW 7541) al considerar el port. seiva ‘savia’ como mera continuación del lat. SALզVA: tal cambio semántico, con carácter espontáneo, apenas sería concebible (trata de este asunto Colón en FEW XI, 100 n. 3, que no está a mi alcance, cf. ZRPh. l. c.), y nadie querrá creer que los dos sinónimos seiva y sève no tengan relación etimológica. En cuanto al cast. savia se limita a declararlo «sorprendente» poniéndolo entre los representantes de SAPA. Con mayor lógica supuso Bloch (s. v. sève) que savia era un préstamo del port. seiva, si bien admitiendo la explicación de M-L. en cuanto al origen de éste. Para terminar observaré que el carácter sólo galorrománico del tipo sève-saba deberá tenerse en cuenta en la controversia acerca del origen del germ. SAPP (ags. sæp, ingl., neerl. y b. alem. med. sap, a. alem. ant. saf, saffes, voz neutra), que Walde y Ernout-Meillet consideran hermano del lat. SAPA y del zendo vīšāpa ‘de jugo venenoso’, mientras que Kluge se inclina a considerar préstamo del latín vulgar, prescindiendo del isl. ant. safi (difícil de explicar entonces). En cuanto a creer que las voces galorromances y catalana se tomaran del germánico, no parece posible, pues los varios dialectos occidentales del germánico postulan al parecer una base con PP geminada. ↩