SARAMPIÓN, junto con el port. sarampão, sarampelo, cat. sa(r)rampió, xarampió, langued. sarampioun, gasc. sarampí(n), íd., vasco zurrumpi(ño) ‘grano de sarampión’, procede del hispanolatino SIRIMPIO, -ONIS, ‘pápula de sarampión’; pero teniendo en cuenta el prov. senepioun, rouerg. sinipieu, auvernés chalapi, es posible que SIRIMPIONEM fuese alteración de un *SINAPIONEM, derivado de SINAPImostaza’, por alusión al enrojecimiento y ampollas levantadas por los sinapismos.

1.ª doc.: S. XV.

En el Libro de Cetrería de Evangelista, escrito en este siglo: «porque tu açor mude tenprano... asle de buscar una muda muy abrigada que no entre en ella moxca ni gallego... y a cabo de un mes sácalo y fallarlo as mudado asy de plumaje como de condición... y nunca más criará piojo ni arador ni menos saranpión» (ZRPh. I, 233), donde más bien que una clase de calentura parece designar una pápula o erupción cutánea. Como es natural no aparece temprano en la tradición lexicográfica, pero ya C. de las Casas (1570) registra «sarampión: rosolia»; Covarr. «enfermedad conocida que suele dar a los niños, ernpeçando con unas calenturas ardentíssimas, y pintándoles todo el cuerpo; díxose a serpendo, porque va cundiendo, y aun puede ser hebreo, del nombre seraph, ignis inflammatus, urens». Hay variante sarrampión, que Cej. (IX, 550) cita de «Jim. Urrea, Cancion., 122: si es de mal de sarrampión»: no parece tratarse de Jerónimo Jiménez de Urrea, sino más bien del riojano Pedro Manuel de Urrea, cuyo Cancionero es de 1513: hoy es ésta la forma del Alto Aragón, mientras que sarampión se oye hacia Huesca (Elcock, De qqs. affinités, mapa 26). Comp., además, en Quiñones de B.: «¿tengo sarampión / que con tal fuerza me estregas?», «Éstas venden disparates. / AU. Yo tabardillo en tomates. / FR. Yo sarampión en majuelas. / IS. Yo en almendrucos viruelas. / CA. Yo calentura en tostones» (NBAE XVIII, 818a, 556).

Formas empleadas en cat.: xarampió preferida por Fabra, que Ag. atribuye a Barcelona, y que yo he oído en Sant Pol de Mar, sarrampió usual en mi familia (quizá forma gerundense o ampurdanesa), en las Borjas Blancas (BDLC VI, 56) y anotada en el Alto Pallars; Rosellón xarumpiós pl. (con la ac. secundaria «bleuet», en Rolland, Flore Pop.) o xirimpiu (Grandó, Misc. Fabra, s. v.). En portugués la forma antigua sería sarampão, equivalente a la castellana, y ya documentada a med. S. XVI en Ferreira de Vasconcelos, en García da Orta (1563), y en otros autores antiguos (CortesƟo, Bluteau); gall. xarampón («na primeira mocedade... sofría de xarampón», Castelao 28.16); también es corriente el diminutivo sarampelo más o menos en todas partes, y particularmente en el Minho (Leite de V., Opúsc. II, 257) y en gallego general (Sarm. CaG. 135r) y del Limia (Schneider, VKR XI, s. v.), con variantes serampêlo y serámplo en GuimarƟes (Leite, l. c. II, 191, 257), salampelo y sanampelo en San Martín de Trevejo (RL XXXI, 173, 178), y modernamente se emplea sarampo, no registrada todavía por Moraes y que Vieira califica de popular, sin duda derivado regresivo de sarampão, que se percibió como aumentativo1. También está muy difundido el vocablo en tierras de Oc: Elcock (l. c.) registra suumpí, suumbí, saambí(k), -pik, en el Bearne y en algunas localidades cercanas a Tarbes; Rohlfs (BhZRPh. LXXXV, § 215) señala sarampilh en el Valle de Aure, sarampilhoung en Barousse (H.-Pyr.); según datos del ALF (s. v. rougeole) se emplea sarampìn en las Landas, Gers, Gironda y Lot-et-Garonne, sarampioun en Haute-Garonne, Tarn-et-G., Ariège y Aude, chalapi (pron. tsalapí) en el Corrèze y el Cantal; por otra parte sinipieu, signepieu, semenpieu en el Rouergue (Vayssier, s. v. puot), y Mistral cita entre otros el rodanés senepioun, alpino senespioun, marsellés sene(s)pien, langued. sene(s)piéu, senampiéu, lemos. salachou, que también aparece en la forma tsalasú en el ALF.

Se han propuesto dos etimologías, ambas igualmente insostenibles. Schuchardt (Litbl. XXXIX, 41) propuso el grecolatino XERAMPELէNUSrojo subido’ (de ξƓρóς ‘seco’ y ıμπελος ‘pámpano’: ‘de color de pámpano seco’), idea aceptada por M-L. (REW 9579a), la Acad. y Wartburg (como anuncia en FEW III, 244a, n. 2); pero esto, además de suponer una aplicación indocumentada de este adjetivo culto y raro, es imposible por evidentes razones fonéticas2. En cuanto al étimo ERYSIPELASerisipela’ de García de Diego (Contrib., § 216) choca con dificultades fonéticas todavía mayores, y es también inaceptable desde el punto de vista semántico, pues la erisipela y el sarampión son enfermedades bien conocidas y que nadie confunde (G. de Diego mezcla ahí palabras sin relación etimológica, de las cuales trataré s. v. SARPULLIDO).

Por lo pronto nadie hasta aquí se ha dado cuenta de que nuestro vocablo ya aparece en San Isidoro, en forma casi igual a la romance, en una lista de enfermedades cutáneas e inflamatorias: «oscedo... ulcus... pustula... papula... sirimpio, sanies...» (Etym. IV, viii, 22): así en los varios mss. concordemente (B, T, Rem. Mon.), aunque los editores se empeñan arbitrariamente en enmendar esta palabra desconocida en latín (Schwarz y Lindsay suponen syringio, hápax de Plinio Valeriano en el sentido de syringa, o sea ‘fístula’). Desde luego la lección sirimpio es segura: aunque ahí no se hable de una calentura, sino de algo parecido a una pústula o una pápula, se trata, claro está, de las pápulas o manchas características del sarampión; ya he observado que éste es el sentido que tiene la palabra en la Cetrería de Evangelista, y con el mismo aparece en el Padre Luis Muñoz, h. 1635 («este día por la tarde estaba cubierta de sarampión o tabardillo», Aut.) y en las antiguas obras médicas portuguesas citadas por Bluteau («na cura das bexigas, sarampãos, bustellas», «depois de estarem fora as bexigas ou sarampão»): también vasco bajo-nav. zurrunpiño ‘granos de sarampión’ (sul. zurrunpĩ ‘sarampión’ y zurrumino ‘viruelas’, Azkue, y xurrunpe también sul., Supl. a Azkue2, txurunperi ronc., ibid.); análogamente el ingl. measles y el alem. masern ‘sarampión’ vienen del a. alem. ant. mâsa ‘mancha en la piel, cicatriz’. Cuál sea el origen del isidoriano SIRIMPIO, -ONIS, no está claro.

Pero se impone recordar que entre las formas occitanas arriba citadas hay un buen número del tipo senepioun, senepieu, chalapí, salachou3: todas estas formas parecen postular una base *SINAPIONEM de donde senapchon, senapion, y de ahí las formas modernas. En efecto la variante sin nasal ante la P ha de ser antigua: 1.º porque partiendo de ésta se puede explicar la variante con nasal, por propagación, pero no se explicaría la variante sin nasal partiendo de la otra; 2.º porque reaparece en el ast. sarapicu (zarapicu) ‘sarampión’ (R, V4); y 3.º un senespio, -onis, ya se encuentra en una hagiografía medieval conservada en un ms. de Marsella («infirmabatur de febre et senespione», Du C., s. v.). Ahora bien, me parece aceptable la explicación semántica de Vayssier, que deriva sinipieu de SINAPImostaza’ «par allusion à la rubéfaction produite par les sinapismes». En efecto, es sabido que los sinapismos dejan la carne fuertemente enrojecida, y a poco que se prolongue su acción es vesicante y deja ampollas o vejigas. No es, pues, difícil imaginar que estas vejigas y luego las causadas por el sarampión recibieran el nombre de *SէNAPէONES, que pronto se alteraría en *SէNAMPIONES por propagación de la nasal y luego se disimilaría en *SէRAMPIONE (o SIRIMPIONE).

DERIV.

Sarapicau ast. ‘atacado de sarampión’, sarapicar ‘enfermar de sarampión’ (V), con influjo de picado (de viruelas).

1 Nascentes supone que se pronunciara sarâmpão y que sarampo sea reducción fonética. Pero no es ésta la acentuación indicada por Bluteau, Vieira, CortesƟo ni Fig.; es verdad que en la ed. fotostática de Moraes parece leerse sarámpão, pero esta reproducción deja mucho que desear. Sarampio pasó al dialecto canario, lo mismo al de las Islas (J. R. Pérez, Cuestionario de la Palma, p. 60), que al de los isleños establecidos en Luisiana en 1778 (R. McCurdy, The Sp. Dial. in St. Bernard).―

2 Aun suponiendo un tratamiento excepcional como el que presenta perejil, fr. persil, de PETROSELէNUM, sólo podríamos llegar hasta *serampil. Pero las formas occitanas en -ieu se encuentran en hablas que conservan la -l y pierden la -n, de suerte que resultan evidentemente de un cambio de acento en -ioû > -íu; el port. sarampelo es sólo de fecha moderna, y sacado evidentemente de sarampão. De suerte que en todas partes llegamos a una base en -IONEM.―

3 Éste y el tsalasú del ALF han de venir de un antiguo *salapchon, comparable al oc. ant. apcha = fr. hache, germ. HAPJA, hoy pronunciado átso o áso en varias hablas occitanas; así lo sugiere atinadamente Jud, ARom. II, 239, al mismo tiempo que se opone a la idea de Urtel, Zum Iber. in Südfrankreich, de partir del vasco. En cuanto a las formas italianas risipola, siripela, rosapella, procederán más bien de ERYSIPELAS.―

4 Comp. ast. occid. xarampín.